Valseca

Desarrollo industrial y residencial

Valseca trabaja en la redacción de las normas urbanísticas que permitan incrementar la construcción y las empresas

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Las perspectivas son cada vez más halagüeñas. Atrás han quedado esos años en los que los pueblos de cercanos a la capital perdieron población en mayor medida que los más alejados y la ciudad comienza ahora a devolver habitantes a su alfoz. Valseca comienza a saborear un momento dulce.

Su cercanía a la capital y su estratégica ubicación hacen que el municipio disfrute de buenas previsiones de futuro no solo en el aspecto poblacional, sino también en el industrial. «Para primeros de año tendremos aprobadas las normas urbanísticas municipales y, a partir de ahí, se prevé un crecimiento importante», apunta el alcalde, Miguel Ángel Palacio Hijosa. «Pero también equilibrado y sostenible. No queremos viviendas y viviendas», matiza el regidor, quien señala el notable incremento que la demanda de terrenos ha experimentado en los últimos años. «Se están haciendo más viviendas que nunca, pero la verdad es que no disponemos de suelo para urbanizar».

«Ese crecimiento residencial va a ir acompañado de un crecimiento industrial», destaca el regidor. Y es que las industrias ya han fijado sus ojos en el término valsequeño, atravesado por la futura autovía Segovia-Valladolid y cruzado por otra vía que lleva a otra carretera autonómica, la CL-605. «Es una zona muy interesante, apetecible por las demandas que estamos teniendo y ya hay cierto núcleo industrial».
De ahí que en las normas que se están redactando se incluya un espacio de unos trescientos mil metros cuadrados para terreno industrial. «Eso nos va a llevar a que nuestro crecimiento sea equilibrado y sostenible porque la gente que pueda trabajar en las industrias que tengamos en nuestro municipio, que ya son bastantes porque ahora hay unas quince establecidas en Valseca, también va suponer que puedan tener vivienda aquí. Con lo cual, creo que es una forma de equilibrar», destaca Miguel Ángel Palacios, quien también apunta que ese incremento de viviendas e industrias reportará «recursos importantes para el Ayuntamiento y equilibrará los presupuestos y las demandas de los vecinos».

Y es que las necesidades y proyectos del Consistorio cada vez son más ambiciosos. Una vez cubiertas las necesidades básicas, el incremento de población hace necesario pensar en otros objetivos como la ampliación del colegio, del centro médico y la construcción de una residencia de ancianos y una guardería.

Garbanzos

El cada vez más importante tejido industrial no resta importancia a los otros dos pilares de la economía local, la agricultura y la ganadería, y el garbanzo, cultivo por excelencia de las tierras valsequeñas comienza a recuperar su importancia. La llegada de la mecanización para evitar su trabajosa recolección a mano ha permitido incrementar la superficie cultivada. Eso, junto a las mayores salidas comerciales y el impulso del Ayuntamiento para dar a conocer su afamado producto devuelven la importancia al garbanzo de Valseca, que sobrevive a las embestidas del tiempo y, al igual que el municipio, comienza a recuperar la población que hace decenios la emigración le robó, el garbanzo recupera su protagonismo.

Gruesos y suaves

El garbanzo de Valseca, con unas características especiales, es el producto más conocido de la localidad

Isabel Jimeno.

Originario de Asia Occidental, llegó a España gracias a los fenicios y a los cartagineses. Hoy está leguminosa está plenamente integrada en la dieta y producción españolas. Entre sus tierras de cultivo destaca Valseca. La localidad segoviana en la que desde hace decenios se cultiva el garbanzo.
Ahora, como en cualquier época del año, es momento de su consumo, tras su siembra en primavera y la recolección estival. Un meticuloso trabajo en el que los vecinos de Valseca se esmeran, a la vez que tratan de modernizar para facilitar la labor que aprendieron de sus antepasados. Esos que les enseñaron cómo debían mimar las tierras, en las que se debe rotar su siembra por las 1.400 hectáreas con cualidades especiales, la mitad de las que hay destinadas al cultivo en Valseca.

Tierras con cualidades y bondades especiales y el esmero de los agricultores en la selección de semillas, en la recolección y en la limpieza y selección del producto final dan lugar a los garbanzos de Valseca.
Ricos en hierro, potasio, calcio, fósforo, magnesio, vitamina B y ácido fólico, los garbanzos de esta localidad segoviana se caracteriza además por ser gruesos y suaves al paladar «como la manteca», según reza el refrán.

Y es que hay toda una serie de dichos en torno a esta leguminosa de nombre científico ‘cicer arietinum’. Cuándo ha de sembrarse, cómo cocinarse o cuáles son sus características ideales nutren el refranero en torno al garbanzo.

Nunca se ha dejado de cultivar, pero la dureza de su producción sí que mermó la superficie destinada al garbanzo, que ahora comienza a repuntar de nuevo.

La fama de este cultivo se extiende más allá de este pueblo segoviano, que desde hace dos años celebra un certamen de exaltación del garbanzo, su producto más conocido.

Fiesta de exaltación

Coincidiendo con San Isidro, el 15 de mayo, festividad de los agricultores, los valsequeños rinden un homenaje a su afamada legumbre. Una celebración que busca revitalizar las fiestas de San Isidro a la vez que dar a conocer el pueblo y sus conocidos garbanzos, para los que sus productores buscan conseguir la Indicación Geográfica Protegida.

Y qué mejor manera de promocionarlos que con una gran comida popular cuya recaudación se destina a fines benéficos. Un gran cocido con el garbanzo –acompañado de chorizo, tocino, carne, rellenos o repollo– como protagonista de los centenares de raciones que se reparten entre los asistentes a esta exaltación de una legumbre que, además de propiedades nutritivas, dicen que incluso es afrodisíaca.

Hijo de la ciencia

El centro cultural Doctor Velasco recuerda a uno de los hijos más ilustres de Valseca, fundador del Museo Antropológico de Madrid

Isabel Jimeno.

Entrada a la localidad de Valseca, con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción al fondo. / I. J.

Fue un 23 de octubre de 1815 cuando Valseca alumbró a uno de sus hijos más ilustres y, más de un siglo después, la localidad recuerda a Pedro González de Velasco, más conocido como el doctor Velasco. Nombre con el que el municipio bautizó al centro cultural, en recuerdo a la labor social, formativa e investigadora que desarrollo este hijo de una familia de labradores nacido en un hogar muy humilde que llegó a convertirse en una de las personalidades del mundo de las ciencias en el siglo XIX.

Porquerizo y hasta ayudante del pregonero fue Pedro González de Velasco en sus primeros años de vida, antes de convertirse en un reputado médico y antropólogo que llegó a ser catedrático de operaciones de la Facultad de Medicina de Madrid.

El centro cultural de Valseca, inaugurado en el 2001, recuerda al hijo más ilustre del municipio y continúa en parte su legado divulgativo de las ciencias que él desarrollo e impulsó. Y es que además de acoger la biblioteca, servir de centro social para reunirse a jugar o realizar diversas actividades y celebrar fiestas, también cuanta con un Museo de Rocas, Minerales y Fósiles de Valseca surgido gracias a la donación de un particular, Andrés Díez Herrero, con la intención de convertirse en una muestra más ambiciosa sobre la historia natural de la provincia.

A las piezas de la colección particular se han ido sumando con el tiempo otras gracias a la colaboración de la Asociación de Aficionados a la Minerología, con lo que medio millar de minerales de España y otras partes del mundo, rocas y fósiles que llenan las vitrinas del museo en el centro cultural doctor Velasco.

Su localidad natal continúa así con la actividad a la que Pedro González de Velasco dedicó parte de la fortuna que consiguió. Y es que este valsequeño fue quien fundó el Museo Antropológico de Madrid. Corría el año 1875 cuando el rey Alfonso XII inauguró el espacio museístico impulsado por el doctor Velasco, quien dedicó parte de su vida y su carrera a estudiar diferentes técnicas de conservación de los cadáveres e incluso el cuerpo embalsamado de este valsequeño ilustre, fallecido en el año 1885 tras una larga enfermedad, se conserva en una de las salas del Museo Antropológico que él fundó