El Espinar

Desarrollo natural

El Espinar aspira a alcanzar los diez mil habitantes y convertirse así en el segundo municipio de la provincia

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Entre los pinos, en el ascenso por la sierra de Guadarrama, el municipio de El Espinar se abre un hueco en un privilegiado enclave, con parajes de cuento y unas excelentes vías de comunicación. Su abundante fauna y flora puede disfrutarse por las numerosas rutas que recorren el extenso término espinariego, que incluye también los núcleos de población de San Rafael, La Estación de El Espinar y la urbanización privada de Los Ángeles de San Rafael. Las cumbres, los paseos junto a los cauces fluviales, sin olvidar la visita a los muchos y variados monumentos, componen la riqueza turística del municipio, a la que hay que sumar sus numerosas fiestas.

Y es que, como dice el lema de promoción, ‘El Espinar, una fiesta continua’. Casi todos los meses hay algo que celebrar en los diferentes núcleos. Desde fiestas religiosas a otras que sirven para recordar la historia espinariega caben en el calendario festivo. Entre estas últimas sobresale la Fiesta de los Gabarreros, de reciente creación, que el primer fin de semana de marzo recuerda ese oficio de la gabarrería, al que todavía se dedican un centenar de personas, pero que «en épocas más duras ha posibilitado el sustento de muchas familias», recuerda el alcalde, Juan María Martín Montejo.

Las más de diez mil hectáreas de montes que ahora se miman con esmero a través de la gestión de la fábrica municipal de maderas suponen una riqueza medioambiental, pero también una forma de vida relacionada con los espinariegos, que generación tras generación explotan uno de sus más preciados bienes.

No es una fiesta, pero sí una cita obligada que lleva el nombre de El Espinar por todo del mundo. El torneo de tenis que cada verano reúne en las instalaciones de La Estación a raquetas internacionales es una de las cartas de presentación del municipio, que se plantea cubrir alguna pista para aprovecharlas aún más y poder celebrar torneos en épocas del año menos benévolas.

Puerta de entrada

Su magnífica situación es otro de sus tesoros. ‘Puerta de entrada a Castilla y León’ es otro de los lemas que describen fielmente al municipio. Y es que para muchos El Espinar supone la primera toma de contacto con la comunidad y con Segovia. Pero es mucho más que un lugar de paso. Las empresas han fijado en este enclave sus ojos y «de la mano de la Junta vamos a posibilitar que se potencie muchísimo el sector industrial en el municipio», destaca el regidor. El anuncio del cierre de la planta de Bimbo-Martínez en El Espinar ha supuesto un duro golpe para la economía local, pero otras iniciativas empresariales han escogido del municipio para instalar su actividad y se prevé que en los próximos años se crearán nuevos puestos de trabajo, siendo la construcción, con un importante volumen de trabajo en los cuatro núcleos, uno de los pilares fundamentales de la economía espinariega.

Esta oferta de puestos de trabajo y su situación como uno de los pueblos limítrofes con Madrid y bien comunicado por carretera hacen que el censo de El Espinar crezca notablemente cada año. «Aunque la tendencia del último decenio ha sido de crecimiento, desde el 2002 ha sido más importante, con unos trescientos cincuenta o cuatrocientos habitantes más al año, y en el 2004 esa cifra estuvo próxima a los seiscientos», destaca el regidor.

La conversión de las numerosas segundas residencias en primera vivienda, la expansión del mercado inmobiliario hacia las localidades próximas a Madrid, jóvenes que valoran la calidad de vida espinariega para instalarse en el municipio y jubilados que regresan contribuyen al incremento demográfico de El Espinar, cuyas previsiones apuntan a que la tendencia continúe.

Los proyectos de urbanización aprobados y las dos mil unidades de vivienda disponibles para edificar, que se unen a las nueve mil construidas, alientan las optimistas previsiones del Ayuntamiento. «El ideal que concebimos para nuestro municipio es fijar la población en torno a los diez mil habitantes, lo que conllevaría que nos convirtiéramos en el segundo municipio de la provincia, después de la capital», señala Juan María Martín Montejo, quien subraya además que buena parte de ese crecimiento supone además el incremento de la población segoviana, ya que muchos de los nuevos vecinos son madrileños que ven en el enclave y paraje natural de El Espinar el lugar idóneo para vivir.

Trabajo y tesoro

Una fiesta recuerda el oficio de los gabarreros, importante durante años en la vida de El Espinar

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Durante años fue la forma de vida, el sustento de buena parte de los espinariegos. Hoy todavía sigue dando trabajo a algunos de sus habitantes, pero es sobre todo uno de sus tesoros más preciados. En plena sierra de Guadarrama, el municipio de El Espinar cuenta con un extenso monte que además de rutas y bellos rincones también es una fuente de ingresos que en el pueblo miman y cuidan.
La fábrica de maderas es su elemento de gestión sostenible para que esa herencia de sus antepasados continúe siendo uno de sus preciados bienes, la que fue segunda casa para algunas de sus gentes. Y es que la modernización de las herramientas y los nuevos estilos de vida han hecho caer casi en desuso el oficio de gabarrero, toda una seña de identidad en El Espinar practicada incluso por varias generaciones a la vez.

Una dura tarea que requería muchas horas en unos pinares que conocían a la perfección e incluso fueron ellos quienes, además de repoblar con nuevos ejemplares, les dieron nombre. Cueva Valiente, Peña Buitrera, Peña El Oso o Montón de Trigo –el punto más elevado del término, a 2.298 metros altitud– son algunos de los accidentes geográficos a los que los gabarreros dieron nombre.
Los hacheros cortaban los árboles, que los gabarreros bajaban monte abajo en carros con ruedas especiales fabricadas en el propio municipio para transitar por el escarpado paraje y tirados por ganado mular.

Exhibiciones

Hoy ese oficio tan característico está prácticamente desaparecido, pero no olvidado en El Espinar, que desde hace unos años organiza una fiesta para recordar y enseñar a pequeños y foráneos la historia laboral espinariega.

Un fin de semana festivo en el que los espinariegos rememoran aquellos trabajos. Los bueyes esperan para cargar junto al pinar los carros con los troncos. Comienza el descenso y los caballos y las mulas tiran de la carga hasta el centro del pueblo, un día en El Espinar y otro en San Rafael. La música ameniza esta fiesta declarada de Interés Turístico Regional mientras los expertos trabajadores realizan exhibiciones de desrame, limpia, corta vertical, corta con hacha y con motosierra para que todos sepan un poco mejor cómo, durante años, transcurría la vida diaria de los espinariegos.

Las fiestas y ferias se suceden durante todo el año en El Espinar Isabel Jimeno.     Procesión del Cristo del Caloco. / El Norte El Espinar, una fiesta continúa’ es el lema que pasea el municipio para promocionar su rico patrimonio natural y cultural. Y es cierto, de enero a diciembre las celebraciones se suceden en los diferentes núcleos que integran el Ayuntamiento. Tras la Navidad, llega San Antón. La fiesta del 17 de enero se ha recuperado en los últimos años gracias a la cofradía y los concursos y bendición de animales. En febrero, Santa Águeda también tiene su celebración y un mes después llega la fiesta de los gabarreros. Y en mayo o junio, una feria, la de ganadería. Y con el calor estival, las grandes citas. Primero en La Estación de El Espinar, que antes de recibir a las raquetas del Torneo de Tenis celebra San Antonio y la Virgen del Carmen. Como en otros muchos pueblo, en El Espinar también se celebra Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, con los espectáculos taurinos más importantes del municipio, pero las fiestas grandes son las del Cristo del Caloco, la segunda semana de septiembre. La bajada del Cristo del Caloco es uno de los momentos más importantes de estas fiestas que siguen conservando la verbena del Teo, en recuerdo a aquellos inicios sin electricidad en los que los espinariegos encendían una hoguera para iluminar el baile. Hoy ya hay farolas, pero la hoguera se sigue prendiendo en la plaza de toros donde tocan las orquestas. A finales de septiembre San Rafael se viste de fiesta para honrar al patrón que da nombre al pueblo. Y en un municipio en el que la banda municipal tiene un protagonismo especial en todas las fiestas no podía dejar de celebrarse Santa Cecilia, el 22 de noviembre, patrona de esos músicos que no paran de amenizar las fiestas que se suceden en El Espinar.

Devoción bajo el portalón

Cientos de personas participan en la romería del Cristo del Caloco, declara de Interés Turístico

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Miles de personas acompañan en procesión a la talla del Cristo del Caloco hasta su ermita. / EL NORTE

Cada año incorporan novedades, se adaptan a los nuevos tiempos y demandas de los espinariegos, pero la tradición es una de las bases fundamentales y más arraigadas de la fiestas mayores de El Espinar. Las del Cristo del Caloco son unas celebraciones especiales. Más de una semana de fiestas con juegos, festejos taurinos y mucha música. Pero la segunda semana de septiembre, sobre todo, tiene lugar la cita con la tradición y el fervor que los habitantes de este pueblo serrano sienten por el Cristo del Caloco, que pasa esos días en la iglesia de San Eutropio.

Allí llega procedente de la ermita ubicada en el cerro del Caloco el primer día de fiesta. Comienza pronto, por la mañana, cuando los espinariegos llegan al templo en el que se encuentra la imagen. Tras la misa, la procesión conduce al Cristo del Caloco al pueblo, donde llega pasado el mediodía en medio del fervor de las gentes del pueblo.

Pocos son los que se pierden la entrada triunfal por el portalón de la iglesia, uno de los momentos más emocionantes de las fiestas. La procesión, cada año por uno de los barrios del pueblo, es otro de los actos protagonizados por la talla con melenas del Cristo del Caloco durante su estancia en el pueblo, antes de partir de nuevo a la ermita en el día grande, el domingo posterior al 14 de septiembre.

La jornada de esta romería cuyos orígenes se remontan al siglo XVI también comienza pronto, aunque se prolonga durante horas. Miles de personas acompañan a la talla a su regreso a la ermita del Caloco durante una fiesta declarada de Interés Turístico en 1977. Por la mañana, la imagen vuelve a salir por el portalón. Pendones, estandartes e insignias de la Cofradía del Cristo de la Esclavitud, organizadora de la romería, acompañan al cortejo durante los cuatro kilómetros que separan ambos templos.

Y allí, en la explanada de la ermita, tiene lugar la misa, seguida por la caldereta que ofrece el Ayuntamiento, animada por la música de la banda municipal de música de El Espinar, una de las agrupaciones presente en la mayoría de las numerosas celebraciones que a lo largo del año tienen lugar en el municipio, por lo que no podía faltar en la romería del Cristo del Caloco, una de las fechas más tradicionales y arraigadas en el calendario de El Espinar.