Real Sitio de la Granja de San Ildefonso

Un lugar de cuento real

San Ildefonso apuesta por un crecimiento sostenible basado en sus tres pilares: turismo, madera y vidrio

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Desde lo alto, a vista de pájaro, las torres de la Colegiata se confunden con las picotas de los árboles del frondoso arbolado en el que se cuelan las casas. Es el símbolo de la perfecta simbiosis del municipio con el lugar que le vio nacer y que mima con esmero.

El privilegiado enclave en el que se encuentran los tres núcleos que componen San Ildefonso –La Granja, Valsaín y La Pradera de Navalhorno– tienen también en su entorno uno de los principales recursos que sirve de sustento para economía granjeña. El afamado monte de Valsaín, con el Real Aserradero como centro de control y referencia en su gestión, es una de las patas sobre las que se asienta el presente y el futuro del municipio. Pendiente de la figura que proteja la sierra de Guadarrama y de la rehabilitación del aserradero tras el incendio que sufrió hace semanas, el Ayuntamiento apuesta por «defender la actividad productiva», a la vez que favorece «una mayor implantación en el municipio de sucesivas fases de transformación de la madera».

Y es que en San Ildefonso tienen claro que hay que «potenciar las actividades económicas ligadas a nuestro municipio para que no desaparezcan», destaca el alcalde, Félix Montes Jort, quien apuesta por los sectores maderero, turístico y vidriero, tanto en su faceta industrial como artística y educativa, y a ellos está destinado el terreno industrial público que se va creando.

El rico patrimonio histórico, herencia del noble pasado que alumbró su nacimiento, es otra de las señas de identidad del municipio. Con los reales Palacios de La Granja y Riofrío como edificios destacados, San Ildefonso tiene mucho más que ver, y el Plan de Dinamización Turística intenta darlo a conocer.
Iglesias y casas señoriales salpican las calles de municipio, que gracias al capricho real se convirtió en un pequeño Versalles. Los Jardines del palacio granjeño y sus fabulosos juegos de agua son uno de los mayores reclamos turísticos, junto con sus afamados judiones, que el Ayuntamiento quiere potenciar a través de un centro de interpretación. De ahí que uno de los ambiciosos proyectos sea la rehabilitación del casco histórico y la puesta en valor de los emblemáticos edificios para «potenciar nuestro patrimonio urbanístico, puesto al servicio de un modelo sostenible de desarrollo».

Crecer de una manera armónica y sostenible, con el acceso a la vivienda y al empleo de la mano, es uno de los grandes retos del Ayuntamiento granjeño, que intuye un «futuro muy esperanzador» para el municipio, basado en los tres pilares de su economía, que también son sus señas de identidad.

Viviendas protegidas

Con el 90% del terreno del Real Sitio protegido, intervenir en el mercado del suelo para facilitar el acceso a la vivienda es una de las premisas. «En los próximos quince o veinte años intentaremos incorporar una media de sesenta viviendas al año, que es el crecimiento vegetativo de la población, con el objetivo de que los vecinos tengan acceso a la vivienda», destaca el regidor, quien recuerda que en el último lustro «hemos propiciado cuatrocientas fincas para residentes».

«Crecimiento urbanístico no es sinónimo de mejor calidad de vida», advierte Félix Montes. Una calidad de vida que las administraciones deben cuidar y para cuya mejor atención, el alcalde reclama que los ayuntamientos reciban la financiación necesaria para hacer frente a sus competencias.

El escaso terreno y la pujanza de las segundas residencias han elevado el precio del suelo, que el Ayuntamiento intenta contrarrestar con la promoción de viviendas protegidas que «eviten la despoblación del municipio» y que hagan posible que las familias granjeñas tengan acceso a una casa en un privilegiado sitio, con un entorno natural envidiable, en el que hace siglos los reyes fijaron sus miras.

La receta del éxito

Miles de personas degustan en la Judionada el producto más conocido de La Granja, cultivado en el municipio desde el siglo XVIII

Isabel Jimeno.

El jugoso sabor todavía perdura en el paladar de los miles de comensales que cada año se reúnen para degustar la gran Judionada en La Granja y en el pueblo ya comienzan a preparar la siguiente cita de este multitudinario evento en el que se sustenta la petición del Ayuntamiento para que las fiestas de San Luis, en torno al 25 de agosto, sean declaradas de Interés Turístico Regional.

Es el momento de recoger los grandes, pero tiernos y sabrosos frutos, que en San Ildefonso cultivan con esmero. No en vano, procedentes de tierras uruguayas llegaron las primeras semillas, allá por el siglo XVIII, que la reina Isabel mandó traer para alimentar a sus animales, especialmente a los faisanes. Según cuentan en La Granja, un día alguien decidió probarlos y de alimento animal pasaron a consumirse en los platos, primero mezcladas con los productos de la huerta y luego con los derivados del cerdo, la popular receta que hoy se sigue elaborando y que con motivo de la Judionada se prepara en grandes cantidades.

Ahora es el momento de comprar las legumbres, recién salidas de las vainas. En sacos, con una rama de laurel para que no se coquen, se conservan hasta que el domingo anterior a San Luis son puestas a remojo en unas grandes piscinas durante 48 horas. Después, se secan y el martes de madrugada comienza la elaboración en grandes ollas, con muchos kilos de judías y también de chorizo, morro, oreja y morcilla que elaboran una veintena de cocineros con la ayuda de los propios vecinos.

Y es que fueron los granjeños quienes comenzaron a organizar la popular comida. El 22 de agosto de 1976 se celebró la primera ‘Comida de amigos’. Han pasado veinte años y de los amigos de una peña se ha pasado a miles de personas, pero el ambiente de amistad sigue presidiendo el día en el que el producto estrella de La Granja es el rey de la mesa.

Producción

Para que esté en su punto no solo hacen falta las manos expertas de los cocineros, sino que el ingrediente base debe ser cultivado con esmero. Y en La Granja lo hacen. De hecho, desde hace unos años existe la asociación de Cultivadores de Judión del Real Sitio. Un colectivo integrado por unos 160 productores que colabora con el Ayuntamiento para mejorar las condiciones de la finca, poner en marcha un Centro de Interpretación del Judión y conseguir que las tierras pasen a ser de propiedad municipal. Un objetivo que el alcalde, Félix Montes, espera se haga realidad el próximo año.

Y es que la finca original –pero no la única porque también se cultiva en otras tierras e incluso en otros pueblos del entorno–, en el paraje de Navalaoca, sigue siendo propiedad estatal. De hecho, la producción del judión comenzó como un complemento económico para los jardineros y guarnicioneros de Palacio. Una tradición que ha pasado de padres a hijos y que engloba toda una cultura que va más allá del producto final.

Los productores miman sus pequeñas fincas e intercambian semillas para conseguir los mejores frutos, que gracias a la elevada altitud –por encima de los 1.190 metros–, el microclima junto a la sierra de Guadarrama y las condiciones de siembra –27 plantas por metro cuadrado en pequeñas parcelas– dan lugar a unos grandes, pero suaves frutos muy valorados y con nombre propio: Judiones de La Granja.

Herederos de San Francisco

Doscientos penitentes participan en la procesión de Viernes Santo, un vistoso acto de San Ildefonso

Isabel Jimeno.

Penitentes de La Granja con sus pesadas cruces. / EL NORTE

El jugoso sabor todavía perdura en el paladar de los miles de comensales que cada año se reúnen para degustar la gran Judionada en La Granja y en el pueblo ya comienzan a preparar la siguiente cita de este multitudinario evento en el que se sustenta la petición del Ayuntamiento para que las fiestas de San Luis, en torno al 25 de agosto, sean declaradas de Interés Turístico Regional.

Es el momento de recoger los grandes, pero tiernos y sabrosos frutos, que en San Ildefonso cultivan con esmero. No en vano, procedentes de tierras uruguayas llegaron las primeras semillas, allá por el siglo XVIII, que la reina Isabel mandó traer para alimentar a sus animales, especialmente a los faisanes. Según cuentan en La Granja, un día alguien decidió probarlos y de alimento animal pasaron a consumirse en los platos, primero mezcladas con los productos de la huerta y luego con los derivados del cerdo, la popular receta que hoy se sigue elaborando y que con motivo de la Judionada se prepara en grandes cantidades.

Ahora es el momento de comprar las legumbres, recién salidas de las vainas. En sacos, con una rama de laurel para que no se coquen, se conservan hasta que el domingo anterior a San Luis son puestas a remojo en unas grandes piscinas durante 48 horas. Después, se secan y el martes de madrugada comienza la elaboración en grandes ollas, con muchos kilos de judías y también de chorizo, morro, oreja y morcilla que elaboran una veintena de cocineros con la ayuda de los propios vecinos.

Y es que fueron los granjeños quienes comenzaron a organizar la popular comida. El 22 de agosto de 1976 se celebró la primera ‘Comida de amigos’. Han pasado veinte años y de los amigos de una peña se ha pasado a miles de personas, pero el ambiente de amistad sigue presidiendo el día en el que el producto estrella de La Granja es el rey de la mesa.

Producción

Para que esté en su punto no solo hacen falta las manos expertas de los cocineros, sino que el ingrediente base debe ser cultivado con esmero. Y en La Granja lo hacen. De hecho, desde hace unos años existe la asociación de Cultivadores de Judión del Real Sitio. Un colectivo integrado por unos 160 productores que colabora con el Ayuntamiento para mejorar las condiciones de la finca, poner en marcha un Centro de Interpretación del Judión y conseguir que las tierras pasen a ser de propiedad municipal. Un objetivo que el alcalde, Félix Montes, espera se haga realidad el próximo año.

Y es que la finca original –pero no la única porque también se cultiva en otras tierras e incluso en otros pueblos del entorno–, en el paraje de Navalaoca, sigue siendo propiedad estatal. De hecho, la producción del judión comenzó como un complemento económico para los jardineros y guarnicioneros de Palacio. Una tradición que ha pasado de padres a hijos y que engloba toda una cultura que va más allá del producto final.

Los productores miman sus pequeñas fincas e intercambian semillas para conseguir los mejores frutos, que gracias a la elevada altitud –por encima de los 1.190 metros–, el microclima junto a la sierra de Guadarrama y las condiciones de siembra –27 plantas por metro cuadrado en pequeñas parcelas– dan lugar a unos grandes, pero suaves frutos muy valorados y con nombre propio: Judiones de La Granja.

Un lugar de reyes

El Real Sitio de San Ildefonso posee hermosos edificios y paisajes que nadie puede olvidar

ELENA RUBIO ARAGONESES

Todo aquel que no conozca el Real Sitio de San Ildefonso debe hacer un hueco en su agenda para acercarse hasta este municipio que por su riqueza patrimonial y natural es uno de los más importantes de España. El Real Sitio de San Ildefonso está compuesto por varios núcleos de población: Valsaín, La Pradera de Navalhorno, Riofrío y, por supuesto, La Granja.

A nadie extraña que los vecinos de este último pueblo se sientan más que orgullosos de todos los tesoros que se encuentran en esta localidad donde se pueden ver la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, la de Los Dolores, la Ermita de San Ildefonso, la iglesia de San Juan Neponucemo, la casa de los Canónigos, la de oficios, o La Colegiata, donde yacen los cuerpos de Felipe V e Isabel de Farnesio, quien construyeron el Palacio Real.

En el interior del Palacio se encuentra una importante colección de piezas y un valioso museo de tapices. Pero si fascinante es la residencia por dentro, lo que contemplaban los ojos de los monarcas cuando se asomaban a la ventana hoy sigue sorprendiendo por su belleza y magnitud. Son 146 hectáreas de jardines en los que se entremezclan parterres, arquitectura natural y bosque. Unos jardines en los que impresionan las veintiséis fantásticas fuentes, basadas en la mitología clásica.

Son muchos los que dicen que son copia de las de Versalles, puede ser, pero no hay que dejarse engañar ya que los juegos de agua de las fuentes del Palacio Real de La Granja son mucho más impresionantes que las del palacio francés. Las del municipio segoviano ofrecen un mayor espectáculo al salir el agua desde diferentes puntos o alcanzando distintas alturas. Entre las fuentes más destacadas se encuentra la de La Selva, La Carrera de Caballos, la Cascada Nueva, la Fuente de los Vientos, la de Los Dragones, la de las Ocho Calles, la del Canastillo, la de las Ranas, la de la Fama o la de los Baños de Diana. Ésta fue la última que se construyó y cuentan que Felipe V en su inauguración comentó: «Tres minutos me has divertido pero tres millones me has costado (de reales de vellón)».

No es el único palacio que se encuentra dentro del Real Sitio ya que también se puede visitar el Palacio de Riofrío. A simple vista destaca por el rosa de las fachadas y el verde manzana de puertas y ventanas. En su interior sobresale su patio cuadrado, la escalera imperial, la capilla y los salones interiores. Un buen número de salas están ocupadas por el museo de caza. En el exterior, el palacio está rodeado por un frondoso bosque de encinas en el que los gamos y algunos ciervos viven en semilibertad. ç

Y en Valsaín, a tres kilómetros de La Granja, fue donde se construyó el primer palacio de todos los Reales Sitios. El rey Felipe II mandó construir una residencia que fue destruido en 1686 por un terrible incendio. En ese momento se inició la decadencia de este palacio, que se confirma con la construcción del de La Granja. En la actualidad, existe un proyecto de recuperación del edificio y su entorno.

Estos lugares nobles, al igual que muchas residencias, tendrían en su día muchos elementos decorativos procedente de la Real Fábrica de Cristales de La Granja. Es uno de los mejores edificios de la arquitectura industrial europea. En su interior alberga el Museo Tecnológico del Vidrio.