La Losa

Leyendas junto a la sierra

La Losa quiere limitar el crecimiento del pueblo hasta los seiscientos habitantes

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Dicen que «en el pueblo hay muchos solteros porque San Juan Evangelista, que es el patrón, era soltero». Esta es una de las leyendas que corren por las amplias calles de La Losa, que en torno a uno de sus lugares emblemáticos, la Fuentesalá, también discurre otra de las leyendas losariegas. Y es que en la localidad afirman que el agua que allí mana, en un lugar algo alejado del pueblo, al pie de la carretera hacia Madrona, tiene propiedades para curar las heridas e incluso hace que desaparezca la infertilidad en aquellas mujeres que no pueden tener hijos. «Basta solo con beber», destaca el alcalde, Juan Carlos López García. «Es un agua al que aquí, en el pueblo, tenemos mucho respeto», añade.

Pero «tristemente», La Losa ha sido más conocido este año por la sentencia que obligó al Ayuntamiento a pagar una indemnización de más de 43.000 euros a un vecino que sufrió un accidente al atropellar con su ciclomotor a un gato callejero.

Un importante palo para las arcas municipales, que aún así no ha impedido que los proyectos municipales en marcha para atender mejor a los vecinos sigan su curso. La construcción del nuevo consultorio médico es una de esa iniciativas que se hará realidad, pese al varapalo económico que supuso el fallo judicial.

Contar con más y mejores instalaciones deportivas, entre ellas un campo de fútbol que los jóvenes que forman el equipo de La Losa han demandado, es otra de las necesidades que solicita el Ayuntamiento.
Pero si hay una demanda que se eleva por encima del resto es el arreglo y ensanche de la carretera que, a través de Madrona, comunica la localidad, el camino más corto. «Creo que es un proyecto que urge –apunta el regidor– porque desde que han hecho la variante de Segovia, los pueblos de Otero, Ortigosa y La Losa nos comunicamos con Segovia por ella. Tiene bastante tráfico y se ha quedado un poco abandonada».

Amplias calles

Concluir el asfaltado y alumbrado de las amplias calles del municipio es otro de esos proyectos que, poco a poco, se van llevando a cabo, pero los más de doce kilómetros de vías que surcan el casco urbano dificultan su ejecución.

Y las previsiones apuntan a que La Losa siga creciendo, «pero no queremos que crezca mucho», matiza Juan Carlos López García, consciente de que «estos pueblos cercanos a la capital están llamados a tener una gran presión urbanística». Las normas municipales redactadas hace unos años son el instrumento que, a rajatabla, emplea el Ayuntamiento para que sus deseos de contener el crecimiento desmesurado sean posibles. Y es que las grandes urbanizaciones, los chalés en hilera y «mucho más la masificación» quedan descartados en el planeamiento urbanístico losariego.

«Si ahora estamos en los 480 habitantes, esperamos llegar a los seiscientos como mucho en diez o quince años, y no superar mucho ese nivel», advierte el alcalde. Y es que en el pueblo no quieren que la expansión por los alrededores de la capital hurte a La Losa su condición y encanto de pueblo serrano, levantado sobre la rocas, a los pies de la cabeza de ‘La Mujer Muerta’, en la sierra de Guadarrama.

Resbaladiza tradición

Los mozos trepan por la cucaña untada de grasa para conseguir el premio en las fiestas de La Losa en honor de la Virgen de Cepones

Isabel Jimeno.

Pericia. Mucha pericia, y también astucia para lograr un premio difícil de conseguir, aunque la ayuda de herramientas no permitidas en unas normas no escritas, pero que todos conocen, ha ayudado en las últimas ocasiones a alcanzar el jugoso regalo.

Arriba, en la punta del largo palo de casi doce metros bien untado de grasa se encuentra el premio. Dos jamones aguardan desde el sábado de las fiestas en honor a la Virgen de Cepones al más listo, al más astuto y con más habilidad para trepar por la cucaña, que debe escalarse trepando o subidos unos encima de otros. Aunque en los últimos años, la ayuda de tractores o escaleras ha facilitado alcanzar el premio de esta tradición que en el pueblo no quieren que pierda su esencia inicial.

Otra de las actividades que más se espera en las fiestas mayores de La Losa es la caldereta de toro con muchas patatas que congrega a los vecinos. Carne de esas vaquillas que salen a la plaza tradicional en la que siguen celebrándose los festejos taurinos. Un corral que durante el año tiene vacas y que en las fiestas da cabida también a otros ejemplares de la misma raza, pero para salir al ruedo que los vecinos contemplan desde los remolques que lo rodean.

Otra de las citas destacadas en los días grandes de La Losa es la visita a la ermita de San Pedro. El viernes, primer día de la fiestas, es momento de trasladarse al templo, ahora de propiedad privada.
En burro o a caballo los vecinos del pueblo llegan hasta la ermita para pasar un día de fiesta, como también lo hacen en otra fiesta. Andando deben recorrer los más de dos kilómetros que la separa del pueblo para pasar una jornada diferente en la que no falta el melón que siempre reparte el Ayuntamiento entre los asistentes. Además, desde hace unos años también se celebra un encuentro de danzas.
Lo que no falta tampoco en las fiestas son los actos religiosos, entre ellos la subasta de las andas sobre las que la Virgen de Cepones recorre las calles en su día más importante. Un día en el que el interior de la iglesia, siempre muy adornada, luce de manera más especial gracias al esmero de las losariegas, que engalanan el templo con vistosas flores naturales, como lo hacen en el resto de celebraciones de La Losa.

Un pueblo de leyenda

Entre las numerosas historias que circulan en La Losa, una cuenta que al agua de la Fuentesalá tiene propiedades curativas

Isabel Jimeno.

Entrada enrejada al manantial de la Fuentesalá, en las proximidades de La Losa. / I. JIMENO

Al abrigo de la sierra de Guadarrama, las leyendas corren entre los prados, rocas y arboledas que conforman el paisaje de La Losa. Un lugar en el que la tradición oral sigue muy viva y ha permitido pasar de generación en generación un buen número de historias con las que los losariegos tratan desde antiguo de explicar el devenir de este pueblo serrano, anclado bajo a la cabeza de la figura de la Mujer Muerta dibujada en las cumbres del sistema montañoso.

Las múltiples historias versan sobre cómo se formó esa llamativa imagen; sobre por qué en La Losa hay muchos varones solteros, influidos quizá porque el patrón, San Juan Evangelista, tampoco contrajo matrimonio; sobre cómo el diente de un sacristán se convirtió en piedra para dividir el caudal del arroyo Matavacas para abastecer al pueblo y al cercano Palacio de Riofrío por petición de la reina Isabel de Farnesio, o sobre por qué una cueva está tapada desde hace años y allí una gran serpiente engulló a un leñador.

Nunca se seca

Entre esas leyendas que los abuelos cuentan a los nietos y que se mantienen muy vivas en La Losa, está la que habla sobre las propiedades curativas de la Fuentesalá o Fuente Salada. Junto a la fuente de Navalganso, éste es uno de los manantiales que nunca se secan en este pueblo a los pies de la sierra de Guadarrama.

De camino a la vecina localidad de Madrona se encuentra la fuente por la que tanto aprecio sienten los losariegos. Cubierta con una bóveda y tapada con una reja para impedir que nadie caiga dentro, la Fuentesalá siempre tiene agua y nunca faltan las gentes que aquí llegan para probar los milagros que, según cuentan en La Losa, produce el líquido elemento que por allí fluye.

Mucho respeto sienten los vecinos por el agua de la Fuentesalá y por las historias surgidas a su alrededor. Cuentan que basta con beber para que el líquido haga sus efectos. Pues dicen que es tan especial que tiene propiedades para curar las heridas y los problemas de la piel, e incluso hace desaparecer los problemas de infertilidad.