Escarabajosa de Cabezas

Bailes tradicionales y de salón

Los jóvenes de la localidad siguen paloteando en las fiestas de San Benito y en las del Santo Cristo

Isabel Jimeno.

Desde que un concurso de televisión muestra las dotes de algunos famosos sobre la pista, la afición por el baile de salón ha atraído muchos adeptos que se afanan en conseguir desenvolverse con soltura mientras suenan los acordes de un tango, una rumba de salón, una samba, un cha-cha-cha o el español pasodoble.

En Escarabajosa de Cabezas esa afición se despertó hace dos años, desde cuando un hijo del pueblo regresa cada fin de semana para mostrar a sus vecinos la forma de moverse al son del baile de salón. Jesús Escribano y su mujer prestan de forma altruista sus conocimientos durante algo más de una hora los sábados por la noche. Una iniciativa que goza de gran acogida entre los vecinos del pueblo y cerca de una treintena de parejas acuden cada sábado al local cedido por el Ayuntamiento para aprender a bailar.
Pero si hay un baile que goza de aceptación y, sobre todo, de tradición en Escarabajosa de Cabezas es el paloteo. Un grupo de once jóvenes, varones, es el encargado de enfundarse en el traje de pantalón oscuro, camisa blanca, pañuelo rojo atado al cuello, faja azul sobre la que se coloca el cinto de cuero bordado en el que se cuelga un pañuelo blanco y calzarse las alpargatas para ejecutar la danza marcada por el sonido del golpear de los palotes de madera. Es en la semana cultural previa a las fiestas de San Benito Abad y en las del Santo Cristo de la Columna –tradicionalmente quienes paloteaban eran los quintos– en grupos de ocho –los otros tres se quedan observando y ayudan a sus compañeros en caso de necesidad– palotean con soltura piezas como ‘El vaso, ‘La diana’, ‘El trébole’ o ‘La feria’, paloteo de Escarabajosa de Cabezas.

Aunque tradicionalmente el paloteo estaba reservado exclusivamente a los hombres, en el 2005 un grupo de chicas también debutó con gran éxito en las artes del paloteo.

Otra tradición que se sigue manteniendo en el municipio es la Sierra Vieja. El jueves de mitad de Cuaresma, los niños del colegio de Escarabajosa de Cabezas se disfrazan de militares y enfermeras y, al son de las canciones, piden por las casas del pueblo para sacar dinero con el que luego celebran una merienda. Un huevo cocido pintado es otro de los símbolos de la Sierra Vieja, que antes los pequeños del municipio celebraban en la escuela cociendo un huevo con el calor de la raja de leña que cada uno llevaba.

Y otras tradiciones tratan de recuperarse en los nuevos tiempos, entre ellas la matanza popular, que durante varios fines de semana ha reunido a los vecinos de Escarabajosa de Cabezas en torno al cerdo.
Las actividades que organiza la asociación de amas de casa, las clases de gimnasia de mantenimiento para los mayores, las escuelas deportivas para los niños y las clases de yoga mantienen la actividad en el pueblo durante todo el año.

El huevo cocido y pintado

Los niños de Escarabajosa se disfrazan de enfermerasy militares en la Sierra Vieja

Isabel Jimeno.

Los niños eran los protagonistas de algunas tradiciones en Escarabajosa de Cabeza. Algunas de esas costumbres ponían la nota de color al pueblo años atrás.

Después de disfrutar con los regalos de los Reyes Magos, el 17 de enero, los más pequeños tomaban un protagonismo especial en la festividad de San Antón. Y es que además de misa y bendición de animales, ellos eran quienes durante la procesión que daba tres vueltas alrededor de la iglesia, entonaban la tradicional canción del patrón de los animales.

Tradiciones que ya se han perdido en muchos lugares, pero que en Escarabajosa de Cabezas aún perviven gracias a los más pequeños, que cogen el testigo de sus antepasados.

Después de los disfraces de Carnaval y antes de la Semana Santa, a mitad de la Cuaresma, llega una fecha señalada en este pueblo segoviano. Se trata de la Sierra Vieja. En muchos lugares, una fiesta desaparecida, pero que aquí se mantiene gracias a los niños del lugar.

Ellos, disfrazados de militares, y ellas, ataviadas como enfermeras, recorren las calles del pueblo entonando las canciones de la Sierra Vieja y pidiendo por las casas algún dinerillo con el que luego hacen una merienda en la que no falta el ingrediente característico de la esta celebración: el huevo cocido.

Con naranjas
La madrina de los pequeños era la encargada de dar el huevo para sus ahijados en la Sierra Vieja, que antes se celebraba en las aulas del colegio. Además, también llevaban una raja de leña para hacer la lumbre en la que cocían el huevo que decoraban y al que ponían el nombre de cada alumno antes de comérselo.

Tras las clases, momento de salir por las calles a cantar y rezar pidiendo dinero a cambio de la serenata. Y con lo recaudado, era típico comprar naranjas para hacer la merienda en el pinar, en la que, por supuesto, no faltaba el colorido huevo cocido típico de la Sierra Vieja, una tradición heredada de sus ancestros que aún hoy siguen manteniendo los niños de Escarabajosa de Cabezas.

Amor por sus raíces

Las actividades y el carácter de sus gentes permite a Escarabajosa de Cabezas mantener su población estable, pese a no contar con industrias

Isabel Jimeno

La armonía que reina entre sus gentes es quizá uno de los secretos que permiten a Escarabajosa de Cabezas mantener su población por encima de los trescientos habitantes. El padrón no crece, pero permanecer relativamente estable ya es un logro para un pueblo que no pertenece al entorno más próximo de la capital segoviana.

Sin grandes industrias y con una economía local dependiente de las clásicas agricultura y ganadería, Escarabajosa de Cabezas gana la batalla a la despoblación gracias al amor de sus gentes a su pueblo. El colegio de Infantil y Primaria mantiene sus puertas abiertas con un buen número de niños y la media de edad de la población no es elevada. Muchos jóvenes optan por quedarse en el pueblo y para facilitarles el asentamiento, el Ayuntamiento sacó a la venta diez parcelas municipales a precios asequibles para construir viviendas unifamiliares. Nueve ya han encontrado comprador, la mayoría de gente que residirá en el pueblo.

El intenso calendario de actividades a lo largo del año promovidas tanto desde el Ayuntamiento como desde las diferentes asociaciones que funcionan en el municipio es otro de los reclamos para que la gente se quede en Escarabajosa de Cabezas, destaca su alcalde, Ángel Martín Bernabé, encantado con la participación e implicación de los vecinos en cualquier iniciativa que se promueve.

Deportivas, culturales, de ocio, religiosas o de formación. De todo tipo son las actividades que prácticamente a diario dinamizan la vida en este municipio con clases de tenis, aeróbic, gimnasia de mantenimiento, talleres de memoria, charlas, manualidades o aula de informática con acceso a Internet.

Y la actividad que se intensifica de manera notable en la semana previa a las fiestas mayores de San Benito Abad, a mediados de agosto. La celebración del Santo Cristo de la Columna, a finales de octubre; carnaval, Santa Águeda, la Sierra Vieja durante la cuaresma, o la matanza popular en la que se vuelca todo el pueblo en febrero o marzo son otras de las fechas señaladas en el particular calendario de Escarabajosa de Cabezas y que ponen de manifiesto la unión y colaboración vecinal de la que hacen gala sus habitantes.

Mejoras

Mejorar poco a poco los servicios, en función de las posibilidades de un pueblo de unos 360 habitantes, y ofrecer cada vez más mejoras es otra de las metas del Consistorio para que los vecinos estén contentos. Concluir la renovación de la red saneamiento, arreglar la Casa Consistorial, cambiar el alumbrado público y arreglar el depósito son algunas de los proyectos del Ayuntamiento de Escarabajosa de Cabezas para ofrecer cada vez más comodidades a unos vecinos siempre dispuestos a colaborar por hacer más amena la vida en su pueblo.