Brieva

Entre piedras y flores multicolores

Brieva trabaja en la redacción de las normas urbanísticas para controlar el posible crecimiento del pueblo

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Las vacas pastan en las fincas que rodean el pueblo. A paso lento se mueven por la hierba que, con la llega del otoño y las lluvias, ha vuelto a tornarse de un apetecible verde. Tranquilos, como las calles de Brieva, los animales pasan el día al pie de la sierra de Guadarrama. Por el interior del pueblo, el martilleo de los albañiles interrumpe el silencio en un paisaje de cuento. Piedra sobre piedra, se levantan las casas, que sin una normativa específica, mantienen la estética de antaño.

Unos vivos colores hacen dirigir inevitablemente la mirada al suelo. Sobre un mullido y verde césped, amarillas, rojas, rosas, blancas o naranjas, las flores adornan cualquier rincón del municipio y le dotan de una alegría que la ausencia de gente se lleva. Y son los propios vecinos quienes se encargan de mimar estos bellos rincones, en cualquier lugar de una calle. «Mucha gente se queda admirada de las zonas verdes y la limpieza. Hay un alguacil, pero la gente colabora, se arregla sus puertas y sus jardines y es algo muy de valorar», destaca el alcalde, Nicolás Herranz Redondo.

Esa esencia de pueblo que todavía conserva, es lo que Brieva quiere mantener ante un previsible crecimiento demográfico que ya se empieza a notar con la expansión de la construcción y la gente hacia los pueblos limítrofes a la ciudad. «Nos gustaría tener los servicios de la capital sin perder los valores del pueblo», apunta el regidor, en una mezcla de sueño y utopía. «Es lo que más nos preocupa ahora mismo, estar preparados para controlar y dirigir un poco ese posible crecimiento de una forma ordenada para que se pueda vivir cómodamente. Poder ofrecer a la gente que quiera venir, una calidad de vida con los valores típicos de zona rural, pero ofreciéndoles unos equipamientos adecuados», destaca Rafael Herranz, consciente de la dificultad del proyecto.

Para intentar encauzar de forma adecuada ese posible crecimiento, todavía sin previsiones de cuándo y en qué medida comenzará a notarse, el Ayuntamiento ya se ha puesto a trabajar en la «ingrata» tarea de redactar las normas urbanísticas propias. «Creo que es el momento de hacerlas», apunta el regidor, quien también advierte que la inclusión de Brieva en los 21 municipios a quienes afecta el Plan Estratégico para Segovia y su alfoz servirá como elemento de control para las edificaciones a la vez que permitirá contar con servicios como un transporte interurbano más fluido.

Recuperar población

Y esas nuevas construcciones permitirán al municipio recuperar parte de esa cifra de población que la emigración se llevó. «Espero que en unos años haya más gente», apunta Rafael Herranz Redondo, convencido de que la situación geográfica próxima a Segovia y a la sierra servirá de impulso para el pueblo. «Espero que vaya para arriba, pero no con el mismo grado de caída, sino de una forma mucho más lenta».

Por ahora, ese encanto paisajístico y tranquilo de pueblo ha hecho florecer la actividad hostelera y Brieva aparece como uno de los lugares escogidos para pasar el fin de semana. Una afluencia de gente que supone algún inconveniente a la hora de adecuar los servicios para una población que se duplica o triplica con el presupuesto de noventa censados, pero que también hace «que haya más vida en el pueblo».

Y es que «con su crudeza y los que somos, el invierno se hace duro», advierte Rafael Herranz Redondo, quien añora aquellos tiempos en los que Brieva llegó a tener trescientos habitantes. «Llegó a haber dos escuelas, una para chicos y otra para chicas, con treinta niños cada una, pero llegó el ‘boom’ industrial de los años 60 y las zonas rurales se despoblaron», lamenta el regidor, que ahora espera que el éxodo desde las ciudades devuelva la vida y la población durante tanto tiempo perdida. El buen ritmo de edificación, con una veintena de viviendas en construcción o rehabilitación, y una base demográfica de matrimonios jóvenes con hijos alientan las esperanzas de futuro en un paisaje de cuento que se hace realidad.

Actores sin edad

Tras dos años sin actividad Brieva espera recuperar el grupo de teatro aficionado que representa una obra durante la semana cultural

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Desde los más pequeños hasta los mayores. Todos tienen un hueco. El teatro ofrece a grandes y chicos participar en una actividad conjunta que en Brieva goza de gran aceptación. La afición teatral de uno de los hijos del pueblo fomentó la puesta en marcha de esta actividad hace ya un decenio. Aunque en los dos últimos años ha sufrido un receso, en el municipio confían en volver a recuperarla para próximos veranos.

Es en esta época del año cuando tienen lugar los ensayos y la puesta en escena, durante la semana cultural previa a las fiestas de la Natividad de Nuestra Señora que se celebran en torno al 8 de septiembre.

Los brievenses deben aprovechar la temporada que más gente hay en la localidad para ensayar todos juntos la obra que normalme se elige en Semana Santa. Se reparten los papeles para que cada actor se aprenda el suyo y en verano ensayan. Esa dificultad para reunir a todos es uno de los motivos por los que, de momento, el grupo de teatro de Brieva ha descartado salir con su obras a escenarios de otros pueblos.

Primero sainetes; después, obras clásicas y por último el gran paso a los musicales, el género que más éxito y aceptación ha tenido tanto entre los actores aficionados como entre el público.

'El diluvio que viene' fue la última obra, aunque en la memoria de todos se guarda especialmente 'Jesucristo Superstar', que llegó a representarse hasta en tres ocasiones y no descartan volverlo a hacer debido al éxito cosechado.

Una gran puesta en escena repartida en tres escenarios distribuidos por las eras del pueblo que requirió la participación de más de medio centenar de personas de todas las edades, que gracias al teatro desarrollan unos vínculos de unión especiales.

Canciones de verano

No solo el gran día de la representación se pueden oir las piezas de la obra, sino que durante todo el verano, sobre todo los más jóvenes, se pasan el día tarareando sus papeles por las calles de Brieva, que se preparan así para los días más importantes del año, los de las fiestas.

Y antes de que lleguen, la semana cultural en la que además de la obra que representan en exclusiva en el pueblo los vecinos, también hay juegos de mesa, deportes autóctonos, actuaciones y la comida para todos los brievenses.

Baile de invierno

Una misa recuerda la fiesta de la Traslación de Santiago, antes la más importante de Brieva

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Vista de una plaza de Brieva con la iglesia de Santiago Apóstol al fondo. / I. J.

La de Santa Águeda es una de esas fiestas que se ha recuperado para dar un poco más de vida a Brieva. Aunque es la celebración de las mujeres porque ellas la organizan, en la comida también dan cabida a los hombres, pero las féminas son las verdaderas protagonistas, en torno al 5 de febrero, en la misa y la procesión con música de dulzaina y tamboril, ingredientes que tampoco faltan en otras épocas señaladas como San Antonio y la Natividad de Nuestra Señora.

También la eucaristía y la cena entre unos cuantos amigos y vecinos sirven para recordar otra fecha tradicionalmente importante en este pueblo al pie de la sierra de Guadarrama: el 30 de diciembre. Es el día de la Traslación de Santiago. Una fecha que fue importante en Brieva hasta que la emigración hizo descender de manera significativa el censo.

Atrás quedan los tiempos en los que el 30 de diciembre era «la fiesta grande». «Se celebraba por todo lo alto», recuerda Basilio, un veterano vecino de la localidad, que durante muchos años disfrutó con esta celebración que comenzaba con la misa por la mañana y terminaba con el baile en el salón del Ayuntamiento.

«Se llenaba. Venían de otros pueblos de alrededor. De Torre Val, de Santo Domingo, de Tenzuela, de Basardilla, de La Cuesta... », añora este brievense. El frío de diciembre y en más de una ocasión la nieve no eran impedimentos para que la Traslación de Santiago, en una época con menos labor en el campo, fuera «la fiesta grande» de Brieva.

La iglesia parroquial del pueblo está dedicada a Santiago Apóstol, pero el 25 de julio, en plena cosecha y con mucho trabajo para sus gentes, nunca fue una fecha celebrada de manera significativa en esta pueblo segoviano. Sin embargo, por motivos que los vecinos no aciertan a aclarar –dicen que una posibilidad es que ese día se trasladasen los restos del patrón de España–, lo cierto es que siempre fue más importante el 30 de diciembre. «Había mucha celebración », recuerda Basilio de aquella época pasada en la que la Traslación de Santiago era la fiesta más importante que vivían en Brieva.

Un pueblo muy cuidado

Los vecinos de Brieva se esfuerzan en mejorar día a día las calles del municipio y sus monumentos

ELENA RUBIO ARAGONESES

Situado en un alto en el que confluyen la meseta, el piedemonte de la sierra y los valles que forman los ríos Pirón y Polendos, Brieva sigue manteniendo el encanto de un pueblo tradicional pero con construcciones modernas que no desentonan en las calles de la localidad, unas vías en las que llama la atención el aspecto tan cuidado, como todo el pueblo. Un trabajo que se lleva realizando desde hace años por parte de los vecinos de Brieva y que no pasa desapercibido a nadie.

Los responsables municipales de Brieva también se esfuerzan en conseguir subvenciones para seguir mejorando el municipio. Este año han conseguido varias ayudas procedentes de diferentes Administraciones. Del Gobierno Central, en concreto del Plan E, han recibido 13.982 euros que han destinado a la ampliación y mejoras del alumbrado público mientras que la Diputación Provincial ha incluido al pueblo en varias iniciativas.

Por un lado, ha incluido la solicitud del municipio en el último Plan Provincial por lo que el pueblo recibirá una subvención de 35.300 euros para pavimentar las calles Sur, Carrederos y Sierra. Más recientemente, la Institución Provincial ha aceptado la solicitud de Brieva para formar parte del proyecto de mejoras de Casas Consistoriales.

De esta manera, se adecuará un inmueble para un nuevo Ayuntamiento. Un proyecto que costará 40.000 euros, de los que la mitad serán sufragados por la Junta de Castilla y León, 12.000 por el consistorio de Brieva y el resto por la Diputación. En la actualidad, también se está construyendo un consultorio médico en un solar municipal que «tendrá una habitación para el médico y una parte de arriba abuhardillada. Se está construyendo en plan rústico para que quede integrado en el entorno del pueblo», asegura el alcalde, Nicolás Herranz. Las obras podrían concluir para principios del próximo año.

Y de unas obras que están punto de finalizar a otras que ya han terminado gracias a la subvención de la Junta de Castilla y León. Se trata del asfaltado del camino de concentración que une La Higuera y Brieva. «Era el camino natural de ir a Segovia. En verano se levantaba mucho polvo y con lluvia, mucho barro. Ahora hemos conseguido abrir una nueva artería de comunicación por la que incluso viene el transporte metropolitano»¸ explica el regidor.

Patrimonio

Los habitantes de Brieva también llevan años intentando recuperar su patrimonio y poco a poco lo van consiguiendo. Por ejemplo, la fragua fue restaurada hace unos años y en su interior se puede ver el fuelle y el yunque; en el 2001 se mejoró el potro de herrar y también se ha mejorado la base de la Cruz del Sexmo de San Lorenzo, situada en la Plaza Mayor.

Muy cerca de esta cruz de piedra se encuentra el edificio más destacado de Brieva, la iglesia dedicada a Santiago Apóstol. El edificio está formado por una cabecera semicircular, una nave, una torre y una pequeña capilla dedicada a San Antonio. La forma semicircular de su cabecera, aunque muy reformada, recuerda la posibilidad de su origen románico. Dentro del término municipal también se conservan los restos de un molino que fue abandonado en la década de los años. Sobre esta infraestructura hay documentación que explica que en 1752 ya pertenecía al sexmo de San Lorenzo y que molía cuatro meses al año.