Valdevacas y Guijar

Dos destinos diferentes

El sector porcino ayuda a mantener la población en El Guijar, aunque el éxodo de gente solo ha dejado un habitante viviendo de forma habitual en Valdevacas

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Hace siglos, Valdevacas era el pueblo principal, pero el movimiento de gente dio la vuelta a la tortillas y llevó la población al otro núcleo que compone el municipio y ahora El Guijar es quien atesora la mayor parte de los 146 censados.

Entre viejas casas, alguna que otra nueva construcción y la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción que comienza a recuperar su esplendor gracias a una primera fase de restauración, por calles de arena pasea Lorenzo. Ha sacado a pastar a sus ovejas, que ya conocen el terreno y suben con agilidad ladera arriba. Junto con su rebaño, Lorenzo es el único habitante que diariamente permanece en Valdevacas. Una triste situación que en verano puede olvidarse con la llegada de veraneantes, que ya han comenzado a marcharse. «La vida en Valdevacas es muy triste porque desde octubre hasta mayo, está prácticamente vacío. Está Lorenzo con sus ovejitas, que es el único que te puedes encontrar por allí en los meses de noviembre y diciembre», comenta el alcalde, Venancio del Caz. «Aquí somos pocos, pero alguno más que en Valdevacas», matiza Javier, uno de los concejales.

Al menos, aunque con un ligero descenso, la población logra mantenerse en El Guijar, gracias, en parte, a la llegada de inmigrantes y «a que el sector porcino está dando trabajo y se están quedando matrimonios para trabajar», apunta el regidor. «Las previsiones son de que se siga manteniendo en unos años. Ahora estamos en una línea recta de mantenimiento de población», añade.

Con las necesidades básicas cubiertas, en El Guijar se sienten satisfechos de poder contar con consulta médica diaria, el reparto del panadero de Turégano que llega cada mañana y la visita semanal de otros vendedores ambulantes. El principal problema se ha centrado este estío de sequía en el suministro. «Este verano con el tema del agua nos hemos visto un poco ahogados, pero no hemos tenido que restringir ni cortar, pero sí que se ha tenido que apelar al consumo moderado y razonable», advierte el alcalde. Ahora esos problemas parecen superados y la lucha, siempre en busca de financiación por parte de otras instituciones, se centra en el arreglo de la carretera de acceso al pueblo desde Turégano.
Atractivos turísticos
Enmarcado en la ruta de Pedraza a Sepúlveda son muchos quienes pasan por Valdevacas y El Guijar, que cada fin de semana también aumenta su población con quienes llenan el albergue municipal, en verano destinado a campamentos. Un continuo ir y venir de gente que dota de otro ambiente al pueblo y le hace salir de su monotonía del quehacer diario, además de promocionar el nombre de la localidad.
Muchos pasan en coche, pero el sabinar del municipio, un paraje único, también ofrece la posibilidad de hacer una ruta a pie desde Valdevacas y El Guijar hasta Pedraza. Una oferta de ocio que el Consistorio, a través de ayudas europeas de Proder Segovia Sur, quiere promocionar.

También contribuyen a hacer más amena la vida de los guijareños las actividades que llegan a través del área de Servicios Sociales y Deportes de la Diputación. «Los mayores tienen tres o cuatro actividades por semana», advierte el alcalde. Gimnasia de mantenimiento, taller de la memoria y manualidades ayudan a que «por lo menos la gente esté entretenida». De ahí que uno de los proyectos inmediatos del Ayuntamiento de Valdevacas y El Guijar sea el acondicionamiento del salón social en el que la actividad no cesa durante todo el año con cursos o exposiciones de fotografía como dos de las últimas, en las que los retratos muestran la evolución que han experimentado las bodas o las comuniones.

La misma fiesta en otro lugar

El Guijar celebra desde hace unos años la fiesta en honor de San Roque, la misma festividad que ya no se recuerda en Valdevacas

Isabel Jimeno.

Solo Lorenzo, que pasea con sus ovejas, mantiene con vida día tras día Valdevacas, que con este reducido número de habitantes hace años que ya dejó de celebrar sus fiestas, las de San Roque, el 16 de agosto. Pero el santo encontró continuidad en las celebraciones en El Guijar, el otro núcleo que compone el municipio, que hace más de un decenio decidió poner en marcha otras fiestas más como entretenimiento en esos días en los que más gente hay en la localidad.

Esa demanda y el empuje de la ya desaparecida asociación cultural Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, impulsaron la fiesta, que aún hoy se sigue celebrando gracias a la aportación municipal. No es el 16 de agosto, como el originario San Roque de Valdevacas, sino que se celebra el sábado anterior, también para no coincidir con las fiestas de la vecina localidad de El Cubillo.

Y año tras año, la fiesta continúa un sábado diferente al resto de los de agosto en El Guijar, con misa y procesión con el santo, juegos para niños y la indispensable música de la orquesta.

Curiosamente, aunque la demanda de la fiesta de agosto existe y es cuando más gente hay en el pueblo, son las de siempre, las que acaban de pasar en honor de la Virgen del Rosario, las que tienen mayor arraigo en El Guijar. Aunque siempre la caprichosa meteorología en el primer domingo de octubre es un determinante, todos procuran hacer un huequecito para acercarse al pueblo y disfrutar de las fiestas de la patrona, que acabaron el lunes con la misa de difuntos, la comida popular y los juegos autóctonos para los que quedan en el pueblo.

Antes, más gente y más actividad, que comienza con el concierto de rock que inaugura desde hace quince años las fiestas el viernes. Después, los actos en honor de la patrona que no pueden faltar el sábado, un día también dedicado a los niños y la música nocturna. Teatro y caldereta para la jornada dominical.

También con motivo de la Octava del Corpus Christi, El Guijar se viste de fiesta, aunque ya no es como antes. No hay altares en los que la procesión pare y las celebraciones se han reducido a un solo día debido a la menor presencia de gente.

Recuerdos de tiempos pasados

Los mayores de Valdevacas y El Guijar añoran tradiciones perdidas como La Soldadesca y las danzas

Isabel Jimeno.

Iglesia en la localidad de Valdevacas y El Guijar. / ISABEL JIMENO

Tan sólo el canto de los pájaros, el crujir de las ramas, el sonido del viento... rompen el silencio por las calles de barro de Valdevacas. Una moderna escultura de hierro contrasta con las vías por las que apenas pasa el tiempo, con las casas viejas que conviven con nuevas viviendas de gentes llegadas atraídas por la tranquilidad de este pequeño pueblo con tan sólo un habitante viviendo a diario en ellas.

La vida se apaga, poco a poco, en este rincón de la provincia de Segovia. La gente se fue marchando hace tiempo y las fiestas hace años que dejaron de celebrarse y ya sólo se mantienen en el recuerdo de los vecinos de este municipio integrado por Valdevacas y El Guijar. Y es que si ahora los pocos que pasan por Valdevacas van a El Guijar para encontrar compañía, para disfrutar de sus celebraciones, antes también era al revés. En la memoria de los más veteranos del lugar ocupa un lugar especial la ya desaparecida fiesta de La Soldadesca, como así se conocía a la celebración que cada 7 de septiembre reunía en Valdevacas a los vecinos de todo el municipio.

Es una de esas tradiciones que, con el descenso y envejecimiento de la población, se ha ido quedando por el camino. Y no sólo ha pasado en Valdevacas, sino que en El Guijar también hay usos que ya no se repiten, como las danzas, uno de los momentos más espectaculares de las fiestas de la Virgen del Rosario. Ataviadas con los manteos, las chicas del pueblo danzaban delante de la patrona cuando esta fiesta era la más importante en la localidad.

Pero hace años que el espectáculo no llena con su sonido y colorido las calles de este pueblo rodeado de montes de encinas, quejigos y pinos negrales abriéndose un hueco verde entre los campos de labor. Hace años que las danzas –ejecutadas por las jóvenes del pueblo o por grupos de otras localidades– no animan las fiestas, pero no se van de los recuerdos de los mayores de este pueblo que han visto cómo Valdevacas y El Guijar ha cambiado mucho con el paso del tiempo, mejorando sus servicios, pero ha ido perdiendo habitantes. «Sales a la calle, y no ves a nadie. Somos todos de sesenta para arriba», lamenta una veterana mujer del municipio.

Sobre otros templos

Las iglesias de Valdevacas y El Guijar están construidas sobre antiguas ermitas

ELENA RUBIO ARAGONESES

El paisaje de Valdevacas y El Guijar es variado ya que por su término municipal se puede encontrar desde un enebral hasta un encinar, pasando por una campiña cerealista. Tampoco hay que olvidarse de la rica vega del arroyo de La Matilla, que permite la existencia de huertos y ejemplares añosos de árboles frutales. Un agua que está también presente en varias fuentes que existen en la localidad como las llamadas tres fuentes de Carravilla o la conocida como 'Fuente Salaín', con un abrevadero de piedra. El nombre de esta fuente es un topónimo proveniente de una fuetne salada o medicinal, quizás por los beneficios que sus aguas pudieron dar a los vecinos del pueblo.

Y si de nombres se habla, hay que destacar que la denominación de estas localidades ha variado poco a lo largo de la historia, ya que a Valdevacas siempre se le ha conocido de esta manera. La única diferencia ha sido la manera de escribir el nombre del pueblo porque hace años se escribía como 'Val de Vacas', refiriéndose a un «valle de vacas» porque en el lugar nacían pastos frescos para el ganado vacuno. Por su parte, El Guijar refleja en su denominación una clara referencia a las piedras o guijarros que aparecen en las orillas de los arroyos.

Y donde tan sólo se han encontrado piedras ha sido en la zona conocida como pago de Palaina o Palatina, en El Guijar, donde debió haber una villa romana que se construyó en el siglo IV. Allí han aparecido restos de mosaicos romanos. No es el único patrimonio interesante que conserva esta localidad ya que en Valdevacas se puede contemplar la magnífica iglesia dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Según todas las teorías, el templo está edificado sobre uno románico. De su pasado medieval se conservan cinco arcos con sus columnas y capiteles que pertenecen al viejo atrio. En la parte norte también hay una portada, en gran parte enterrada.

Sin embargo, las reformas posteriores hicieron poco a poco perder el encanto románico del templo ya que en la torre hay una inscripción que reza «Año de 1573. Cotera», en referencia al maestro cantero José de la Cotera. Dignas de resaltar son también las cruces y el calvario que se encuentran situadas en el patio de la fachada sur.

Otras cruces se pueden contemplar en Valdevacas ya que en la carretera hacia Arevalillo se encuentra la conocida como Cruz del Pajón, un monumento de piedra caliza del siglo XVIII mientras que en la carretera a Turégano se puede contemplar la Cruz Alta con casi tres metros de altura. De piedra es también la iglesia que se encuentra en El Guijar, la dedicada a Nuestra Señora del Rosario. Se cree que pudo construirse sobre una antigua ermita a partir del año 1815.

Y hablando de obras, pero de las del presente, el Ayuntamiento de Valdevacas y El Guijar ha recibido este año dos subvenciones. Por un lado, los 25.486 euros procedentes del Plan E los han destinado a la adecuación y supresión de barreras arquitectónicas en un edificio destinado a usos múltiples. La localidad también ha visto como se ha aceptado su solicitud para el reparto de ayudas del Plan Extraordinario de la Diputación. En el pueblo se invertirán 30.000 euros para la pavimentación de calles. De este dinero, 21.000 euros serán sufragados por la Institución Provincial.

Cuna del Arcipreste

La vida discurre tranquila en Valdevacas y El Guijar porque el bullicio que ha habido en los meses de verano se ha ido apagando poco a poco a medida que se acabaron las vacaciones estivales. Muchos de los vecinos del pueblo regresaron hace semanas a su lugar de residencia y ya se despidieron hasta el próximo año. Otros volverán en próximos puentes o días festivos. Una situación muy diferente a la que reinaba hace años por las calles de estas localidades. Incluso se cree que este municipio pudo tener un vecino ilustre, el Arcipreste de Hita. Y es que hay una línea de investigación que sostiene que Valdevacas es la cuna y patria de Juan Ruiz al mencionar al pueblo en el libro de El Buen Amor como «su lugar amado».