Paisajes de río y patrimonio
Esta ruta recorre dos enclaves junto al río Moros y campos de cereal
MÓNICA RICO / SEGOVIA
Los bellos paisajes acunados por el agua de arroyos, ríos y otros afluentes, se suceden en la provincia de Segovia y éste será el comienzo de una nueva ruta que partirá en una de las localidades bañada por el río Moros. Es tanta la afluencia del caudal sobre el municipio, que hasta lleva como apellido el del propio torrente de agua.
Se trata de Juarros de Riomoros, un pequeño municipio cercano a Segovia, enclavado en un paraje incomparable, desde donde se puede divisar la Sierra de la Mujer Muerta, que no tiene nada que envidiar a los paisajes que rodean el municipio, principal riqueza de la localidad. De hecho, a ambos lados del río Moros podemos encontrar los bosques de ribera, con variadas especies de aves propios de ese ecosistema.
Es aconsejable pasear por esta ribera, lo que supondrá un encuentro con la fauna del lugar. Las zarzas de mora y su fruto pueden sorprender con variadas tonalidades, al igual que los endrinos, majuelos y otras plantas que crecen hasta las zonas de choperas, pinares y encinas, sin olvidar sotos de fresnos a lo largo del río, con ejemplares de siglos de historia, grandes troncos y copas redondas.
Además de las extensiones del bosque de ribera, en el entorno del río, Juarros se encuentra situado junto a grandes paisajes propios de la campiña segoviana. El verde de la ribera contrasta con las llanuras amarillas de cereal, en verano, pero también con pinares resineros y piñoneros, humedales y una extensa vegetación, además de diversidad de aves, lo que le hace ganarse un lugar dentro de la denominada Ruta de las Cuatro Estaciones.
Aunque el paisajístico es el principal potencial del municipio, tampoco hay que olvidarse de la riqueza patrimonial, en la que sobresalen los ejemplos de la arquitectura religiosa, como la iglesia parroquial o la austera y sencilla ermita de la Inmaculada.
Siguiendo la ribera del río Moros, donde nos continúan acompañando los ricos paisajes y la gran biodiversidad de especies de flora y fauna, nos encontramos con el municipio de Anaya, también regado por este afluente en su camino. Una vez que conocemos el entorno del río Moros y la belleza que rodea sus bosques y paisajes de ribera, poco queda por añadir, ya que se repite durante prácticamente todo su trayecto, al menos en el tramo que recorre el municipio de Anaya, que se deja regar suavemente por este afluente.
Por lo tanto, si el viajero deja a un lado por unos momentos el cauce del río y se adentra en el municipio, podrá disfrutar de su otra riqueza, la patrimonial, en la que son protagonistas su iglesia parroquial y su ermita, dedicada a la Virgen de Oñez, por quien en el municipio sienten una especial predilección. De hecho, en la localidad son varias las mujeres que reciben este nombre, al igual que ocurre con un paraje de la zona. La imagen de Nuestra Señora de Oñez se encuentra en la iglesia parroquial de la localidad, y se venera de forma anual durante la Pascua de Pentecostés.
La iglesia parroquial de Anaya está dedicada a Santiago Apóstol, patrón del municipio. El viajero se puede encontrar un pequeño templo, de época barroca, aunque según los expertos puede ser que se realizara sobre un templo existente con anterioridad, del que únicamente quedaran algunos restos como su espadaña. Ya en el interior, además de la imagen de la Virgen de Oñez, el viajero puede encontrarse otras obras de valor, como la talla del santo titular, el retablo, que parece proceder de la Abadía de Párraces, o el cuadro 'La Lágrima de San Pedro', pintura original de Diego de Aguilar.
La propuesta de ruta de hoy aleja los pies del caminante de la ribera del río Moros, aunque continúa en la comarca de las tierras de Segovia, viajando hasta Martín Miguel, un municipio que sigue la tonalidad de la campiña y en la que si se buscan paisajes se pueden admirar cómo campos de cereales, que reverdecen durante la primavera y van tomando distintas tonalidades tostadas hasta llegar al dorado de los más altos calores del verano, cuando llegará la siega. Pero si se encuentra cansado de paisajes, Martín Miguel también ofrece un relajante paseo por sus calles, que albergan edificios como la renovada Casa del Pósito, una vieja casona que en su día albergó los granos de cereal excedentes y que desde hace unos años acoge un salón social.
Para aquellos que buscan un turismo patrimonial unido a lo religioso, no pueden dejar a un lado la ermita del Santo Cristo del Humilladero y la iglesia parroquial de San Bartolomé Apóstol, su monumento más destacado, un edificio gótico de tres naves, con torre y ábside de tres paños en la cabecera. Cuenta la historia que el templo tuvo tres puertas de ingreso, conservándose en la actualidad sólo dos, una a cada lado de las naves. En el interior destacan piezas como un rico artesonado mudéjar en la nave central, o el retablo mayor.
La última parada se realizará en Sangarcía, municipio que fue en otro tiempo de gran riqueza gracias a los arrieros que tomaron el lugar cómo punto estratégico y que vendían el grano incluso a la Casa Real y a prácticamente todo Madrid. La riqueza de esa época aún se puede ver hoy en las construcciones de entonces: casonas de grandes muros y portadas de lujo que hoy se conservan.
Recomendaciones ineludibles
Juarros de Riomoros: Ribera del Moros, con su diversidad de flora y fauna.
Anaya: Es aconsejable adentrarse en el municipio y visitar la ermita de la Virgen de Oñez y la imagen de la misma, muy venerada.
Martín Miguel: Paisajes de campos de cereal, la antigua Casa del Pósito y la iglesia gótica.
Sangarcía: La fisonomía del municipio está marcada por las viejas casonas de arrieros, de grandes dimensiones.
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