Cubillo, El

Una población demasiado envejecida

Tan solo dieciséis personas mayores de setenta años permanecen viviendo en El Cubillo durante el invierno

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

El martilleo de las paletas ajustando el ladrillo interrumpe el silencio de las calles de El Cubillo, que durante estos días en los que comienza a llegar el frío están aún más calladas. El número de inmuebles nuevos crece casi tanto como disminuye el número de personas que en la época más cruda del año se quedan en este pueblo, con poco más de sesenta empadronados. «¿Y viviendo? Ahora, muy pocos. En invierno nos quedamos nada más 16 personas», lamenta el alcalde, Celedonio Esteban, que no puede disimular su preocupación por un futuro que ve «mal, fatal». Y es que «el más joven de los residentes aquí es un hermano mío que tiene ya 72 años, así que fíjate», aclara.

Sin embargo, con la llegada del fin de semana y el verano, El Cubillo da un importante cambio y ya tienen asumido que en unos años será solo de fin de semana. «El caso es que el pueblo no cae, porque viviendas se están haciendo y todos los años, menos de tres o cuatro proyectos no tenemos», apunta Celedonio Esteban, sorprendido por el movimiento inmobiliario que registra el pueblo y los precios del terreno. «En el casco urbano ya no hay nada sin edificar y sin vender. Ya se están vendiendo las fincas que están alrededor y te las están pagando a millón. Me han contado que por una finca de novecientos metros han pagado 78.000 euros, en un pueblo como este».

Pero él sabe que solo con esta dinámica El Cubillo no se puede mantener y se requiere población estable. «El pueblo gusta porque no hay ganados, y eso influye, tiene buenas vistas, arboleda, monte. Y esto gusta mucho. Pero como les digo, esto es muy bonito ahora que llegáis al pueblo y estamos aquí catorce o quince personas en invierno que estamos manteniendo el agua, la luz... Si no estuviéramos, ¿qué pasa? Les digo a mis hijos que cuando no estemos tendrán que contratar un guarda para que vigile los servicios», advierte Celedonio Esteban, consciente de que es muy difícil levantar el censo. «Comprendo que la gente joven no se puede quedar porque no hay trabajo. He dicho muchas veces que si Segovia capital tuviera mucha industria, podrían vivir aquí e ir a trabajar a Segovia, que está a un paso, pero tampoco es una ciudad industrial».

Esa envejecida población es la que se encarga de pasear la vida por las calles de un extenso pueblo, demasiado grande para las dieciséis personas que se quedan en invierno. «Pero a diario, nada, es que no hay gente», lamenta el regidor. «Estás en casa calentito y no te apetece salir. Yo digo que no teníamos que haber comprado televisión en casa, teníamos bastante con la primera televisión que compró el Ayuntamiento y así salíamos más».

Al bar el fin de semana

Es durante el fin de semana, con la apertura de las casas de segunda residencia y el lleno en los alojamientos de turismo rural, cuando El Cubillo despierta de su letargo y el bar en un local municipal abre sus puertas. «Lo tiene un señor y no le cobramos nada por él, todo con tal de que haya un lugar en el que reunirse. Para mí, en los pueblos pequeños, hay dos cosas muy importantes: una misa un domingo y un bar, porque ya anima. Vas a misa, charlas un poco, sales de misa, vas al bar y estás un rato. Hay pueblos ya, y va a haber muchos, que no tienen nada y es una pena. Así, la gente sale».
Esa población demasiado mayor es una de las preocupaciones del alcalde, que reclama una mejora de las vías de comunicación. «El problema es la nieve, aunque ya no nieva como antes, porque no puedes decir a una persona de setenta años que coja una pala y un cepillo para barrer un poco, si sale de él, sí. Lo malo es el invierno», advierte Celedonio Esteban, que junto a los pocos vecinos que ya quedan en El Cubillo se prepara para afrontar otro duro invierno en soledad.

De San Antonio a San Roque

El verano acoge las fiestas más importantes de El Cubillo debido al incremento de gente

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Vista de una calle de la localidad de El Cubillo. /I.J.

En plena cosecha. La época de mayor trabajo en las labores del campo, el mes de agosto no era el más propicio para las fiestas. Pero ahora las cosas han cambiado. La maquinaria permite agilizar las labores de recogida del cereal y la emigración de hace unos decenios provocó un descenso de población, el éxodo de unos hijos del pueblo que aprovechan las vacaciones estivales para regresar a sus raíces. Ahora, agosto es precisamente el mes del asueto, de la relajación y de la diversión.

El Cubillo, que ya se prepara para el solitario invierno de sus escasos y ancianos vecinos, se llena de gente en el caluroso periodo de estival y las fiestas son un motivo más para acudir a la localidad.
Las cosas han cambiado, y no solo porque las casas ya no tienen tanta gente como antes. Hace años, antes de comenzar las laboriosas tareas del campo, momento para la relajación y la diversión de las fiestas en honor a San Antonio, el 13 de junio. Pero ya no es así. Estas han quedado tan solo como una fecha señalada en el recuerdo de los más mayores, pero sin las mismas celebraciones de antaño.

Por el contrario, años atrás, San Roque apenas era festejado y ahora se ha convertido en el centro de las celebraciones mayores y las que más actividades y gente concentran. De ser un día algo especial ha pasado a convertirse en referencia de acción en El Cubillo. El fin de semana próximo a los festejados 15 y 16 de agosto, días de Nuestra Señora de la Asunción y San Roque, la localidad se engalana para las fiestas mayores que organiza el Ayuntamiento con la colaboración de los jóvenes, que se involucran para recaudar dinero con el que ayudar a sufragar los cuantiosos gastos y organizar actividades como campeonatos de mus, brisca, bolos, chito o ping-pong que se entremezclan con las verbenas nocturnas y los actos religiosos de la mañana de estos días especiales.

También diferente al resto del año es el 6 de mayo, día en el que en El Cubillo celebran San Juan Anteportalatina. Misa para empezar, un refresco en el salón municipal y tarde amenizada con los sonidos de la dulzaina y el tamboril sacan de la rutina a los escasos vecinos de este pueblo.

Sobre una plataforma rocosa

La iglesia de El Cubillo será rehabilitada por el Gobierno regional para mejorar sus condiciones de habitabilidad

ELENA RUBIO ARAGONESES

El Cubillo se encuentra situado en el extremo norte de su término municipal, en una hondonada o cubeta. Es precisamente esta localización la que le da nombre ya que sus dos barrios, Cubillo de Arriba y de Abajo, están separados por la depresión en la que confluyen los valles de los dos arroyos: el de La Matilla y el de San Roque.

No obstante, hay algunas teorías que creen que el origen del nombre del pueblo se debe a uno de esos manantiales donde los antepasados podían colocar una madera en forma de cubo para mantener las aguas limpias. Y es que entorno a las aguas de este pueblo hay diferentes leyendas, que tienen una relación directa con las que se cuentan en el cercano núcleo de Caballar. No hay que olvidar que los arroyos que pasan por El Cubillo fluyen hacia el otro municipio.

Una de esas leyendas se refiere a la Fuente de la Fresnera, que fue tapada con vellones de lana por los vecinos de Caballar en la zona donde se localiza la ermita de San Roque. El objetivo era que no se escaparan las aguas, y así brotaban luego, más abajo, en la Fresnera.

Esta fuente no es la única del municipio ya que a la salida del pueblo, hacia Valdevacas, se encuentra la conocida como fuente Blanca. Está muy cerca del manantial de La Poza y en este lugar se cultivaban antiguamente los huertos.

En lo alto de la lastra, a la izquierda de la fuente Blanca, se encuentra el cerro de San Juan, con restos de una antigua población y desde donde hay unas magníficas vistas.

Arriba de la cuesta

Aunque para buenas panorámicas las que se obtienen desde donde se encuentra el principal monumento de El Cubillo, la iglesia de San Juan Ante Portam Latinam o San Juan Apóstol.

Para llegar hasta allí hay que subir una empinada cuesta. Una vez arriba, en uno de las primeros elementos en los que hay que fijarse es en una cruz que recuerda una antigua ofrenda colectiva donde se puede leer el siguiente texto: «Esta cruz dieron de limosna las mujeres de este lugar, año 1681».

La cruz se levantó siglos después de que fuera edificado el templo ya que la iglesia de El Cubillo tiene un origen románico. De este estilo conserva su ábside donde hay un ventanal semicircular con capiteles en los que están tallados motivos vegetales.

Para recuperar este legado, la Junta de Castilla y León adjudicó el pasado mes de julio las obras de rehabilitación de la iglesia, con un presupuesto de licitación de 324.260 euros y el objetivo es poner en valor sus elementos relevantes ocultos, como las ventanas románicas, el atrio en su conjunto o las semicolumnas de piedra, entre otros. También está previsto intervenir en el suelo, tratando de recuperar el antiguo, por su valor arqueológico. Todo con un objetivo final: mejorar las condiciones de habitabilidad y accesibilidad reparando lo que está en mal estado.

Abastecimiento

Y el Ayuntamiento de la localidad también ha recibido subvenciones de otras Administraciones para realizar mejoras en el pueblo. En concreto, ha sido incluido en los Planes Provinciales y en el Plan Extraordinario de la Diputación. En total se invertirán 53.800 euros en la sustitución de la red de abastecimiento, renovación de tuberías de agua y desagüe de la calle Cotanillos. Esta no es la única subvención que ha recibido el municipio en este 2009 ya que los 10.088 euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local han sido destinados a la rehabilitación de la cubierta del Ayuntamiento.