Trescasas

Entre verdes praderas al pie de la sierra

Trescasas solo permite la construcción de viviendas unifamiliares para impedir que el crecimiento de población le haga perder su identidad como pueblo

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Más elevada que el resto de los edificios, la iglesia se divisa desde lejos. Sus blancas paredes llaman la atención, aunque las últimas nevadas caídas disimulan su presencia sobre el fondo de la sierra de Guadarrama.

El templo también sirve de límite entre Trescasas y el barrio de Sonsoto, que como dice el dicho popular del pueblo, «tienen la iglesia por coto». Pero los dos núcleos ya están prácticamente unidos y se extienden a lo largo de metros y metros a ambos lados de la larga travesía que cruza el pueblo.
Y es que la construcción ha entrado en un espiral de crecimiento que ha dado un nuevo aire a Trescasas, que no escapa de la expansión de habitantes por el alfoz de la capital. A menos de diez kilómetros de Segovia, el municipio se ha sumado a la oleada de incremento de viviendas y nuevos moradores.
Ese crecimiento se ha notado en el censo que no para de crecer y podía ser aún mayor, ya que el Ayuntamiento de la localidad calcula que la población existente se eleva hasta los seiscientos cuarenta habitantes y el padrón se para en los 580.

Nuevos y jóvenes vecinos que ayudan a rejuvenecer la edad media de la población y requieren la construcción de nuevas dotaciones. El colegio, que comparte edificio con la Casa Consistorial, se ha quedado pequeño y los escolares de Trescasas se reparten entre el centro del municipio y los de Torrecaballeros, San Cristóbal y Segovia. Por eso, uno de los proyectos inmediatos es la construcción de un nuevo colegio que sea capaz de absorber la creciente demanda de plazas.

Un nuevo y más amplio consultorio médico es otra de las obras que deben acometerse «para cubrir las necesidades de la población que nos está llegando porque las infraestructuras que tenemos se nos quedan pequeñas», advierte la alcaldesa, María Ángeles Gómez Martín, optimista en cuanto a las previsiones de crecimiento para Trescasas.

Pero con esa llegada de nuevos habitantes, en el municipio no están dispuestos a perder su entidad como pueblo y por eso una de las premisas es que las nuevas viviendas deben ser unifamiliares o adosadas, solo en algunas zonas del pueblo. Las hileras de chalés y los grandes edificios quedan descartados en Trescasas, que quiere que su cercanía a la capital, su entidad como pueblo y el entorno a los pies de Guadarrama y rodeado de verdes praderas sigan siendo unos valores y atractivos en el futuro.

Tradiciones en desuso

Con el paso del tiempo y los nuevos moradores, las tradiciones se van perdiendo y citas ineludibles hace años como la matanza casi han desaparecido. La Fiesta de la Cacera Mayor, en la que los municipios que se abastecen de ella (Trescasas, Palazuelos de Eresma, San Cristóbal de Segovia y La Lastrilla) se reúnen para limpiar su cauce. La cita festiva sigue vigente el último fin de semana de mayo, pero ya no tiene la importancia de hace décadas.

Y es que ahora muchos de sus vecinos utilizan Trescasas como pueblo dormitorio y la falta de integración en la vida de la localidad es inevitable, aunque las asociaciones y las actividades organizadas tratan de que no solo en la estética, el municipio siga siendo el pueblo que se levantó a a los pies del Guadarrama.

Fiestas como colofón

El verano cargado de actividades concluye con las fiestas mayores de Trescasas en septiembre

Isabel Jimeno.

Los niños están dispersos por centros educativos en el pueblo y en otras localidades, por eso se aprovecha el verano, cuando todos están en el municipio para intensificar las actividades lúdicas destinadas a este colectivo en constantes crecimiento en Trescasas. Pero eso no significa que durante el resto del año, la acción cese en la localidad. Actividades deportivas, con la semana una semana dedicada a la actividades física al aire libre en octubre, talleres de informática, de inglés o de cultura forman parte de la oferta de ocio durante el curso para mayores y pequeños.

Pero es cierto que es durante el estío cuando se intensifica más, sobre todo los fines de semana. Ayuntamiento y asociación cultural Peña Lisa trabajan de forma conjunta para elaborar un completo programa de alternativas culturales y de ocio para vecinos y visitantes de todas las edades.
Cine al aire libre, jornadas deportivas, cenas, certamen de poesía, concentración de dulzaina, juegos y talleres para niños y alguna fiestecita amenizan los fines de semana veraniegos en Trescasas.

Y como colofón, las fiestas mayores, pero no las únicas que se celebran en Trescasas. El 15 de mayo honran a San Isidro, el 13 de junio a San Antonio y el 16 de agosto hacen lo propio con San Roque. Una misa y procesión con el santo por las calles del pueblo distinguen a estos días del resto de jornadas.
Esas celebraciones son más grandes y más variadas el penúltimo fin de semana de septiembre, con motivo de las fiestas de la Virgen del Rosario. No faltan los actos religiosos, pero las fiestas dan para mucho más.

El pregón y la elección de damas marca el inicio de los días grandes de Trescasas, en los que no faltan los juegos para gente de todas las edades, los gigantes y cabezudos, las comidas y cenas populares y las competiciones de juegos clásicos como el tute, la brisca o los bolos.

Y si durante las actividades culturales estivales y del resto del año el Ayuntamiento cuenta con la colaboración de la asociación cultural Peña Lisa, en las fiestas cada vez es más importante la implicación de las peñas de Trescasas.

Una historia real

El rey Carlos III mandó construir la iglesia de Trescasas para poder oír misa mientras el monarca cazaba en la zona

Isabel Jimeno.

Iglesia de la Inmaculada Concepción, mandada construir por el rey Carlos III. / I. J.

No obedece al clásico románico que tanto abunda por tierras segovianas. Ni siquiera el barroco o el gótico son las señas de identidad de la iglesia de Trescasas, que en plena provincia de Segovia llama la atención por sus paredes blancas que sobresalen sobre el frondoso verde de la sierra de Guadarrama que tiene como fondo y como marco. Una bella estampa que no pasó desapercibida para Carlos III. Y es que, según cuenta la historia del templo, éste fue edificado por mandato de quien fue monarca de España entre 1759 y 1788.

En el palacio de La Granja de San Ildefonso estaba fijada una de las residencias de la Familia Real con la llegada de los Borbones al trono español, pero sus miembros paseaban por el entorno. La presencia de Carlos III era frecuente por estos pagos, por lo que el hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio, mandó construir en este prado un templo para poder oír misa mientras estaba de cacería. Así surgió la iglesia de la Inmaculada Concepción, a medio camino de lo que eran los núcleos de Trescasas y Sonsoto. Así nació el dicho «Trescasas y Sonsoto tienen la iglesia por coto».

En 1774 comenzó a edificarse la iglesia de la Inmaculada Concepción, la que aún acoge el culto en Trescasas, pero no la única que ha existido a lo largo de la historia en el municipio, pues ya anteriormente contó con otra iglesia, ya desaparecida, dedicada a Santiago Apóstol.

En 1777, siendo aún rey de España Carlos III concluyó la obra del templo de traza neoclásica en cuyo interior sobresalen los retablos que conserva, entre ellos el del altar mayor, regalado por el propio monarca para embellecer el templo que él mismo mandó construir en el inicio del antiguo camino del Puerto de Malangosto, paso natural y punto de comunicación natural entre ambas Castillas.

Un lugar privilegiado que se convirtió en un punto importante en la Cañada Real Soriana Occidental, por lo que, merced a ese trasiego de trashumantes y ganados, surgieron los tres esquileos que llegaron a funcionar en la localidad, hoy prácticamente desaparecidos.

Unas ruinas recuerdan aquellos edificios del Paular que durante años registraron una importante actividad en un pueblo en el que la relación con la nobleza va más allá de la iglesia que el rey Carlos III. Pues en el siglo XIX, todos sus vecinos se empleaban además en el transporte de maderas, ganados y lanas de esos esquileos a la Corte.

Buenos parajes en el piedemonte

El paso de la Cañada Real Soriana por el municipio ha hecho que Trescasas haya vivido de la ganadería durante siglos

Elena Rubio Aragoneses Trescasas

Trescasas es un municipio situado a los pies de la sierra, compuesto por las poblaciones de Trescasas y Sonsoto, muy próximas entre sí pero que tuvieron ayuntamientos propios hasta el siglo XVIII. En la actualidad, los responsables municipales trabajan para ofrecer buenos servicios a los numerosos vecinos del pueblo que se han trasladado a vivir allí por la cercanía a la capital.
Los esfuerzos se centran en pavimentar calles del municipio, obras para las que han destinado las subvenciones concedidas este año: los 104.423 euros del Plan E y los 92.500 euros procedentes de Diputación que se agrupan en el último Plan Provincial y en el Extraordinario.

Una localidad donde abundan las nuevas urbanizaciones y las promociones de viviendas y que poco tiene que ver con el modo de vida que ha predominado en el municipio durante siglos cuando el paso de la Cañada Real Soriana Occidental y las excelentes condiciones de la zona hicieron que la ganadería fuera el principal motor de la economía. Y es que ya en el siglo XVIII el catastro del Marques de la Ensenada documentaba en la zona tres esquileos. Dos pertenecían al Monasterio de El Paular y allí se esquilaban a las 42.000 cabezas que componían su cabaña. El otro rancho perteneció a Diego Ochoa Ondátegui, que esquilaba aquí su cabaña de 20.500 ovejas. En la misma época existía otro rancho en Sonsoto, donde se esquilaban las 30.000 merinas de la cabaña de Juan de Salazar.

Sin embargo, el ocaso de la trashumancia hizo que estos esquileos se fueran abandonando hasta las ruinas que se contemplan hoy en día.
Pero no fue el de esquilador el único oficio importante que tenía lugar en la zona ya que los carreteros también fueron influyentes en el municipio porque con sus carretas tiradas por dos bueyes transportaban lana y leña a Segovia y abastecían de provisiones al Real Sitio de San Ildefonso. Los animales de tiro se herraban en el potro que todavía se conserva en la localidad.

Por Carlos III

Además de este patrimonio cultural, en Trescasas se encuentra la iglesia parroquial dedicada a la Inmaculada Concepción, un templo neoclásico de líneas esbeltas y gran austeridad al exterior. Fue mandada construir por el rey Carlos III, conocedor de los parajes por su afición a la caza. Para su construcción eligió un llano equidistante a las dos poblaciones. De ahí el dicho popular: «Trescasas y Sonsoto tienen la iglesia por coto». De esta forma desaparecieron las antiguas parroquias de San Benito, en Trescasas, y de San Pedro, en Sonsoto.

La iglesia fue concebida como un ejemplo de parroquia rural, siguiendo una ley de 1777 denominada 'Modo de executar las obras ocurrentes en todas las iglesias y sus altares', muy propia de los aires de la ilustración. En su interior se puede contemplar un conjunto de siete retablos de sencilla factura, siendo el de la cabecera un regalo que hizo a la iglesia el propio Carlos III. Por su parte, los retablos del crucero acogen los lienzos dedicados al Cristo de las Cinco Llagas. En el lado norte de la nave se representan a San Benito Abad, patrono de Trescasas y a San Carlos Borromeo, mientras que en el lado sur aparecen San Pedro Apóstol, patrono de Sonsoto y San Antonio de Padua. La situación de los santos da origen a la tradición de que los vecinos de Trescasas ocuparan el lado derecho de la nave, mirando desde la cabecera, y los de Sonsoto, el izquierdo.