Santo Tomé del Puerto

Cinco núcleos y un solo municipio

La dispersión marca una diferente evolución de los cinco barrios que componen Santo Tomé del Puerto

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Son cinco, pero forman un solo municipio. Cinco barrios que componen Santo Tomé del Puerto, el nombre que recibe el municipio compuesto inicialmente por los núcleos de Villarejo, Las Rades del Puerto y Rosuero, al que después se unieron Siguero y Sigueruelo. Cinco asentamientos de población que quintuplican el esfuerzo y las inversiones necesarias para mantener a punto las infraestructuras necesarias para atender a una dispersa población. «Tenemos que atender muchos servicios y cinco barrios que dan mucho que hacer», advierte el alcalde, Vicente Gómez del Pozo, que tiene claro que sería mucho más fácil atender a los 350 habitantes si estuviesen concentrados en un solo núcleo.

Poco a poco, van haciendo frente a necesidades básicas como el asfaltado de calles o el adecuado abastecimiento. Este año, después de casi un decenio con deficiencias, los vecinos de Siguero han podido decir adiós a las cisternas gracias a una obra de abastecimiento comarcal.

Aunque forman un solo municipio cuyo nombre no se corresponde con ninguno de los barrios y genera más de una equivocación –aunque suele identificarse Santo Tomé del Puerto con Villarejo, que ostenta la capitalidad–, la evolución de Las Rades del Puerto, Rosuero, Siguero, Sigueruelo y Villarejo marcha por caminos diferentes. Son Las Rades y Sigueruelo los menos poblados, con apenas cuarenta habitantes cada uno. Frente a ellos, Villarejo, el más grande, que en los últimos años logra mantener su población en torno a los 160 habitantes gracias a los matrimonios jóvenes que se asientan en el pueblo que han hecho posible la construcción de un nuevo colegio. «La población tiende a aumentar», comenta Alfredo
Casado, durante varios años alcalde de Santo Tomé del Puerto.

La demanda de viviendas es grande, aunque «tenemos un problema de suelo. La gente no vende o lo pone caro y el Ayuntamiento no tiene terreno», lamenta. La buena ubicación, junto a la autovía hacia Madrid, con buenos servicios de transporte público y el entorno natural a los pies de la sierra de Guadarrama son parte de los atractivos que ofrece el pueblo para atraer población. Y aunque el objetivo de Santo Tomé del Puerto es crecer, en el Ayuntamiento tienen claro que «queremos que siga siendo un pueblo. Grande o pequeño, pero un pueblo. Desarrollado, con todos los servicios, pero pueblo, no queremos que se convierta en una urbanización, en una ciudad de fin de semana o dormitorio».

Polígono industrial

Con el objetivo de fijar habitantes ha comenzado a dar los primeros pasos el proyecto para la construcción de un pequeño polígono industrial de unos 40.000 metros cuadrados junto a la autovía. Y es que su estratégica ubicación hace que el futuro de Santo Tomé del Puerto esté íntimamente vinculado al sector servicios. «Tenemos que enfocar el pueblo al turismo y los servicios», apunta Alfredo, consciente de que cada barrio debe explotar sus posibilidades de desarrollo, en unos casos, como Villarejo, aprovechando su cercanía a la carretera nacional; y en otros, como los pueblos más serranos de Las Rades, Siguero o
Sigueruelo, sacando partido a su riqueza natural, que en el conjunto del municipio ofrece la posibilidad de disfrutar de su rica flora y fauna en rutas a pie, en bici a caballo y hasta en avión gracias a la pista de vuelo sin motor que, paralelamente a la autovía, atrae a decenas de visitantes a Santo Tomé del Puerto, un pueblo de 350 habitantes, que en verano quintuplica su población.

Generosa devoción

Los vecinos de Santo Tomé del Puerto pujan los tres días de fiesta por sacar y meter a la virgen

Isabel Jimeno.

La reducción del número de sacerdotes, que cada vez deben acudir a más pueblos, limita su disposición para cumplir con los ritos y tradiciones, pero la colaboración y voluntad de los vecinos hacen que algunas persistan al paso del tiempo. Esto ocurre en Santo Tomé del Puerto, que tiene en las subastas uno de los actos más arraigados de las fiestas patronales de la Virgen de la Natividad, del 8 al 10 de septiembre.

Tres días de verbenas y actividades lúdicas en los que no se ha perdido la esencia inicial de las fiestas, centradas hace años casi exclusivamente en los actos religiosos. Hoy, éstos siguen siendo muy importantes y con gran protagonismo durante las tres jornadas. Aunque el día más importante es el 8, el de la patrona, en las otras fechas tampoco faltan los actos litúrgicos. Misa los tres días y también procesión, cada una por una zona del pueblo para así recorrer todos los rincones.

Tras la eucaristía y antes de que la imagen de la patrona salga del templo, llega el momento de cumplir con la tradición: la subasta para ver quiénes portarán las andas de la Virgen de la Natividad. Después llega el recorrido animado por la música y las incesantes jotas que marcan el paso del baile delante de la patrona, a la que en ningún momento le faltan voluntarios para conducirla por las calles de Villarejo. Y de regreso a la iglesia, otra subasta para saber quiénes la introducirán en el templo.

La escena, antes y después de la procesión, se repite los tres días con la subasta. Promesas y la tradición empujan a los vecinos a animar la puja, cuyo dinero se destina a acometer los arreglos y necesidades de la iglesia.

Ofrenda

Para finalizar, el último día, se realiza otra subasta para saber quién subirá la imagen al trono en el que permanecerá el resto del año. Y para recaudar más fondos, los productos típicos del pueblo de la ofrenda a la Virgen también se subastan con otra puja.

Devoción tras la batalla

Cuenta la leyenda que los vecinos construyeron una ermita en honor de Santo Tomé para agradecer su ayuda en la lucha contra los moros

Isabel Jimeno.

Lugar obligado de paso para muchos viajeros que transitaban por el antiguo camino real de Madrid a Madrid y paraban antes de subir el puerto de Somosierra, la ubicación de Santo Tomé del Puerto ha hecho que desde antaño la hostelería sea uno de los pilares de la economía del municipio. De hecho, las referencias más abundantes que se conservan hacen referencia a la villa como lugar de parada y fonda.

Ese emplazamiento al pie de la sierra, en la frontera entre la meseta norte y sur, hace que Santo Tomé del Puerto también tuviese importancia en la historia de España. Cuentan que durante la expulsión de los árabes de la península, en tiempos de la Reconquista cristiana, tuvo en estas tierras la última batalla contra los moros que aún quedaban en Castilla.

Fue en una fecha próxima a la festividad de Santo Tomás, por lo que para agradecer su intercesión en la victoriosa pugna, los vecinos decidieron construir una ermita en la que venerar al santo. De ese primitivo edificio se pasó a edificar un convento, uno de los edificios más significativos de Santo Tomé del Puerto. Aunque ahora tan solo se mantiene en pie la torre, el viejo inmueble ejerció una gran influencia en el desarrollo en la zona e incluso a su alrededor existió un asentamiento humano que quedó despoblado a finales del siglo XVI.

Según algunos escritos, fue el 13 de agosto de 1192 cuando el rey Alfonso VIII confirma las propiedades adquiridas por el monasterio de Santo Tomé, pero fue en el año 1288 cuando se fundó el convento de canónigos regulares de Santo Tomé de Segovilla, llamado allí porque fue dotado con rentas de una heredad de Sevilla.

También los monjes se dieron cuenta de la importancia del paso de esa importante vía de comunicación por el pueblo e incluso del convento poseía una importante venta en la que paraban muchos viajeros antes de ascender el puerto de Somosierra.

El mismo puerto en el que en 1808, durante la Guerra de la Independencia contra los franceses tuvo lugar otra batalla. Y es que a lo largo de su historia Santo Tomé del Puerto ha acogido al menos dos importantes batallas importantes para la historia de España.

Restos del pasado próspero

La vida en el municipio surgió en torno al convento denominado Segovilla

MÓNICA RICO

Iglesia parroquial de Santo Tomé del Puerto. :: MÓNICA RICO

Con la resaca y el cansancio propios de cuatro días de fiesta amanecen hoy las calles en Santo Tomé del Puerto. O más bien en Villarejo, La Rades del Puerto y Rosuero, los tres barrios que forman el municipio de Santo Tomé del Puerto, cuyo término quedó despoblado hace años. Villarejo ostenta la capitalidad.
Del pueblo de Santo Tomé del Puerto hoy únicamente se conservan los restos del convento de la Orden, en torno al cual se articuló la vida del municipio durante muchos años.

También a su alrededor se centra la historia de la localidad, y al menos una leyenda que cuenta cómo en el lugar se libró la última batalla que enfrentó a los reyes de Castilla y los musulmanes en el siglo XI. La leyenda continúa explicando cómo, para celebrar la victoria, en el lugar se construyó una ermita, sobre la cual posteriormente (en el año 1288) se construyó el convento. De ese viejo edificio tan sólo quedan hoy los restos de la torre, que los propios vecinos tienen como seña de identidad y por la que han trabajado y luchado por su restauración.

Se trata de restos con mucha historia. Fue abadía de la orden de los Canónigos Regulares de San Agustín, para posteriormente convertirse en priorato dependiente del monasterio de Párraces y posteriormente al de San Lorenzo del Escorial.

El convento, que se denominó de Segovilla, supuso una gran influencia en el desarrollo de Santo Tomé del Puerto durante toda esa época, aunque tuvo menos actividad en los siglos XVI y XVII, hasta finalizar prácticamente su historia con la desamortización de Mendizábal.

Las crónicas también narran como en torno al año 1933 la parroquia del convento se trasladó a la ermita de Villarejo, donde también se trasladó el culto. Para su ampliación y obra se desmanteló parte del convento y se aprovecharon sus piedras. Aunque la historia de Santo Tomé del Puerto surgió alrededor de este convento, sin duda estuvo y está marcada por su privilegiada situación. Por su término pasan la Cañada Soriana Occidental y la cañada Real Segoviana, dos vías de gran afluencia de personas y ganado. El pastoreo y la trashumancia eran habituales en la zona.

Su ubicación a los pies del puerto de Somosierra hizo que fuera el lugar ideal para situar lugares de parada y fonda, con el fin de atender las necesidades de quienes pasaban por el lugar y necesitaban recobrar fuerzas para avanzar por el puerta. Así surgió una venta, una casa de postas y artesanos de distintos oficios, con lo que poco a poco poco el lugar se convirtió en una pequeña aldea, que a su vez se encontraba en el antiguo Camino Real de Bayona, que posteriormente se convertiría en la carretera Nacional I y hoy autovía, una de las más importantes carreteras del país. Cuentan que incluso Napoleón pasó una noche en estos lugares, acompañado de sus tropas.

Aún hoy Santo Tomé del Puerto continúa siendo en buena medida lugar de paso de viajeros. De hecho, los servicios de hostales, hoteles y restaurantes abundan en el municipio y han dado durante años la prosperidad necesaria. Sin embargo, desde el Ayuntamiento no se conforman con vivir del turismo y buscan nuevas oportunidades de futuro. La principal es la iniciativa de puesta en marcha de un parque empresarial, Todo ello aprovechando el lugar estratégico que supone la cercanía a la autovía A-1.