Castroserna de Abajo

Sobre las paredes de un valle

Con cincuenta habitantes, la falta de industrias limita las posibilidades de crecimiento de Castroserna de Abajo

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Sobre las escarpadas paredes de un valle se asienta Castroserna de Abajo. Dividido en dos barrios que siempre han formado un solo pueblo, cada uno en un talud, con la carretera y el río San Juan en el fondo, las empinadas calles surcan el casco urbano de la localidad. En una de las zonas más altas destaca la iglesia de San Miguel Arcángel, rodeada por las cruces del calvario.
De fondo, la roca hace siglos horadada por el agua señala el cauce por donde un día discurrió el río. Sus paredes de vértigo, llenas de cavidades ahora sirven de nido a una importante colonia de buitres, que han tomado el testigo de quienes, según la leyenda, durante la Reconquista e incluso en un época más cercana como la Guerra Civil, utilizaron las oquedades como refugio.
Entre los tonos marrones de la roca, el verde de la ribera del río San Juan cobra importancia, aunque la sequía de este año le ha hurtado parte de su protagonismo en una zona que atrae a decenas de visitantes por especial atractivo paisajístico.

Esa ruta que discurre entre Prádena y Condado de Castilnovo, pasando por Castroserna de Arriba y Castroserna de Abajo, es la que también recorren a diario los numerosos vehículos pesados que utilizan esta carretera y que se encargan de mantener la actividad en el municipio, que con la apertura de un restaurante junto a la travesía también tiene más actividad.

Y es que la población escasea.

Con un centenar de habitantes censados, en invierno disminuye drásticamente. «La gente se va y como mucho se quedan veinte y, a veces ni llega», lamenta el alcalde, Victoriano González de Lucas. «Solo se quedan cinco o seis familias, bueno, matrimonio», puntualiza.

La elevada edad de la población habitual, cuya media supera los 65 años, tampoco invita al optimismo para intentar frenar la caída del censo. «Hacía falta una industria para que la gente no se vaya, pero no hay ningún tipo de empresa que se pueda instalar», comenta el regidor. «Además, el Ayuntamiento tampoco dispone de terrenos», añade el regidor, esperanzado con que el proyecto que gestiona la Comunidad de Villa y Tierra de Sepúlveda para fijar industrias en la comarca ayude a asentar población en los municipios de la zona.

Proyectos

Por su parte, el Ayuntamiento continúa ejecutando los proyectos básicos para mantener en condiciones el pueblo. Concluir la renovación de la red de abastecimiento, terminar la pavimentación de las calles y cambiar el viejo alumbrado público por otro con un sistema de gasto mínimo que evite tener que dejar la mitad del pueblo a oscuras durante la noche para contener el gasto son varios de los proyectos municipales, a la espera de una ayuda para rehabilitar el «Ayuntamiento, que está en ruina».
Otro de los deseos del regidor es recuperar la tradición del paloteo. «Todavía hay chavales que danzan, pero se va dejando», lamenta Victoriano González, que quiere fomentar la práctica del paloteo a través de la escuela de la vecina localidad de San Pedro de Gaíllos para amenizar, como hace años, las fiestas de San Miguel y la Virgen de los Remedios que aún no han apagado su eco de los festejos durante la última semana de septiembre, la que, poco a poco, se lleva casi a las trescientas personas que durante el verano han llenado de vida las empinadas calles que van apagando su voz para adentrarse en un solitario y monótono invierno, a la espera de que los vendedores ambulantes, ante la falta de comercios, lleguen con su mercancía.

Alegría antes de la soledad

Castroserna de Abajo festeja de forma conjunta San Miguel y la Virgen de los Remedios

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Castroserna de Abajo ha iniciado la cuenta atrás. Comienza septiembre, el mes de las fiestas. Un mes de alegrías y también de tristeza y de vuelta a la soledad del invierno. El sol del verano se apaga y con él se van quienes regresan durante el estío al pueblo, que de nuevo se queda casi vacío. Pero hasta que ese momento llegue hay días para la diversión con el punto álgido el último fin de semana. Este año, del 22 al 24, la música vuelve a sonar por las calles de este pueblo acurrucado en un valle.

Son dos fiestas en una. Y es que aunque se celebran juntas, hay dos santos a los que venerar. Tras la música de la víspera, el sábado San Miguel es el protagonista de los actos. Una misa y la procesión sirven para honrar al patrón antes del baile-vermú, los juegos infantiles de la tarde y la verbena nocturna.
Al día siguiente, la fiesta se traslada por la mañana a la ermita. Algo alejado del pueblo, el templo se abre para recibir a las decenas de fieles que se acercan para mostrar su devoción por a la Virgen de los Remedios, que sale en procesión por la pradera que rodea a la ermita.

Y allí, de nuevo, los bailes acompañan a la patrona durante la procesión. Ahora son las parejas quienes danzan, pero durante mucho tiempo también había paloteos. Una arraigada tradición que los varones del pueblo mantenían con empeño y dedicación. Incluso algunos octogenarios se atreven con los palotes. Pero hoy ese legado atraviesa un mal momento. El descenso de población y la falta de jóvenes que residan habitualmente en el pueblo tienen la culpa. Y es que aunque todavía hay quien sabe cómo danzar, resulta complicado juntar al grupo necesario para palotear y, sobre todo, para ensayar y coordinar los movimientos antes del gran día.

Lo que no se ha perdido es la fiesta de San Frutos. Una curiosa celebración el 25 de octubre con años de antigüedad en la que se celebra la misa en honor del santo pajarero, pero que curiosamente no cuenta con imagen a la que venerar en el municipio, por lo que los vecinos de Castroserna de Abajo sacan de la ermita en procesión a la Virgen de los Remedios.

Y en la otra ermita del pueblo, otra fiesta, la de San Roque, el 16 de agosto, compartida con sus vecinos de Castroserna de Arriba y Ventosilla, que también se unen a la celebración que incluye baile por la tarde en la pradera hasta que la falta de luz pone fin a la fiesta que se traslada el pueblo que, por turno cada año, se encarga de contratar a los músicos.

Cuevas de historia y leyenda

La imagen de Nuestra Señora de los Remedios apareció entre las rocas

MÓNICA RICO

Fachada de la iglesia dedicada a San Miguel Arcángel. :: M. RICO

Un lugar mágico, incluso de leyenda. Es lo que parece Castroserna de Abajo, un pequeño pueblo labrado en un valle en cuyo paisaje sin duda destacan las abundantes cuevas, hoy elegidas por los buitres para anidar, pero en otros tiempos utilizadas por pastores para resguardarse los días de frío y lluvia.

La historia de estas cuevas va más allá. En el municipio cuentan como han sido refugio durante las guerras, en especial la denominada 'Cueva Grande', que fue habitada por los pueblos que vivieron en la época de la reconquista y alrededor de las mismas parece ser que nació el municipio.

Pero si existe un lugar realmente de leyenda, ese es la 'Cueva Labrada', donde la tradición oral del municipio cuenta que apareció la imagen de la Virgen de los Remedios, muy venerada en la localidad.

La historia que se ha transmitido durante años, de padres y abuelos a hijos y nietos, cuenta cómo un pequeño pastor se encontraba con su rebaño en los alrededores de Castroserna de Abajo, cuando se le aparición una imagen de la Virgen, que contaba con un niño en su mano izquierda y una flor en la derecha, con cuyo movimiento entretenía al pequeño. Pero la visión fue más lejos, ya que incluso la propia imagen se comunicó con el niño, para explicarle el lugar concreto dónde se encontraba su imagen: en la cueva.

La Virgen también le comunicó que, una vez encontrara la imagen, debía contarle los hechos a sus padres, con el fin de que devolvieran la talla al lugar donde antes de la invasión de los musulmanes se le guardaba culto. Entonces el pastorcillo comenzó a ejecutar los deseos de Nuestra Señora. Corrió hacia la cueva, donde efectivamente encontró una imagen de la Virgen. Entonces intentó llevar la talla directamente a sus padres, pero no lo consiguió, pues la figura regresaba siempre al lugar que ocupaba en la cueva. También tuvo que realizar varios intentos para convencer a su progenitor de la veracidad de sus palabras, pero finalmente, éste aceptó a acudir al lugar, donde también quedó sorprendido.

Desde entonces, numerosas personas de toda la zona acudieron hasta este punto de la Cueva Labrada, con el fin de ver la imagen con sus propios ojos, de modo que comenzó una profusa devoción a esta Virgen, tanto en Castroserna como en los municipios de alrededor; devoción que aún hoy se conserva y se festeja con una romería que se celebra en septiembre y que reúne a cientos de fieles.

Una ermita en el lugar

Regresando a la leyenda, cuentan que el padre del pequeño pastor comunicó el hallazgo al sacerdote y las autoridades del municipio. En el lugar se decidió levantar una ermita para poder venerar a esta imagen, y posteriormente, en el año 1866, otra mayor que se conserva en la actualidad y que acoge a cientos de personas durante al menos dos fiestas al año.

La primera de ellas tienen lugar el último domingo de septiembre, cuando incluso se celebra una pequeña romería en el lugar, hasta donde acuden vecinos de otros municipios de la comarca.

Pero la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, nombre que se dio a la Virgen aparecida en la cueva, también se saca en procesión durante la festividad de San Frutos, ya que en el municipio se celebra esta onomástica sin contar con una imagen del Santo titular, por lo que, hace años, se optó por procesionar nuevamente a la imagen de la Virgen, a la que el papa Pío IX concedió indulgencia plenaria el 8 de agosto del año 1862.

Dentro de la tradición oral sobre la imagen de la Virgen y la devoción de la zona sobre la misma, también se cuenta la existencia de varios milagros que están centrados especialmente en curaciones de enfermos.