Pradena

Atractivo en el exterior y belleza en el interior

Prádena explota su paisaje serrano, el acebal y las cuevas como reclamos turísticos

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Prádena se prepara para uno de los días más especiales del año. La devoción por la Virgen del Rosario, en cuyo honor se celebran las fiestas desde el viernes hasta el martes, atrae a los hijos del pueblo, «que siempre guardan unos días de las vacaciones para venir a la fiesta», apunta la alcaldesa, María Luisa Quintana. Uno de los momentos más esperados llegará esta tarde: la procesión, una cita ineludible para muchos pradenenses, que siguen conservando también otras tradiciones como ir al prado el domingo y lunes de Pascua.

Y en unas semanas, uno de los lugares más bellos de Prádena alcanzará su mayor esplendor. Aunque normalmente es en invierno, en los últimos años el rojo comienza a aparecer en noviembre en el acebal, uno de los más grandes de Europa, que cuando muchos árboles pierden su hoja, otorga un toque de color a este pueblo situado a los pies de la sierra de Guadarrama.

La cueva de los Enebralejos, una de las que existe en el término, pero la única que se puede visitar también supone uno de los atractivos que hacen de Prádena un lugar turístico por excelencia. A lo largo de los quinientos metros visitables, de los más de 3.700 que tiene la cavidad, las formaciones de estalagtitas y estalagmitas adquieren llamativas y curiosas formaciones con diferentes tonalidades que van desde el anaranjado, al amarillo, el azul o el negro. Y en ella también nace el río Prádena, pero este año la sequía ha hecho que apenas se vea agua en el interior de la cueva que hace siglos sirvió de lugar de enterramiento e incluso estuvo habitada.

Demanda de terreno

Prádena ha sabido explotar muy bien sus cualidades de pueblo serrano con gran atractivo turístico y el sector servicios es fundamental tanto para la economía como para atraer cada fin de semana a numerosos visitantes, llamados también por su apreciada gastronomía. Y, tras su primera visita, muchos no dudan en demandar terrenos para construirse allí una casa. «No sé lo que tiene Prádena, pero vienen y quedan encantados», apunta la alcaldesa, que destaca la creciente demanda de viviendas y parcelas urbanizables.

También la población ha logrado crecer en los últimos años, gracias en buena parte a la llegada de inmigrantes, que ha favorecido el repunte de la natalidad y el incremento del número de niños. Pero mientras en Prádena el censo sube, en la pedanía de Castroserna de Arriba, con una veintena de habitantes censados, su envejecida población va cayendo.
Conscientes de que el sector turístico tiene y tendrá gran importancia, el Ayuntamiento está luchando para que una industria se asiente en el pueblo y cree puestos de trabajo que eviten que los jóvenes salgan de la localidad y ayuden a asentar más población en Prádena.
Mientras, estos días de fiesta y bullicio, ayudan a olvidar que en invierno la vida se hace más dura, muchas casas cierran sus puertas y la población cae ligeramente.

Pequeños y antiguos usos

Los jóvenes de Prádena mantienen la tradición de ‘correr los gallos’ el martes de Carnaval

Isabel Jimeno.

Jóvenes y niños son los protagonistas de algunas de las fiestas y tradiciones que aún se mantienen vivas en Prádena. Aunque con alguna variación, los más pequeños continúan realizando las actividades que aprendieron de sus mayores.

Lo cierto es que pese a que han perdido algo respecto a hace años, los Carnavales continúan celebrándose de manera especial en la localidad. Muchos disfraces y concursos con premios a la indumentaria más original que atraen hasta Prádena a vecinos de otros pueblos limítrofes se suceden durante estas jornadas de exceso y alegría justo antes antes del recogimiento y ayuno cuaresmal.
Además, con el Carnaval también llega la hora de cumplir con la costumbre que se repite siempre por estas fechas, la de sacar a la denominada tora –formada por unas maderas y unos cuernos que simulan la vaquilla– con la que los jóvenes hacen correr a los disfrazados.

Y el martes de carnaval llega el momento del ficticio sacrificio. La tora debe morir y su sangre –simulada con vino– se deposita en una cántara. También cuando el Carnaval se despide es la hora de ‘correr los gallos’. Y es que antes eran estos animales los que se colgaban de una cuerda, pero ahora eso se ha prohibido y son cántaros y botijos llenos de harina, vino, pimienta, agua, monedas... lo que cuelga de la soga que cruza la plaza. Montados sobre las pocas burras que todavía hay en el pueblo, los pradenenses, disfrazados, tienen que intentar romper con una vara los recipientes, a la espera de ver qué les cae encima.

Cencerros

También los más pequeños son los protagonistas de otra de las costumbres más curiosas que se conservan en esta localidad del pie de la sierra de Guadarrama. Cada 30 de noviembre, por San Andrés, los niños sacan los cencerros de sus casas y se pasan todo el día llevando este sonido por las calles del pueblo. Cencerreando y cencerreando, se pasa la fría jornada que termina con una cena de los más pequeños pradenense en la conocida como cueva de Las Grajas.