Rebollo

Llega el frío y la gente se va

Las constantes bajas en el padrón de Rebollo auguran un futuro dedicado a la segunda residencia

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Este pueblo creo que, con el tiempo, será de fin de semana», augura la alcaldesa de Rebollo, Elena Núñez Arribas. Y es que las cifras no invitan al optimismo. «En lo que va de año hemos tenido siete bajas», apunta la regidora de esta localidad con unos ciento veintidós habitantes y pocas altas en el padrón. Ocho menores de dieciocho años son la esperanza de futuro en un municipio que, como otros muchos de la provincia, vive en el filo de la navaja de la despoblación.
Frente a la soledad del invierno, en el que la vida sigue «igual que en la ciudad, de casa al trabajo y del trabajo a casa», el verano llega cargado de actividad y gentío. «Los fines de semana se abren bastantes casas y en agosto puede que hasta se triplique la gente. Es un cambio muy brusco, del bullicio de los niños en verano, al invierno; en septiembre ya se empiezan a ir», apunta Elena Núñez.
Aunque pequeño, Rebollo reclama gozar de las infraestructuras que faciliten la vida en el pueblo. «A veces te da rabia –apunta Elena Núñez– que porque seas un pueblo pequeño te hagan menos caso, pagamos igual». La renovación de la deficiente línea telefónica que acabe con los cortes durante las llamadas es una de las peticiones de Rebollo, que desde hace unos meses también reclama la mejoría de la recepción de la señal de televisión, que tras la instalación del parque eólico de Pradales no llega con la suficiente calidad. Disponer de un servicio de transporte público desde Rebollo a Cantalejo, donde deben acudir al centro de salud, es otra de las peticiones.

Por su parte, el Ayuntamiento va atendiendo las necesidades a las que, con ayuda de otras instituciones y muy lentamente, puede ir acometiendo. Renovar la red de abastecimiento figura entre los proyectos municipales, al igual que la rehabilitación de las viejas escuelas, ya en desuso, y las casas de los maestros para construir cuatro viviendas de alquiler «porque hay demanda de terrenos».

Hacer más amena la vida de los rebollanos es otra de las metas del Consistorio que, junto a la asociación cultural Virgen de las Nieves, se encarga de organizar actividades, sobre todo en verano, cuando más gente hay en el pueblo. Los encierros infantiles que en las fiestas encandilan a niños y mayores o la ‘huevada’ son algunas de esas actividades que gozan de mayor acogida.

Garbanzos

Pero no son estas nuevas actividades las que dan a conocer el nombre de Rebollo. Son sus famosos garbanzos los que atraen a gente hasta el pueblo para comprar sus legumbres, aunque la producción, al igual que la gente en activo, ha disminuido y ahora casi solo se produce para uso particular. Y también por el pueblo pasan quienes van camino de la turística Pedraza. De ahí, que la alcaldesa confíe en las posibilidades del turismo en Rebollo, un sector todavía sin explotar.

Música todo el día

Los acordes musicales llenan las jornadas festivas de San Antonio y Nuestra Señora en Rebollo

Isabel Jimeno.

Con el mes de mayo comienza a llegar el calor y el buen tiempo invita a las celebraciones. En Rebollo se inicia también la época de más actividad, la que marca el regreso al pueblo de aquellos que un día emigraron, de sus hijos y nietos. La fiesta de San Isidro hace que el 15 se convierta en un día especial. Más allá de la fiesta de los agricultores, encargados de organizarla, también da cabida a todo el pueblo, que no duda en sumarse a la misa y la procesión que se remata con la degustación de cordero asado para cenar.

Un mes después, Rebollo se engalana para festejar San Antonio. Hace unos años,m eran las fiestas más importantes, en las que derrochar energías antes de comenzar el duro trabajo en el campo, que mantenía ocupados de sol a sol a sus vecinos durante varias semanas. Pero la emigración, con el consecuente descenso de población, y la variación en los trabajos del campo hicieron que la fiesta ya no sea tan importante.

Y aunque ahora las grandes celebraciones se reservan para Nuestra Señora, el 15 de agosto, todavía San Antonio es honrando con buen ambiente y mucha música durante dos días. Comienzan con el pasacalles que despierta a los vecinos, continúa con los acordes que hacen bailar durante la procesión a las parejas –por que el grupo de danzas, sobre todo de paloteo, se extinguió– y continúa a mediodía durante el baile-vermú. Por la tarde no cesa y una actuación teatral o musical sirve de enlace para la verbena nocturna. Y el domingo, vuelta a empezar, con el pasacalles inundando con su música las calles de Rebollo y con la dulzaina y el tamboril que amenizan la hora del vermú, aunque ya por la noche no hay música. Queda poca gente en el pueblo y los campeonatos de deportes autóctonos como chito o bolos ponen el punto y final a lo que ahora son unas fiestas pequeñas en honor al patrón, por el que se siente especial devoción, y que antaño eran los días más importantes en Rebollo.

Ahora esos días se han trasladado a las fiestas de Nuestra Señora. Como en otros muchos municipios, el 15 de agosto es una jornada especial en este pequeño pueblo que durante estos días tiene en sus calles y casas más gente de lo habitual.

Tres días, precedidos de la semana cultural, cargados de actividades de todo tipo y para todos los públicos que hacen que durante un tiempo Rebollo se olvide de la soledad del invierno que estos días comienza a notarse de manera más intensa.

Pequeños sabrosos

Aunque su producción es menor, los garbanzos de Rebollo gozan de una fama que atrae a compradores de otros pueblos

Isabel Jimeno.

Plaza de Rebollo y, al fondo, iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. / I. J.

La agricultura sigue siendo el principal pilar de la economía local, como en buena parte de los pueblos de la provincia de Segovia. Aunque en su caso, con una característica especial, pues entre los abundantes campos de cereal, se cuela un producto con nombre propio en Rebollo. Y es que, aunque ya no son tan abundantes como antaño, los garbanzos son una de las mejores cartas de presentación de esta pequeña localidad segoviana con poco más de un centenar de habitantes.

El descenso y envejecimiento de la población no solo han supuesto que la vida se haya apagado un poco en Rebollo, que algunas costumbres hayan caído en desuso, sino que también han provocado que el cultivo de sus afamados garbanzos también haya disminuido. Aún así, hay quien todavía sigue produciendo este exquisito producto como lo hicieron sus antepasados, con los trucos y secretos transmitidos de generación en generación, pues ya se cultivaba en el siglo XIX. Así lo cuenta Pascual Madoz en la descripción de Rebollo, del que destaca la producción de diversas legumbres, entre ellas los garbanzos.

Quizá para muchos sean desconocidos, pero lo cierto es que los garbanzos de Rebollo gozan de fama y prestigio como uno de los alimentos naturales destacados de la rica huerta segoviana. Dicen que quien los prueba, suele volver a por ellos. Aunque esa tarea cada vez se complica más. Como otras muchas tradiciones, el paso del tiempo y el descenso de población ponen en riesgo la continuidad de la que, durante años, ha sido una de las señas de identidad de este pueblo segoviano.

Casi reducidos solo al consumo particular, cada verano, las tierras de Rebollo siguen dando esos frutos tan apreciados. Pequeños, uniformes y sabrosos, los garbanzos siguen alimentando los cocidos y haciendo las delicias de los paladares que prueban este rico fruto que dan las tierras de esta localidad, asentada en un otero, cruce de carreteras, a medio camino entre las turísticas Pedraza y Sepúlveda y a la que también paran los visitantes para adquirir su famosa legumbre.