Encinas

Reducidas esperanzas de crecimiento

La cercanía a la N-I alienta la única posibilidad para que Encinas asiente población

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Entre los tonos dorados de los campos de cereales que ya se han segado, unas tierras rojizas salpican el paisaje que rodea Encinas. En la subida hacia el pueblo por una de las vías de acceso, desde la cercana localidad de Aldeonte, una solitaria encina aparece entre los campos de labor que dan trabajo a algunos de los habitantes del pueblo.

La agricultura ya no es lo que era y la ganadería tampoco, por lo que estos tradicionales medios de vida, sustento de la economía de Encinas y de la mayoría de los pueblos segovianos, no aseguran una salida laboral a los pocos jóvenes que quedan en el pueblo.

El alcalde, José Antonio de Dios, es consciente de que solo las industrias favorecen el asentamiento de población. «Estamos en una zona que no hay industria y eso es lo que retiene gente», lamenta el regidor que cree que «no vendrá nadie más que los que ya se han quedado en el pueblo».

Solo la cercanía a la N-I permite mantener una pequeña esperanza de un futuro mejor para Encinas, que incluso dispone de terrenos a escasos dos kilómetros de esta importante vía. «Estamos al lado de la N-I y si hubiera una industria cerquita, en Boceguillas o en un radio de 20 kilómetros, la población se podría asentar, no solo en los pueblos más grandes, sino también en otros más pequeños para el que le guste la tranquilidad. Eso pasa en otras zonas, pero aquí en Segovia es en general el mal endémico que tenemos. Sobre todo en la zona nordeste no hay gente ni industria», lamenta el regidor. Pero José Antonio de Dios también es consciente de que no solo hace falta disponer de terrenos. Los estudios de viabilidad y la garantía de recursos en la zona determinan finalmente la posibilidad de instalar industrias en la zona. Una posibilidad que, aunque no se descarta, en Encinas todavía se ve lejana.

«El futuro es muy negro, no se ve nada halagüeño», se queja el regidor, al que ni siquiera le queda el consuelo de ver cómo en verano la llegada multitudinaria de veraneantes alegra la vida en este pequeño pueblo, que como muchos otros de la comarca nordeste segoviana, la más despoblada de la provincia, no supera los cien habitantes.

Sin acceso a Internet

Aunque con poca gente, muchos ya jubilados y un reducido número de jóvenes, José Antonio de Dios reclama los mismos derechos y comodidades para sus vecinos que para quienes viven en un pueblo más grande. Entre esas demandas que sirvan para animar a los jóvenes a quedarse en el pueblo, el regidor apunta la posibilidad de conectarse a Internet, un lujo prácticamente inalcanzable para los habitantes de Encinas, que deben conformarse con un sistema de telefonía fija inalámbrico que no permite el acceso a la red.

Rehabilitar la Casa Consistorial, un viejo edificio con zonas en estado ruinoso, es otra de las demandas del municipio, que como muchos, mira con preocupación el incierto futuro que se avecina con una población en buena parte envejecida.

La fiesta de la tormenta

Encinas celebra cada 20 de junio San Silverio en recuerdo de las tormentas que siete años seguidos cayeron ese día sobre el municipio

Isabel Jimeno.

Procesión en la fiesta de San Silverio, en la localidad de Encinas. / EL NORTE

Cuenta la leyenda que cada 20 de junio, cuando el calor anuncia que llega el verano, la estación más cálida también se encarga de traer su otra carta de presentación, esas nubes bien cargadas que en unos minutos descargan una fuerte tormenta.

Y cada 20 de junio, se repetía en Encinas. Una fuerte tormenta sacudía la localidad. Así siete años seguidos. Los vecinos hicieron sus cálculos y, con cierto asombro, recordaron que siempre en la misma fecha unos minutos de aguacero e incluso granizo acababan con buena parte del duro trabajo en el campo, el que servía de sustento para casi todas las familias y el que hoy sigue siendo uno de los pilares básicos de la economía de este pequeño pueblo.

Echaron un ojo al calendario y descubrieron que el santo que se celebra ese día era San Silverio, por lo que desde entones, hace muchos, muchos años, los vecinos de Encinas rinden un homenaje a este santo que antes siempre traía de la mano la temida tormenta.

Leyenda, creencia y devoción se mezclan en esa festividad que aún hoy continúa celebrándose el 20 de junio. Y es que a esta fiesta no le ha afectado la costumbre de acoplarla al fin de semana para facilitar que acuda más gente. Siempre el 20 de junio, caiga en lunes, jueves, viernes o domingo, Encinas rinde un homenaje a San Silverio.

Misa y procesión al son de la dulzaina y el tamboril marcan el paseo por las calles cada 20 de junio, y es que, según dicen, no puede perderse la tradición ya que una posible variación podría desencadenar aquellas temidas tormentas que siempre por estas fechas sacudían el pueblo.

Nueve días después, otra fiesta, aunque no oficial, hace del 29 de junio una jornada algo especial. Aunque es el patrón, San Pedro no está marcado en rojo en el calendario de festivos, pero los vecinos siguen guardando un día en el que las tareas se relajan y la misa y la procesión no faltan en honor del patrón.

Y también la patrona tiene su fiesta. Llega en octubre, el primer fin de semana, con los festejos mayores en honor de la Virgen del Rosario. Aunque modesto y de acuerdo con las posibilidades de un pueblo de apenas sesenta habitantes, el programa incluye alternativas para todos con actividades para niños, verbena nocturna la noche del sábado, misa, procesión y baile-vermú en un domingo que se sale de lo común.Próximo pueblo: Aldeonte

Único testigo

Tan solo un ejemplar a las afueras del pueblo prueba la existencia en el pasado de un gran encinar que dio nombre a la localidad

Isabel Jimeno.

Con un paisaje dominado por los colores amarillos de los campos de cereales recolectados o a punto para lo cosecha que tapan buena parte del suelo de tonos rojizos que anuncia la proximidad de la sierra de Ayllón, cuesta trabajo creer que en otro tiempo el verde de los árboles tapase buena parte del territorio en el que se asienta Encinas.

Pero lo cierto es que un día, hace muchos años, siglos, fue así. Y los primeros pobladores que ocuparon estas tierras, en tiempos de la repoblación tras la expulsión de los árabes, así lo hicieron constar en el nombre que otorgaron a este territorio.

Enzinas de Caballeras. Así se llamó en un principio esta localidad del nordeste segoviano cuyo documento más antiguo se remonta al siglo XIII. Una denominación en la que reflejaron la abundancia de estos árboles que había en la zona. Un gran encinar debió de cubrir estos terrenos siglos atrás.
Sin embargo, de aquel pasado apenas quedan rastros. Tan solo una encina sobrevive al paso del tiempo.

A unos metros del pequeño caserío de Encinas, en medio de los campos de labor, ve pasar la vida de este municipio que en épocas pasadas, aunque más cercanas, contaba entre sus atractivos medioambientales con tres fuentes, la del Val, la de Valdellano y la de la Huerta, que surtían de agua a sus vecinos.
Al igual que hace años fue perdiendo sus árboles, ahora pierde otro de sus tesoros más preciados: sus habitantes. Lejos han quedado aquellos tiempos, a mediados del siglo XIX, cuando cerca de trescientas personas vivían en esta localidad.

Hoy, poco más seis decenas mantienen con vida este pueblo que trata de sobrevivir intentando aprovechar las posibilidades que le brinda su ubicación a escasos kilómetros de la N-I, una de las principales vías de comunicación que atraviesan la provincia de Segovia.

Niños sin columpio

Encinas quiere construir un parque para los mayores y pequeños que todavía hay en la localidad

Isabel Jimeno.

Imagen del Ayuntamiento de la pequeña localidad segoviana de Encinas. / ISABEL JIMENO

Imágenes blancas

La iglesia de Encinas posee tallas de varios santos en color blanco que pretenden imitar el mármol

Elena Rubio Aragoneses

Encinas se encuentra situado en el nordeste de la provincia, a escasa distancia de la A-1. Sin embargo, esa proximidad con una de las carreteras que soporta un importante tráfico para comunicar el centro con el norte de España no se ha trasladado a las calles de este pequeño pueblo, donde la nota predominante es la tranquilidad.

Una paz que se siente a medida que uno se aproxima a la localidad y que va recorriendo un paisaje rodeado de campos de cereal en los que en esta época del año contrastan los colores amarillos del trigo con los de las tierras rojizas características de la zona.

En un pequeño montículo se asientan las casas de la localidad y la iglesia de San Pedro de Encinas, que da la bienvenida al visitante. Se trata de un templo construido con piedra de sillería durante los siglos XVI y XVII cuya espadaña tiene tres cuerpos de vanos con unos arcos inferiores cegados.

En el exterior también llama la atención un escudo de armas situado entre los ventanas, muy próximo a la portada del siglo XVI. Para acceder al interior del templo se consigue por el muro sur, que ha sido reforzado por dos grandes contrafuertes colocados a primeros del siglo XX. Ya en el interior se pueden apreciar tres naves y una cabecera poligonal cubierta con una bóveda de crucería de estilo postmedieval del siglo XVI, que dibuja una estrella de seis puntas.

Palomares y lavaderos

Destacados son también los retablos. Uno de ellos, el de la Soledad, conserva unas tablas de estilo renacentista atribuidas al Maestro de Duruelo. Los temas representados en estos lienzos son: el Nacimiento, la Adoración de los Reyes, San Pedro y San Pablo, Santa Lucía, San Miguel y San Sebastián. Otro de los retablos destacados es el mayor, de estilo neoclásico. Está dorado y tiene tres calles. En la central se encuentra San Pedro sentado en el trono mientras que en las calles laterales están las imágenes de San Pablo y San Andrés.

Todas las imágenes son blancas, bien por imitar al mármol o bien porque no llegaron a policromarse. También cuenta con una custodia de sol realizada en plata. Fue regalada por Manuel Gil Sánchez, cura del lugar, en 1783.

Los vecinos de este pueblo han vivido siempre de la agricultura y la ganadería, tal y como lo refleja Madoz en su radiografía de la provincia de mediados del siglo XIX. Por aquel entonces los habitantes de este pueblo producían trigo, cebada, garbanzos, algarrobas y muelas. También criaban ganado lanar, mular y asnal. Además de cazar liebres, conejos y perdices. Y hablando de aves, en el pueblo todavía quedan en pie varios palomares, todos de planta cuadrada y orientados al sur para aprovechar el calor solar.

Y del sol al agua, porque Encinas se encuentra al sur del río de la Vega. En el entorno del pueblo brotaban hasta hace poco tiempo las fuentes de Valdeavellano, de la Huerta y del Val, y sobre todo de esta última se surtían los vecinos de la localidad. Todavía quedan algunos vestigios de esta fuente.

Como recuerdo también se pueden contemplar a las afueras del pueblo unos viejos lavaderos, en avanzado estado de deterioro. Lo que no quieren que se deteriore más es la antigua casa del médico. Por eso han destinado a su reforma los 10.442 euros del Plan E.

Un respiro asistencial

Una subvención hará posible habilitar un local para la atención médica

Fachada del Ayuntamiento, en muy mal estado ya desde su exterior. :: M. RICO

MÓNICA RICO

En los municipios pequeños el presupuesto es muy pequeño y se debe estirar al máximo para dotar a los vecinos de los servicios básicos. Por eso dependen casi en su totalidad de las subvenciones de otras administraciones, para poder ejecutar proyectos importantes.

Este es el caso de Encinas, con numerosos proyectos, algunos de ellos prioritarios y poco presupuesto. Sin embargo, en los últimos tiempos sí han llegado pequeñas ayudas, gracias a las cuales los habitantes de esta pequeña localidad contarán con mejores servicios.

La noticia más importante para el municipio es la llegada de una ayuda para ejecutar mejoras en el centro de salud. El actual consultorio médico apenas cubre las necesidades básicas, con deficiencias en la instalación eléctrica y grandes humedades en las paredes de todas las salas. Incluso Sanidad había afirmado a través de informes que las condiciones no eran aptas, pero no existía ningún otro lugar en el municipio para que el médico atendiera a los pacientes.

La llegada de esta ayuda supondrá comenzar a redactar un proyecto para instalar un pequeño consultorio. La idea del alcalde, David Redondo, es realizar esta nueva consulta en una parte de los espacios de la planta de calle del Ayuntamiento, junto al salón que se está acondicionando para usos múltiples, donde también se instalaría una pequeña sala de espera, todo ello con el fin de centralizar los servicios, para una población que se encuentra muy envejecida.

Aunque esta subvención ha supuesto un pequeño respiro, las necesidades siguen pasando por el arreglo del edificio del Ayuntamiento, una Casa Consistorial de grandes dimensiones, que en algunas de sus zonas se convierte en apenas habitable. Tiene habitaciones con decenas de grietas e incluso algunas con agujeros que se tapan con plásticos para que las lluvias no entren y deterioren aún más si cabe el edificio.

La construcción estuvo incluso a punto de venirse abajo hace unos años, pero sigue en pie gracias al arreglo de la cubierta que se llevó a cabo hace dos años. Ya desde la calle se percibe que el edificio no se encuentra en condiciones correctas. La falta de banderas por falta de presupuesto es casi anecdótico, porque lo que más impresiona son las grietas de las paredes y agujeros en los techos. Puertas y ventanas apuntaladas y humedades en las paredes son la tónica general de las salas del edificio, a excepción de una, la que utilizan el alcalde y la secretaria interventora.

Gracias a las subvenciones recibidas en los últimos meses han comenzado los arreglos, aunque en la parte baja, donde se encontraba una sala prácticamente diáfana que ahora se ha arreglado para distintas actividades y reuniones, así como lugar de cobijo durante las fiestas en honor a la Virgen del Rosario, en octubre, cuando las temperaturas ya no son agradables.

A través de este salón se accedería al nuevo cuarto, en el que se instalará el consultorio. Otro de los proyectos del municipio es el cambio de redes de saneamiento. Hasta el momento se han arreglado algunos tramos.

Sin embargo y a pesar de los problemas, la vida intenta resurgir en este pequeño municipio. En los últimos años se ha conseguido dar un auge a la construcción y rehabilitación de viviendas. Algunos son hijos del pueblo que regresan, pero otros encuentran en Encinas un lugar donde descansar de la gran ciudad, a poco más de una hora de Madrid.

Son ventajas que cada vez descubren mayor número de personas, que eligen el pueblo para pasar sus fines de semana y el verano. Gracias a ellos, las dos únicas niñas con las que cuenta el municipio, tienen más amigos con los que jugar.

Los proyectos también pasan por potenciar los espacios naturales de la localidad. En este sentido se está trabajando en la creación de sendas para pasear y para los aficionados al deporte de la bicicleta.