Gallegos

Una torre marca el camino

Gallegos quiere aumentar algo su población, pero sin perder la esencia de pueblo que todavía conserva

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

En lo alto de una loma, los restos del Torregil se sobreponen al paso del tiempo. Unas ruinas que son todo un emblema del pueblo, una seña de identidad y que desde la carretera nacional, desde lejos, marcan el punto de referencia para situar a Gallegos. Al otro lado de la colina, entre los árboles aparecen las casas.

Las rocas del lugar montañoso en la que se asienta la localidad han servido de base para los cimientos de las casas. Y es que las grandes piedras asoman por las fachadas, en algunas calles sobresalen por encima del asfalto y es en la zona de la iglesia donde las rocas han servido para que el templo se alce aún más elevadas que el resto de las construcciones.

A los pies del Guadarrama, rodeado de vegetación y entre las rocas, Gallegos conserva un encanto especial que desea seguir manteniendo. «Queremos que siga siendo acogedor, que siga siendo pueblo, no queremos una ciudad dentro del pueblo», apunta el alcalde, Juan Francisco Lucas Yagüe, que no ve con malos ojos un ligero incremento del censo.

Aún así, el regidor sabe que ese crecimiento es complicado y en el futuro Gallegos «va a ser un pueblo de turistas, de fin de semana, de recreo y descanso por la proximidad de Madrid», apunta. «No hace falta ser un genio para ver que el fin de semana se llena todo», añade el alcalde.
Y es que en los últimos años se ha inaugurado una posada real, una casa rural y hay un proyecto para construir un complejo hotelero. Tres instalaciones de ocio en un pueblo de 120 habitantes que dan cuenta del tirón del sector. Además, el inicio y final en Gallegos de rutas por la Cañada Real Soriana Occidental también hace que el número de visitantes crezca.

Pero es en épocas puntuales como el verano cuando la población se dispara. «Se multiplica por siete fácilmente», subraya Juan Francisco Lucas. «Lo que sorprende es la cantidad de niños que hay, porque en el pueblo todavía viven unos poquitos, pero en verano hay muchos más».

Pero es aumento de gente también genera sus inconvenientes y más en un verano como el pasado que, por fortuna para los galleguillos, ya ha quedado atrás y las restricciones en el suministro de agua han desaparecido. Por fin se han podido olvidar de esa primera quincena de agosto, cuando solo disponían del agua seis horas al día, de 8.00 a 13.00 y de 21.00 a 22.00 horas. «A las nueve no quedaba nadie en a calle porque se iba todo el mundo a casa a ducharse o a hacer cualquier cosa porque solo había una hora de agua», apunta María del Mar Vicente, una de las concejalas. «Pero al final te acostumbras», añade la edil, quien recuerda que durante todo el mes siguieron los cortes nocturnos porque el río Avellano, del que se abastece Gallegos se había secado.

Con llegada de las lluvias, la paulatina renovación de la red de abastecimiento, con numerosas fugas, y la construcción de la presa sobre el río Ceguilla esperan que los problemas lleguen a su fin.

Danzas en la fiesta

Pero no solo en verano regresa la gente a Gallegos. Las fiestas de Nuestra Señora del Rosario, el primer fin de semana de agosto, son una cita ineludible para los hijos del pueblo, aunque ahora los festejos mayores se reservan para los de agosto. Las danzas dedicadas son toda una institución en el municipio y los más pequeños se afanan durante el verano para aprender de la mano del grupo Los Galleguillos los bailes con los que durante la procesión por la mañana y la de la tarde honran a la Virgen en un día en el que Gallegos vuelve de nuevo a la tranquilidad del invierno.

Latigazos de diversión

La figura de ‘La Zorra’ anima la jornada dominical de las fiestas del Rosario en Gallegos

Isabel Jimeno.

Queda poco para que el colorido traje de ‘La Zorra’ vuelva a salir del armario y corra por las calles de Gallegos. Con el comienzo de octubre, cuando el frío empieza a ser más intenso e invita a quedarse en el interior de las casas, unos días para la diversión, para llenar las calles de la localidad, para decir adiós al verano y prepararse para el invierno, la estación más solitaria. Con una fiesta celebran este momento en esta localidad ubicada en la sierra de Guadarrama.

El primer fin de semana de octubre sigue siendo una fiesta importante en Gallegos, la que se celebra en honor de la Virgen del Rosario, que es honrada por todo lo alto, aunque la mayor concentración de gente y actividades ahora se centran en las fiestas de agosto, el tercer fin de semana en honor de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, una de las muchas que todavía se celebran.

Pero las del Rosario siguen siendo muy especiales, en las que la tradición sigue más presente. ‘La Zorra’ vuelve a salir y animar todo el día en Gallegos.

Enfundado en su vistoso y colorido traje, este personaje hace que la procesión de la mañana y también la de la tarde tenga un ambiente especial. Provisto de su látigo, persigue a mayores y pequeños para infundirles su castigo. Y así, entre lo pagano y lo religioso transcurre el recorrido por las calles de Gallegos.

Corriendo de un lado para otro, ‘La Zorra’ recorre todo el pueblo. No hay un rincón que le quede por visitar. Por las calles, en el bar y hasta en las casas se mete en busca de los galleguillos para darles con su látigo en una jornada en la que los niños se lo pasan especialmente bien.
Y por la tarde, tras la segunda procesión del domingo, llega el momento de la despedida. Del hasta luego al gentío del verano, del hasta las próximas fiestas y también de la despedida de ‘La Zorra’. Al calor de la hoguera, todos cantan la clásica ‘Adiós con el corazón’ mientras ‘La Zorra’ se consume entre las llamas. Y es que tras una intensa jornada en la que nadie escapa a su látigo, merece un castigo.

Final en la hoguera

El fuego se encarga de acabar con el malvado personaje en una quema con truco para salvar al osado que todos los años se enfunda el colorido traje. Aunque los niños respiran aliviados al ver cómo se consume quien les ha perseguido durante todo el día, la especial orografía de Gallegos, asentado en plena sierra, con cimientos de rocas que asoman por las calles, permite un truco: el túnel junto a la hoguera que permite a ‘La Zorra’ escapar de las llamas para volver otra vez con su látigo a las calles de Gallegos el primer domingo de octubre.

Una nueva realidad

Gallegos, que desde las últimas elecciones municipales es concejo abierto, mantiene varias fiestas a lo largo del año

Isabel Jimeno.

Danzantes de Gallegos, durante las fiestas de la Virgen del Rosario. / I. J.

La mayor parte de los habituales vecinos ya son mayores. La media de edad es elevada y el descenso demográfico casi inevitable. Y eso se ha notado, sobre todo, en las últimas elecciones municipales, cuando Gallegos vio cómo el descenso de población por debajo de los cien censados ha motivado que el Ayuntamiento pase a ser concejo abierto.

Una nueva situación administrativa que causó gran expectación en la primera asamblea del Consistorio. Casi nadie faltó a ese nuevo modelo de Pleno celebrado en julio en el que todos los vecinos mayores de edad tienen voz y voto. Un derecho que pocos quisieron perderse y hasta los más mayores que apenas salen de casa hicieron un esfuerzo para acudir a la abarrotada sesión.

En el ambiente, expectación por saber cómo es el nuevo funcionamiento, tristeza al comprobar que la disminución de gente es casi inevitable y un cierto alivio al comprobar que, aunque como concejo abierto, Gallegos sigue contando con su propio Ayuntamiento y no depende de otro pueblo, algo de lo que en esta localidad de la falda de la sierra de Guadarrama no quieren ni oír hablar. Su objetivo es seguir siendo independientes, mantener sus características, peculiaridades y tradiciones.

Entre esas cosas que, más o menos, siguen igual que hace años están las numerosas fiestas que continúan celebrándose en Gallegos gracias al aporte de los mayores y la voluntad de los numerosos jóvenes que no dudan en volver al lugar en el que hunden sus raíces siempre que hay un motivo especial.

En las fiestas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, el tercer fin de semana de agosto, es cuando más ambiente hay. Junto a las actividades tradiciones, las nuevas iniciativas propuestas por los más jóvenes como la elección del rey y la reina entre los componentes, pequeños y mayores, de las peñas. El desfile, el pregón, las orquestas y las competiciones son otros de los atractivos que hacen que durante unas jornadas en las que Gallegos recupera el gentío de sus mejores épocas.

Junto a estas, otras fiestas más pequeñas, pero de mucho encanto. Más familiares, pero también muy importantes para los galleguillos. Entre ellas, San Juan, que siempre se celebra el 24 de junio. La noche anterior, prenden la hoguera que los más osados se atreven a saltar. Y con las ascuas que quedan, chuletas para celbrar una fecha especial. También señalado es el día de San Cristóbal.

Ser auténticos

Gallegos conserva en su término bellos parajes naturales y mantiene tradiciones arraigadas desde hace décadas

ELENA RUBIO ARAGONESES

Gallegos se encuentra situado muy cerca de la carretera Nacional 110. Sin embargo, pocos son los que se han dado cuenta que detrás de una loma se localiza este pueblo que pretende ser, como reza el lema de su Ayuntamiento, «el pueblo más auténtico de la sierra». Y es que hoy en día siguen manteniendo vivas sus tradiciones, como la que tuvo lugar hace unos días con motivo de las fiestas del Rosario.

El domingo volvió a cobrar vida el personaje de 'La Zorra', quien con su traje colorido persiguió con su látigo a niños y mayores para darles su castigo. Salió en la procesión de por la mañana y corriendo de un lado para otro pasó por todos los rincones del pueblo en busca de sus presas. Unos 'latigazos' que finalizaron por la tarde, tras la segunda procesión. Al calor de la hoguera los vecinos del pueblo entonaron la canción del 'Adiós con el corazón', mientras este curioso personaje se consumió en las llamas.

No es lo único que este pueblo conserva de sus antepasados ya que al pasear por sus calles se pueden observar casas construidas en piedra o varios pilones. También se puede ver el potro de herrar de madera de enebro, un testigo cariñoso de una forma de vida ya pasada en la que la fuerza de las carretas y arados era fundamental. Unos animales que transitarían por muchas de las zonas que posee el pueblo, ya que se encuentra rodeado de prados y fresnedas.

Uno de los rincones más singulares por su valor paisajístico y ecológico es el conocido como 'Dehesa de la Vega'. Una zona que está atravesada por varias caceras y donde se localizan fresnos de gran porte. Fue donada hace años por una marquesa y está administrado por los vecinos de la localidad que lo aprovechan de forma comunal al estar dividido en suertes.

Pero toda esta riqueza natural no es lo único que se puede contemplar en Gallegos, el tercer pueblo con más altitud sobre el nivel del mar de toda la provincia. Precisamente en lo más alto de una loma es donde se encuentra uno de los símbolos de esta localidad: la conocida como Torregil.

Son unos restos románicos que se localizan en un otero a un kilómetro del pueblo, en el paraje denominado Las Lastras. Desde la Nacional 110 se contemplan a la perfección. Algunos autores creen que se trata de los restos de una fortificación, al estar en una atalaya. Otros afirman que son las ruinas de la iglesia de San Juan del Otero. La que no está en ruinas es el la actual iglesia, dedicada a San Juan Bautista. Es un sencillo edificio barroco de una sola nave. Está levantado sobre un gran peñasco y pudo construirse sobre otro templo anterior ya que su torre y su pila bautismal son de origen románico.

Y hablando de obras, pero esta vez del presente, en Gallegos se invertirán 30.000 euros para mejorar el firme, con aglomerado, en las calles Mayo, Campillo, Eras y Travesía Linera. Un proyecto que se acometerá gracias al último Plan Extraordinario de la Institución Provincial. La Diputación aportará 21.000 euros del total. No es la única subvención que ha recibido el municipio este año ya que los 17.876 euros procedentes del Plan E se han destinado a la tercera fase de la colocación de las tumbas del cementerio.

Desde Galicia

La primera vez que se tiene referencia escrita de Gallegos en el año 1204, cuando se cita por primera vez como 'Galegos'. Un nombre que hace referencia a la procedencia de los repobladores de estas tierras, Galicia. Antiguamente pertenecía a la división de la Vera de la Sierra de la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza y contaba con los barrios de Galleguillos, Sancho Iñigo y Rehoyo. Los dos primeros debieron desaparecer pronto mientras que Rehoyo se despobló hacia finales del siglo XIX. Éste último tenía a su vez dos barrios: Rehoyo de Encima y Rehoyo del Fondón.

Galleguillos se encontraba junto a la mojonera con Martíncano, Sancho Iñigo en la mojonera con Pedraza, donde aún quedan restos de tapias, mientras que en la mojonera con Matabuena se levantaba Rehoyo.