San Pedro de Gaillos

A ritmo de paloteo

San Pedro de Gaíllos proyecta viviendas protegidas y un polígono para facilitar el asentamiento de habitantes

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

La construcción de dieciocho viviendas de protección oficial en los noventa sirvió de impulso para recuperar el censo de San Pedro de Gaíllos y ahora el Ayuntamiento ya trabaja en la edificación de otra veintena de casas protegidas para incentivar el asentamiento de gente en el pueblo. «Al hacerse las casas de protección oficial se quedó gente joven y aumentó la población. Una prueba buena es el colegio, que hace 18 años estuvo a punto de cerrarse porque no había ni cinco niños y ahora hay 32, más doce o trece que van al instituto a Cantalejo y cuatro o cinco que no están en edad escolar», destaca el alcalde, Juan Carlos Montero.
Y es que la natalidad es un factor «muy importante en un pueblo» y más en San Pedro de Gaíllos, donde la mayoría de las familias superan la media y tienen tres hijos.

La construcción de viviendas protegidas también persigue acabar con los problemas de suelo y abaratar el precio del terreno. Un elevado coste que ha favorecido el resurgir de Rebollar, una pedanía de San Pedro de Gaíllos, a poco más de un kilómetro de distancia, en la que casi todas las casas en mal estado se están recuperando.

«Se vende caro. Aquí ha subido mucho el precio», advierte el regidor, que ve en la estética del pueblo uno de los atractivos para que los foráneos fijen sus ojos en la localidad. Las fachadas de piedra marcan las calles. Ahora una normativa regula la construcción, pero fueron los propios vecinos quienes decidieron picar las fachadas y sacar a la luz la piedra que el cemento y la pintura habían tapado.
Crear un polígono industrial que facilite la instalación de pequeñas industrias es otro de los proyectos para impedir que el padrón baje. «Parece que hay muchos jóvenes, pero el censo va para abajo porque hay mucha gente mayor», lamenta Juan Carlos Montero, que echa en falta «alguna industria, talleres, que es lo que fija población». Y es que en cuanto a servicios, San Pedro de Gaíllos goza de buena salud ya que con 365 habitantes puede presumir de tener tiendas, bares, restaurante, farmacia, oficinas de banco, residencia de ancianos, albergue, colegio y hasta piscina.

Centro de la danza

Pero no solo por su estética de fachadas de piedra es conocida la localidad. Quien verdaderamente ha dado a conocer el nombre de San Pedro de Gaíllos es su famoso grupo de danzas. Con una dilatada experiencia –«Gente de más de ochenta años ya bailaba», apunta el alcalde–, los danzantes de la localidad han exhibido sus vistosos trajes y dinámicos paloteos en eventos que guardan como un tesoro en la memoria. La actuación en 1960 en el Camp Nou, en la Expo’92 en Sevilla o en la de Portugal son algunas de las citas destacadas en el recorrido que aún lleva por toda la geografía española al grupo, integrado por al menos cuarenta personas, algunas en la cantera para saltar al escenario cuando es necesario. La escuela de dulzaina, tamboril y solfeo también cumple un papel destacado para mantener la tradición en el municipio.

Conscientes de la importancia de la danza en San Pedro de Gaíllos, el Ayuntamiento, con ayuda de otros organismos, está ejecutando el proyecto para la construcción de un Centro de Interpretación de la Danza. Una iniciativa en la que se podrá contemplar la evolución de la danza y los trajes regionales, contará con un taller, sala de audiovisuales y también dará cabida a otros bailes de la provincia, además de programar actuaciones mensuales tanto del grupo de la localidad como de otros puntos de la provincia. Una extensión del ya tradicional certamen que se organiza con motivo de las fiestas y que este año congregó a más de mil trescientas personas en la plaza para ver el espectáculo. Y es que hablar de danza tradicional segoviana implica hacer una referencia a San Pedro de Gaíllos.

Palos con cantera

El veterano grupo de danzas de San Pedro de Gaíllos lleva los bailes de la localidad por toda la geografía

Isabel Jimeno.

Es algo que se lleva dentro. Que va pasando de generación en generación y que cuenta con una amplia cantera que asegura que una de las señas de identidad de San Pedro de Gaíllos durará muchos años más. Tras un parón entre los años setenta y el comienzo de la década de los ochenta, las danzas han vuelto a tomar auge en esta localidad segoviana y casi no hay fin de semana, sobre todo en verano, que sus danzantes no tengan una actuación.

Han recorrido casi todos los rincones de la provincia, pero sus viajes también se extienden por toda la geografía nacional e incluso han salido a Portugal. Aunque todas son importantes y a todas dedican atención y ensayos, en el recuerdo de todos quedan guardadas dos muy especiales: la que llevó el nombre de San Pedro de Gaíllos a Barcelona en 1960 y la que permitió al grupo actuar en Sevilla con motivo de la Expo’92.

Hay un grupo, masculino y femenino, que actúa, pero detrás cuenta con el respaldo de otros dos que aseguran la continuidad y la sustitución de alguno de los danzantes cuando es necesario. Aunque es mixto, la mayor parte de las piezas se interpretan por separado. Ellas, especializadas en las jotas, y ellos, dedicados fundamentalmente al paloteo. Pese a que casi todo el repertorio se hace dividido, hay dos momentos en los que los danzantes se juntan: al principio, con ‘La entradilla’, y al final, con ‘El Arco’, que cierra las numerosas actuaciones que a lo largo del año realizan y que además suponen una excelente manera de dar a conocer el pueblo.

Muchas intervenciones que requieren una preparación. En invierno, cuando hay menos actuaciones y también faltan en el pueblo algunos de los danzantes, los ensayos tienen lugar una vez al mes; pero en verano, cuando el trabajo se intensifica, se reúnen dos veces a la semana.
Y es que todo debe estar preparado y no pueden perder la forma para ejecutar sus bailes y los paloteos, que llaman especialmente la atención, al igual que las faldas de ellos, que contrariamente a lo que ocurre en otros lugares no palotean con pantalón.

Centro de interpretación

La tradición y el arraigo de los bailes típicos entre los sampedreños también ha impulsado al Ayuntamiento a construir un centro de interpretación del folclore y la música popular. El edificio ya se ha levantado y ahora solo quedan por resolver algunos problemas de edificación y recaudar más ayuda institucional para poner en marcha un proyecto que esperan comience a andar en un año.
Un museo sobre la evolución del traje de danzante y de los instrumentos –para el que ya cuentan con numeroso material donado por los vecinos– es uno de los elementos sobre los que se sustenta la iniciativa, que según apunta el alcalde, Juan Carlos Montero, se pretende que sea dinámica, por lo que además incluirá talleres para enseñar a bailar.

Puntería femenina

Las mujeres siguen jugando a los bolos, un deporte muy arraigado en San Pedro de Gaíllos

Isabel Jimeno.

Un grupo de mujeres juega a los bolos en San Pedro de Gaíllos. / FERNANDO MAESTRO

Si las danzas son una de las tradiciones más arraigadas y características de San Pedro de Gaíllos, el juego a los bolos, también. Hombres y, sobre todo,mujeres, son las encargadas de mantener vivo este deporte autóctono que antaño sirvió de entretenimiento en los ratos de ocio.

Practicado durante años exclusivamente en las fiestas patronales, recientemente ha vuelto a cobrar importancia y el campo junto a la iglesia parroquial de San Pedro ve cómo las sampedreñas afinan la puntería en más ocasiones para preparar los festivales y campeonatos de esta modalidad que tienen lugar en diferentes rincones de la provincia y a los que las jugadoras de San Pedro de Gaíllos acuden como uno de los pueblos en los que se mantiene vivo este tradicional deporte con unas características propias.

Dos modalidades

Son las mujeres mayores, las que aprendieron a jugar de niñas, quienes sacan los bolos, las bolas y el michi a la arena y compiten con las reglas de juego de siempre. Aunque menos, también los hombres juegan a los bolos, y con más modalidades que las féminas, pues además de por derribo, compiten en el ‘pasabolos’, una variante que exige derribar los palos y que estos también superen las líneas marcadas en el campo para puntuar. Típico de hombres, el ‘pasabolo’ también es practicado por las mujeres en alguna de sus tiradas.

Divididas en grupos con igual número de componentes, el sorteo determina quiénes empiezan a lanzar. Así, una tras otra, por turnos, hasta alcanzar la puntuación determinada derribando, según las normas, los nueve bolos de 35 centímetros de alto y cinco de diámetro elaborados con resistente madera de encina.

La partida comienza con el conocido como ‘tiro parriba’, en el que los nueve bolos se ponen en tres filas, separados entre sí por igual distancia que la altura de los palos, salvo los tres de la izquierda, que deben situarse todos juntos frente al ‘michi’, otro bolo de menor tamaño, para ser derribados en el primer lanzamiento.

Para continuar el juego, los bolos se colocan formando un cuadrado de tres filas con la línea del ‘michi’ a cinco metros y la ‘línea de pabajo’ o ‘rebatida’ a entre tres y siete metros. Comienza el tiro desde ‘la línea de birle pabajo’. La partida a los bolos continúa. Así, una tras otra, las mujeres extreman su puntería para que su equipo sea el ganador de la partida a los bolos, un deporte autóctono muy arraigado en San Pedro de Gaíllos.