Cabezuela

El baño del sifón

La ‘sifonada’ del último día de las fiestas del Cristo del Humilladero supone una de las actividades más características de Cabezuela

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Los cabezolanos esperan con ansia las fiestas en honor del Cristo del Humilladero, en torno al 14 de septiembre. Cinco días de intensa actividad, sin apenas tiempo para dormir y descansar, con misa, procesión, verbenas, charangas, chocolatadas y, sobre todo, el estandarte de las fiestas de Cabezuela: los encierros por el campo y por las calles y las corridas de toros. Y al día siguiente, vuelta a empezar.

Pero si hay un elemento que hace peculiares los festejos de la localidad es la ‘sifonada’ el último día de las fiestas. Una actividad ya tradicional que comenzó hace más de un decenio casi por casualidad. Las bromas con las cañas del vermú para refrescar el ambiente acabaron con un baño de sifones del camión que había llegado a repartir a un bar. «Que tuvimos que pagar, claro», recuerda el alcalde. Ahora 280 cajas de sifones, todo un clásico de los bares hace años y ahora prácticamente en desuso, sirven para la batalla a sifonazos entre las peñas de la localidad.

Y es que la gran presencia de jóvenes en Cabezuela ayuda a mantener el ambiente, sobre todo en fiestas. Los actos no se reducen a los días grandes, sino que ya desde el 1 de septiembre empiezan a entrar en ambiente con variadas actividades. Y es que estas fiestas, al igual que otras, como las de la Octava del Corpus, tienen gran importancia en el pueblo, que dedica cerca del 30% del presupuesto municipal a los festejos.

Precisamente a los más jóvenes están dirigidas las importantes inversiones en las instalaciones deportivas del pueblo con la iluminación del campo de fútbol, el frontón y las pistas. Incluso Cabezuela cuenta con un campo de golf rústico de nueve hoyos mancomunado con Puebla de Pedraza con doscientos socios que el Ayuntamiento de Cabezuela trata de potenciar porque «la gente viene y repercute en los negocios de la zona», advierte el alcalde, Antonio Sánchez Sacristán.

Esa destacada presencia de jóvenes hace que las perspectivas de futuro en Cabezuela sean optimistas. «Creo que, como mínimo, el pueblo va a mantenerse o incluso crecer. Este año van a entrar pocos niños al colegio, pero dentro de dos, siete u ocho», subraya el regidor. Incluso las aulas se están haciendo nuevas.

Con una especial atención a los jóvenes, el futuro del pueblo, el Ayuntamiento tampoco se olvida de los mayores y negocia con una empresa la construcción de una residencia. Aunque para ver realizado el proyecto, que cuenta con buena acogida entre la gente mayor, primero deberán aprobarse las normas subsidiarias.

La rehabilitación de la Casa Consistorial, de la que solo queda la fachada principal, es otro de los grandes proyectos municipales puestos en marcha.

Viviendas
La cercanía con Cantalejo, un pueblo más grande y con más servicios, al que se puede acceder incluso por un paseo de apenas dos kilómetros, juega una doble baza para el desarrollo de Cabezuela, que quiere incrementar los beneficios de esa proximidad.

Muchos cabezolanos trabajan en el cercano municipio y Cabezuela quiere que el lugar de residencia no se traslade también al pueblo briquero, sino que se quede en la localidad. Los incipientes pasos para la creación de una cooperativa para la construcción de 26 viviendas, la mayoría para gente joven, alienta las esperanzas de crecimiento en este pueblo, que en los últimos años ha logrado crecer gracias también en parte a la llegada de inmigrantes, que representan un 8% de los 764 habitantes.

De las cañas a la ‘sifonada’

Peñistas y particulares se bañan con más de un millar de sifones el último día de las fiestas del Cristo del Humilladero

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Todo comenzó como una broma, como una pelea entre amigos en un día de fiesta con mucha dosis de humor y ahora ya se ha convertido en toda una tradición, en un elemento diferenciador de las fiestas de Cabezuela. La ‘sifonada’ es una de las señas de identidad de los festejos en honor del Santo Cristo del Humilladero, que se celebran en torno al 14 de septiembre.

Las verbenas, los actos religiosos, las charangas y los imprescindibles festejos taurinos, con corridas y tres encierros campestres tienen casi como punto y final la ‘sifonada’.

De aquellas broma en el bar en la que dos amigos comenzaron tirándose las cañas se ha llegado a una batalla perfectamente organizada. De las cervezas pasaron a los sifones del camión del reparto que pasaba por allí para descargar. El vendedor se quedó sin el género hoy prácticamente en desuso y los cabezolanos tuvieron que pagar la mercancía que habían descargado sobre el cuerpo de los vecinos.
Y la broma fue tan bien aceptada que ya desde hace unos quince años forma parte del programa del último día de fiesta. A la una del mediodía, los más de mil sifones que adquieren el Ayuntamiento y las peñas de Cabezuela están preparados en el centro de la plaza de España para que comience la batalla. En un frente un grupo de peñas, en el otro, el resto prestas a salir corriendo a hacerse con el peculiar arsenal. Y comienza la batalla, se inicia la mojada diversión. Uno tras otro, los sifones se van acabando con el personal, peñistas y particulares, completamente calado.

Esta es, sin duda, una de las actividades más curiosas de las fiestas del Cristo del Humilladero, y también una de las más multitudinarias. Y la paellada es otra de las que más gente congrega. Desde hace unos años, el tercer día de fiesta, gracias a la colaboración de un empresario, los cabezolanos y todos los que se quieren unir a la fiesta degustan junto a las piscinas una gran paella para más de mil personas de la que no sobra casi nada.

Una buena manera para coger energías antes de disputar la ‘sifonada’ y para reponerse de los cinco intensos días que se viven con motivo de las fiestas. Los encierros campestres, el vermú, las comidas, los espectáculos taurinos por la tarde, las veladas nocturnas, las chocolatadas para entrar en calor de madrugada se suceden sin tiempo para descansar en unos días que los cabezolanos esperan con impaciencia cada año.

Antes de que llegue septiembre, el espíritu festivo regresa este fin de semana a Cabezuela con las fiesta de la Octava del Corpus Christi.

Palos y ofrendas

Las danzas, hoy desaparecidas, fueron durante siglos una seña de identidad de las fiestas de la Octava del Corpus en Cabezuela

Isabel Jimeno.

Las fiestas grandes están reservadas al mes de septiembre. Cinco intensas jornadas en torno al 14, el día grande en honor del Santo Cristo del Humilladero, que desde hace décadas acapara las grandes celebraciones de Cabezuela, en otro tiempo dedicadas a Nuestra Señora de la Asunción, patrona de la iglesia, el 15 de agosto.

La música de orquestas y charangas, los festejos taurinos con sus correspondientes encierros y las comidas populares no falta en estos días que culminan con la ya típica sifonada, en la que cientos de vecinos y peñistas se bañan con el contenido de los mil sifones adquiridos para la ocasión.
Tampoco faltan los actos religiosos, muy importantes y en torno a los que giran algunas de las tradiciones que se conservan, como la ofrenda al Santo Cristo del Humilladero. Los cabezolanos cumplen con el ritual de llevar sus presentes hasta la ermita, ubicada en un extremo del pueblo, para que luego sean subastados y recaudar fondos que ayuden a mantener el templo.

En el recuerdo

Peor suerte han corrido otras tradiciones, como las danzas. Típicas antaño de las fiestas de la Octava del Corpus Christi, hoy en día sólo quedan en el recuerdo de los mayores, pues muchos de ellos palotearon. Y es que eran toda una seña de identidad de la otra fecha señalada de Cabezuela, pues su existencia se remonta al menos a principios del siglo XVIII, pues ya en 1719 se tiene conocimiento de la existencia de las dazas en la localidad en honor del Santísimo, cuando ya los cabezolanos bailaban tanto en el interior de la iglesia de Nuestra Señora como durante la procesión por las calles.

Durante años, la cofradía del Santísimo, integrada exclusivamente por hombres, fue la encargada de impulsar y mantener vivas las danzas de paloteo. Y sólo los cofrades tenían el honor de bailar delante del Santísimo, aunque ya entrado el siglo XX, también las mujeres se unieron a la tradición con la constitución en 1940 de un grupo de danzas mixto para dar mayor vistosidad a las fiestas de la Octava del Corpus Cristi, que aún hoy sigue siendo una fiesta importante, con juegos, verbenas y la procesión, aunque ya sin sus clásicas danzas de paloteo.

Mejoras para todos

El Ayuntamiento de Cabezuela trata de mejorar la imagen del pueblo y ofrecer nuevos servicios a los vecinos

Isabel Jimeno

Son unos de los días más especiales del año, los más esperados por muchos y, aunque aún faltan dos meses para la fecha marcada en rojo en el calendario, la cuenta atrás para las fiestas mayores en honor del Cristo del Humilladero, en torno al 14 de septiembre, ya ha empezado en Cabezuela. De hecho, el Ayuntamiento se encuentra en estos momentos inmerso en ultimar los detalles. Verbenas, festejos taurinos, encierros, charangas... Muchos detalles para que todo salga bien.
A la vez que se perfilan las actuaciones de las fiestas mayores, el Consistorio sigue trabajando en otros proyectos siempre encaminados a mejorar el pueblo y la vida de sus vecinos, desde los más pequeños a los mayores.
Pavimentar y mejorar el estado de las calles y, sobre todo, de la plaza figuran entre las actuaciones destacadas del Ayuntamiento. Una vez acabada la deseada rehabilitación de la Casa Consistorial, el objetivo es seguir mejorando las instalaciones en las que los jubilados cuentan con un local de ocio y reunión.
También para los mayores va dirigida una de las metas que persigue el equipo de Gobierno de Cabezuela, que desde hace años lleva luchando por conseguir que se construya una residencia de ancianos y centro de día que atienda a este colectivo tan importante.
Aunque los mayores son un grupo numeroso, el de los jóvenes también lo es. Y es que Cabezuela puede presumir de lograr mantener e incluso incrementar la población en los últimos años. Todo un logro si se tiene en cuenta que no se trata de un pueblo del alfoz de la capital segoviana y que se encuentra a escasos kilómetros de otra localidad más grande y con más servicios como Cantalejo. Precisamente esa cercanía al municipio briquero juega una doble baza ya que, si por un lado atrae a gente de Cabezuela, otro muchos deciden quedarse en su pueblo original, lo que contribuye a que el padrón se mantenga sensiblemente por encima de los setecientos habitantes.
Junto a las parejas jóvenes que se instalan en el municipio, la llegada de inmigrantes, un fenómeno creciente en los últimos años también contribuye a la estabilidad demográfica en Cabezuela.
Facilitar que esa gente se quede es una de las preocupaciones del Ayuntamiento que se pone de manifiesto en medidas como la oferta de terreno municipal urbanizable para la construcción de viviendas, casi todas por parte de jóvenes, que aseguran el futuro de Cabezuela.
Además, otro de los grandes proyectos en los que se encuentra embarcado el municipio es la elaboración de las normas urbanísticas que permitan ampliar el espacio urbanizable de la localidad y facilitar la construcción de más viviendas que llenen de vida a este municipio segoviano con unos vecinos muy activos como lo demuestra la existencia de media docena de asociaciones a las que el Ayuntamiento trata de facilitar locales para que trabajen y la intensa participación en las fiestas del Cristo del Humilladero para las que los cabezolanos ya cuentan los días.

La historia de los Porretales

Un paraje natural sirve como explotación maderera y para cría del ganado

MÓNICA RICO

Iglesia parroquial de Cabezuela. :: M. RICO

Aunque Cabezuela es un pueblo rico en historia, costumbres, tradiciones, patrimonio y naturaleza, existe un lugar dentro del término del municipio que es una mezcla de todo ello. Se trata de la zona llamada Los Porretales, una finca de numerosos vecinos que se explota en forma de sociedad y que está dividida en participaciones económicas desde que fue cedida por un importante terrateniente. De hecho la actualización de las listas de los vecinos que se encargarán de la explotación, tendrá lugar este mismo mes de julio, en concreto los días 14, 17, 21 y 24.

Comenzando por su valor como patrimonio natural y ecológico, destacar que la zona se encuentra cercana al río Cega y que limita con el municipio de Lastras de Cuéllar, ya que el término está dividido en dos, una de las cuales pertenece a los vecinos de Cabezuela y otra a los de Lastras.
La extensión total del área supera las 200 hectáreas, de las que algo menos de cien son propiedad del término de Cabezuela. Éstas se dedican en su mayoría a pastos de las explotaciones ganaderas de la zona. El límite entre Los Porretales de uno y otro término, es conocido en el lugar como El Canto de la Alameda.

Los Porretales de Cabezuela son uno de los principales lugares por los que los propios cabezolanos se sienten orgullosos. De ellos destacan su riqueza en arbolado, junto a su paso del río.

Se trata de un lugar de alto valor ecológico y se encuentra integrado en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de las lagunas de Cantalejo, ya que junto al río existe una amplia zona inundable que durante largas épocas del año se convierte en un ecosistema ideal para acoger distintas aves, entre las que destaca por su número la cigüeña negra. En menor cantidad, también se ha encontrado en algunas ocasiones cómo algunas nutrias han optado por este lugar para su reproducción, lo que representa un indicador del buen estado de las aguas en esta zona.

Respecto a los originales propietarios de la zona, no se conoce mucho, pero sí se sabe que fue cedida por un terrateniente a los lugares de Lastras de Cuéllar y Cabezuela, por lo que durante años fue común entre ellos. Sin embargo, ya en el siglo XX se decidió su partición, momento en el cual se sorteó. Los vecinos de Lastras recibieron la zona más cercan a Cabezuela y viceversa, por lo que, finalmente se decidió repartirse el terreno en participaciones de una peseta.

De este prorrateo inicial cuenta, surgió el nombre del término actual, ya que desde entonces se llamó 'de los prorrateos', término que fue sufriendo transformaciones hasta llegar a la palabra actual Porretales.

Los usos actuales son fundamentalmente forestales, a través de la explotación de la madera en su replantación de chopos, y ganaderos, con la cría de los animales que pastan en la dehesa.

Alejándonos un poco de las riberas del río se encuentra un extenso pinar de pino resinero, que supuso la mayor fuente de riqueza durante gran parte de los siglos pasados. Además de aprovecharse su resina, en el municipio existía una fábrica de colofonia, un taller de carpintería, una sierra de maderas y talleres de tejas y maderas.

Hoy en día la población se sigue dedicando a la agricultura, ganadería y madera, pero desde el municipio también se busca la diversificación económica del municipio, así como dar valor a lo auténtico. Con estos fines, hace tan sólo unas semanas se puso en marcha la primera feria de Artesanía y Alimentación de la localidad, organizada por el Centro Cultural Cabezuela, una asociación que agrupa a cientos de vecinos y que mueve la vida cultural y de ocio de la localidad. A través de ella se programan numerosas actividades a lo largo del año. Incluso editan una publicación para que todos los vecinos estén al tanto de las actividades a desarrollar.