Zarzuela del Pinar

Un tesoro llamado juventud

El trabajo en las empresas del entorno hace que los jóvenes fijen su residencia en Zarzuela del Pinar y el censo logre mantenerse en torno a los seiscientos habitantes

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Es una tarea harto complicada, pero, poco a poco, en Zarzuela del Pinar se va consiguiendo. Sin una estrategia especial, solo a base de la mentalidad de sus gentes, que deciden fijar su residencia en el pueblo y contribuir así a que el medio rural no siga despoblándose a pasos agigantados. En Zarzuela del Pinar esa asignatura se va aprobando año a año gracias a una media de seis nacimientos cada ejercicio que llegan de la mano de las parejas jóvenes que se han asentado en el pueblo y que, por ahora, aseguran el futuro de la localidad durante unos años. «Vamos a hacer un campamento urbano para niños de tres a doce años y se han apuntado 51, casi todos de aquí», destaca la alcaldesa, María Carmen García Bravo, que ve en los más pequeños un preciado tesoro al que hay que cuidar.

Y es que la situación de Zarzuela del Pinar es peculiar. No solo porque los jóvenes se queden en el pueblo. Un mérito aún más valioso si se tiene en cuenta que pocos trabajan en el municipio, pues la agricultura y la ganadería cada vez ofertan menos puestos de trabajo y la importante actividad resinera que registraba hace años el pueblo está en franca decadencia, aunque la espigada chimenea de la fábrica de resina aún continúa echando humo en algunas ocasiones.

La mayoría trabajan en las empresas del entorno, en otros pueblos más industrializados como Fuentepelayo, Sanchonuño o Cuéllar. Por eso la carretera que une el pueblo pueblo con la villa cuellarana registra a diario una intensa actividad, aunque el «vergonzoso» estado en el que se encuentra tiene en jaque a los vecinos. «Está de pena, no son baches, son hoyos», denuncia la alcaldesa, que teme que el pésimo estado ocasione algún accidente más grave que los reventones de ruedas, que se suceden con frecuencia. «Es que si metes una rueda, no sales», exclama María Carmen García Bravo.

El resto de vías de comunicación tampoco son de primera categoría. Y es que por Zarzuela del Pinar no se pasa por casualidad, hay que ir. Una circunstancia que hace que aún sorprenda más el éxito que tiene el pueblo entre los jóvenes, que deciden fijar allí su residencia pese a las dificultades para encontrar terreno urbanizable. Incluso quienes un día salieron vuelven en cuanto pueden y «en verano se dobla la población», apunta la regidora. «Los fines de semana hay mucho ambiente, muy bueno, mucha gente y muchos niños», añade.

Esa juventud permite incluso contar con un equipo de fútbol sala en Primera Nacional A en un pueblo que ni siquiera cuenta con pabellón cubierto. Por eso una de los proyectos inminentes es actuar en la deteriorada zona deportiva y cubrir el frontón para que el Viveros Herol-Palets Tama Zarzuela del Pinar continúe su andadura por el sala nacional.

El mayor precio de la vivienda en la capital, puestos de trabajo en las industrias de la zona y el entorno, que como indica el propio nombre del pueblo se encuentra rodeado de pinares son las claves del éxito. «Creo que les convence el entorno, es una zona natural muy bonita, un paisaje precioso», destaca María Carmen García Bravo, que llegó hace unos años a Zarzuela del Pinar desde Madrid.

Mirador de pinares
En esa abundante masa forestal que bordea el pueblo destaca un punto, el mirador de pinares de San Cebrián, justo en el límite con el término de la vecina localidad de Fuentepelayo, desde donde se puede observar el mar de pinares entre el que asoman localidades como Cuéllar, Aguilafuente, Sauquillo de Cabezas e Incluso Cantalejo.

En un lugar de Belén

Zarzuela del Pinar organiza desde hace nueve años un Nacimiento viviente en Navidad

Isabel Jimeno.

Panadero, herrero, artesanos, tejedores, alfareros, el viticultor que pisa con ganas las uvas para obtener el vino se suceden por las calles del pueblo, que por unas horas regresa dos milenios atrás para recordar el nacimiento de Jesús. Junto al castillo de Herodes, instalado a la puerta del colegio, San José y la Virgen María, junto a la mula, obtienen el salvoconducto para iniciar el recorrido por el particular Belén en que se convierte Zarzuela del Pinar.

Entre el numeroso público que llena las calles, los personajes caminan por el recorrido en busca de una posada donde pasar la noche.

En el ficticio río, con su adecuado puente para salvar el cauce, los personajes centrales de la puesta en escena preguntan de nuevo a las lavanderas, que agachadas junto a la orilla lavan la ropa. Sin encontrar cobijo, José y María llegan al pueblo. Unos pastores que asan en el fuego un pollo les indican el camino a seguir. El panadero, el herrero, los artesanos, los tejedores, vendedores, carpinteros, adoberas, alfareros o cesteros salpican el gran escenario en que se convierte por un día en Navidad Zarzuela del Pinar.
El viticultor que pisa esforzado la uva en el lagar para obtener el vino, el horno del panadero del que sale el rico pan y bollos impregnan con su aroma el ambiente, plagado de espectadores que no quieren perder detalle de lo que ocurre.

Mejorar el sonido

Y aunque con el paso de los años se han ido puliendo defectos, introduciendo mejoras, lograr un sonido adecuado para que el público pueda seguir los diálogos es uno de los aspectos a mejorar, según apunta una de las vecinas del municipio que colabora en el montaje y organización del Belén viviente que desde hace nueve años se celebra en Zarzuela del Pinar el domingo después de Nochebuena, aunque en la última edición se celebró en sábado. La falta de medios es una de las metas a alcanzar, al igual que «pulir» los diálogos.

Un narrador, megáfono en mano, cuenta el desarrollo del Belén viviente. José y María llevan el resto del peso del diálogo, que se lo han aprendido previamente. Debido a ese peso importante dentro de la representación, tras unos años en los que los papeles eran voluntarios, se decidió que el Rey y la Reina de las fiestas de ese año encarnasen a los protagonistas.

Junto a ellos, numerosos vecinos, mayores y pequeños, dan vida al Nacimiento. Entre ochenta y noventa personas se caracterizan para encarnar el Belén que se organiza desde hace nueve años y que se prepara para celebrar de manera especial el décimo aniversario de aquella iniciativa que surgió un poco por casualidad, de la mano de la Asociación de Padres de Alumnos para completar la Cabalgata de Reyes Magos con otras actividades navideñas.

Lluvia el primer año

Pese a la tromba de agua que cayó en aquella primera ocasión y que deslució un poco la representación, el empeño de los vecinos hizo posible dar continuidad a aquella arriesgada iniciativa. Hoy, más de nueve años después, prácticamente todo el pueblo se vuelca en la preparación del Belén, que atrae hasta Zarzuela del Pinar a vecinos de otras localidades del entorno.

Y es que además de quienes ponen rostro a la representación, el Belén viviente tiene tras de sí una ardua tarea de preparación del escenario y de colocación de los objetos, muchos antiguos prestados por los vecinos, para adornar las estancias por las que María y José caminan en busca de un lugar para descansar. Al final, una choza sirve de albergue para el nacimiento de Jesús, que un ángel anuncia a los pastores, quienes acuden a adorar al recién nacido, sucedidos por los vecinos de Zarzuela del Pinar que también se suman a la adoración.

El fin de semana anterior a la representación comienzan los preparativos con la colocación del puente, el simulado río y el portal. La tarde anterior, la meticulosa tarea se prolonga durante horas para colocar las distintas paradas por las que pasarán José y María y ya el domingo se ponen los detalles más delicados que engalanan el cuidado recorrido por las calles las calles Zarzuela del Pinar-Belén.

Uno entre miles de ejemplares

Los quintos de Zarzuela del Pinar mantienen la tradición de levantar el mayo el primer día de ese mes

Isabel Jimeno.

Las de la Exaltación de la Santa Cruz, en torno al 14 de septiembre, son las mayores, pero en Zarzuela del Pinar se siguen celebrando también otras fechas señaladas. San Antón, el 17 de enero, lleva aparejada la merienda de tortilla con los amigos en el monte; Santiago es sinónimo de 25 de julio en el río y el 10 del mismo mes se honra al patrón de los conductores, San Cristóbal. Entre todas ellas, una fecha muy especial: la Cruz, el 3 de mayo.

Ese día, el de las fiestas pequeñas, como así se las conoce en la localidad, el Santo Cristo sale en procesión desde la iglesia rumbo a la ermita del Humilladero, donde es vuelto a colocar en su trono. A partir de entonces, la música puede comenzar animar la fiesta, en la que los hermanos de la cofradía de la Vera Cruz tienen un protagonismo especial. Ese día deben pagar las penas que deban y sortean los palos de las rosquillas que han llevado durante la procesión.

Pero la fiesta comienza antes del 3 de mayo. Dos días antes, en la madrugada del 30 de abril al 1 de mayo, los quintos de Zarzuela cumplen con la ancestral tradición de levantar el mayo, como así se conoce al pino elegido.

Tradición resinera
Un pino es protagonista en esta fiesta en un pueblo de honda tradición resinera, rodeado de un extenso pinar de ejemplares negrales que durante años permitió vivir a cerca del 99% de la población de su explotación a través de la extracción de madera, resina y pez para su transformación en las fábricas y hornos que allí funcionaron desde hace siglos. Hasta siete llegó a contar Pascual Madoz a mediados del siglo XIX en su visita a la localidad para elaborar ‘Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España’.
Como mandan los cánones de la tradición, siguiendo las enseñanzas de los mayores, que no dudan en colaborar, los quintos de Zarzuela del Pinar levantan con esfuerzo el mayo. Antes han elegido el pino en el monte, siempre entre los ejemplares más altos. Con mucho esfuerzo y ayuda de familiares y amigos, los quintos se ayudan de unas ‘tijeras’ también de madera –unos troncos- y unas sogas para levantar el mayo.
Todo un espectáculo que reúne a su alrededor a decenas de personas para disfrutar y animar a los jóvenes de Zarzuela del Pinar para que continúen con este espectáculo que da el pistoletazo de salida a las fiestas de la Cruz.

Mejorar las comunicaciones

Con una sola carretera de acceso, Zarzuela del Pinar reclama el arreglo de la pista forestal hasta la CL-601 y del camino a Aguilafuente

Isabel Jimeno.

Los vecinos de Zarzuela del Pinar esperan con impaciencia la conclusión de las obras para convertir en autovía la carretera CL-601. La vía no pasa por el pueblo, pero desde hace meses, una de las principales entradas y salidas hacia el municipio permanece cortada por las obras y los habitantes padecen sus «gravísimas consecuencias».
No es una auténtica carretera, si no una pista forestal asfaltada que los habitantes de Zarzuela utilizaban a diario, pese a que no está en las mejores condiciones. Por eso, otra de las reclamaciones del Ayuntamiento es el arreglo de este acceso. «Para nosotros es vital», subraya el alcalde, Maximiliano Olmos, no sólo porque muchos vecinos del municipio se ven obligados desde hace meses a hacer más kilómetros para acudir a sus trabajos en pueblos del entorno como Sanchonuño o Cuéllar, sino porque «sólo tenemos una entrada». La sinuosa carretera que parte en la vecina localidad de Fuentepelayo es el único modo de llegar a Zarzuela del Pinar.
En el apartado de las comunicaciones, el Consistorio también reclama el arreglo del camino agrícola asfaltado, pero «lleno de baches», que conduce hasta Aguilafuente, donde está el centro de guardias médicas al que pertenece Zarzuela del Pinar.
Arreglar la Casa Consistorial, que «tiente muchísimas goteras y tenemos que estar poniendo cubos y con las estanterías cubiertas con plásticos», acondicionar la plaza, continuar con la renovación de la red de abastecimiento y la pavimentación de calles figura también entre los proyectos para los que Zarzuela del Pinar reclama ayuda económica, al igual que para construir el demandado pabellón cubierto tantos años esperado por el Tama Zarzuela del Pinar, el equipo de fútbol sala que hasta esta temporada ha jugado en Primera Nacional A, obligado a desplazarse a Fuentepelayo.
Resina de identidad
Y es que, aunque no tiene industrias, la población se mantiene en Zarzuela del Pinar. Muchos jóvenes deciden quedarse a vivir aquí, aunque trabajen fuera. Atrás quedaron los tiempos en los que la actividad resinera ocupaba a buena parte del pueblo. Aún así, todavía una resinera mantiene abiertas sus puertas y sigue tratando la resina de producto nacional o de importación.
La actividad resinera ha sido toda una seña de identidad y ha marcado la historia de este pueblo cubierto por una gran masa de árboles, con cerca de 800 hectáreas de monte público de pinar, por eso entre las iniciativas del Ayuntamiento también figura la posibilidad de contar con un museo que enseñe los utensilios empleados y cómo se elabora la resina y cómo se trabajaban otras elaboraciones más tradicionales como la producción de pez, hoy en el olvido.
Sería un atractivo más para tratar de relanzar las cualidades turísticas de este municipio que quiere poner en valor y dar a conocer sus «extraordinarias zonas», como las rutas por el río Cega o las vistas que desde el alto de San Cebrián se observan, con el mar de pinares que domina buena parte del paisaje de Zarzuela del Pinar de fondo.