Pinarejos

Recuerdo a un amigo
Pinarejos nombrará el domingo al obispo, Luis Gutiérrez, hijo adoptivo del pueblo 

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Casa Consistorial, donde se encuentra el centro cultural, que llevará el nombre del obispo. / Isabel Jimeno

Es mucho más que el obispo de Segovia. Para buena parte de los vecinos de Pinarejos, Luis Gutiérrez Martín es aquel compañero de clase, un amigo con el que compartieron parte de su infancia, con el que acudieron a las clases que impartía su padre, un compañero de juegos en la España de mediados del pasado siglo. Y es que aunque natural de Navalmanzano, Luis Gutiérrez Martín pasó en Pinarejos buena parte de su infancia.

Aquí residió junto a su padre, maestro de escuela, y a este pequeño pueblo que ahora no llega a los doscientos habitantes debe la mayor parte de sus primeros recuerdos. No en vano, desde los tres a los diez u once años, hasta que partió para comenzar los estudios en el Seminario que con el paso de los años le han permitido alcanzar el Obispado de la provincia, Luis Gutiérrez vivió en Pinarejos y los vecinos se sienten orgullosos de que la primera figura eclesiástica de la provincia presuma de su etapa de residencia en Pinarejos.

Y ahora el pueblo le quiere rendir un homenaje. El próximo domingo, 7 de mayo, se hará efectivo el acuerdo de la Corporación para nombrarle hijo adoptivo del pueblo. Los actos comenzarán a las 13.00 horas con una misa que oficiará el propio obispo en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y después, el Ayuntamiento ofrecerá un refresco a todos los que se quieran sumar a la fiesta, avanza la alcaldesa, Nuria Gómez Merino.

Un momento para departir con quien todavía sigue siendo siendo ese niño compañero de pupitre. «Ha sido un amigo de infancia, se le aprecia, se le conoce, es un amigo», destaca la regidora, quien recuerda los especiales lazos y relaciones que se observan entre los vecinos y Luis Gutiérrez siempre que el obispo regresa a Pinarejos. «Saluda a la gente porque les conoce, conoce a las familias, a la gente de su edad», destaca Nuria Gómez Merino.

Además, el centro cultural en el que se realizan las actividades, situado en los bajos de la Casa Consistorial, desde el próximo domingo tendrá nombre propio: Centro Cultural Obispo Luis Gutiérrez. Un símbolo más de la unión entre el obispo y el municipio de Pinarejos.

Las lagunas y el pinar

La abundancia de pinos negrales permitió que en Pinarejos funcionase una fábrica de pez

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Ahora tan solo son unas ruinas, aunque su espigada torre de ladrillo se mantiene en pie y aún marca el lugar que durante años fue el centro de actividad más importante de Pinarejos. Son los restos de un pasado marcado por la explotación de los recursos que el medio natural regaló a la localidad. Los abundantes pinares que entraron a formar parte del nombre y que incluso durante el siglo XIX llegaban a circunvalar el pueblo marcaron el pasado y la forma de vida de sus gentes, que aprovecharon esa riqueza para progresar.
La abundancia de pinos negrales, los resineros, fue utilizada por sus vecinos para la fabricación de pez e incluso en el pueblo llegó a funcionar durante años una fábrica de este producto. La resina era entonces un producto caro y apreciado, pero cuando los precios empezaron a caer, su costosa extracción hizo caer en declive la factoría de Pinarejos.
En la misma zona de la vieja factoría, otro de los lugares más bonitos de la localidad, en la que brotan diferentes manantiales. Son las lagunas. Las lluvias caídas el pasado otoño, durante el invierno y las de la primavera permiten que el agua llene estos espacios en un sin fin de ocasiones utilizadas por los vecinos como abrevadero para que el ganado bebiese.
El incesante croar de las ranas advierte desde lejos de que están cerca. A apenas unos metros de las casas aparecen las lagunas del Bodón y de las Adoberas. Llenas de agua, con las ranas saltando, repletas de flores, estos espacios húmedos regalan una imagen distinta de Pinarejos, una estampa de postal al anochecer.

Oportunidad por descubrir

Pinarejos asiste al continuo descenso de población, a pesar de la buena ubicación de la localidad y sus comunicaciones

Texto y fotografías de Isabel Jimeno

La vida en Pinarejos ya no es igual desde hace algo más de dos meses, desde que se abrió al tráfico la variante de este pueblo por el que pasará la autovía que conectará Segovia y Valladolid. Los vehículos, tan peligrosos en ocasiones, ya no tienen que cruzar por el casco urbano de este pequeño pueblo segoviano en el que desde hace algo menos de tres meses se respira aún mayor tranquilidad, sin el continuo trasiego de coches y camiones.

Los días son todavía más relajados que hasta hace poco tiempo. Y, aunque se resiste, la vida, poco a poco, se va apagando en Pinarejos. En la década de los sesenta, con el declive de la industria resinera vinculada a su importante pinar, experimentó una de las caídas más drásticas en el padrón y en los últimos años, poco a poco, también ha ido perdiendo un buen número de habitantes. Hasta en un tercio ha menguado el censo de empadronados en este municipio en los últimos años. Hace un decenio que bajó de los doscientos y ahora se dirige casi sin freno camino del centenar.

Pocos nacimientos

Los contados nacimientos no son suficientes para compensar los fallecimientos en una población con muchos mayores. Al menos, el colegio todavía está abierto y hace unos años se hizo una importante inversión en su mejora. Es el mejor síntoma de que tiene futuro, aunque, por el momento, bastante incierto. Y es que en Pinarejos se resisten a seguir bajando. Confían en que la bonita oportunidad que se abre con la mejora de las comunicaciones con Segovia, Valladolid e incluso Madrid con la nueva autovía sirva para despertar al pueblo, sumarse al carro del progreso, el crecimiento demográfico y el desarrollo industrial al que se han subido el resto de localidades del entorno y del corredor por el que pasa la carretera de alta capacidad.

Pese a su buena ubicación, Pinarejos no crece. Ni siquiera la proximidad de pueblos más industrializados como Sanchonuño, Cuéllar o Navalmanzano, con más puestos de trabajo, ha beneficiado a este pueblo y le ha permitido mantener su población.

Y aunque cada vez son menos, el Ayuntamiento se esfuerza por seguir mejorando la calidad de vida de los vecinos con mejores servicios e infraestructuras, ir cubriendo las demandas de sus habitantes. Se lo merecen, independientemente de su número. Pero el limitado y reducido presupuesto obliga a centrar la atención en obras básicas como continuar con la pavimentación y mejora del asfaltado de las calles del pueblo, renovar la mitad de la red de abastecimiento que aún no se ha cambiado o cambiar el alumbrado público.

Proyectos básicos, pero que requieren un gran esfuerzo por parte del Ayuntamiento y que siempre necesitan la aportación económica de otras administraciones.

Pero el Consistorio de Pinarejos a cuyo frente, por tercera legislatura consecutiva, se encuentra Nuria Gómez Merino, no renuncia a hacer otras obras que también contribuyan a mejorar la vida de sus habitantes. Una vez remodelada la Plaza Mayor por completo, quiere habilitar o construir un centro para los mayores, en el que puedan desarrollar mejor sus cursos de gimnasia, talleres de memoria, charlas o reuniones. Actividades importantes para dinamizar la vida de los vecinos.

Un proyecto que, como todos, busca mejorar la imagen y la vida de los vecinos de Pinarejos, un pueblo de la Tierra de Pinares que confía en que su buena ubicación y comunicaciones ayuden a frenar el progresivo descenso demográfico que padece desde hace décadas.

Desde el suelo a la cubierta

La torre de ladrillo de la iglesia parroquial de Pinarejos es una seña de identidad de la localidad

Elena Rubio Aragoneses

Desde hace casi un año los coches ya no atraviesan una de las calles del pueblo, sino que pasan a toda velocidad por la autovía A-601 que une Segovia con Valladolid. Una rapidez que hace que muchos conductores apenas se fijen en lo más alto de Pinarejos, la torre de su iglesia. El templo dedicado a Nuestra Señora de la Asunción fue declarado Bien de Interés Cultural en 1995 y bien merece una parada para contemplarlo. Las obras de restauración realizadas en la iglesia hace unos tres años contribuyeron a que el edificio regresase a su esplendor original, eliminando la casa parroquial que se hallaba adosada al ábside, recuperando las arquerías del pórtico y consolidando sus pinturas murales.

Este inmueble data del siglo XIII, época de la que conserva varios elementos. Uno de los más destacados es su torre. Su cubierta, a cuatro vertientes, está construida con el mismo ladrillo macizo con el que se edificó todo el templo, lo que le aporta una singularidad especial.

También son dignas de mención las pinturas murales de época bajomedieval que conserva la iglesia. En el atrio aparece una gran variedad de dibujos, entre los que se pueden distinguir varios guerreros luchando a modo de torneo. Y si sorprende esta pintura exterior, también destaca la que se puede admirar en el muro norte dentro del templo, donde hay una impresionante representación de 'La última cena'.

Y eso que su interior es plenamente barroco. Sobresalen varios retablos y un valioso patrimonio sacro con una cruz procesional y una custodia, obras de plateros segovianos del siglo XVIII.

Pinares

Otra joya que tiene Pinarejos son los pinares repartidos por su término municipal. Son precisamente la cantidad de pinos resineros que se encuentran por la zona lo que da nombre a la localidad, cuya denominación no ha variado prácticamente a lo largo de la historia, porque ya en el año 1204 se identifica como 'Pinareios'.
La frecuencia y la antigüedad de las citas en las que se mencionan estas superficies forestales hace llegar a la conclusión que estos pinares no fueron repoblados por Carlos I ni por Enrique IV, como se menciona en muchos documentos, sino que ya en el siglo XIII estaban muy extendidos.

Dentro del término municipal de Pinarejos existió el despoblado de Tirados, que estaba situado a unos dos kilómetros al suroeste del pueblo, al sur del arroyo de la Zarzuela y al norte de la Cañada de Navalmanzano. Hoy en día se conserva el nombre del paraje, así como un camino de Tirados que llega hasta allí.

La primera vez que se menciona fue en 1204, cuando se habla de una concesión del obispo de Segovia a los canónigos del Cabildo. Siempre fue un núcleo muy pequeño y se despobló en el siglo XVII. Es muy probable que la peste de 1599 que arrasó muchos pueblos fuera el detonante para la desaparición final de esta aldea.

Y hablando de habitantes, en la actualidad Pinarejos es una localidad que año tras año va perdiendo población por varios motivos. Por un lado, porque desde hace décadas muchos de sus vecinos se han trasladado a otros municipios en busca de trabajo. Por otra parte, porque el envejecimiento creciente de la población.

Los responsables municipales esperan que las nuevas vías de comunicación contribuyan a fijar la demografía de Pinarejos.

Entre pinares y lagunas

El municipio espera una oportunidad de desarrollo para no perder población

MÓNICA RICO | SEGOVIA.

Fuente ubicada en el pueblo de Pinarejos. :: MÓNICA RICO

El propio nombre de la localidad de Pinarejos ya nos hace suponer que nos adentramos en el corazón de Tierra de Pinares. La mayor parte de su término se encuentra cubierto por un bosque en el que predomina el pino negral o resinero, y de ello ya dieron cuenta nuestros antepasados, dando la denominación al municipio.

Pero no sólo su nombre, sino que también los pinares generaron riqueza y actividad durante muchos años en esta población segoviana, ya que fueron sustento para los vecinos junto con la agricultura y la ganadería. En el término incluso se instaló una fábrica de resinas, hoy desierta. La crisis del sector resinero supuso el fin de bastante actividad en la localidad y la comarca.

Hace unos años, la construcción de la autovía entre Segovia y Valladolid asomaba como una gran oportunidad para la zona debido a la situación estratégica de la que disfruta Pinarejos. De hecho, en todo el trazado es uno de los únicos municipios pequeños que cuenta con dos entradas hasta su núcleo urbano. Sin embargo, las previsiones de crecimiento no se han materializado y el censo continúa en descenso. Cada vez son más los jóvenes que buscan áreas más pobladas, con mayores posibilidades, ya no sólo de ocio, sino de empleo.

Los vecinos, sin embargo, sí afirman que gracias a esta infraestructura viaria, han ganado en tranquilidad y seguridad. Y es que hasta la puesta en marcha de esta carretera todo el tráfico cruzaba por el término municipal, que aún no contaba con una variante o una vía de circunvalación.

La industria existe, pero en pequeña cantidad, y la riqueza hortícola del Carracillo tampoco se ha visto complementada mediante la implantación de un tejido empresarial transformador, tal y como sí ha ocurrido en otros términos vecinos. Por todo ello, Pinarejos parece paralizarse, estancarse, aunque busca esa oportunidad que tiene pinta de no llegar. Por ello se trabaja en impulsar y dotar de nuevos y mejores servicios a la población, que tiene como uno de sus principales problemas la existencia de arsénico en el agua, por lo que ésta no es apta para el consumo. Son muchos meses ya haciendo uso de agua embotellada, pero la solución parece estar cada vez más cerca.

Hace tan sólo unas semanas se abrió la licitación de la obra que llevará agua en cantidad y de calidad suficiente a Pinarejos, pero eso no ocurrirá al menos hasta el año 2011. Sin embargo los vecinos de Pinarejos ven aliviados cómo la solución a uno de sus más graves problemas no tardará en llegar.

Agua y lagunas

El agua es imprescindible para los ciudadanos de este municipio, pero también para el desarrollo de posibles actividades e iniciativas que generen desarrollo, economía y empleo en la localidad.

Sin embargo, aunque parece una paradoja, en el municipio sí existe agua en cantidad, especialmente este año, tras las abundantes lluvias de la pasada primavera. Al igual que muchas poblaciones de la Tierra de Pinares, Pinarejos cuenta en sus inmediaciones con una laguna no poco importante. Se trata de la denominada laguna de las Adoberas, de la que, tal y como su nombre indica, hace años se conseguía el barro para realizar los adobes, materia prima con la que se construyeron gran cantidad de las casas existentes en el municipio.

También en el camino que transcurre hasta la vecina localidad de San Martín encontramos otro de estos humedales, el conocido popularmente El Bodón. No es extraño encontrar variada fauna en estas lagunas, especialmente aves migratorias. Se trata, pues, de un buen espacio para los aficionados a la ornitología, que tienen además, muy cerca de estos lugares, los restos de la antigua fábrica de resinas y la ermita del Santísimo Cristo del Humilladero, un pequeño edificio de planta cuadrada y cubierta de madera. En su interior se venera la imagen de dicho Cristo.