San Martín y Mudrián

El secreto del adobo

La gripe aviar retrasa la adquisición de las crías de los afamados parros que se degustan en Mudrián

Isabel Jimeno.

Como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo, y en Mudrián, cada ama de casa tiene su truco de cocina para elaborar los ricos parros. Pero independientemente de la receta, lo cierto es que el resultado es el mismo: un guiso que hace las delicias de los sanmartineros y mudrianeros y de los muchos visitantes que cada verano se acercan hasta el municipio para degustar el exquisito plato de parro asado al estilo de la localidad.

Aunque los parros también se crían en otros pueblos del entorno, son los de Mudrián los que tienen la fama. «Creo que han llegado a todas las partes del país», destaca la alcaldesa, Mercedes Fuentetaja, que aunque no desvela los trucos de las recetas que pasan de generación en generación, sí apunta que es en el adobo donde reside el secreto del afamado guiso. Por este motivo, siempre se debe realizar el encargo antes de acudir a comer los parros a alguno de los establecimientos en los que se elaboran «porque tienen que estar en adobo un día antes» para que el asado adquiera el toque adecuado.
De comienzos de abril hasta junio transcurre la época en la que los vendedores ambulantes llegan hasta la localidad con las pequeñas aves que los mudrianeros adquieren para criar en sus casas o en las grandes instalaciones dedicadas al cuidado de los patos, aquí denominados parros. Pero este año la compra de las crías todavía no ha comenzado debido a las restricciones impuestas para el traslado de estos animales debido a la gripe aviar. Los vendedores todavía no han llegado y la compra no ha comenzado.

Aunque la incertidumbre sobre el sector se nota en San Martín y Mudrián, en el pueblo son optimistas y se muestran confiados en poder seguir manteniendo la tradición y que los típicos parros asados no falten en las mesas durante el próximo estío, cuando, tras un par de meses de cría y engorde, las aves alcanzan el peso óptimo.

En cada casa

Pero por ahora, granjas y recintos particulares permanecen vacíos a la espera de la llegada de los parros. Y es que no hay casa en Mudrián en la que no se compre, al menos, una docena de aves para criarlas. Son la base con la que cada ama de casa guisa con su particular truco, pero que siempre da como resultado un exquisito parro que hace las delicias de sanmartineros, mudrianeros, familiares y muchos visitantes que, atraídos por la fama de los parros, llegan para degustar los típicos parros de Mudrián.

Los niños continúan celebrando la Sierra Vieja en la Cuaresma Isabel Jimeno.   Ermita del Cristo de la Esperanza, donde los núcleos de población de San Martín y de Mudrián celebran una fiesta común. / I. Jimeno   Muchas tradiciones se han quedado en el camino, pero otras siguen conservándose como una herencia de lo que sus ancestros también celebraban, y algunas tratan de recuperarse, como la fiesta de Santa Águeda, que ahora acoplada a un fin de semana próximo al 5 de febrero ha tomado un nuevo auge gracias a la afluencia de las hijas del pueblo que un día salieron de San Martín y Mudrián. Y entre ese legado ancestral todavía vivo continúa la Sierra Vieja, que los niños del colegio siguen celebrando la primera semana de la Cuaresma. La docena de alumnos de Infantil y Primaria que permiten que el colegio siga abierto han recorrido de nuevo hace unas semanas las calles del pueblo pidiendo dinero o viandas. Con las cestas en sus manos para recoger los presentes, entonan una canción o su variante menos agradable si los vecinos no les obsequian con regalos o dinero con el que luego hacen una comida o merienda en el campo. Peor suerte ha corrido la fiesta de San Isidro, que en un pueblo agrícola se celebraba por todo la alto y ahora ha entrado en declive. También han decaído los festejos que los habitantes de San Martín y Mudrián, separados por poco más de un kilómetro en dos núcleos diferentes, pero agrupados en un solo Ayuntamiento, celebran en conjunto. Las fiestas del Cristo de la Esperanza y de La Cruz, a comienzos de septiembre, ya no son lo que eran. Tan sólo la misa y la procesión en la ermita del Cristo de la Esperanza, en un punto intermedio entre ambos pueblos, recuerda que es un día especial, que hace unos años también contaba con verbena en la plaza de Mudrián. Fiestas El mismo ágora que se abarrota de gente con motivo de las fiestas de San Bartolomé, el 24 de agosto. Y en San Martín la inclusión de una feria del caballo hace dos años ha permitido dar un nuevo aire a las fiestas en honor del patrón que da nombre al pueblo. Un nuevo atractivo que hace posible que las silenciosas calles respiren una vida que el resto del año está casi apagada.

Cáñamo y adobe

Las lagunas fueron empleadas en San Martín y Mudrián como cañamares y para extraer barro

Isabel Jimeno.

Las lagunas, mucho más abundantes en agua tiempo atrás, son numerosas por el término de San Martín y Mudrián, dos pueblos diferentes que ya desde el siglo XVIII forman un solo Ayuntamiento. Si ya de por sí estos rincones son una riqueza natural añadida del municipio, durante varios meses al año el espectáculo es mayor, pues numerosas especies de ánades escogen este lugar para hacer una parada, regalando una bella estampa a los amantes de la ornitología.

Las lagunas del Parado, de la Redonda, de la Magdalena, de Labajo, de la Cruz, de La Salida, de la Navaza y del Rodeo forman parte de la riqueza medioambiental de este municipio de la tierra de pinares, bañado también por las aguas del río Pirón, donde tampoco falta una vasta extensión de pinos, en su mayor parte resineros.

Entre todas, si hay una que destaca por la belleza del paisaje en el que está integrada es la que se asienta, entre los pinares, junto a la ermita de San Benito de Gallegos, construida en 1950 sobre el anterior templo, desaparecido a mediados del siglo XVII. Ubicada en una finca de 236 hectáreas perteneciente a la comunidad del mismo nombre creada allá por el año 1423, es el lugar de la cita ineludible para los vecinos de la zona, pero, sobre todo, para los habitantes que ahora la integran con motivo de la romería anual.

Romería

De San Martín y Mudrián, Arroyo de Cuéllar, Chañe, Chatún, Gomezserracín, Narros de Cuéllar y Pinarejos llegan los romeros para festejar San Benito de Gallegos, el último domingo de Septiembre.
Y más que un tesoro natural, durante años también han formado parte de la vida de San Martín y Mudrián. Y es durante tiempo, sus genes supieron explotar la riqueza que estos lugares húmedos les proporcionaban.

Allí se formaban los llamados cañamares, donde sanmartineros y mudrianeros cultivaron durante siglos el cáñamo, cuyas fibras se empleaban en la fabricación de tejidos. Tal era la importancia de este cultivo, que a finales del siglo XVII, en Mudrián se llegó a instalar una escuela de hilar cáñamo, patrocinada por la Real Sociedad Económica del Amigos del País en Segovia que enseñó a sus gentes a sacar más partido al cáñamo que sus humedales les permitían producir.

Si de los humedales sacaban el cáñamo, de las charcas cercanas a la iglesia de San Martín, aún hoy con agua, extraían el barro que, mezclado con la paja, emplearon para fabricar el adobe utilizado en la construcción de las casas, muchas de las cuales aún se mantienen hoy en pie, sobre todo del pequeño San Martín.

Crecimiento con trabajo

Después de años de descenso demográfico, la oferta laboral permite a San Martín y Mudrián recuperar población

Isabel Jimeno.

Poco tienen que ver la imagen y las previsiones actuales de San Martín y Mudrián con las de hace tan sólo unos años. Entonces era un municipio en declive, en continuo y rápido descenso demográfico. Sin embargo, desde hace un par de ejercicios, Mudrián, el más grande de los dos núcleos y el que acapara los servicios, recupera población y ya sobrepasa la barrera de los trescientos habitantes, cuando hace poco tiempo se dirigía casi sin freno hacia los doscientos.

El proyecto para abrir un centro infantil del programa Crecemos para niños de 0 a 3 años es la mejor muestra de que Mudrián sigue vivo. «Tenemos nueve niños, cuando hace unos años era impensable», subraya la alcaldesa, Mercedes Fuentetaja Escribano. La población se rejuvenece. Hace poco, los mayores de 65 años representaban el 80% del censo y sólo el 20% de la población no estaba jubilada. Ahora, los ancianos siguen siendo un colectivo importante, cerca del 60%, pero ya más equilibrado, y el grupo de habitantes más jóvenes supone el 40% del total.

Una evolución positiva en el conjunto del municipio que no se distribuye de igual manera en los dos núcleos. Las previsiones más optimistas son para Mudrián, mientras que en San Martín no son tan halagüeñas. Apenas una veintena de personas, la mayoría mayores, reside en este pueblo. Separados por menos de dos kilómetros, incluso más de un sanmartinero ha cambiado de aires hacia el núcleo cercano y, atraído por los mayores servicios y actividad, se ha hecho aquí su nueva casa.

Con este panorama nada alentador, «trataremos de levantar San Martín, aunque sólo sea en verano», apunta la regidora, quien avanza que este año darán un nuevo giro a la Feria del Caballo que se celebra a finales de julio. Aunque pequeño, el pueblo contará también en estas fechas con un mercado castellano antiguo. Una manera de mantener con vida y atraer gente a este pequeño pueblo de Tierra de Pinares.

Los vecinos de San Martín no son los únicos que se han construido su nueva casa en Mudrián. Jóvenes que deciden quedarse a vivir y gente que sólo pasa temporadas en el pueblo mantienen muy activa la construcción y rehabilitación de viviendas. Existe demanda de casas y por eso otro de los proyectos destacados es la edificación de diez viviendas de protección oficial a través de la Junta de Castilla y León.

«La guardería y las viviendas nos van a dar vida y aliciente», subraya Mercedes Fuentetaja, quien destaca que la localidad atraviesa su «momento ideal». La importante oferta de trabajo en este pueblo con una variada industria es la clave para que Mudrián crezca. Agroalimentación, agricultura o ganadería son algunos de los sectores que operan en este municipio que diariamente cuenta con una población flotante de cerca de trescientas personas que llegan aquí a trabajar.

El empleo es lo que alienta a la gente a quedarse en Mudrián y contribuye a su rejuvenecimiento, lo que obliga a contar con nuevas infraestructuras como una pista polideportiva al aire libre o un parque biosaludable, dos de los proyectos en los que trabaja el Ayuntamiento de estas dos localidades bien diferentes, con unas perspectivas de futuro distintas, pero muy unidas.

Dos en uno

San Martín y Mudrián comparten Ayuntamiento desde hace cuatro siglos aunque tienen una iglesia en cada pueblo

ELENA RUBIO ARAGONESES | SAN MARTÍN Y MUDRIÁN

Cuando uno oye hablar de San Martín y Mudrián lo primero que le viene a la cabeza es que son dos localidades distintas. Y en parte es así porque son dos núcleos de población diferentes, con iglesia en cada uno de ellos. Sin embargo, administrativamente hablando tienen un solo Ayuntamiento. Y no es una situación nueva sino que se remonta a hace más de cuatro siglos ya que desde antes del siglo XVI, cuando se elaboró el Censo de la Corona de Castilla, ya se hablaba de «San Martín y Nuño Adrián, que es un concejo». Precisamente, los sanmartineros dicen que hubo un tiempo que su pueblo fue mayor que Mudrián y por eso podría figurar primero el nombre del municipio. Pero eso son glorias de un pasado lejano porque llegó un momento en el que San Martín tuvo que ceder ante el empuje que mostraba su vecino Mudrián.

Actualmente Mudrián está recuperando población y desde hace unos pocos años se están asentando jóvenes gracias a una variada industria de agroalimentación. Y es que de un tiempo a esta parte Mudrián ha alcanzado fama gracias a una de sus empresas ubicadas en su término municipal. Se dedica a envasar al vacío uno de los platos más conocidos de la gastronomía española, la tortilla de patatas. La iniciativa comenzó a principios de los años noventa con un éxito considerable, logrando incluso superar graves contratiempos como un incendio en sus instalaciones. En la actualidad esta empresa exporta cerca del 60% de su producción a países como Portugal, Francia, Inglaterra o Estados Unidos.

Pero Mudrián también es conocido en toda la provincia por la calidad de sus patos asados en horno de leña y que ofrecen los establecimientos hosteleros de la localidad. Los 'parros', como aquí los denominan, son adquiridos por los mudrianeros de abril a junio. Después de un par de meses de engorde se pueden saborear en su punto en los meses de verano. En reuniones familiares y en los restaurantes se pueden degustar, aunque la receta de este manjar no la encontrarán en ningún libro porque el secreto pasa de generación en generación. Al parecer, el toque especial de este guiso se encuentra en el adobo que se emplea, aunque sólo las cocineras de este pueblo tienen la verdadera clave.

Lavaderos y adobe

Lo que sí que tiene aroma de un tiempo pasado son los lavaderos situados en San Martín. Este espacio sirvió de reunión durante siglos a las mujeres de este pueblo. Sin embargo, los avances tecnológicos hicieron que este lugar permanezca hoy en la soledad. También en San Martín se conserva una fábrica de hoces, es decir, una industria dedicada a la fabricación y reparación de hoces y otras herramientas.

Y con las mejores herramientas, con las manos, muchos vecinos de San Martín y Mudrián realizaron sus viviendas con adobe. En San Martín se pueden contemplar muchas de estas sencillas casas en las que predomina este material que los lugareños recogían a escasos metros, en unas charcas llamadas precisamente 'Las adoberas'.

Y aunque no están hechas de adobe si que es preciso cambiar, por deterioro, algunas redes de abastecimiento así como realizar varias pavimentaciones, como por ejemplo, en la calle Frontón. Las obras se ejecutarán a lo largo del año y tendrán un coste de 56.990 euros. Están subvencionadas por el Fondo Estatal de Inversión Local.

Con mucho en común

Pese a sus diferencias poblacionales, muchas cosas unen a estos dos núcleos

MÓNICA RICO | SEGOVIA.

Vista de la iglesia parroquial de San Martín de Tours, de estilo barroco. :: M. R.

A los vecinos de esta localidad ya no les sorprende que les digan que son 'dos en uno', puesto que se trata de dos núcleos de población diferenciados, unidos por un mismo Ayuntamiento, aunque cada uno de ellos cuenta con sus vecinos, su iglesia, sus fiestas, sus tradiciones y sus costumbres.
En las primeras referencias históricas de los dos municipios unidos, era San Martín la cabeza de partido, situación que hace unas décadas perdió, llegando la localidad de Mudrián a ocupar este puesto. Son dos localidades muy cercanas, con mucho en común pero con futuros que han ido diferenciados. Mientras el crecimiento poblacional en Mudrián se ha disparado, en parte gracias a la industria instalada en la localidad, la de San Martín no ha hecho más que descender.

De hecho, son incluso los vecinos más jóvenes de San Martín los que trasladan su residencia a Mudrián, viendo en el lugar una fuente de empleo, gracias, e n buena parte, al auge de una fábrica de alimentos precocinados, cuyas tortillas envasadas se conocen en toda España y en gran parte de Europa, ya que un alto porcentaje de la producción se distribuye en otros paises.

Más servicios, más actividad y sobre todo el empleo, han hecho de Mudrián un núcleo fuerte y en crecimiento, mientras que en San Martín apenas una veintena de vecinos aún pueblan un núcleo que parece abocado a desaparecer, pero que desde el Ayuntamiento conjunto se lucha por activar.

La industria que en la actualidad se encuentra en Mudrián, estuvo en su día en San martín, donde hubo una fábrica de hoces. Además, la laguna de las adoberas sirvió durante años para extraer el barro para fabricar los adobes con las que se construyeron muchas de las viviendas existentes en los dos núcleos.
A pesar de estas diferencias, las dos localidades aún tienen mucho en común, como una fiesta que se celebra en el camino entre ambas localidades, en la ermita del Santo Cristo de la Esperanza, donde se celebra la fiesta de la Cruz, el fin de semana más cercano al 14 de septiembre. Los vecinos de ambos pueblos se encuentran a mitad de camino entre los dos núcleos, en un pequeño edificio con un crucero de piedra blanca que salió del mismo taller de cantería que el del pueblo.

Naturaleza

Ambos pueblos también están unidos por la naturaleza y el paisaje. Se encuentran rodeados de pinares y lagunas, que pueblan sus alrededores, así como de cultivos de regadío y plantaciones de fresa, ya que se encuentran en el corazón de la comarca hortícola de el Carracillo. Comparten su pertenencia a la llanura de la Tierra de Pinares segoviana situada entre los ríos Cega y Pirón.

EL NOMBRE

De Mudrián ya se tienen noticias históricas a mediados del siglo XIII, pues se le mienta como Munnio Adrián, haciendo referencia al nombre de su repoblador. Posteriormente fue una venta denominada Muñoadrián, mientras que a partir del siglo XVIII ya se le conoce unido al nombre de San Martín y tal y como se pronuncia hoy: Mudrián.