Sacramenia

Blanco de piedras y corderos

La afamada gastronomía permite a Sacramenia albergar esperanzas de futuro vinculadas al turismo

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Vista de una calle de la localidad.

El buen género, «churro, churro puro», los pastos de la zona de piedras blancas y el granito de arena que ponen los asadores hacen de Sacramenia uno de los paraísos del cordero asado segoviano, que los fines de semana y en verano casi a diario atraen a decenas de personas para degustar el exquisito manjar en los restaurantes del pueblo.

Pero no solo en los establecimientos hosteleros hay cola para hacerse con una pieza de la rica gastronomía de Sacramenia. Las carnicerías que abren incluso los fines de semana y solo descansan los lunes también sirven el afamado cordero de Sacramenia que crían los ganaderos tanto del pueblo como de otros lugares de la zona, «si no, no se podría. Se vende más de lo que la gente cree. En los mataderos te dicen cifras increíbles, la gente no se lo cree», apunta el alcalde de la localidad, Longinos Corral Lázaro. «Vienen a por chuletas y se ponen a pedir también para la cuñada, para la suegra... La gente carga de veras», añade el alcalde.

Y es que el cordero de Sacramenia aparece con letras mayúsculas en el mapa gastronómico. Junto al rico lechón, el patrimonio histórico del pueblo, con la ermita, declarada Patrimonio Histórico, en lo alto del pueblo como referente, aunque ya pide a gritos una restauración; las dos iglesias románicas y el bonito santuario cisterciense del Coto de San Bernardo también suponen otros de los atractivos de este pueblo de seiscientos habitantes que con cada fin de semana llena sus calles de turistas. «Los fines de semana no se puede aparcar», destaca el alcalde de este pueblo que dibuja su callejero por un casco urbano dividido en dos partes. Por un lado, las estrechas y empinadas vías que surcan la ladera en la que se asienta la parte más antigua de Sacramenia, salpicada de bodegas excavadas en la blanca roca; por otro, las zonas más nuevas que se han extendido por la llanura, junto al río Sacramenia.

El triple en verano

Junto a esa presencia de turistas que se repite con cada sábado y cada domingo, el Ayuntamiento debe hacer frente a una población que se triplica en verano, lo que además de requerir mayor atención para mantener a punto los servicios también lleva alegría a este pueblo. Las fiestas en honor de Santa Ana, el 26 de julio, y que este año se prolongarán entre el 22 y el 27, y las de San Bernardo, el 20 de agosto, en torno a las que gira la semana cultural, entre cuya actividades destaca el concurso de pintura rápida, son un aliciente más para la llegada de veraneantes.

El resto del año, aunque Sacramenia conserva todavía bastante población joven, los mayores dominan el censo. Esa destacada presencia de gente mayor, tanto en Sacramenia como en toda la zona, hace que una de las principales actuaciones del Ayuntamiento se centre en la construcción de una residencia de ancianos municipal con 46 plazas que el alcalde espera poner en funcionamiento antes de que concluya el año para dar servicio a toda la comarca.

La atención también se centra en las esperanzas de futuro depositadas en el turismo para continuar asentando población en Sacramenia, que gracias a sus servicios como referente comarcal aparece como uno de los pueblos destacados de la zona. “Se ve que el pueblo lo que más va poder explotar es el turismo rural», apunta Longinos Corral que está convencido de que «si hubiera más, más se llenaban. Viene mucha gente».

Cornetas y tambores

Una cofradía creada hace diez años ha conseguido revitalizar la Semana Santa de Sacramenia

Isabel Jimeno.

Como otras muchas tradiciones que se sucedían mes a mes y ya se han perdido, la Semana Santa también estaba cayendo en una época de declive hasta hace diez años. Fue entonces, hace un decenio, cuando uno de los hijos adoptivos del pueblo, un señor casado con una descendiente de Sacramenia, decidió dar un nuevo impulso a estas fechas. Junto a un niño, decidió emular la costumbre de su pueblo y, vestido como en la cofradía de su lugar natal, dio un nuevo aire a los actos de estos días de dolor.

La iniciativa cuajó tan bien entre los vecinos que desde entonces decidieron unirse en formar una cofradía que ha dado una nueva dimensión a estos festejos, hasta hace unos años algo descafeinados. Las procesiones son más emotivas y, sobre todo, más participativas. Los miembros de la cofradía se encargan de hacer más atractivas las procesiones del Jueves Santo y el Viernes Santo y vecinos y foráneos responden llenando las calles para verlos.
La Cofradía del Padre Jesús ha cumplido este año su décimo aniversario animando la Semana Santa de Sacramenia y ha celebrado tan significativa fecha con la puesta en marcha durante esos días de un museo en la iglesia de Santa María en el que se han podido contemplar imágenes, casullas o pinturas para muchos desconocidas.

Todos, señores, señoras y niños se han apuntado a la iniciativa de la cofradía, que ataviada con sus adecuados trajes ambienta estas fechas en las que el municipio llena aún más sus calles de gente. A través del colectivo también se ha creado una banda de cornetas y tambores para poner sonido a las procesiones del Jueves Santo y Viernes Santo. Y aunque esta veintena de músicos aficionados limita sus actuaciones al final de la Cuaresma, también ha acudido a alguna concentración de bandas de cornetas y tambores.

Restauración

Además, la Cofradía del Padre Jesús también se han encargado de restaurar algunas imágenes sacras con la ayuda de expertos. Pero sobre todo, ha permitido que «la Semana Santa sea diferente. Se estaba perdiendo y ahora incluso viene gente de otros pueblos del entorno a verlo», destaca el alcalde, Longinos Corral Lázaro, orgulloso de la iniciativa y de la implicación de sus vecinos.

Pero la cofradía no es la única organización que se encarga de dinamizar la vida de los vecinos de Sacramenia. Las amas de casa de la asociación Santa Marina, los padres y madres de alumnos del colegio y los jubilados también cuentan con colectivos que organizan diversas actividades durante todo el año. Y la asociación La Cuesta, con socios de todas las edades, también organiza sus actividades, sobre todo en verano, cuando hay más gente en el municipio.

Bodegas y viticultores suman sus esfuerzos en una asociación Isabel Jimeno.   Vista de una de las barriadas del pueblo. / I. Jimeno.   Empeño, tesón y un importante esfuerzo inversor de los viticultores han permitido a Valtiendas ganarse un puesto en el mundo de los vinos. La posibilidad de entrar a formar parte de la limítrofe Denominación de Origen Ribera del Duero hizo que hace 25 años se plantasen nuevas cepas que hoy producen buenos racimos que, merced al trabajo de las bodegas, se convierten en los caldos que desde hace cuatro años se comercializan como vinos de la Tierra de Castilla y León, lo que supone unos exigentes controles de calidad. Su ilusión porque una tierra que siempre ha demostrado su idoneidad y buenas características para la producción vitivinícola entrara a formar parte de la denominación no se ha hecho realidad, pero los seis bodegueros y los viticultores de la comarca de Valtiendas han unido sus esfuerzos para crear la Asociación Profesional de Uva y Vino de Valtiendas, fundada oficialmente en junio del 2004, con el objetivo de crear un sello de calidad reconocible en el mercado. Pero aunque la trayectoria del colectivo es corta, la producción vitivinícola en Valtiendas viene de antiguo. Las viejas bodegas soterradas dan cuenta de la tradición existente en el municipio, que ahora con la producción industrial de las seis bodegas instaladas en la comarca da a conocer su producto y el nombre de un pueblo que lleva unido el apellido del vino.

Al otro lado del océano

Parte del monasterio del Coto de San Bernardo se encuentra reconstruido en Estados Unidos

Isabel Jimeno.

La belleza de Sacramenia salta a la vista con tan solo aproximarse a este pueblo de estrechas y empinadas calles en su parte más antigua. Pero este rincón del norte de la provincia de Segovia esconde aún más tesoros que las iglesias de San Martín y Santa Marina o la deteriorada ermita de San Miguel. A tres kilómetros del casco urbano se encuentra uno de esos rincones que merece la pena visitar. Testigo de mil historias, víctima de mil avatares, el Coto de San Bernardo continúa siendo uno de esos lugares por los que los sacramenienses guardan un especial sentimiento, pese a que su paso a manos privadas ha privado al lugar de seguir con algunas de las tradiciones que allí tenían lugar.

Mandado construir por Alfonso VII, gran protector de la orden del Cister en España, su origen se debe a los siglos XII y XIII, aunque no se terminó hasta el XV. A partir de entonces, comienzan las mil y una aventuras del Monasterio de Santa María de Sacramenia, enclavado en el coto de San Bernardo, que en tiempos gozó de categoría de aldea.

La violencia de aquella época también salpicó a la estancia monacal, que en 1674 veía cómo un incendio afectaba a parte del monasterio. Pero será el siglo XIX el más intenso e inestable para este rincón ubicado a tres kilómetros de Sacramenia. La supresión de los conventos, la restitución años después, el abandono de los monjes en 1820 con la sublevación de Riego y su vuelta en 1823 con Fernando VII fueron los pasos previos a un hecho que marcó un punto de inflexión en la vida del Monasterio: la desamortización de Mendizábal en 1835 que hizo que pasase a ser propiedad nacional y vendido.

No sólo cambió de manos, si no que incluso parte de la edificación varió hasta de lugar con la venta, en 1925, por parte de sus propietarios del claustro, la sala capitular y el refectorio a un magnate estadounidense que se empeñó en llevárselos hasta Miami para reconstruirlos en su finca.
Más de 35.000 piedras

Piedra a piedra, las más de 35.000 piezas fueron desmontadas y embaladas en paja, rumbo a Estados Unidos en barco. El miedo a que la fiebre aftosa que azotaba a España pudiese transmitirse a través de la paja motivó su quema y la puesta en cuarentena del gran puzzle procedente de Sacramenia. Este contratiempo y la crisis económica de 1929 hicieron caer el proyecto de reconstrucción en el olvido.
Tras casi treinta años almacenado, el claustro, la sala capitular y el refectorio del Monasterio de Santa María de Sacramenia comenzaron a tomar formar, al otro lado del Atlántico, en Miami entre 1952 y 1953 donde fue reconstruido, ya por otro propietario.

Declarado Monumento Nacional en 1931, hoy día, lo que queda del monasterio –excepto la iglesia, cuyo usufructo es para el Obispado- es de titularidad privada, aunque los vecinos de Sacramenia y de otros lugares del entorno continúan cumpliendo cada 20 de agosto con la fiesta de San Bernardo, patrón que da nombre al coto. Es una de las fechas más importantes del municipio, que celebra allí una misa y procesión en su honor, aunque la fiesta ya no es lo que era puesto que los propietarios del monasterio han acabado con la tradición de la merienda en sus dominios. Aún así, los romeros se siguen juntado para almorzar y por la noche la fiesta continúa en Sacramenia.

Muros sagrados

Sacramenia está unida al monasterio cisterciense de Santa María cuyo claustro está en Estados Unidos

Isabel Jimeno.

El conjunto natural y patrimonial de Sacramenia hacen de esta localidad un lugar digno de visitar. Su nombre que deriva del latín significa ruinas o muros sagrados y es uno de los topónimos más antiguos de la comarca. Esta tradición remonta su origen a los tiempos en los que vivió en la zona un viejo anacoreta de nombre Juan que alcanzó fama de santidad. Por la austeridad de sus hábitos era conocido como Juan Pan y Agua.

En esa zona habitada por eremitas se fundó el monasterio cisterciense de Santa María durante el reinado de Alfonso VII. Conocido como el Coto de San Bernardo se encuentra situado a tres kilómetros del casco urbano y a él se llega por una estrecha carretera cubierta con una bóveda natural de ramas de quejido.
Declarado Monumento Nacional en 1931, la iglesia es la mejor muestra de la arquitectura cisterciense de la provincia y una de las mejores de Castilla, siendo quizás la fundación más temprana del Cister en tierras españolas. La portada occidental, de múltiples arquivoltas y rematada con un gran rosetón, es una de las primeras gratas impresiones que se lleva el visitante que sin salir de su asombro se deleita con otro de los elementos que hacen singular a este edificio, su cabecera de cinco ábsides.

Es un conjunto sorprende y armonioso a pesar de los expolios que ha sufrido ya que ni vecinos ni turistas pueden contemplar el monasterio en todo su esplendor porque el claustro fue desmontado y trasladado a Estados Unidos. Ocurría en 1925 cuando el magnate del periodismo americano, William Randolph Hearst compraba por 40.000 dólares el claustro y la sala capitular. Fue desmontado y trasladado al otro lado del charco. Cuando el imperio de Hearst se desmoronó en 1937, este patrimonio cambió varias veces de dueños. Finalmente, en 1962 lo adquirió la Diócesis Episcopal del Sur de Florida que las convirtió en parroquia y museo. Pero el coto de San Bernardo, incluido el monasterio, es de propiedad privada. Sólo está abierto al público los miércoles de diez de la mañana a dos de la tarde.

En una ladera

De regreso otra vez al casco urbano, el visitante se da cuenta de que Sacramenia sigue conservando el encanto de los pueblos asentados en cuesta. En lo alto del pueblo, dentro del caserío, está la iglesia de San Martín de Tours, un templo de considerable tamaño que conserva la cabecera románica con triple arquería. En su interior, a los pies de la nave, se encuentra la magnífica pila bautismal procedente de Santa Marina, la otra iglesia de Sacramenia.
Es también un templo de origen románico, que conserva de esta época la cabecera, donde se conservan frescos del siglo XV. Son muy singulares los cinco arcos ciegos del tambor del ábside.

Y subiendo por la ladera de Sacramenia se llega a lo más alto del cerro, donde se localizan las ruinas de la iglesia de San Miguel, que todavía conserva la portada de múltiples arquivoltas y el ábside.

Desde este cerro, el visitante obtiene unas vistas magníficas de la localidad y su entorno. En el fondo de su valle se encuentran cultivos de regadío que se alternan con algún campo de cereal. También es frecuente observar algún rebaño de ovejas churras, que se alimentan de unos excelentes pastos y a las que profesan unos mejores cuidados. De aquí salen unos de los mejores corderos asados de toda la provincia y un fantástico queso artesanal.

La tradición del buen comer

Cientos de personas visitan la localidad para degustar su lechazo asado

MÓNICA RICO | SEGOVIA.

Fachada del Ayuntamiento de Sacramenia y, al fondo, iglesia de San Martín de Tours. :: MÓNICA RICO

En las rutas gastronómicas de la provincia, una parada obligada para los amantes del buen comer es, sin duda, la localidad de Sacramenia. Famosa por su lechazo asado en horno de leña, cada fin de semana y especialmente durante la temporada estival, acoge a cientos de visitantes que acuden hasta el municipios maravillados por sus ricos manjares o por lo suculento de los mismos que un amigo, compañero o vecino le ha recomendado.

Porque al final, el 'boca a boca' es la publicidad que mejor funciona y así se ha convertido Sacramenia en un referente de la buena mesa, con su plato estrella, el lechazo asado en horno de leña, sólo con agua y sal. Muchos se preguntan por el secreto de tan delicioso manjar y éste, en gran medida, se encuentra en la carne. El lechazo que se degusta en los bares y restaurantes de Sacramenia sólo procede de ovejas churras y su única alimentación ha sido la leche de su madre, criada, en la mayoría de casos, en los pagos cercanos al municipio.

Los expertos en este manjar señalan que el animal se debe sacrificar entre los 25 y los 30 días de edad y su peso debe oscilar entre los cinco o seis kilogramos. Posteriormente se degusta en cuartos, tras pasar por el horno de leña, donde se le trata con mimo y cuidado, en manos de los maestros asadores
Por todo ello no existe un único secreto, sino que son muchas las características que en Sacramenia se dan para conseguir carne de primera calidad, que ha conseguido convertir el municipio en la cuna del buen comer, lo que para muchos ya es incluso una tradición.

Aunque el lechazo es el plato estrella del municipio, otros productos artesanales se han hecho un hueco en la gastronomía local y han conseguido llevar el nombre de Sacramenia más allá de las fronteras provinciales. Una quesería artesanal, negocio familiar desde hace decenas de años, que con la leche de su ganadería ovina, también churra, ha elaborado quesos desde siempre. Una tradición que se ha mantenido con el paso de los años y que ha conseguido avanzar e innovar, con la llegada al mercado de nuevos productos elaborados con la misma materia prima, como la cuajada y el yogur natural. Y todo ello preparado de forma tradicional y artesana.

Así, la población de Sacramenia, que a diario apenas supera el medio centenar de habitantes, se multiplica los fines de semana, cuando comercios y carnicerías permanecen abiertos, incluso los domingos. Es jornada de visitas y las ventas se duplican. Cuartos, chuletas, cabezas y enteros viajan principalmente a las ciudades de Valladolid y Madrid, aunque no fallan vecinos de toda la provincia y de otras no tan limítrofes como las primeras.

Patrimonio

Y aunque el nombre de Sacramenia vaya ligado a la tradición del buen comer, el municipio cuenta con numerosas tradiciones que aún se mantienen y un rico patrimonio, características todas ellas que hacen que acercarse al municipio pueda resultar una visita provechosa y realmente interesante.
Sin duda en un paseo por sus calles habría que destacar el monasterio de Santa María de Sacramenia, cisterciense. Gran parte del mismo fue vendido a Estados Unidos, donde no se le dio el valor que realmente tiene. La parte que aún se conserva es de propiedad privada.

Sin embargo, sí se pueden visitar templos como el de San Martín de Tours, que aún conserva su cabecera románica, a pesar de las múltiples reformas que ha sufrido; la iglesia de Santa Marina, también románica, con una cabecera de esta época, en la que se conservan pinturas murales del siglo XV y que a lo largo del año alberga, varios retablos barrocos y los pasos de Semana Santa. Ya en los alrededores, los restos de la románica ermita de San Miguel, donde se encontraron tumbas antropomorfas.

EL NOMBRE

El término de Sacramenia deriva de los términos latines sacra moenia, que significan ruinas o muros sagrados, y según los expertos se trata de uno de los topónimos más antiguos de la comarca. Ya aparece con ese nombre en el año 934, en el voto de San Millán. Desde 'sacra moenia' fue evolucionando hasta la actual denominación de Sacramenia.