Torrecilla del Pinar

Montaña rusa de población

Los habitantes de Torrecilla del Pinar varían desde los 250 que permanecen a diario al millar que recibe en verano

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Como una montaña rusa se mueve la población de Torrecilla del Pinar. Aunque el censo, con una ligera tendencia a la baja, en los últimos años se logra mantener en torno a los 290 habitantes, hay épocas puntuales en los que las trescientas casas que permanecen abiertas se llenen de gente. Las 250 personas que viven a diario en la localidad se duplican los fines de semana y en periodos especiales como Semana Santa o el verano llegan a convertirse en un millar. Un constante movimiento de población que se debe en buena parte a que «este pueblo tuvo bastante gente, hubo bastante emigración y a la gente le gusta venir, tienen bastante vínculo sentimental con el pueblo», apunta el alcalde, Raúl Martín Pascual.

Además, aunque todos los pueblos siempre quieren más, en Torrecilla del Pinar pueden sentirse satisfechos de que algunas parejas jóvenes opten por quedarse en el pueblo, aunque la mayoría de la población trabaja en otros puntos. Y para incentivar aún más el asentamiento de jóvenes, el Ayuntamiento tiene especial interés e ilusión en la inminente construcción de diez viviendas de protección oficial «un poco con la intención de asentar gente, animar a las parejas jóvenes a que se asiente, se casen y tenga hijos, que es lo más importante para que el pueblo siga manteniéndose como pueblo», destaca el regidor.

También una importante parte del censo la integran los mayores, a los que también se quiere facilitar en todo lo posible su continuidad en el pueblo con la construcción de una residencia de ancianos, aunque para ello es imprescindible la ayuda económica de otras instituciones. «Entiendo que somos muchos pueblos a pedir todos lo mismo y comprendo que no puede haber en todos una residencia de ancianos, una piscina…, pero por pedir que no quede. Creo que todos los pueblos tenemos derecho a vivir y que en cada uno haya algo»k, apunta Raúl Martín Pascual.

Mirando a los de fuera y a los torrecillanos, el Ayuntamiento también quiere arreglar las zonas más destacadas del pueblo, y a la rehabilitación que se está llevando a cabo en la iglesia de San Juan Bautista se quiere unir la intervención en lugares emblemáticos del pueblo como el entorno de la ermita de la Virgen del Pinar.

No solo los veraneantes llegan a Torrecilla del Pinar, también los visitantes recalan en este pueblo, ubicado en una pequeña serreta, en un continuo desnivel, rodeado de árboles y en especial los pinos que dan nombre a la localidad. El cordero asado en los mesones del pueblo se ha ganado una fama que atrae a los foráneos, que también pueden disfrutar del encanto que dan el pueblo las bodegas soterradas, que aparecen en cualquier rincón del pueblo, con especial predominio en a los pies de la iglesia y rodeando la plaza.

Pasión y silencio

Doscientas personas participan en la escenificación del Vía Crucis la mañana del Viernes Santo

Isabel Jimeno.

El primer año se puso en marcha casi por casualidad, de manera improvisada y con lo que cada uno pudo aportar. Ahora, después de cuatro ediciones, el Vía Crucis viviente que cada Viernes Santo se escenifica por los rincones de Torrecilla del Pinar está plenamente consolidado y en auge, tanto entre quienes se involucran de forma directa en su organización como por quienes acuden a presenciar la representación que conjuga a la perfección el espectáculo de la puesta en escena y los valores que quiere transmitir. «Es una experiencia muy emotiva», subraya Justa del Sol, una religiosa del pueblo de quien partió la idea de «invitar a la participación de los jóvenes en el Vía crucis de Viernes Santo, pero diferente al de años anteriores, esta vez con rostro humano».
La idea cuajó a la perfección y fueron precisamente los jóvenes quienes impulsaron la continuidad de aquella emotiva Pasión, que cada año se va perfeccionando un poco más. A los escuetos diálogos de aquella primera ocasión se unió un año después el guión que la religiosa confeccionó como hilo conductor por las calles y rincones de Torrecilla del Pinar para «representar los momentos más significativos de Jesús con la gente y en los escenarios privilegiados del pueblo».
La plaza del municipio sirve de punto de partida a un recorrido que se prolonga durante casi dos horas entre el silencio de la multitud que cada año acude con más respeto a revivir la Pasión de Jesús. Los niños son los protagonistas de esta primera escena, en la que reciben entre aclamaciones a Jesús, que se adentra en la iglesia para compartir con los Apóstoles la Última Cena.
De nuevo, la escenificación toma las calles. El juicio ante el Sanedrín y Pilatos y la sentencia de condena de muerte son otras de las escenas que recoge el guión elaborado por Justa del Sol y que cada mañana de Viernes Santo toma cuerpo gracias a la participación de más de doscientas personas.
Por el calvario
Las cruces de piedra del Calvario que aún se conservan el pie sirven de escenario y guía por el que Jesús, con la cruz a cuestas, camina hasta uno de los rincones más bonitos del pueblo y donde tienen lugar las escenas más llamativas de esta pasión viva. Las tres cruces finales del monte Calvario, en la Serreta, en lo que los torrecillanos conocen como ‘El Cotanillo’, Jesús y los ladrones representan el sacrificio de Jesús.
Y aunque no deja de ser una escenificación, un espectáculo, el Vía Crucis viviente de Torrecilla del Pinar sigue presumiendo de su objetivo inicial: conseguir que «sea una vivencia», una ocasión para que «al recordar la pasión de Jesús, meditemos en la pasión de nuestro mundo y en nuestro propio vía crucis», apunta la religiosa Justa del Sol, muy satisfecha con la positiva respuesta de todo el pueblo, pero sobre todo de los más jóvenes, y del silencio y respeto que rodea cada escena, cargada de emoción, solidaridad y compromiso.

Dos moradas para la patrona

Los vecinos de Torrecilla del Pinar tienen gran devoción por su Virgen, por la que celebran dos romerías

Elena Rubio Aragoneses

Torrecilla del Pinar se encuentra en un alto, sobre un pliegue calizo que se extiende hasta el cerro donde se ubica la ermita del Pinar. Un lugar estratégico que debió de ser elegido por los repobladores en la época de la Reconquista para construir una torre defensiva o fortificada que sirviera de vigía a las tierras de alrededor. De ahí el nombre de la localidad que desde el año 1138 ya se la denomina como 'Torrecella'. El apelativo 'del Pinar' se le añadió en el siglo XVIII, nada extraño si se tiene en cuenta que en esta zona empieza la tierra de pinares, en la que hay un pinar casi continuo de pino resinero que ocupa cientos de kilómetros cuadrados.

Son precisamente los pinos los que dan el nombre a la patrona del pueblo, la Virgen del Pinar, por la que los vecinos de esta localidad sienten una gran devoción. Una imagen que tiene dos moradas, dependiendo de la estación del año. Por la Pascua de Pentecostés, los vecinos acuden hasta la ermita, de estilo románico tardío, y que se encuentra situada en un pequeño cerro. Desde allí las vistas de los pinares son magníficas y desde este punto también los habitantes de Torrecilla trasladan la imagen hasta el centro del pueblo, hasta la iglesia de San Juan Bautista, donde estará hasta el mes de septiembre cuando en una animada romería regresará de nuevo a su morada de invierno.

La iglesia de Torrecilla del Pinar sobresale del resto de edificios de la localidad. Es de origen románico, a cuya época pueden pertenecer la cabecera recta y la base de la torre. El retablo mayor es barroco, con la imagen del titular enmarcada por cinco lienzos. En la nave lateral se conserva un calvario gótico quizás del siglo XV.

No es el único patrimonio que se puede encontrar en Torrecilla del Pinar, también hay un lagar de viga y las bodegas tradicionales que se sitúan en el lado norte del otero rocoso sobre el que levanta el pueblo. Precisamente las rocas son el origen de una tradición oral en la que según cuentan sus vecinos, un portugués partió a un largo viaje anunciando que sólo pararía allí donde terminara la roca que afloraba en su pueblo. Caminó durante semanas hasta que llegó a Torrecilla, donde terminaba la roca. Fue aquí donde se casó con una moza del lugar.

Dentro del término municipal de Torrecilla del Pinar se localiza el despoblado de Villillas. Como su propio nombre indica, fue una aldea pequeña, situación que se confirma porque sólo pagaba ocho maravedíes al obispado en 1247. El nombre de este núcleo podría ser el despoblado con dos barrios llamados hoy 'Los Conventos'. Una parte de él se hallaría en torno a la ermita de la Virgen del Pinar, la otra, 400 metros al este de dicha ermita, a la derecha de la carretera que de Torrecilla sale a la de Cuéllar de Sepúlveda. Villillas deriva del latín villa, por lo que en un principio quiere decir núcleo pequeño. Sin embargo, con el tiempo se reservó los plurales para núcleos de cierta importancia. Hay varias teorías que indican que en esta zona pudo existir una villa romana.

Y volviendo al presente, a la actualidad, el Ayuntamiento de Torrecilla del Pinar ha decidido emplear los 45.132 euros que ha recibido a través del Fondo Estatal de Inversión Local, del Plan E, en reparar una vivienda de titularidad municipal.

De romería con la patrona

La Virgen del Pinar es trasladada durante el verano desde su ermita a la iglesia

MÓNICA RICO | SEGOVIA.

Plaza del municipio segoviano de Torrecilla del Pinar. :: MÓNICA RICO

Hace tan sólo unos días, el pasado 24 de mayo, como cada Lunes de Pentecostés, los torrecillanos disfrutaron de la primera de sus romerías, en la que la protagonista es la Virgen del Pinar, a la que algunos llaman la Virgen de los pueblos, pues como tal podría ser perfectamente la patrona de la comarca de Tierra de Pinares, simplemente por su apelativo. La romería se desarrolla desde la ermita de Nuestra Señora del Pinar, con la imagen de la Virgen, hasta la iglesia de la localidad, donde permanecerá hasta septiembre para regresar nuevamente en romería a su estancia habitual. Por esto también son muchos los que cuentan que la Virgen tiene dos casas: una de invierno y otra de verano, y que como un hijo del pueblo más, regresa al municipio a disfrutar de la temporada estival.

Ambas romerías son vividas con intensidad por los vecinos de la localidad. Jotas y danzas se suceden durante los kilómetros que existen entre la ermita y la iglesia parroquial de San Juan Bautista. La de Pentecostés se celebra únicamente durante esa jornada, pero la que se celebra en septiembre forma parte de las fiestas del municipio y en honor a la Virgen del Pinar se celebran actividades culturales, de ocio y musicales para el disfrute de todos los vecinos.

Esta segunda romería, denominada por algunos del Henarillo, por celebrarse cercana a la multitudinaria romería de la Virgen de El Henar, tiene lugar el domingo anterior a la festividad de San Mateo, cuya celebración es el 21 de septiembre. En ella regresa la patrona a su morada habitual, una ermita de la que según cuenta la leyenda, fue un antiguo monasterio de monjes, que finalmente sirvió de morada para un ermitaño.

Se trata de un edificio realizado en el tránsito entre el románico y el gótico. Cuenta con tres naves separadas por arcos apuntados, con cabecera plana y cuyo ábside fue convertido en camarín para la adoración de la Virgen del Pinar. En este lugar también se guardan los regalos que los devotos han realizado durante años a la imagen, donde llaman la atención los detalles elaborados con pelo natural. En muchas ocasiones estos regalos son trenzas y otros peinados y recogidos que las torrecillanas se elaboraban para las fiestas y que posteriormente se cortaban como ofrenda a su patrona. Esta ermita se encuentra situada junto a los antiguos lavaderos, lugar de encuentro de las mujeres torrecillanas durante años y que ahora se ha convertido en una zona de esparcimiento. Los lavaderos y la vieja laguna se han rehabilitado y la zona invita tanto al descanso como al paseo.

Tradiciones

Además de mantener la tradición de sus dos procesiones y romerías, los torrecillanos realizan durante estos días ritos y tradiciones que se extienden desde que los más mayores recuerdan. Lo principal son los bailes típicos durante toda la procesión, que se intensifican al final del recorrido. Tras dos kilómetros de jotas y música, los devotos aún con más fuerza si cabe, bailan sin descanso ante la imagen de la Virgen del Pinar, que porta en sus brazos la pequeña imagen de un niño, llamado en la zona el Niño Pinariego.

La tradición también manda que, en la puerta de la ermita se subasten los palos de las andas entre los devotos. Quienes más pujen serán los afortunados en introducir la imagen de la Virgen en el interior del templo, donde nuevamente se realiza una subasta, en este caso para ver quién es el encargado de entronizar a la Virgen en el lugar donde descansará hasta la próxima cita.

Una tradición mucho más joven pero que ha calado con fuerza entre los vecinos del municipio y de toda la comarca es el Vía Crucis viviente que se celebra cada Viernes Santo y en el que los vecinos del municipio escenifican escenas de la pasión, crucifixión y muerte de Cristo.

EL NOMBRE

Al parecer Torrecilla debió tener en sus orígenes una torre fortificada, posiblemente en el lugar que hoy ocupa la iglesia parroquial. De ahí su nombre. En el año 1247 aparece citado como 'Torreziella' y no fue hasta el siglo XVIII que se le añadió el sufijo 'del pinar', por encontrarse enclavado en el lugar donde comienza la comarca de Tierra de Pinares.