Fresneda de Cuéllar

Del rock a la paella

Música, juegos y una gran comida centran las actividades de las fiestas de Fresneda de Cuéllar

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Con un ambiente muy variado y diferente al habitual finaliza el mes de junio y comienza el de julio en Fresneda de Cuéllar, marcados por las fiestas en honor de la Virgen de la Visitación, que desde hace tres años incluyen una actividad extra. La iniciativa de un grupo de jóvenes, junto con la colaboración económica del Ayuntamiento, ha hecho posible que el viernes anterior a los días grandes la música rock no deje de sonar desde las diez de la noche hasta las siete de la mañana. Nueve horas en las que cuatro o cinco grupos de rock, algunos de la provincia de Segovia, se suceden sobre el escenario y dotan de un aire diferente a las calles del municipio.

El sábado, cuando el rock se silencia, comienzan los preparativos de la tradicional paella, uno de los eventos que más gente congrega. Y es que si la población de Fresneda de Cuéllar no llega a los doscientos veinte habitantes, ese día el parque del pueblo se abarrota con cerca de ochocientos comensales prestos a degustar la paella que ofrece el Ayuntamiento y que Mariano Albertos Colomo, un vecino del pueblo, prepara con esmero. La fiesta de la espuma que no puede faltar, colchonetas hinchables y otras actividades para los más pequeños completan la intensa jornada, que se remata con la verbena a cargo de una orquesta.

Y el domingo llega el día grande de las fiestas en honor a la Virgen de la Visitación, que por la mañana recorre las calles del pueblo durante la procesión. De nuevo por la tarde, la imagen de patrona sale de la iglesia para dirigirse hacia la ermita que lleva su nombre, ubicada unos metros fuera del pueblo. Al son de la dulzaina y el tamboril, la Virgen se encamina hacia su templo. La puja por los brazos a las andas sobre las que se porta a la Virgen de la Visitación marca el final de la procesión, pero no de las actividades de estos días de fiesta en Fresneda de Cuéllar. Alguna actuación musical y la orquestan ponen punto y seguido a estas jornadas diferentes, que llegan a su fin el lunes, cuando los juegos infantiles, los campeonatos de deportes autóctonos y, sobre todo, el festival local son los protagonistas en Fresneda de Cuéllar.

Junto al río y el pinar

Los vecinos de Fresneda de Cuéllar celebran el ‘Día de la Chuletilla’ en Los Pinillos

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Puente sobre el río Pirón, en Fresneda de Cuéllar. / El Norte

El río Pirón y el pinar. Dos elementos que componen y embellecen el paisaje de Fresneda de Cuéllar y que están muy ligados a su evolución histórica e incluso hoy en día siguen muy ligados a la vida cotidiana de los fresnederos.

Regado además por los arroyos Marieles y Malucas, el río Pirón, que divide en dos el término, es uno de los emblemas de este municipio. Su riqueza hídrica propició la abundancia de pastos y una importante cabaña ganadera a su alrededor.
Pero hoy, ese gran caudal apenas es un hilo de agua durante buena parte del año. En pocas ocasiones, el Pirón fue lo que era, cuando la corriente pasaba por los cinco ojos del puente de piedra que se construyó para salvar su cauce. Su fuerza era tan importante que incluso permitía mover las piedras del molino Alvarado, al que agricultores y ganaderos de la zona llevaban el grano a moler en esta antigua infraestructura, hoy en desuso, pero todavía en pie, con más de trescientos años de historia a sus espaldas.
Baño en Las Pesqueras

Y hasta la gente tenía por costumbre acudir a bañarse a las aguas del río Pirón, en la zona conocida como Las Pesqueras, donde unas compuertas retenían el agua que luego iba al molino. Pero eso fue antaño, cuando el abundante caudal regaba las tierras de Fresneda de Cuéllar.

Hoy casi todo es un recuerdo, pero el río sigue siendo un elemento muy importante en la vida de los fresnederos, al igual que el pinar. A medio camino entre ambos. A la orilla del Pirón y a la sombra de los pinos se encuentra otro de los rincones preferidos de los vecinos del pueblo: Los Pinillos. El merendero bien provisto de bancos, mesas, parrillas y un parque infantil al que acuden con frecuencia los fresnederos y especialmente lo hacen en el conocido como ‘Día de la chuletilla’. Una jornada en la que se aúnan buena parte de las señas de identidad de Fresneda de Cuéllar.

Las comidas populares se suceden a lo largo del año, y esta es una ocasión más. Si en las fiestas de la Virgen de la Visitación lo típico es reunirse en torno a la gran paella, en el ‘Día de la Chuletilla’, el último domingo de mayo, la tradición manda que los vecinos acudan al paraje de Los Pinillos, para comer con amigos y familiares, junto al río y el pinar.

Días contados de clase

Hace siete años que no registra un nacimiento y Fresneda de Cuéllar mira con preocupación a un futuro casi sin niños

Texto y fotografías de Isabel Jimeno

Hace ya siete años que el libro de registros no se abre para anotar un nacimiento. Es, sin duda, una de las peores noticias y uno de los síntomas de que el futuro que se avecina no es halagüeño. Con una población envejecida y la mayoría de sus jóvenes partiendo hacia otros lugares, la despoblación es uno de los temores que acechan a Fresneda de Cuéllar, como a tantos otros municipios, que miran con impotencia cómo el padrón no para de perder gente. «En los pueblos no quiere vivir nadie», lamenta el alcalde, Gregorio Sastre Pinilla.

Aún así, en esta localidad segoviana todavía pueden sentir la satisfacción de oír los gritos de los pequeños por las calles y las aulas del colegio se mantienen abiertas gracias a cinco niños. Aunque saben que esta situación, por desgracia, tiene los días contados a no ser que el rumbo cambie. Ya tienen asumido que el próximo será el último curso en el que las aulas de la escuela de Fresneda de Cuéllar puedan mantenerse abiertas.

Aunque la población joven no sea mucha a diario, otra cosa es en épocas puntuales como las vacaciones y, sobre todo, en verano. Prueba de ello es el Fresnerock, un festival de música rock que surgió hace unos años como iniciativa de un grupo de jóvenes y que cuenta con apoyo de la asociación El Fresno. Una noche diferente con motivo de las fiestas de la Virgen de la Visitación, a principios de julio, que hace que Fresneda de Cuéllar vibre con la música más potente y no sólo con los sonidos tradicionales y que sus calles se llenen de gente de todo tipo.

Entre riberas y pinos

La vida cotidiana de la población de Fresneda de Cuéllar está ligada al río Pirón y a los pinares de la localidad

Elena Rubio Aragoneses

Fresneda de Cuéllar es uno de los pueblos representativos de la comarca de El Carracillo donde abundan los cultivos de hortalizas y pinares, tanto resineros como albares. Por estas tierras abundan las lagunas y las riberas que permiten el desarrollo de pastos para la ganadería. En los últimos años se han instalado numerosas actividades ganaderas y también destaca por la producción de piñones que se transforman y comercializan en localidades de Valladolid.

Hace años también había otro tipo de instalaciones, abandonadas desde hace treinta años, que durante un tiempo produjeron harina. Se trata del Molino de Alvarado, situado en la carretera general de Fresneda a Fuente el Olmo de Íscar.

Durante siglos tuvo mucha importancia por estas tierras. En el siglo XVIII ya hay documentos que constatan que en el término existía un molino harinero sobre el río Pirón con dos muelas perteneciente a Francisco Ayala, señor de Simancas. Una infraestructura que producía cinco mil novecientos cuarenta y ocho reales, en los que se incluían dos mil de la utilidad del molinero. Con el paso de los años cambió de destino y en la última mitad del siglo XX pasó a utilizarse como fábrica de cebada.

Este molino es una construcción rectangular de imponentes dimensiones, compuesta por tres plantas, en el que los sillares calizos tienen especial importancia, utilizándose para ángulos y para enmarcar los vanos. Tiene al exterior dos cárcavos de arco de medio punto de sillería, que al interior se cruzan con dos más. Este edificio está en desuso aunque aún se mantiene en pie.

Despoblados

De lo que no queda nada y sólo se sabe de su existencia gracias a la tradición oral es de dos despoblados de Fresneda de Cuéllar. Uno de ellos se llamaba Pesqueras y se encontraba situado a unos dos kilómetros y medio, en la ribera izquierda del río Pirón, en el lugar donde se toma del río el cauce del molino. Hoy en la zona quedan abundantes restos. Otro núcleo despoblado del que se conoce por el boca a boca es del llamado Olivera. Estaba a casi dos kilómetros al sureste, en la ribera izquierda del río Malucas y rayando con la divisoria municipal de Fresneda con Narros de Cuéllar. En el término de Fresneda también se localizaba Aldehuela, que quiere decir 'aldea pequeña'. Se despobló en 1789 y fue un anejo de Chañe al menos en el siglo XVI. Otro pueblo desaparecido dentro de los términos de esta localidad es Alcuerna. Sólo se menciona en 1247, fecha en la que era una aldea muy pequeña que pagaba cinco maravedíes al Obispado. Es muy probable que se tratara de un despoblado situado en el término, a la derecha de la carretera que conduce a Fuente el Olmo de Íscar. Hoy allí hay una ermita que pudo ser en su día la iglesia de este núcleo. El edificio está rehabilitado hace más de veinte años.

En el exterior se puede observar que los muros son de piedra y a cada lado se abren tres huecos que alternan con tres contrafuertes. En el interior los huecos están decorados con bonitas vidrieras y en la cabecera la imagen de la Virgen, que sostiene al niño con la mano izquierda mientras que en la derecha sostiene una bola