Castro de Fuentidueña

Y otro pueblo en las bodegas

Castro de Fuentidueña baraja varios proyectos para que el pueblo evolucione pese al continuo descenso de población

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Laura y Sofía son dos de los cuatro niños que a diario inundan con sus gritos y sus juegos las calles de Castro de Fuentidueña entre una población en buena parte envejecida. Estos días la llegada puntual de los veraneantes permite a las pequeñas aumentar el círculo de amigos con los que jugar por las calles de este pueblo, que como muchos, ve cómo el descenso del censo no tiene freno. «Llevamos con menos de cien habitantes por lo menos ocho años», recuerda el alcalde, Pedro Vaquerizo San José, que da vueltas a varias alternativas para intentar revitalizar la vida de Castro de Fuentidueña.

Al menos por ahora a los castreños les queda el consuelo de ver cómo con la llegada del fin de semana las numerosas casas que se han construido y las que se ha rehabilitado abren sus puertas y el bar se llena de gente. «Tiene que hacer muy malo para que no vengan los fines de semana», advierte el regidor, que no llega a creerse que la propuesta para hacer chalés cuaje y tenga el éxito que auguran los promotores de la iniciativa, aunque Pedro Vaquerizo San José está dispuesto a dar todas las facilidades para que el proyecto comience y lleguen nuevos aires al pueblo.

«Estamos pretendiendo que el pueblo evolucione, pero va a ser muy difícil», apunta el regidor. «Están constantemente diciendo que van a hacer y hacer, pero ¿qué van a hacer?», advierte el regidor, algo escéptico con el futuro en el medio rural, pero dispuesto a seguir luchando.

Pedro Vaquerizo también confía en que el proyecto para la construcción de un parque eólico con siete u ocho molinos en Castro de Fuentidueña reporte beneficios al pueblo para poner en marcha nuevos proyectos como la reciente remodelación de la plaza mayor.

Vino y cordero
Pero si hay un proyecto que ha gozado del agrado de los vecinos es la iluminación de la zona de las bodegas. A unos metros del casco urbano, aprovechando una ladera, los castreños han horadado la roca para construir las frescas estancias en las que hace años se elaboraba el vino. Ahora la tradición vitivinícola sigue presente, aunque el número de viñedos ha descendido, pero hay vecinos que siguen pisando la uva para elaborar los caldos que luego degustarán acompañando a las chuletas a la parrilla o el rico cordero asado de la zona.

«Para hacer un buen asado no hay truco ninguno, nada más que la carne sea buena, con un poco de manteca nueva, un poco de agua y sal; no tiene más truco. Asarlo bien asado en un horno de leña, pero si puede ser con sarmientos de las viñas mejor que roble o encina porque son muy fuertes y calientan demasiado deprisa, con una temperatura adecuada», apunta Pedro Vaquerizo, que durante años, como antes lo hicieron su padre y su abuelo, asó los ricos corderos, con un sabor especial gracias a los pastos que crecen en las pedrizas, que nada tienen que envidiar a otros de la zona con más fama.

En el exterior de las bodegas, los merenderos a modo de pequeñas casas en miniatura son la segunda vivienda de los vecinos, que pasan allí horas y horas, más aún desde que hace cuatro años las farolas iluminan la estancia.

La televisión es otro de los entretenimientos para los castreños, aunque desde la instalación de los molinos de viento en la sierra de Pradales la señal llega aún de manera más deficiente. «Antes veíamos mal la tele y la seguimos viendo mal. No hay manera de que llegue. Se ve, pero mal. Solo se ven cuatro cadenas, pero las de Segovia no. El otro día estuve con mi hija que vive en Palazuelos y allí ves las noticias que salen de Segovia tan bien, pero aquí nada de nada», denuncia el regidor.

Otro pueblo en el subsuelo

Los jóvenes siguen subiendo a las bodegas de Castro de Fuentidueña para merendar con los amigos

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Son como una segunda casa y, de hecho, las hileras que forman en la ladera del cerro de Santa Lucía dan la imagen de otro pueblo de minúsculas viviendas. Las bodegas son otro lugar de residencia para los castreños, que con la llegada del buen tiempo acuden con más frecuencia en busca de una fresca estancia que les proteja de las calurosas jornadas estivales.

Allí, en el interior de estas peculiares construcciones excavadas hace años con mucho esfuerzo en la roca, la agradable temperatura, que se mantiene durante todo el año entre los 12 y los 17 grados centígrados, hace que el verano se lleve mucho mejor. Y allí también se conservan perfectamente esos ricos vinos que todavía se siguen elaborando. A modo de frigorífico, las bodegas también son un centro de almacenaje de víveres a idónea temperatura.

Aunque en ellas también se guardan alimentos, el vino sigue siendo el principal elemento que decora las bodegas de Castro de Fuentidueña. La desaparición de las vides en el pueblo no ha supuesto el fin de una arraigada tradición y todavía los castreños se esmeran cada otoño en elaborar sus ricos caldos de manera artesanal. Algunos lagares ya se han hundido, pero en las casas otros artilugios más pequeños permiten seguir prensando la uva que desde la cercana Denominación de Origen Ribera del Duero llega a Castro de Fuentidueña.

Y una vez extraído el jugo va a las botellas para alcanzar el punto justo que permitirá a los castreños disfrutar de los caldos que muchos acuden a buscar casi a diario a las bodegas para acompañar las comidas. Tampoco falta el vino tinto en las meriendas y cenas que se suceden los fines de semana en los merenderos construidos delante de las bodegas. Un pequeño pueblo donde muchas veces hay más vida que en Castro de Fuentidueña. Con las más variadas formas y tamaños y equipadas para reunirse con los amigos a degustar también otra de las estrella de la gastronomía castreña: el cordero. Y es que los pequeños pastos de hierbas aromáticas dan un sabor especial a la leche con la que los corderos se alimentan antes de llegar al plato en el merendero junto a la bodega. Un uso muy arraigado entre los jóvenes, que mantienen así la tradición de acudir a las bodegas que sus antepasados excavaron con mucho esfuerzo durante el invierno, cuando las tareas del campo daban una tregua.

Más allá de lo tradicional

Castro de Fuentidueña cuenta desde hace seis años con su propio festival de música rock

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Surgió hace más de quince años para revitalizar la vida de un pueblo que, como otros muchos, cada vez tiene menos gente, y aunque el ímpetu inicial se ha perdido un poco con el paso del tiempo, la asociación cultural Santa Lucía sigue siendo uno de los activos de Castro de Fuentidueña.
Cuenta incluso con su propio local. Las antiguas escuelas han perdido su primigenio uso, pero en ellas sigue habiendo algunos libros, los de la pequeña biblioteca puesta en marcha por este colectivo que toma el nombre de la patrona del pueblo.

Un bar que solo abre durante las fiestas y un salón multiusos en el que los socios se reúnen y celebran más de una comida popular, e incluso en los primeros años llegaron a representar sus propias obras de teatro, son otras de las dotaciones con que cuenta la agrupación, que triplica en socios el número de habitantes de este pequeño municipio.

La semana cultural, posterior a las fiestas de Santa Lucía que se celebran a finales de julio o principios de agosto, es una de las principales actividades que promueve esta asociación. Juegos variados, competiciones deportivas y campeonatos para mayores y pequeños se suceden durante estos días.

Sexta edición

Si la semana cultural es una de las actividades estrella que promueve este colectivo, otra que llama la atención es el festival de música rock Castro Rock, organizado también por la asociación cultura Santa Lucía, en colaboración con el Ayuntamiento. Y es que con apenas setenta habitantes censados, Castro de Fuentidueña cuenta con su propio festival musical independiente surgido con el propósito de contar con actividad más que sirva de reclamo para que la gente vaya al pueblo y también para dar una oportunidad de actuar ante el público a grupos jóvenes.

El pasado 19 de mayo, las calles de esta pequeña localidad del norte de la provincia de Segovia por las que en fiestas suena la música de la tradicional jota, se volvieron a llenarse con los sonidos de la música diferen, la del rock gracias a una nueva edición, la sexta ya, del ‘Castro Rock’.

Recuerdos del pasado

Castro de Fuentidueña quiere recuperar el viejo lagar símbolo de la tradición vitivinícola de la localidad

Texto y fotografías de Isabel Jimeno

Las cepas que antes ocupaban buena parte del término ya no son tan abundantes, aunque la tradición de hacer vino de cosecha y dejarlo madurar en las bodegas es una costumbre que no se ha perdido y el cerro de Santa Lucía perforado por estas ancestrales cavidades sigue siendo punto habitual de reunión y meriendas acompañadas por cordero de la zona de los vecinos de Castro de Fuentidueña y de quienes regresan al pueblo por unos días.
Recuerdo de esos tiempos en los que hacer vino casero era todo un ritual al que pocas familias no se sumaban es el viejo lagar municipal que aún se conserva, aunque el paso de los años y el desuso se dejan notar y alguna pared ya se ha hundido. Por eso, para recordar y mantener el recuerdo de la tradición, el Ayuntamiento busca la manera de conseguir el dinero para restaurar este rincón del pueblo.
Y es que todas las obras se tienen que hacer gracias a las aportaciones de otras administraciones. «Hacemos muy pocas cositas porque no tenemos posibilidades de nada», lamenta el alcalde, Pedro Vaquerizo San José, quien destaca que, aún así, «hacemos todo lo que podemos».
Renovar la red de abastecimiento y seguir mejorando el estado de las calles figuran entre las actuaciones que llevará a cabo el Ayuntamiento, que sigue buscando la fórmula para que los vecinos puedan ver bien la televisión y tener cobertura de telefonía móvil. «Estamos muy mal», lamenta el regidor, quien advierte de que hay que buscar «los puntos concretos» en los que se puede hablar.
Viviendas
También tiene en proyecto adecuar los doscientos metros cuadrados de la planta alta de la Casa Consistorial como dos viviendas para alquilarlas. Precisamente impulsar la construcción de viviendas «para que no se pierda el pueblo» es otro de los sueños del Consistorio. Y es que cada vez son menos los vecinos de este pueblo con tan sólo dos niños entre sus habitantes habituales y mucha población mayor y que añora tiempos pasados en los que eran muchos más.
La caída del padrón parece irrefrenable, pero el objetivo del pequeño Ayuntamiento es que al menos se mantenga la actividad que cada fin de semana y, sobre todo, en verano recupera Castro de Fuentidueña gracias a quienes aquí hunden sus raíces y regresan al pueblo.

El influjo de Santa Lucía

Además de ser la patrona de la localidad, se encuentra junto a su cerro

MÓNICA RICO

Fachada del Ayuntamiento de Castro de Fuentedueña

A pesar de que la iglesia parroquial de la localidad está dedicada a la Inmaculada Concepción, en el municipio existe una Santa a la que se procesa gran devoción. Patrona del municipio, Santa Lucía es mucho más, ya que no sólo es la patrona del municipio, en cuyo honor se celebran dos fiestas a lo largo del año, sino que es el nombre que recibe el cerro situado junto a la localidad.

Y es que según el viajero se va acercando al municipio, éste se encuentra en el horizonte con un gran alto, el Cerro de Santa Lucía, con una altura de 1.172 metros. También muy cercana a este punto se encuentra la loma de la Sierra de Pradales, un espacio natural sin igual, repleto de robles y aún más alto que el cerro anteriormente nombrado.

En el mismo cerro de Santa Lucía podemos encontrar numerosas bodegas excavadas en la roca, que hace años se utilizaban para elaborar vino y que aún hoy cuentan con esa función, aunque en menor medida. De hecho muchas de ellas ya únicamente se abren en verano, para pasar los ratos de más calor, pero principalmente su utilización es como merenderos, para degustar viandas de la zona con la familia y los amigos.

Aún así, son muchos los vecinos que aún elaboran su propio vino y en sus antiguas bodegas conservan su lagar, el que todavía utilizan. Todos, sin excepción, presumen de la calidad de sus caldos, realizados con uvas propias de la zona.

Regresando al cerro, los vecinos tienen como tradición subir por su colina hasta llegar a la cúspide, donde se disfruta de unas bonitas vistas. Además, por el camino se pueden encontrar distintos fósiles, lo que contribuye a hacer el paseo más ameno y divertido.

La Asociación

También la principal agrupación del municipio lleva el nombre de la Santa. Así, la Asociación Cultural Santa Lucía se encarga de dinamizar la vida en este municipio de menos de un centenar de habitantes. Lo hace durante todo el año, pero especialmente durante la semana cultural y las fiestas, organizando actividades para todos los sectores de la población. Las fiestas principales se celebran el primer fin de semana de agosto y como no podía ser de otra forma se desarrollan en honor a Santa Lucía. Es en esos días cuando el municipio vuelve a ver sus calles llenas de gente, la diversión de la juventud y el correr de los niños, que tan escaso es a lo largo del resto del año.

Las fiestas en honor a Santa Lucía también regresan en diciembre, el día 13, fecha original de la festividad de la patrona en el municipio, que, como en muchos otros lugares, fue trasladada al verano para que los vecinos pudieran disfrutar de los festejos en período vacacional.