Lastras de Cuéllar

De merienda en las bodegas

Los vecinos de Lastras de Cuéllar conservan la tradición de elaborar su vino casero pese a no tener majuelos

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Se aproxima el fin de semana y las bodegas que salpican las calles del pueblo, sobre todo en una zona que se ha aprovechado la roca para horadar la fresca estancia, se preparan para acoger de nuevo días de intensa actividad. Y es que merendar aquí los viernes y sábados es toda una tradición fuertemente arraigada en Lastras de Cuéllar. «Lo mejor que tenemos es que los fines de semana viene muchísima gente. Por lo menos esos días se ve gente, están los bares llenos y en las bodegas huele a sardinas o a chuletas...», subraya el alcalde, Ángel Efrén Martín, quien también destaca la hospitalidad de sus vecinos durante todo el año, pero de manera especial en las fiestas de la Natividad de Nuestra Señora, en torno al 8 de septiembre.

Y es que esos días, de los bares y de las bodegas, muchas convertidas en peñas, rezuma un olor especial a comida y a la clásica limonada, siempre a punto para servirse. «Tenemos mucho compañerismo e invitamos a la gente que viene de fuera a limonada o a lo que quieran –apunta el regidor–. Les damos de comer, de merendar y de cenar».

No solo para la diversión se utilizan estas pequeñas construcciones que en su cara exterior parecen casitas en miniatura. También en ellas se sigue elaborando el vino de manera tradicional. Pese a que en Lastras de Cuéllar apenas existen ya majuelos, sus habitantes no quieren perder esta costumbre y acuden a la zona de Valtiendas a comprar la uva con la que luego elaboran sus caldos.

Y es que aunque la población cae, en la localidad tratan de mantener las costumbres y actividades para hacer más amena la vida de los lastreños y del millar de veraneantes que ya han comenzado a llegar. La intensa semana cultural a finales de agosto, las actuaciones en Navidad, los actos organizados por la asociación cultural y por los jubilados todo el año animan las jornadas y sirven de aliciente para continuar en Lastras de Cuéllar.

Y es que impedir que el censo siga cayendo es una misión complicada, paliada por la llegada de inmigrantes. «En los últimos años la población ha bajado, aunque llevamos diez años en los que nos vamos manteniendo. Aunque se han perdido habitantes, han venido inmigrantes que lo han compensado, pero nacimientos hay muy pocos, uno, dos o tres al año, y es muy poco», lamenta el alcalde del municipio, que ve «muy difícil», mantener el actual padrón en torno a los quinientos habitantes «porque no hay nada, no hay industrias ni tenemos perspectivas de que haya empresarios interesados en instalarse aquí».

Cámping
Solo el camping en el pinar, muy cerca del río Cega, es un aliciente para atraer gente al pueblo, también conocido por su afamada zona de caza. Junto a la riqueza medioambiental, desde el Ayuntamiento siempre dispuestos a cuidar y mejorar, Lastras de Cuéllar también cuenta con atractivos patrimoniales como la ermita de Nuestra Señora de Salcedón, la ermita del Bosque, el palacio de la Serreta, la iglesia de Santa María Magdalena y la Casa Consistorial, un antiguo edificio porticado que adorna la Plaza Mayor del pueblo en la que cada viernes se celebra el mercado al aire libre y que en breve comenzará ser remodelada.

Bailes a la virgen

Los lastreños acompañarán el lunes con sus danzas típicas a Nuestra Señora de Salcedón en el regreso a la ermita

Isabel Jimeno.

Lastras de Cuéllar se despierta con aroma de fiesta. Se acerca uno de los días grandes para los lastreños. El próximo lunes, es lunes de Pentecostés y toca cumplir con una de las tradiciones más arraigadas en la localidad: la romería de la Virgen de Salcedón.

La imagen, que durante esta semana cambia su morada habitual, está preparada para regresar de nuevo a la ermita en la que permanecerá el resto del año y de la que salió el pasado domingo portada por los vecinos sobre las andas.

Pero antes de volver a la ermita que se encuentra ubicada a dos kilómetros del pueblo, de camino al río Cega, mañana la Virgen de Salcedón recorrerá otra vez las calles de Lastras de Cuéllar en procesión antes de vivir su gran día, en el que los mayordomos de la virgen tienen un protagonismo especial.
Junto con el Ayuntamiento, son los encargados de animar el fin de semana con el baile de la noche del sábado y ellos –dos matrimonios que se presenta voluntarios al cargo y que se renuevan cada dos años– son quienes se encargan de los preparativos de tan señalada fecha.

Pero su labor no se limita a la romería, sino que durante todo el año son los encargados de mantener la ermita, su entorno y la virgen, que cada domingo recibe la visita de los fieles, que oran, hablan y cantan delante de la imagen.

Y ya el lunes de Pentecostés llega el día grande. Tras la última novena, la procesión se dirige hacia el templo que en los últimos días ha renovado su cara exterior. A paso lento, al ritmo que marca la jota que entonan la dulzaina y el tamboril, la imagen camina hacia su casa tras los pasos de los incansables danzantes.

Lastreños de a pie y componentes del grupo de danzas que gestiona la asociación cultural bailan durante dos kilómetros. ‘La espigadora’, ‘El chamorro’, ‘El arco’ o ‘El cielo’ son algunos de los bailes que marcan los danzantes ataviados con el traje típico como lo hicieron sus antepasados, y muchas de estas jotas se han recuperado gracias a la colaboración y memoria de los mayores, que han rescatado sus recuerdos de juventud para que las nuevas generaciones continúen con su tradicional legado gracias al empeño de la asociación cultural y a la gran afición por los bailes típicos y los paloteos que existe en Lastras de Cuéllar.
‘ El Arco’ es la pieza que marca el final del recorrido. Los danzantes hacen un arco bajo el cual pasa la imagen de la virgen de Salcedón antes de entrar de nuevo al templo en el que permanecerá el resto del año, recibiendo la fiel visita de los lastreños.

Lastras de Cuéllar cuenta con cerca de seiscientas bodegas Isabel Jimeno.   Mercadillo en la Plaza Mayor de la localidad de Lastras de Cuéllar. / ISABEL JIMENO   Es mucho más que una tradición. Es un ritual y una cita que no se puede olvidar y con la que se cumple fielmente. Y es que las bodegas son una seña de identidad de Lastras de Cuéllar. De hecho, se puede decir que en este pueblo que ahora apenas sobrepasa los quinientos habitantes hay más bodegas que casas. Hasta seiscientas construcciones de este tipo existen en este municipio, aunque no todas continúan abiertas y operativas para cumplir con su inicial función o con el centro de reunión y diversión en que se convierten cada fin de semana. Aunque no todas abren sus puertas los sábados y los viernes, en un fin de semana siempre hay alguna bodega de la que el olor a vino y a chuletas a la parrilla se escapa por la puerta. Y en otoño, cuando llega la vendimia, aunque en Lastras de Cuéllar ya apenas hay vides, sí que se sigue elaborando el vino como se hacía hace años. Muchos lagares continúan en pie para que su piedra siga majando las uvas que se convertirán en vino. En algunas no hay la maquinaria adecuada para elaborar el caldo de cosecha, pero los lastreños no renuncian a continuar con esta arraigada tradición y algunos se juntan en un bodega para prensar la uva que luego embotellan y dejan en su bodega para que alcance su punto adecuado para el consumo en las meriendas, las comidas y las cenas que nunca faltan en estas edificaciones que son todo un símbolo de Lastras de Cuéllar.

Tres lagunas

Lastras de Cuéllar cuenta con un conjunto lagunar, en el pasado más extenso

Isabel Jimeno.

El río Cega, que baña sus tierras, es una de las señas de identidad de Lastras de Cuéllar y en torno a cuyo cauce giran miles de historias. Pero en este pueblo segoviano de gran riqueza hídrica y diversos manantiales y pozos utilizados antaño, antes de que el agua corriente llegara a las casas, para abastecerse y lavar la ropa, otro de los lugares destacados es su conjunto lagunar, formado ahora por tres lagunas grandes y otras de menor tamaño. Aunque antes, no sólo eran más grandes, sino que eran más numerosas, pero el descenso de las precipitaciones ha dejado a muchas secas.
Las de las Ánimas, la de Arriba, la de Dehesa de Valparaíso, la de la Nava o la Redonda son algunas de esas lagunas que antaño existían en Lastras de Cuéllar, al igual que los Barreros o las Tejeras Viejas, cuyos nombres están directamente ligados con dos de las actividades que antaño caracterizaron a los lastreños como la fabricación de tejas o la extracción de barro de los conocidos como barreros para la construcción.

A unos cuatro kilómetros de las casas se encuentra la laguna del Carrizal, en medio del pinar resinero, otro de los elementos característicos del paisaje lastreño utilizado por sus gentes como medio de vida a través de la extracción de la resina y su trasformación en la fábrica que funcionaba en el pueblo. Los carrizos y algún junto nacidos a su orilla rodean la laguna, surgida junto a una duna de arena de donde se extraía la arena para la construcción.

Un poco más adelanta, la laguna Lucía –compartida con la vecina localidad de Hontalbilla-. De regreso hacia la localidad a través de la ruta diseñada para disfrutar de este paisaje, Tenca, que completa el conjunto lagunar del humedal de Lastras de Cuéllar, escogido por una variada fauna para vivir o pasar allí alguna temporada, en su paso migratorio de norte a sur y viceversa. El ánade azulón, el ánade real, las grullas y las garzas son algunas de las especies que embellecen aún más el conjunto laguna de este pueblo segoviano.

Vecinos voluntarios

Lastras de Cuéllar quiere implantar un sistema de voluntariado para ayudar a las personas mayores, que suponen casi la mitad del padrón

Isabel Jimeno.

Con cerca de la mitad del padrón mayor de 65 años y habitantes muy longevos, una de las principales preocupaciones del Ayuntamiento de Lastras de Cuéllar es atender a las personas mayores. Por este motivo, pretende convertir en centro de día el edificio que hace doce años comenzó a funcionar como vivienda tutelada para ancianos, aunque sólo estuvo abierta tres años. La idea de convertir el inmueble en el centro del pueblo albergue parece descartada para destinarlo a otro fin social como la atención a los mayores con unas treinta plazas de capacidad.
En este sentido, otro de los proyectos «en los que tengo mucha ilusión», apunta la alcaldesa, María Victoria Avial Arribas, es el programa de voluntariado que quiere implantarse en el pueblo para que los vecinos ayuden, sobre todo a las personas mayores que viven solas, haciéndoles la compra o simplemente con una visita para controlar que están bien. El primer paso es hacer un estudio y pedir la colaboración de los vecinos para «mentalizarles de que hay que colaborar». Después, con formación por parte de Servicios Sociales de la Junta de Castilla y León y en colaboración con la asociación de jubilados, se pretende poner en marcha este proyecto que a la vez pretende demostrar «que todos podemos ser válidos».
Mientras los mayores son muchos, lamentablemente, los jóvenes son menos, aunque en los últimos doce meses han nacido cuatro pequeños y sus padres han recibido una ayuda de 1.000 euros por parte del Ayuntamiento. Una iniciativa para fomentar la natalidad en un pueblo que, como muchos, pierde población. La falta de viviendas en venta y los elevados precios del terreno son «un problema», advierte la alcaldesa, quien espera que dos nuevas iniciativas empresariales que se pondrán en marcha en el pueblo ayuden a estabilizar el padrón.
María Victoria Avial también confía en que «en uno o dos años» el camping municipal esté abierto todo el año y generen otro par de puestos de trabajo estables. Por el momento, tras algo más de una temporada cerrado, esta semana ha vuelto a abrir sus puertas esta instalación municipal puesta en marca en 1994 «con mucho esfuerzo».
En el pinar, a algo más de un kilómetro del pueblo, cerca del río Cega, el camping de primera categoría con zona para campistas, cafetería, restaurante, supermercado y piscina abierta a todo el público se convierte en un buen reclamo para que visitantes, hijos y nietos del pueblo regresen, generen más actividad y den más vida a Lastras de Cuéllar.
Entre los proyectos, algo más a largo plazo, para convertir al municipio en foco de atención, la recuperación del conjunto lagunar catalogado como humedal. A través de la Fundación Natura se ha conseguido ayuda para comenzar a recupera la laguna de La Tenca o La Nava, como se conoce en el pueblo, para después continuar con el resto. Es la punta del iceberg de un proyecto más ambicioso que pretende convertir la vieja casa del farmacéutico y parte de la del médico en un museo que tenga un apartado destinado a centro de interpretación de las lagunas. Un museo etnográfico con colaboración y aportaciones de los vecinos de aperos de labranza, ganadería, utensilios de los resineros -ese oficio que llegó a ser tan importante y que ocupó a la mitad de la población- y de los alfareros que también abundaron completa la iniciativa, en la que la alcaldesa también quiere reservar un hueco a la pintura, en una clara apuesta por la cultura en la vida de Lastras de Cuéllar.

Pinares y bodegas

Lastras de Cuéllar posee un rico patrimonio medioambiental y una gran tradición por las bodegas

Elena Rubio Aragoneses.

Lastras de Cuéllar se encuentra en el centro geográfico de la provincia y en medio del mar de pinares. No resulta raro que desde siempre muchas de sus actividades se encuentren vinculadas a la actividad de la producción maderera y resinera. Hoy todavía se puede contemplar la chimenea de la fábrica de miera de la que se obtiene colofonia y aguarrás. En la calle de la fábrica también se puede contemplar una vieja peguera a la que se la preserva de las inclemencias metereológicas y del deterioro tapándola con chapas.

Pero si hay algo que abunda en Lastras de Cuéllar son las bodegas, siendo según algunos más abundantes que las casas. En torno a ellas se hace buena parte de la vida social y se manifiesta el espíritu generoso y hospitalario de sus gentes, siempre prestas a compartir un trago de vino. Las bodegas constan de dos pisos. En el superior se elabora el vino y en el inferior, excavado en el suelo, se fermenta y se conserva en cubas.

Es más que curiosa la tradición por este tipo de instalaciones teniendo en cuenta que este pueblo no tiene viñas por lo que sus habitantes compran la uva en sitios de la provincia como Valtiendas, Sacramenia y Torreadrada.

Pero ir a Lastras de Cuéllar no es sólo descubrir este patrimonio industrial, sino también cultural y religioso. En este caso, destaca la iglesia de Santa María Magdalena. Se trata de un templo de piedra y ladrillo construido con planta de cruz latina. El crucero se cubre con cúpula de gajos algo rebajada. También destacadas son las ermita del Humilladero y la de Nuestra Señora de Salcedón. El nombre de Salcedón deriva de salce, que antiguamente era como se denominaba a los sauces. Al parecer, la Virgen se apareció a un pastor sobre un sauce, junto a una fuente que desde entonces parece manar sin interrupción.

Medio Ambiente

De agua también saben mucho en esta localidad ya que también posee un rico patrimonio medioambiental. Al paso del río Cega por estas tierras se puede descubrir entornos de cuento como el del Molino del Ladrón o de La Poza. La conocida Dehesa de Los Porretales, perteneciente al término municipal de Cabezuela, pero gestionada por todos los vecinos de Lastras a través de su asociación, ofrece un paisaje de fresnos vigorosos que se esparcen por la pradera.
Muy cerca del pueblo se encuentra un sistema lagunar de gran interés. Las lagunas del Carrizal, colmatada hace años, de la Tenca y de Lucía ofrecen un refugio para anáticas y otras aves que encuentran junto al carrizo un lugar idóneo para criar. Un variado paisaje siempre rodeado del aroma del pino resinero.

Por otro lado, el Consistorio de la localidad ha decidido invertir los 77.698 euros del Fondo Estatal de Inversión Local en rehabilitar un edificio para adaptarlo a un centro de usos múltiples.

Leyendas

Como en muchos pueblos de la provincia, en Lastras de Cuéllar existen varias leyendas populares. Una de ellas es la relacionada con una imagen de Santa Elena, conocida popularmente como 'La pedigüeña'. A esta imagen los vecinos le iban a pedir agua en caso de sequía. Cuando lo necesitaban la sumergían en la cercana fuente de Santa María de Salcedón. Un año tras una sequía muy prolongada sumergieron a la imagen y comenzó a llover. Después de ocho días de lluvia intensa, los vecinos alarmados se acercaron a la fuente. Allí encontraron un resto de madera que se había desprendido de la imagen. Al sacarlo del agua, escampó.

Otra de las tradiciones orales se sitúa en el prado de Santa María de Salcedón ya que hay un lugar muy pantanoso y húmedo. Se dice que antes de que construyeran la actual carretera que lo atraviesa, pasó por allí un carretero con sus bueyes, animales que llevaban un collar de campanillas. Justo en la mitad del prado se quedó la carreta atollada. El carretero, entonces, comenzó a blasfemar. Cuanto más blasfemaba más se hundía la carreta y el mismo hasta que cavó su propia sepultura. Hoy dicen que cuando pasan camiones por la carretera y se estremece la tierra, si se pone atención, se escucha el sonido de las esquilas.

Las leyendas de Salcedón

En el paraje de la ermita de la Virgen se suceden los cuentos populares

MÓNICA RICO | SEGOVIA.

Plaza Mayor de Lastras de Cuéllar, presidida por el edificio del Ayuntamiento. :: MÓNICA RICO

Sin duda al visitante que llega a Lastras de Cuéllar le sorprenden sus paisajes de pinos, ribera, lagunas, presas y molinos. En los alrededores del municipio, también se encuentra una pequeña ermita, dedicada a la Virgen del Salcedón, a la que los vecinos de Lastras sin duda tienen gran devoción y cuya existencia está rodeada de algunas leyendas, que los mayores aún recuerdan.

En el municipio cuentan con la ermita se construyó en el lugar en el que se encuentra puesto que a tan sólo unos metros del lugar existe una fuente donde la imagen se apareció.

Desde su construcción, la ermita es el centro de celebraciones de la romería de la Virgen de Salcedón, que se celebra cada año el lunes de Pentecostés, una fecha muy señalada en los calendarios de los vecinos que comienzan las celebraciones durante el fin de semana para culminar el lunes con un paseo desde el municipio hasta la ermita durante varias horas, donde las danzas y en especial el paloteo, son protagonistas junto con la Virgen, cuya imagen ha permanecido unos días en el municipio.

Durante la romería se mantienen tradiciones muy arraigadas en la localidad. Dentro de los bailes del paloteo, destaca 'el arco' que hacen los danzantes a la entrada del templo, bajo el cual pasa la imagen de la Virgen para introducirla en el templo. Igualmente se realizan, como hace años, las subastas de las andas y de la persona encargada en subir a Nuestra Señora de Salcedón al trono. Pero la devoción que sienten los lastreños por su virgen no sólo queda patente en esta jornada, sino que todos los domingos, los fieles, junto con los matrimonios mayordomos de la cofradía, visitan la ermita.

Además de la leyenda de la ubicación de la ermita, en Lastras existen otros cuentos populares que se han transmitido de generación en generación, como la de 'la pedigüeña', que es como es conocida de forma popular una antigua talla de Santa Elena.

Su sobrenombre viene dado porque era la imagen a la que los vecinos de Lastras de Cuéllar le iban a pedir agua en los momentos de sequía. Esta petición se hacía de forma oficial, en procesión desde la ermita hasta la cercana fuente de Santa María de Salcedón, en la que sumergían la imagen en petición de la tan esperada lluvia. Cada vez que se realizaba la procesión y baño de la imagen, llegaba el agua.
La leyenda de la imagen continúa, y se sitúa en un caso concreto, cuando tras una larga sequía, una vez más los vecinos decidieron pedir agua y sacar en procesión a 'la pedigüeña'. Una vez más, cumplido el rito, llegó el agua. Sin embargo las lluvias comenzaron a ser abundantes y sin descanso durante varias jornadas, con lo que en lugar de salvar las cosechas, éstas se estaban estropeando.

Sin saber muy bien qué hacer y si pedir nuevamente a la imagen de la Santa el cese del agua, dos de los vecinos se acercaron hasta la fuente, en la que encontraron flotando un pequeño trozo de madera que, al parecer, se había desprendido de la imagen al sumergirla al pedir agua. La leyenda popular concluye explicando cómo el momento en el que dejó de llover coincidió con el que los hombres sacaron el pedazo de madera perteneciente a Santa Elena de la fuente.

Una carreta en el barro

En el mismo paraje de Santa María de Salcedón nos encontramos con un espacio muy pantanoso en el que se centra otra leyenda local. En este caso la sabiduría popular cuenta que un carretero pasó por el lugar con sus bueyes, con tan mala suerte, que en el lugar con más agua quedó la carreta atrancada. El conductor comenzó a blasfemar y los bueyes a hundirse y a mayor número de blasfemias, mayor hundimiento de bueyes y carreta, hasta que todos perecieron sepultados por el barro. Dicen que aún hoy en algunos momentos si se presta atención al silencio, se escucha el sonido de las esquilas de los bueyes.

EL NOMBRE

En la primera referencia escrita del municipio éste aparece como La Lastra, haciendo referencia a las piedras, más bien grandes, lisas, planas y de poco grueso, que se encuentran en este término. Posteriormente aparece ya como La Lastra de Cuéllar, apellido que se le añadió por formar parte de esta Comunidad de Villa y Tierra. Ya en el siglo XIX se lo conoce con el nombre en plural.