Migueláñez

Capeando las adversidades

Migueláñez apuesta por facilitar el acceso a la vivienda y la creacion de industrias como base para incrementar la población de la localidad

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Hace quince años se recuperó la fiesta de las capas, un atuendo tradicional y elegante ahora prácticamente en desuso, pero en Migueláñez todos tienen una. Sus vecinos lo celebran el 3 de febrero, fiesta de San Blas o de las capas, que además de reunir a los amigos de la capa de Castilla y León, desde este año también sirve para reconocer el esfuerzo y colaboración de otras personas «para favorecer el desarrollo del pueblo», advierte la alcaldesa, María Jesús Fuentes. «Pero para poder llevársela tienen que haber venido un año antes a la fiesta».

Y es que la colaboración de otras instituciones es fundamental para sacar adelante los muchos proyectos que el Ayuntamiento de Migueláñez tiene en mente para ayudar a que el pueblo recupere la población que tuvo hasta que a mediados del siglo pasado la emigración hizo bajar drásticamente el número de habitantes hasta los 170 actuales. Ahora el municipio consigue dar los primeros pasos para fijar población, aunque queda mucho por hacer. Para lograr este objetivo, una de las apuestas firmes del Consistorio es disponer de terrenos urbanizables y sacarlos a la venta con el objetivo de asentar población.

Contar con posibilidad de trabajo en el municipio es otro de los alicientes que espera ofrecer Migueláñez a través de la puesta en marcha de un polígono industrial. Aunque ahora la población se dedica fundamentalmente a la agricultura y ganadería, también hay bastantes empresas de servicios y el pueblo logró darse a conocer en la actividad industrial gracias a su emblemática fábrica de chocolates, cerrada hace unos años y que ahora el Ayuntamiento confía en poder darle otros usos entre los que destaca un museo del chocolate.

Sin poder disfrutar de los beneficios económicos que generan las explotaciones pizarreras de Bernardos y Domingo García, Migueláñez tiene que soportar sus inconvenientes y el constante ir y venir de camiones cargados del pesado material. «Los camiones nos hunden el pueblo», denuncia María Jesús Fuentes, que un día sí y otro también se encuentran con roturas de tuberías por el peso de los vehículos. Por eso una de sus peticiones es poder arreglar unos caminos que rodean el pueblo para disponer de una circunvalación para evitar el paso de vehículos pesados por el casco urbano.

Festival de verano

Las actividades lúdicas también son importantes en la vida de los vecinos de Migueláñez. El año pasado, junto a los cercanos municipios de Domingo García y Ortigosa del Pestaño, comenzó a celebrarse la Fiesta de la Amistad, una jornadas medioambientales con las que se pretende concienciar a la población de la necesidad de cuidar la naturaleza. A esta iniciativa, el Ayuntamiento quiere añadir este verano un festival de música tradicional alternativa, alrededor del cual también se realizarán concursos de fotografía, esculturas en arena o cuentacuentos, con el tema de ‘El Quijote’ como telón en el quinto centenario de su publicación.

Ahora son pocos vecinos, pero en verano la población se multiplica hasta llegar hasta las 700 personas, de ahí que el Ayuntamiento no pueda descuidar la atención hacia la época estival y muchas de sus actividades tengan su punto álgido en julio y agosto. Para atender a esta llegada de gente, el verano pasado, a través de los programas de empleo de la Junta, se puso en marcha una guardería durante un mes. Una iniciativa en la que participaron 32 niños de entre dos y ocho años y que gozó de gran acogida «porque mucha gente manda a los hijos con los abuelos y esta es una forma de que puedan disfrutar todos de las vacaciones, los padres, los abuelos y los niños», subraya la alcaldesa, dispuesta a poder repetir la experiencia en unos meses, cuando de nuevo Migueláñez llene sus casas y la población alcance la cifra que la emigración se llevó hace medio siglo.

Al abrigo de las capas

Decenas de capistas acuden a Migueláñez para celebrar la fiesta de San Blas

Isabel Jimeno.

Las carrozas son un rasgo distintivo de las fiestas. / Isabel Jimeno

Con los modernos y coloridos abrigos parece que han pasado al baúl de los recuerdos, pero en Migueláñez no es así. Casi todos en el pueblo tienen su capa. Un elegante atuendo que con motivo de la fiesta de San Blas, en torno al 3 de febrero, luce con un esplendor especial desde que hace quince años se recuperó la fiesta de las capas, una ancestral tradición que se había perdido, pero que ahora ha resurgido con gran fuerza. «Casi toda la gente joven del pueblo tiene capa», destaca la alcaldesa, María Jesús Fuentes. «Cada vez viene más gente con capa», añade.

« Se hace caldo para unas mil quinientas personas y se acaba», advierte la regidora para destacar la importancia del evento, cada vez con más acogida por parte de los foráneos, en el que las capas y el traje tradicional segoviano tienen un protagonismo especial. Y es que ese día, los hombres de Migueláñez lucen su capa castellana mientras ellas se atavían con el tradicional manteo que mueven con soltura al ritmo de la jota durante la procesión por las calles del pueblo con la imagen de San Blas.
Pero la fiesta ha comenzado un buen rato antes. Por la mañana, los miguelañosos y las autoridades reciben con chocolate caliente, bizcochos y aguardiente a los amigos de la capa de diferentes provincias que desde hace casi un decenio les acompañan en la fiesta.

Después, comienza una de las actividades que se instauró hace tan solo dos años: el nombramiento de Caballero o Dama de la Capa Castellana a quien, desde su cargo en la administración, ha contribuido a poder realizar los proyectos en marcha en el municipio. «Es una manera de agradecer su trabajo, su colaboración y acompañamiento», destaca María Jesús Fuentes, quien advierte que deben haber acudido antes al menos una vez a la localidad de Migueláñez para recibir este galardón que en la primera edición fue concedido al presidente de la Diputación, Javier Santamaría, y este año a Beatriz Escudero, directora general de la Función Pública de la Junta.

De paño y terciopelo

Una capa de paño de Béjar, terciopelo y el interior en el que se conjugan los colores de la institución a la que representa el padrino y madrina y el verde de la bandera municipal, confeccionada por un artesano de la zona, junto con un broche con los colores de ambas administraciones son los regalos que se imponen antes de acudir a la misa cantada por el coro de Nava de la Asunción, que da paso a la procesión y el posterior refresco para reponer fuerzas después de danzar y antes de que muchos emprendan de nuevo el camino de regreso a sus casas.

Pero para los vecinos de Migueláñez la fiesta comienza un día antes. El sábado se inician las actividades. Gracias a la implicación de la gente del pueblo es posible elaborar caldo para más de un millar de personas que degustarán al día siguiente y por la noche, desde hace dos años, también disfrutan de la verbena nocturna que da a la fiesta una nueva dimensión, aunque no tan grande como las de Nuestra Señora de la Asunción, el 15 de agosto, pero sí diferente.

Al abrigo de las capas

Decenas de capistas acuden a Migueláñez para celebrar la fiesta de San Blas

Isabel Jimeno.

Las grandes dimensiones de su iglesia son una prueba más de la importancia que en el pasado tuvo Migueláñez. Aunque en estos momentos no llega a los doscientos habitantes censados, tiempo atrás, fue un pueblo importante. Hasta 731 almas llegó a contar Pascual Madoz a mediados del siglo XIX. Además de la actividad agrícola y ganadera que aún hoy conserva, Migueláñez tuvo también una importante industria que ayudó a su progreso. Ya en el XIX, la fábrica de paños y sayales, al igual que en otros pueblos del entorno, suponía una buena fuente de ingresos para casi todos sus vecinos, que trabajaban también en su producción.

A mediados del siglo XX, la actividad fabril continuaba siendo importante en la localidad. Si la mecanización obligó a cerrar la industria textil, otras surgieron a su alrededor. Dos aserríos de madera, un tejar, dos carreterías, panaderías y confiterías daban vida y trabajo a sus gentes. Aunque poco a poco, todo fue desapareciendo y con ellas se fue buena parte de la gente.

También hace unos años, echó el cierre uno de sus elementos más emblemáticos: la fábrica de chocolates que durante tanto tiempo endulzó la vida de muchos. Y es que durante largo tiempo, hablar de Migueláñez era hablar de chocolate. Llevó el nombre del pueblo por un sinfín de lugares y ahora el Ayuntamiento quiere que de nuevo su pueblo vuelva a ser conocido por un recuerdo tan dulce convirtiendo la vieja factoría en un museo del chocolate. Un ansiado objetivo ideado hace unos años y con el que también se quiere revitalizar este pequeño pueblo.

Innovación social

Migueláñez promueve proyectos novedosos que dinamicen la vida del pueblo, como una peluquería municipal

Isabel Jimeno.

Torre de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción desde una calle del pueblo. / I. JIMENO

Proyectos innovadores, que atiendan las demandas de la población y mejoren la calidad de vida de los vecinos. Así son la mayoría de las iniciativas de Migueláñez, un pueblo que no supera los doscientos habitantes, pero con una intensa actividad social.

La mayoría de sus vecinos son mayores, por eso el Ayuntamiento presta especial atención a este colectivo, que cada día cuenta con un variado repertorio de alternativas para salir de sus hogares. La Casa Consistorial está convertida en un auténtico centro de ocio y aprendizaje, con biblioteca, gimnasio, sala de juegos, clases de gimnasia o talleres de memoria. Ahora, el objetivo es mejorar el centro cultural y disponer de un edificio para que, sobre todo, los más jóvenes practiquen deportes. Una cancha de tenis y otra de paddel son algunas de las instalaciones que el Ayuntamiento tiene en proyecto ejecutar.

Dentro de la innovadora apuesta para dinamizar la vida del pueblo, en Migueláñez se ha puesto en marcha una peluquería municipal. Solicitaron un curso de peluquería y estética a través de la Diputación y la acogida ha sido tan buena que incluso han tenido que hacer dos grupos.

Desde octubre, más de una veintena de mujeres -casi todas de la localidad- acuden a clases en el salón de belleza habilitado en una de las salas de la Casa Consistorial. Secadores, lavabos, espejos, maniquís con pelucas... De todo hay en esta peculiar peluquería a la que el Ayuntamiento espera sacar rendimiento cuando acaben el curso y que alguien pueda tomar las riendas de un nuevo negocio.

Entre las iniciativas que ya han cuajado en Migueláñez figura su Fiesta de las Capas en la festividad de San Blas. El primer fin de semana de febrero, capistas de todos los lugares llegan a este pueblo segoviano, que el próximo 19 de abril acompañará a la Asociación de Amigos de la Capa de Madrid en la celebración de los actos conmemorativos del 2 de mayo.

Junto a la actividad social, el Ayuntamiento presta también especial atención a otras necesidades, entre las que destaca el abastecimiento de agua. Las viejas y deterioradas redes sufren continuas roturas, por lo que una de las prioridades es continuar cambiando las tuberías de abastecimiento. «Que no falte el agua a la gente», subraya la alcaldesa, María Jesús Fuentes.

Restaurar los retablos de la iglesia, poner el mobiliario de la plaza y arreglar el paseo de la carretera de Nava de la Asunción y darle el nuevo nombre de Víctimas del Terrorismo figuran entre los proyectos en los que trabaja Migueláñez, a la vez que trata de tramitar las normas urbanísticas que permitan ampliar el casco urbano y atender las demandas de terreno para construir en este pueblo de paredes de pizarra que ha conseguido crecer ligeramente en los últimos años.

Esplendorosa torre románica

La iglesia de Migueláñez refleja la importancia que tuvo este pueblo de la campiña segoviana en el pasado

Elena Rubio Aragoneses Migueláñez

Migueláñez se encuentra situado en una pequeña llanura, por lo que es fácil fijarse pronto en el imponente edificio que tiene como iglesia parroquial. Los vecinos de este pueblo pueden presumir de contar con una de las más esplendoras torres del románico de la ladrillo de la provincia. Su esbelta torre está formada por cuatro cuerpos, levantados con pizarra y ladrillo a los que da elegancia y prestancia la rítmica y creciente disposición de sus vanos o ventanales. Está adornada con pináculos de aristas y vértices y en su interior se encuentra un fantástico retablo mayor que ha sido restaurado.

Pero el patrimonio de Migueláñez no sólo se centra en este magnifico templo religioso. Dentro de la localidad también se han localizado dos yacimientos arqueológicos con grabados paleolíticos. El primero de ellos se sitúa en la zona conocida como Peña Cabrera, que se extiende por unos cuatrocientos metros lineales donde se localizan tres paneles con grabados. Los otros restos arqueológicos se ubican en la denominada Peña Mora, en un cerro escarpado donde se puede disfrutar de otros cinco paneles más. En ambos yacimientos los grabados representan figuras humanas, cuadrúpedos, cruciformes y elementos indeterminados.

No es la única característica que tienen en común ya que ambos presentan un amplio espectro cultural que abarca desde la Edad del Bronce hasta la Edad Media. Por desgracia, estas pinturas prehistóricas se están alterando por la erosión, el crecimiento de níqueles y la desafortunada actuación de personas que se dedican a hacer sus 'particulares pinturas'.

Lo que también se está alterando con el paso del tiempo, pero esta vez no por los 'graffiteros' sino por el paso de camiones, es la red de abastecimiento de agua del municipio. El paso de estos vehículos pesados está provocando que se hunda el firme y se rompan las tuberías de agua. El Ayuntamiento de la localidad trabaja desde hace tiempo en solucionar el problema aunque el presupuesto municipal es reducido y hay que hacerlo poco a poco para realizar también otras actividades. Por eso, los 28.495 euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local les han venido como anillo al dedo para acometer otro de los proyectos que tiene en mente el Equipo de Gobierno: adecuar y mejorar el centro cultural de la localidad para que los vecinos salgan de sus casas y disfruten con las posibilidades que tiene el pueblo.

Las mujeres de esta localidad sí que disfrutan con una de las costumbres típicas de aquí, el juego de los bolos. En este pueblo se producen diversas peculiaridades con respecto a otros lugares. Juegan con once bolos y uno denominado 'viche'. Los bolos se colocan en forma de castillo por pares, quedando uno de ellos en dirección a donde se tira. Los equipos están formados por tres personas, integrantes que demuestran su habilidad y pericia cuando hacen sus jugadas.

La fiesta de las capas
Desde hace un par de décadas en Migueláñez se celebra la fiesta de las capas en torno al 3 de febrero. Casi todos los vecinos del pueblo van ataviados con una de estas prendas que han pasado de estar guardadas en el fondo del armario a ser una indumentaria que se asocia a la elegancia y la clase. Desde hace cinco años han instituido un premio para esta jornada, el nombramiento de 'Caballero o Dama de a Capa Castellana'. El objetivo es reconocer el trabajo de quien desde su cargo en la Administración contribuye a realizar proyectos para el municipio.

Ya han recibido este galardón Javier Santamaría, como presidente de la Diputación, Beatriz Escudero cuando ocupaba el cargo de directora general de la Función Pública y Luciano Municio, delegado territorial de la Junta en Segovia. En ese día grande también preparan caldo para unas 500 personas y reciben por la mañana a muchos Amigos de las Capas que llegan desde diferentes provincias, a los que ofrecen un sabroso chocolate, un producto que dio fama a esta localidad a mediados de los cincuenta cuando había dos fábricas en el pueblo, endulzando la infancia a muchos vecinos.