Donhierro

Restos calcolíticos

En Donhierro se localizan restos de un poblado que estuvo por estas tierras hace más de cuatro mil años

Elena Rubio Aragoneses Donhierro

Donhierro se encuentra situado en la margen derecha del río Adaja, ocupando un lugar privilegiado dentro de su vega. No es extraño, por tanto, que hace miles de años los pobladores fijaran sus ojos en estas tierras para quedarse en ellas. En el termino municipal de Donhierro se ha encontrado el yacimiento de La Serna o Cantazorras, que abarca una extensión de diez hectáreas y está situado en un promontorio junto a la vega del río Adaja. Allí se han descubierto numerosos restos correspondientes a la época calcolítica, es decir, entre el 2600 y 1900 años antes de Cristo. Un lugar en el que los arqueólogos también han descubierto fragmentos de adobe, lo que les hace pensar que era un poblado asentado y no un mero lugar de paso. Y es que quizás este asentamiento tenga alguna relación con una tumba cercana, la de El Ollar.

No se sabe qué nombre recibiría este poblado tan antiguo porque no hay ningún vestigio donde figure. Sí han llegado a nuestros días datos de una aldea situada a un kilómetro y medio del pueblo que en el siglo XVI contaba con ocho vecinos, conocida como Botalhorno. En ese lugar debió de encontrarse una construcción donde se cociese pan o tejas.

En el término de Donhierro también existió otro poblado conocido como Salvador de Cuéllar, situado a dos kilómetros del pueblo, a la izquierda del camino de Botalhorno a Tolocirio y al sur del camino del Molino. Hoy el nombre se ha perdido pero se conocen los restos de un pueblo en el paraje llamado San Julián. Y hablando de nombres, Donhierro es nombrado por primera vez en 1250 como 'Don Fierro'. Al parecer la denominación puede proceder de sus repobladores, que serían de origen riojano o vasco.

Comunicaciones

Unos repobladores que si tuvieran que llegar hoy en día lo harían a través de la A-6, una vía de comunicación que está situada a escasos metros del pueblo. Después de años de lucha, el Consistorio por fin ha conseguido que se conecte la carretera que atraviesa la localidad con este vía de comunicación. La asignatura pendiente es que se construya un puente sobre el Adaja, río que parte por la mitad el término municipal lo que provoca que se tengan que bordear unos 35 kilómetros para llegar al otro lado, cuando en línea recta serían tan sólo tres.

Y es que Donhierro es un pueblo que tiene mucha vida gracias a los hijos del pueblo que regresan ya jubilados a disfrutar de la tranquilidad de esta localidad pero con la ventaja estar cerca de una villa como Arévalo. Una situación que también ha animado a muchas parejas jóvenes a asentarse en el municipio y tener descendencia.

Niños y mayores

Es de los pocos municipios donde nacen niños y el censo se mantiene. Estos pequeños suelen acudir a las antiguas escuelas donde un monitor realiza juegos con ellos. En este lugar, también se reúne la Asociación de Jubilados y Pensionistas Adaja. Allí realizan talleres de memoria o manualidades. Precisamente, el Ayuntamiento de Donhierro destinará la subvención del Fondo Estatal de Inversión Local a rehabilitar la cubierta de este edificio. Unos trabajos que costarán 19.823 euros y con los que se crearán dos puestos de trabajo.

Comunicaciones y telecomunicaciones

Una vez en marcha la obra de conexión con la autovía, Donhierro reclama un puente sobre el Adaja y acceso a Internet de banda ancha

Texto y fotografías de Isabel Jimeno

«Estoy contento porque es un pueblo en el que nacen niños». Son las palabras de satisfacción del alcalde de Donhierro, un pueblo pequeño, de esos que sobrepasan ligeramente la barrera de los cien habitantes, y que contrariamente a lo que ocurre en otros de tamaños similares, logra mantenerse e incluso ve incrementar algo su población. Jubilados que regresan a sus orígenes, hijos del pueblo que no quieren perder los lazos con Donhierro y aquí se hacen su segunda residencia y gente que se queda a vivir en este pueblo agrícola y ganadero que cuenta con la ventaja de estar muy cerca del industrial Arévalo. Todos ayudan a que el padrón no baje.

Precisamente esa cercanía con la vecina localidad abulense es uno de los motivos que impulsan a la gente a quedarse en Donhierro, aunque buena parte de ellos trabajen en Arévalo. «Desde una punta de Arévalo se tarda más al polígono que desde Donhierro», destaca el regidor que por fin, tras años de lucha, ve cómo las máquinas hacen realidad su reivindicación de conectar la carretera que atraviesa el pueblo con la A-6. Después de siete años de peticiones, las administraciones han escuchado sus quejas y esa conexión permitirá el paso de vehículos pesados a través de Donhierro a la vía de gran capacidad. «Ya, como veo las máquinas, estoy plenamente satisfecho», subraya el alcalde, Jesús Hurtado, mientras sigue luchando porque otra de sus pugnas sea escuchada.

Es el puente sobre el río Adaja. Y es que Donhierro extiende su término al otro lado del cauce, donde conviven tierras de labor y pinares, a los que los vecinos sólo pueden acceder cruzando en el puente de Olmedo. «Un tractor agrícola, para hacer tres kilómetros que hay hasta las tierras, tiene que hacer 35 ó 40», se queja el regidor, dispuesto a seguir luchando. «Es lamentable», critica Jesús Hurtado, presto a presentar otra reclamación para que se construya el tan ansiado puente.

Y es que como dice, «siempre hay proyectos. Yo no paro». Poquito a poco, «porque los presupuestos hay que ajustarlos mucho», las mejoras y nuevas dotaciones se van notando en Donhierro, donde se mima con cuidado a uno de sus mayores tesoros: los niños. Y es que entre sus más de cien habitantes, el número de pequeños supone una cifra importante y a ellos va dirigida una de las actividades que más gustan al alcalde: los talleres y clases que todas las mañanas de los sábados imparte un monitor. «Eso es fabuloso», destaca Jesús Hurtado, encantado de ver cómo disfrutan los pequeños con el futbolín o el ping-pong, algunas de las dotaciones con que cuentan en una de las aulas de las viejas escuelas, donde también tienen su sede la asociación cultural San Lorenzo y los jubilados. El mismo recinto en el que el Ayuntamiento plantea instalar unos ordenadores para uso de los vecinos, pequeños y mayores.

En este sentido, sobre todo por los jóvenes y niños, una de las demandas que hacen es contar con un adecuado acceso a Internet por banda ancha. Y es que una vez que las comunicaciones por carretera van mejorando, en Donhierro también quieren que las telecomunicaciones lleguen a este pueblo segoviano en el límite con la provincia de Ávila.

La partida de los domingos

Un campeonato en las fiestas recuerda la tradición de ugar a la calva los domingos

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Todos los domingos, después de comer, no faltaba a la cita con la partida a la calva. Los jóvenes de Donhierro tenían en este deporte un motivo de distracción y no solían faltar al campo de juego las tardes dominicales y las de los festivos. «Es la única distracción que teníamos», recuerda uno de los vecinos de este pueblo segoviano ubicado en el límite con la provincia de Ávila.

Solo durante el verano, cuando las intensas jornadas de siega lo impedían, la partida paraba para los jóvenes de Donhierro. Pero ese receso temporal se convirtió en definitivo hace ya más de treinta años, cuando las partidas de calva dejaron de celebrarse, recuerdan dos vecinos ya algo mayores de Donhierro, que muchas tardes jugaron a la calva.

Pero la arraigada tradición no se ha perdido y aunque casi de manera testimonial, las partidas continúan una vez al año. Con motivo de las que ahora son las fiestas mayores, San Lorenzo, el campeonato de calva vuelve a poner a prueba la puntería de los varones. El 12 de agosto, como colofón a las fiestas, la competición reúne a jóvenes y mayores dispuestos a que la tradición no desaparezca.

Y si los hombres juegan a la calva, las mujeres lo hacen a los bolos. Antes no lo hacían tanto, pero en las fiestas no pierden la ocasión de apuntarse al campeonato de esta modalidad de deportes autóctonos que, junto con otras actividades, se organiza en Donhierro. El tute y la brisca son otros de los campeonatos a los que las mujeres no pierden la ocasión de apuntarse.

Niños solidarios

El centro cultural Santa Cecilia sirve de local de reunión a vecinos y foráneos de Domingo García

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Niños y mayores de Donhierro durante una fiesta de disfraces. / El Norte

Aunque hay suficientes niños para mantener el colegio abierto, las escuelas de Donhierro no acogen actividad lectiva desde hace años. Los padres prefieren que sus hijos aprendan en los centros de la cercana localidad abulense de Arévalo, donde comparten experiencias con más alumnos.
Pero que no haya clases no significa que la vieja instalación permanezca en desuso, sino todo lo contrario. De hecho, el Ayuntamiento de Donhierro está pendiente de recibir una subvención para rehabilitar de forma integral el edificio, que se calienta con la leña que lleva el alcalde, que no duda en encender la gloria si es necesario para que sus vecinos no pasen frío mientras asisten a las diversas actividades.

Las dos aulas continúan con su proceso lectivo, convertidas también en local de ocio. En una de las clases, la Asociación de Jubilados y Pensionistas Adaja ofrece a sus socios gimnasia, talleres de memoria y manualidades, además de servir luego como centro de reunión para echar unas manos a las cartas.
En la otra, los niños entretienen sus ratos de ocio con las actividades que un monitor se encarga de organizar. Juegos y deportes, en el aula o en la pista polideportiva, si el tiempo acompaña, animan los sábados a los pequeños de Donhierro.

Pero es en verano cuando mayor actividad se concentra y también cuando más niños participan en ellas. «En las fiestas hemos tenido 93 críos», exclama satisfecho con la participación el alcalde del municipio, Jesús Hurtado Rodríguez.

Las actividades que organiza la Asociación Cultural San Lorenzo, fundada hace más de quince años e integrada tanto por vecinos como por veraneantes de Donhierro, también tienen como centro de atención los niños, entre ellas la Cabalgata de Reyes, y también colabora, junto con el Ayuntamiento, en la organización de las fiestas de la mano de dos monitores.

Además de ratos de ocio, los niños de Donhierro muestran su sensibilidad y entre las actividades del pasado estío destaca el mercadillo que los pequeños organizaron con fines solidarios. No se olvida de quienes no pueden jugar como ellos y con el dinero recaudado han apadrinado una niña de Ecuador.

Niños solidarios

Mayores y pequeños de Donhierro utilizan las escuelas en desuso para realizar actividades

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Tiene la miel en los labios, pero no la puede comer. A tiro de piedra del polígono industrial de Arévalo (Ávila), los habitantes de Donhierro sueñan con mejores vías que les saquen de la «incomunicación», les acerquen aún más a sus vecinos y, sobre todo, les permitan crecer. «Aquí tenemos el mayor desastre que puede haber. Por culpa no sé de quién, dejaron incomunicada la carretera con la autovía (N-VI). Aunque está a 4,5 kilómetros, no podemos acceder a ella. No dejo de solicitar la conexión», denuncia el alcalde, Jesús Hurtado Rodríguez.

Esta situación, además de suponer tener que hacer más kilómetros, a los que los vecinos ya se han acostumbrado con resignación, ha impedido el desarrollo del municipio. «Está condicionando no hacer aquí el polígono industrial porque los vehículos grandes te piden acceso y es un inconveniente grandísimo. Si alguien quiere montar una industria quiere accesos y no puede porque por Arévalo no pueden pasar los camiones», lamenta el regidor, dispuesto a seguir luchando para que el proyecto de un área industrial con quince parcelas se lleve a cabo y ayude a relanzar un pueblo que a duras penas supera el centenar de habitantes, aunque con buenas perspectivas de crecimiento.

Su cercanía a Arévalo y precios más baratos que en la localidad abulense animan el mercado de la construcción, por el momento encorsetado ante la carencia de terrenos municipales urbanizables y de normas urbanísticas, uno de los próximos proyectos del Ayuntamiento. «Hay en previsión hacer quince o dieciséis chalés de iniciativa privada si los organismo oficiales nos dejan tirar hacia arriba. Pero es en terreno rústico pegado al pueblo y al no tener las normas de planeamiento tenemos que contar con el beneplácito de la Diputación».

Un puente

La conexión con la autovía del Noroeste no es la única demanda en materia de infraestructuras viarias que demandan los donhierranos. El río Adaja atraviesa el término municipal sin un puente de unión entre ambos lados. «La incomunicación de la comarca es total», apunta Jesús Hurtado. Y es que ahora se puede cruzar, pero con la llegada del verano el caudal aumenta al abrir la presa para que el agua llegue a los regadíos zamoranos. «Para hacer tres kilómetros en línea recta hay que hacer treinta y cinco o cuarenta».

« El verano pasado los vecinos veíamos cómo se quemaba la chopera, al otro lado del río, pero no podíamos cruzar. Era lamentable tener todos los vehículos aquí y no poder pasar. Vinieron los bomberos de Coca y preguntan por dónde tienen que ir y tenían que rodear 40 kilómetros. Tenemos un convenio con el Ayuntamiento de Arévalo por si ocurre algo», recuerda Jesús Hurtado.
« El problema más gordo que tenemos es la falta de comunicación, aunque la situación es perfecta», destaca el alcalde de Donhierro, a la espera de que sus demandas, que también son las de los vecinos, sean escuchadas. «Si hacen el polígono automáticamente daría más vida al pueblo», subraya. «Fomentar puestos de trabajo es la base principal para mantener población e incluso pienso que vendrían más».

Con un bar y tienda a la vez, en Donhierro conviven mayores y una veintena de niños que acuden a clase a Arévalo, donde también van muchos trabajadores de una población cuya fuente de ingresos depende en un 80% de la agricultura y la ganadería. Este fin de semana la tranquilidad del día a día se olvidará momentáneamente, la iglesia de San Lorenzo verá llenarse sus bancos y los poco más de cien habitantes se multiplicarán para celebrar dos fiestas en una: San Isidro y la Virgen del Rosario.