Labajos

Enclave de privilegio

Labajos espera que la buena comunicación y cercanía con Madrid favorezca la construcción de viviendas de segunda residencia que mantengan con vida el pueblo

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Con tan solo 150 habitantes y una población en constante descenso, Labajos aparece con mayúsculas en el mapa de carreteras. Los trazados de vías situaron esta pequeña localidad segoviana en el camino de la autopista AP-6 y de la N-VI. Dos importantes carreteras que favorecen el continuo ir y venir de vehículos que atraviesan el pueblo de punta a punta en su trayecto entre Madrid y el Noroeste de la Península, aunque no retienen habitantes.
La actividad no cesa y los inconvenientes del ruido y el humo de los motores se ven compensados con destacados ingresos para las arcas municipales. Aunque la ejecución de los proyectos del Ayuntamiento depende en buena parte de la colaboración de otras instituciones, «tenemos unos ingresos de contribución bastante importantes por la autopista y esperamos que mejoren ahora porque ya se han anulado las bonificaciones que tenían las autopistas en el tema de contribución y nuestra idea es que se recauden unos 48.000 euros más al año a partir del próximo ejercicio», advierte el alcalde de Labajos, Santiago Fuentes Gómez.
Una buena infraestructura que le une sobre todo con la capital de España mejor que con Segovia. «La comunicación con Madrid es perfecta, tardamos menos que en ir a Segovia», advierte el regidor. «Además –añade–, es curioso que la mayor parte de nuestros contactos son con gente de Madrid».
Por este motivo y ante el incesante descenso de habitantes –con más del 70% de la población mayor de 65 años y tan solo dos nacimientos en los últimos cinco años, uno de ellos de una de las familias inmigrantes que han ayudado a mantener el censo–, las miras del Consistorio están puestas en la explosión del mercado inmobiliario de la segunda vivienda. «La única solución que vemos, aunque no sea de las mejores, es la segunda residencia. Espero que, con la cercanía respecto a Madrid –a unos 50 minutos en coche–, se hagan doscientas o trescientas viviendas, que es lo que va a sujetar los servicios», señala Santiago Fuentes, que ve muy difícil un crecimiento de la población. «La gente, cuando se casa, opta por irse a la ciudad, sobre todo a Segovia. Buscan otros servicios».
Hostelería
Y es que los servicios de Labajos también se han ido con la disminución del censo. El nuevo consultorio médico atiende a los pacientes dos veces por semana, el colegio cerró hace ya tres años y ahora los poco más de seis escolares deben ir a Villacastín y a El Espinar al colegio y al instituto, respectivamente. Los vendedores ambulantes sustituyen a las tiendas que echaron el cierre hace tiempo y solo la industria hostelera funciona a la perfección gracias a la excelente ubicación de Labajos, con la N-VI que parte en dos el casco urbano.
Una circunstancia que obliga a extremar la precaución para cruzar la travesía, pero que ampara un importante actividad hostelera, que da trabajo de forma directa a cerca de cuarenta personas. La agricultura y la ganadería también son las otras dos fuentes de ingresos más importantes para los vecinos de Labajos.
A la espera del ‘boom’ urbanístico que traiga más gente aunque no sea de forma permanente, los visitantes, sobre todo madrileños, llegan a la localidad para disfrutar de las 600 hectáreas del monte de utilidad pública de Labajos, que también genera ingresos para las arcas municipales. Una extensa superficie, en esta localidad ubicada en el límite entre las provincias de Segovia y Ávila, que atrae a cazadores y aficionados a la naturaleza que disfrutan del espacio natural y en otoño llenan el monte en busca de níscalos.

Fiestas para todos

Hombres, mujeres y jóvenes se encargan de organizar fiestas para los diferentes colectivos

Isabel Jimeno.

Una excusa para reunirse, para romper la monotonía del quehacer diario. Ese es el alma que impulsa que con el 5 de febrero las mujeres de Labajos, al igual que otras muchas de la provincia, se unan para celebrar Santa Águeda. Agrupadas en la Cofradía de Santa Águeda, no pierden esta ocasión para hacer de la conmemoración de la santa mártir un día diferente, un día de fiesta.

En esa fecha los hombres se quedan al margen de los festejos, pero ellos también cuentan con un día en el que son los protagonistas. Los hombres de Labajos eligen San Cristóbal, patrón de los conductores, cuya festividad se celebra el 10 de agosto, para unirse, compartir un rato de ocio y celebrar su fiesta particular.

No todo son fiestas por grupos en Labajos. Y es que todos, hombres y mujeres, jóvenes, niños y mayores, se unen para celebrar las fiestas patronales. Primero, el 29 de junio la temporada estival se inaugura con las fiestas de San Pedro.

Pero, sin duda, las más multitudinarias y las que más actividad concentran son las del Santo Cristo de la Agonía, la última semana de agosto. Bailes, misa, procesión, actividades culturales y otras lúdicas como la fiesta de espuma amenizan tres días diferentes al resto del año.

Aquí son los jóvenes los que se unen para dar a las fiestas un toque diferente. Ellos se unen, colaboran económicamente y se encargan de que las vaquillas, los tres días de fiesta, pongan un toque diferente a estos días de alegría y diversión en Labajos, que ve cómo sus poco más de cien habitantes se multiplican.

Sin asociaciones

La ausencia de asociaciones en este pequeño pueblo, con buena parte de su población ya envejecida, resta en parte protagonismo a las actividades culturales en la programación anual de Labajos. Aún así, gracias a la colaboración de otras instituciones y sus programas sociales y culturales, las actuaciones también llegan al municipio, que espera los días de fiesta para olvidarse de sus quehaceres diarios, del trabajo cotidiano y recuperar la alegría y el alborozo en una calles a las que la falta de más gente mantiene demasiado silenciosas y al arrullo del constante paso de vehículos durente mucho tiempo al año.

El barco de la laguna

Fuentepelayo acaba de celebrar la Octava del Corpus, una de sus fiestas más arraigadas

Isabel Jimeno.

La existencia de lagunas naturales formadas con gran facilidad cuando llovía no pasó desapercibida a los primeros repobladores cuando llegaron a la zona en el que hoy se levanta Labajos. Y no lo dudaron, esa característica tan singular del lugar la quisieron dejar clara en su denominación, pues su nombre parece estar claramente relacionado con la abundancia de estas charcas.

Hoy, las lagunas siguen recogiendo el agua de lluvia por diversos puntos del término municipal, y aunque el descenso de las precipitaciones se ha notado y ha afectado al paisaje del pueblo, Labajos aún puede presumir de contar con varias lagunas.

La que no se agota es la del centro del pueblo. Hasta junto a las casas, por la inclinación del terreno, se recoge el agua. Dicen que antes, la laguna era tan grande que los vecinos de las viviendas cercanas tenían que poner tablas y otros elementos a modo de barricadas para contener el agua e impedir que, con la llegada de la época de mayores precipitaciones, se metiera en sus casas.

Pero hoy ya no es así, y no solo porque los chubascos cada vez sean menos intensos, sino porque además la Laguna de Labajos, como así se la conoce, se convirtió desde hace unos años en un bonito estanque que decora y pone una nota de color al pueblo. Para no perder una de las señas de identidad del municipio, pero también para evitar que las viviendas sufrieran desperfectos con las crecidas, hace unos años se adecuó como estanque.
Un barco

Utilizado en tiempos como abrevadero para el ganado, hoy la Laguna de Labajos, la del centro del pueblo, ha perdido esa función, aunque sirve de estancia a otros animales: un grupo de patos que disfrutan del estanque e incluso disponen de una guarida para cobijarse: el barco de colores que hace unos años construyeron los jóvenes del pueblo y que ahora decora esta llamativa estancia en pleno centro de la meseta castellana.

Actividad sin vida

Los primeros repobladores reflejaron en el nombre de Labajos la abundancia de charcas que había en la zona en la que se asentaron y hoy se levanta el pueblo

Isabel Jimeno.

La existencia de lagunas naturales formadas con gran facilidad cuando llovía no pasó desapercibida a los primeros repobladores cuando llegaron a la zona en el que hoy se levanta Labajos. Y no lo dudaron, esa característica tan singular del lugar la quisieron dejar clara en su denominación, pues su nombre parece estar claramente relacionado con la abundancia de estas charcas.

Hoy, las lagunas siguen recogiendo el agua de lluvia por diversos puntos del término municipal, y aunque el descenso de las precipitaciones se ha notado y ha afectado al paisaje del pueblo, Labajos aún puede presumir de contar con varias lagunas.

La que no se agota es la del centro del pueblo. Hasta junto a las casas, por la inclinación del terreno, se recoge el agua. Dicen que antes, la laguna era tan grande que los vecinos de las viviendas cercanas tenían que poner tablas y otros elementos a modo de barricadas para contener el agua e impedir que, con la llegada de la época de mayores precipitaciones, se metiera en sus casas.

Pero hoy ya no es así, y no solo porque los chubascos cada vez sean menos intensos, sino porque además la Laguna de Labajos, como así se la conoce, se convirtió desde hace unos años en un bonito estanque que decora y pone una nota de color al pueblo. Para no perder una de las señas de identidad del municipio, pero también para evitar que las viviendas sufrieran desperfectos con las crecidas, hace unos años se adecuó como estanque.
Un barco

Utilizado en tiempos como abrevadero para el ganado, hoy la Laguna de Labajos, la del centro del pueblo, ha perdido esa función, aunque sirve de estancia a otros animales: un grupo de patos que disfrutan del estanque e incluso disponen de una guarida para cobijarse: el barco de colores que hace unos años construyeron los jóvenes del pueblo y que ahora decora esta llamativa estancia en pleno centro de la meseta castellana.

La hora en cualquier estación del año

La localidad de Labajos cuenta dos relojes solares, uno para verano y otoño y el otro para invierno y primavera

Elena Rubio

Saber casi al instante qué es lo que ocurre en todo el mundo es algo que hoy en día se puede conocer gracias a las nuevas tecnologías. Sin embargo, esta circunstancia es relativamente reciente y hasta hace poco nuestros antepasados no conocían mucho más de lo que ocurría a su alrededor. Incluso utilizaban como guía habitual los elementos naturales para orientarse, como por ejemplo, la luna o el sol. Gracias a este astro muchos sabían qué hora era sólo con levantar la vista y fijarse en la posición en la que se encontraba. También se crearon los relojes de sol, colocados en iglesias, castillos, jardines o en viviendas. En Labajos no se tiene constancia de que se conserve ningún reloj de sol antiguo, pero sí dos colocados en la finca Las Fuentes.

Situados sobre un muro que fue construido expresamente para instalarlos, se pueden contemplar dos relojes de sol verticales declinantes, con la peculiaridad que uno se utiliza para conocer la hora en los meses que comprenden el invierno y la primavera y el otro para verano y otoño. Una construcción muy curiosa que se completa con un bajorrelieve de una virgen y la inscripción latina 'Hora est benefaciendi'.

No obstante, estos relojes tienen un inconveniente: que cuando el cielo está cubierto no se puede ver la hora.

Precisamente este pueblo debe su nombre a la cantidad de 'lavajos' que cubren la zona en época de lluvias. El nombre de 'lavajos' para las zonas encharcadas procede del latín ya que estos espacios eran utilizados como lavaderos por las gentes de las localidades cercanas. En la actualidad, Labajos mantiene una de esas depresiones en una calle próxima a la iglesia. Allí un parque bordea la balsa en la que se puede ver un velero construido por los propios vecinos.

Labajos también puede presumir de conservar dentro de su término municipal un rico patrimonio medioambiental. Para los vecinos de esta localidad, los montes del Cristo y del Cogonal siempre han sido muy importantes porque en ellos se realizan prácticas de caza y porque sus pinares suelen dar numerosos níscalos en otoño. Tantos ejemplares se recogían en esta zona que fue el primer pueblo de la provincia que se vio obligado a aplicar una tasa por recolectar estos manjares naturales.

A las afueras de la localidad también existieron numerosas lagunas que se utilizaron para que bebiera el ganado, mientras que para las personas aún se conserva la denominada Fuente o Charco Muñico, utilizado para surtir a los vecinos hasta la llegada del agua corriente a las casas.

Y para mejorar el servicio, este año el Ayuntamiento de la localidad renovará las redes de abastecimiento de la calle La Villa y de la avenida de la Constitución. Unos trabajos que serán sufragados gracias a los 26.548 euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local.

La iglesia retoma su imagen
Tras años de trabajos en el interior, el templo parroquial adecúa su exterior

MÓNICA RICO

Durante los últimos años, los vecinos de Labajos han visto cómo se han ido sucediendo los cambios en su iglesia parroquial, dedicada a San Pedro Apóstol, a través de obras de mejora que aún hoy continúan. Hace varios años, la rehabilitación se centró en el interior del templo, por lo que permaneció cerrada al culto y la actividad se trasladó hasta uno de los salones del Ayuntamiento, habilitado para ello.

Hoy el culto ha regresado al templo, ya que las obras en el interior han concluído y ahora se centran en la fachada. También se recuperaron la cubierta y se realizó una intervención en las grietas que mostraba la torre, con el fin de asegurar los materiales que rematan la construcción.

La Iglesia de la Villa de Lavaxos (Labajos en la actualidad), en el siglo XVI, fue cabeza de la Vicaría de Santa Venia que comprendía las parroquias de Jemenuño, Oyuelos, Ituero, Villacastín, Maello y la dicha Iglesia de Lavaxos.

Se trata de un edificio de grandes dimensiones, realizado en piedra, que se encuentra ubicado en el centro del pueblo, en la misma plaza, donde también se puede ver el edificio del Ayuntamiento, de reciente construcción, realizado en ladrillo y con un pórtico de arcos de pequeñas dimensiones.

En el interior del templo destaca su retablo mayor de estilo barroco, fechado en el siglo XVII, que consta de banco, dos cuerpos y ático, que fue obra de Francisco de Prado y donde se entroniza el santo titular del templo y patrón de la villa, junto a otras tallas de interés.

La rehabilitación de la iglesia es uno de los proyectos en marcha en la localidad, al que se suman el cambio de redes y la ampliación de red de saneamiento que se ha ejecutado en los últimos años y que continuarán este, ya que el proyecto que el Consistorio ejecutará con el Plan E es la reparación y sustitución de la tubería existente de la red general de agua potable en la localidad.

Y es que en la villa hay una especial preocupación por ofrecer agua de calidad a los vecinos, aunque la cantidad en el municipio no suele ser un problema. De hecho, el nombre del municipio en sus orígenes, es decir lavaxos, en antiguo castellano quería decir laguna baja, es decir, charcos que se formaban en los campos, normalmente de poca profundidad.

Si por algo destaca el municipio, es por la existencia de numerosas lagunas naturales en todo su término, algunas de ellas de grandes dimensiones, especialmente la del centro del pueblo, que recoge agua de lluvia y en las épocas de mayores precipitaciones se encuentra prácticamente llena.

Sin embargo, la laguna que durante añoso y siglos sirvió de abrevadero donde el ganado saciaba su sed, hoy es un bonito estanque rehabilitado, donde una familia de patos disfruta de la localidad y de una pequeña guardia para cobijarse del frío. A ello se le suma un barco de colores que hace años construyeron los jóvenes del municipio y que ha quedado en la Laguna de Labajos. Desde el año 2004 'El Coloso', que es como se llama, y sus banderas, entre ellas una pirata, ponen la nota de color y diversión a este estanque, seña de identidad de toda la población.

Los habitantes de Labajos no cuentan con el único privilegio del agua, sino también de una situación inmejorable en lo que respecta a su cercanía con la capital. Desde siempre, al encontrarse en la carretera general de Castilla, la localidad ofrecía a su población una amplia variedad de oficios, entre los que predominaban los referidos a servicios y atención de los viajeros o al transporte de mercancías, pero también para los herreros, herradores de mulos y caballos y aquellos que arreglaban carros.

Su actual enclave junto a la A-6 ha conseguido el aumento de l actividad económica y empleos en la hostelería gracias a la instalación de áreas de servicio.