Armuña

Volver a resurgir

La paralización del embalse de Bernardos ha favorecido en Armuña la demanda de nuevos terrenos para edificar

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Como en todos los pueblos, la población baja», lamenta el alcalde de Armuña, Blas Casado Casado, que ahora trabaja para «intentar estabilizar parajes jóvenes. Estamos intentando que se sostenga».
La amenaza durante más de setenta años del pantano de Bernardos, descartado a comienzos del presente ejercicio, alentó aún más la emigración que a mediados del siglo pasado azotó al medio rural. «En los años 60 había mil personas y ahora somos 150». «El proyecto de embalse condicionó totalmente la despoblación. Eran pueblos agricultores y ganaderos y con el pantano perdían el 50% de las tierras, así que la gente emigró más. Pensaron, antes de que me echen, me voy yo», destaca el regidor. «Y ahora que no habrá embalse, se está empezando a invertir», añade, pendiente de contar con normas subsidiarias para poder ampliar el casco urbano. «No hay casas vacías, muchas son de segunda vivienda, y los jóvenes se tienen que ir a vivir a otros pueblos», lamenta.

La lucha por recuperar población es la principal meta «porque en Armuña hay infraestructuras para más de mil personas. Hay más de 250 viviendas y 150 habitantes, muchas más casas que personas, por eso también parece que hay menos gente, porque el pueblo es muy grande», advierte Blas Casado, que destaca la excelente situación de la localidad para facilitar su expansión demográfica gracias a su cercanía a Segovia, pero critica las malas vías de comunicación que les unen con el resto de la provincia.
Pero además de facilitar el acceso a la vivienda, el regidor dice que todavía hay saltar otro obstáculo aún más grande para el medio rural no siga despoblándose: «La cultura –apunta– nos ha enseñado que los pueblos es lo último y creo que no. Es lo que hacen en Madrid, viven en los pueblos y tienen los servicios y trabajan en la capital. Aquí se podría hacer lo mismo, porque Segovia está a 25 kilómetros y en un pueblo es más barato». «Tenemos que fomentar que se puede vivir en el pueblo y trabajar en Segovia. Y lo estamos consiguiendo. Todos los años se establecen una o dos parejas. A ver si rompemos el hielo, que lo hagan unos y otros vean que tiene más ventajas que estar trabajando en Segovia para pagar la hipoteca. Se puede fomentar vivir en el pueblo en lugar de intentar urbanizar más Segovia, tendría más ventajas; pero, ¿dónde va Vicente?, donde va la gente».

El río, base del macroproyecto del pantano que durante años ha amenazado Armuña y otros pueblos de la zona que se iban a ver afectados, también supone uno de los atractivos del municipio y se convierte en cita ineludible para los amantes de la pesca en busca de los cangrejos que habitan bajo el agua.

Patrimonio

La pinturas romanas en la ermita del Tormejón o una villa romana entre los dos ríos, el Eresma y el Moros, y que «nos hemos dado cuenta de que existía gracias a lo del embalse» suponen otros de los atractivos en los alrededores de Armuña. Ya en el casco urbano, la ermita del Humilladero recibe al visitante a su llegada desde Añe, la iglesia sobresale en lo alto, que ya cuenta con una casa de turismo rural, en breve abrirá sus puertas otra y una posada real en el palacio.

Entre amigos y vecinos

La asociación San Bartolo y las peñas de Armuña se encargan de animar las fiestas de San Bartolomé

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Plaza con la iglesia de San Bartolomé, en la localidad de Armuña / Isabel Jimeno

Son el alma de la fiesta, una parte imprescindible para que los cuatro o cincos días en torno al 24 de agosto, festividad de San Bartolomé, Armuña no descanse. Y en ese frenético ritmo las peñas de la localidad juegan un papel importante. «Las peñas hacen la fiesta, sin ellas no habría fiesta», destaca el alcalde, Blas Casado, quien también subraya el protagonismo imprescindible de la asociación cultural San Bartolo, que aglutina a todas las peñas, para ofrecer en estos días actividades y alternativas para todos los gustos y edades.

La cuota del medio millar de socios de la agrupación en un pueblo de 150 habitantes, que en épocas puntuales como las fiestas se dispara hasta los mil doscientos, y la aportación del Ayuntamiento contribuyen a sacar adelante el variado calendario de festejos en el que todos colaboran y participan. «Se hace para que el pueblo esté en la calle», destaca el regidor. Y es que desde primera hora de la mañana hasta bien entrada la madrugada las actividades no cesan.

Además del aspecto lúdico de muchas de ellas, también tienen cabida las relacionadas con la naturaleza. Las madrugadoras excursiones en bicicleta o a pie para conocer el entorno figuran entre ellas, con gran acogida por parte de los vecinos. Música clásica, pop, heavy, tradicional, proyecciones cinematográficas, concursos de juegos tradicionales, para los más pequeños y de disfraces y otros tan originales como el de lanzamiento de huesos de aceitunas o de autoslocos figuran en el variado programa, en el que no faltan las verbenas, las comidas multitudinarias y los actos religiosos. Y de madrugada, cada día una peña es la encargada de servir aguardiente y pastas.

Paloteo

Otro de los actos que no falta en las fiestas de Armuña es el paloteo. Y es que todos, grandes y pequeños, saben bailar con los palotes. De ello se encargan en el pueblo, y quienes ya saben se emplean durante el verano en enseñar a los aprendices de las danzas tradicionales que el día de la fiesta mostrarán sus conocimientos. Una costumbre con la que se trata de mantener la tradición y contar con un aliciente para que los hijos del pueblo regresen y estén durante más tiempo en él.
Las fiestas en honor de la Virgen del Tormejón en mayo y en julio y la romería que desde hace 16 años se celebra el 15 de agosto cada cinco –en los ejercicios acabados en cero o cinco– en honor también de la Virgen del Tormejón son otros de los alicientes para atraer hasta Armuña a quienes un día se marcharon y llenar las amplias calles de un pueblo que ahora están demasiado vacías.

Un camino especial

Armuña celebra cada cinco años el 15 de agosto la peregrinación de la Virgen de Tormejón

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

El sonido de las campanas y la tradicional melodía de la dulzaina marca el inicio de una jornada especial. Especial porque hay algo que festejar. Especial porque no se celebra todos los años. Y es que aunque cada mes de mayo y también el de julio en Armuña muestran la especial devoción que sienten por la Virgen del Tormejón, cada cinco años se une una celebración más: la peregrinación al Santuario de la Virgen del Tormejón, por la que los vecinos de este pueblo sienten una especial devoción.
La fiesta comienza pronto. El sonido de las campanas despierta a Armuña para comenzar la peregrinación hacia el santuario. Subida sobre sus andas, al son de la dulzaina y el tamboril, la Virgen sale de la iglesia para subir sobre su particular carruaje: un remolque engalanado con flores de colores y tirado por un tractor para recorrer los kilómetros de camino que separan el pueblo del templo. El sol y el calor del 15 de agosto no es impedimento para que muchos acompañen andando a la Virgen.

Paraguas y sombreros

Paraguas y sombreros para protegerse del sol en el largo trayecto que se prolonga casi dos horas. Sobre la carroza, los más pequeños y los titulares que ese año tendrán el honor de danzar ataviados con el traje típico delante de la patrona.

La larga hilera se estira por el camino hasta llegar a la ermita, donde tiene lugar la ofrenda de flores a la virgen, situada en el altar, y velada en todo momento por los devotos. Después, momento para reponer fueras con el almuerzo en los alrededores de la ermita o en casa antes de otro emotivo momento: la misa y la procesión de por la tarde.

Aunque la Virgen del Tormejón realiza un corto trayecto, solo alrededor de la ermita, la procesión se prolonga durante bastante tiempo porque a cada instante las jotas y los danzantes obligan a parar el cortejo.

Danzantes

Entre esos danzantes, unos titulares que tienen el honor de realizar los bailes de paloteo ataviados con sus trajes típicos delante de la virgen. Pero no bailan y danzan solo ellos. Y es que en Armuña todos, grandes y pequeños, hombres y mujeres, saben mover con soltura los palotes. De ello se encargan en el pueblo, que durante el verano ensayan para que todos aprendan y contribuyan a mantener la popular tradición.

Aunque tarda, el final de la procesión llega y con él el sorteo de los brazos de las andas y el canto de la salve de despedida hasta dentro de otros cinco años, en los acabados en cero y en cinco, cuando la imagen de la Virgen del Tormejón salga de nuevo de la iglesia en la que permanece habitualmente para peregrinar hasta su templo, del que como llegó, regresa sobre su carroza, ya al anochecer de un 15 de agosto especial.

Un tesoro oculto bajo tierra

En Armuña se ha localizado el yacimiento de Los Casares, una villa romana significativa del bajo imperio

Elena Rubio Aragoneses Armuña

Hasta hace poco nadie sabía nada y es que la sorpresa estaba oculta bajo los campos de cereal. Y es que en Armuña se ha localizado el yacimiento de Los Casares, una villa romana considerada como uno de los conjuntos residenciales más significativos del Bajo Impero romano en Castilla y León.

Todo comenzó cuando en 1989 el actual director del Museo de Segovia, Alonso Zamora, tomó varias fotografías aéreas en las que creía percibir construcciones delimitadas bajo campos de cultivo. No sería hasta 1994 cuando se completó la información gracias a las imágenes que obtuvo Julio del Olmo. Tuvieron que pasar unos años hasta que en el 2006 comenzaran los trabajos subvencionados en parte por la Obra Social y Cultural de Caja Segovia. Las investigaciones están siendo desarrolladas por un grupo de arqueólogos de la Universidad Complutense de Madrid que se encuentran dirigidos por Jacobo Storch e Isabel Rodríguez.
No parece que los excavaciones terminen pronto porque estos profesionales tienen ante ellos una tarea ardua ya que la villa ocupa una extensión de aproximadamente diez hectáreas, situadas entre el río Eresma y los arroyos Soto y Pozo.

El edificio más destacado es la 'pars urbana'. La villa se organiza en torno a un peristilo rectangular de más de cuarenta metros en los lados visibles. En el centro del patio existe un estanque, un tipo de construcción que sólo se da entre las elites más poderosas que buscan prestigio. Los investigadores no descartan que esta villa esté relacionada con el emperador Teodosio ya que Coca, donde nació este personaje histórico, se encuentra a tan sólo veinte kilómetros.

Descubrimientos

Las campañas de excavación han corroborado la riqueza e importancia de la villa. De momento ya se han descubierto los muros de lo que podría haber sido una residencia señorial de unos 2.600 metros cuadrados de época tardorromana. Se ha excavado en la zona del estanque central de la casa, donde se ha descubierto parte de un muro de más de un metro de profundidad. Como no podía faltar en las villas romanas, los arqueólogos también han encontrado un mosaico de unos nueve metros de longitud, así como estucos pintados y fragmentos de cerámica.

En las proximidades de los Casares se han localizado otros dos yacimientos romanos. Uno de ellos está desaparecido y se ubicaría en el lugar donde hoy se encuentra una pequeña ermita en la cercana estación de San Pedro de Caldas. El segundo de ellos se sitúa en el Cerro del Tormejón, donde se han localizado fragmentos decorados de cerámica por lo que pudo haber un almacén de recipientes o una necrópolis. Lo que sí se ha descubierto a los pies del Cerro es una necrópolis asociada al castro vacceo.

Y volviendo al presente, este año el Ayuntamiento de la localidad renovará parte de la red de abastecimiento de agua de Armuña y de Carbonero de Ahusín gracias a los 44.247 euros procedentes del Fondo Estatal de Inversión Local.

Cinco ermitas

La localidad atesora un rico patrimonio en cuanto a ermitas se refiere. En Armuña se localizan cuatro de ellas, la más importante situada en el cerro del Tormejón donde se encuentra Nuestra Señora del Tormejón. La construcción data de finales del siglo XI y principios del XII, coincidiendo con la época de la repoblación. En su interior destacan unas pinturas murales románicas que cubren la práctica totalidad de los muros del templo.

La Dirección General de Patrimonio estudia su declaración como Bien de Interés Cultural. Viniendo de Segovia el viajero también se encuentra con la ermita del humilladero, de planta cuadrada y con el tejado a cuatro aguas. Sencilla también es la ermita de San Roque, situada a unos doscientos metros al norte del pueblo. Junto a ella se encuentra situado el cementerio. Y hoy sólo quedan ruinas de la ermita de Pinillos, vestigio de lo que hasta el siglo XVIII fue una pequeña aldea denominada Pinillos de Prestaño. La última ermita dedicada al Santísimo Cristo del Amparo se localiza en la pedanía de Carbonero de Ahusín. En su interior se encuentra una talla del Cristo flanqueado por dos hornacinas