Amante de lo oriental
Los vecinos de Villaconancio conocen a Alfonso Aparicio Mena por su afición a los bonsais
Texto y fotografía de Soraya de las Sías.
Durante una larga temporada, Alfonso Aparicio Mena, natural de Antigüedad, buscó un lugar tranquilo en el Cerrato donde pasar con su familia y sus amigos los fines de semana y las vacaciones. El rincón ideal para descansar lo encontró en Villaconancio, donde adquirió una casa. De esto hace quince años, pero recuerda perfectamente la calurosa acogida que le dedicaron los vecinos. «Se portaron fenomenal con nosotros. Si hay algo por lo que destacan los cerrateños es por su carácter abierto y extrovertido, acogedor y familiar», apunta Alfonso.
Su llegada causó expectación entre los villaconancieros, que poco a poco fueron conociendo mejor al nuevo inquilino, un profesor en el colegio San Pedro de Baltanás y medico naturista aficionado a los bonsais. «Es verdad que al principio para ellos todo era un poco chocante, pero ahora la relación es normal, cordial. Siempre hay alguien que se interesa por los bonsais, que quiere verlos o aprender algo de estos pequeños árboles», manifiesta Aparicio Mena.
Su afición a los bonsais se remonta veinte años atrás, cuando se sintió atraído y atrapado por la cultura que rodea estas plantas. Asegura que más que el mero gusto por la jardinería, la botánica o las plantas, su afición esconde un acercamiento a la filosofía oriental, al modo de pensar que ha caracterizado y distinguido a los nipones en el mundo occidental. «El bonsaísmo es algo más que reducir el tamaño normal de una planta. Es un arte complejo y relajado que educa la psicomotricidad y la paciencia, que ordena la vida y el tiempo», señala Alfonso, mientras especifica que a lo largo de este tiempo ha conseguido formar y crear casi una decena de bonsais. «Hay que tener en cuenta que su proceso de formación y diseño es muy lento. Hay monjes zen en Japón que cuidan un solo árbol en su vida», destaca Alfonso como ejemplo del trabajo que acarrea esta forma de cultivo.
Ha perfeccionado su faceta de bonsaista con la participación en foros internacionales, con la publicación de una revista especializada en las diferentes técnicas de cuidado y diseño de los bonsais y con su papel como profesor en la Asociación Bonsai Alta Meseta de Palencia. «Poco a poco vamos aprendiendo nuevos aspectos de este arte y adquiriendo nuevos adeptos», manifiesta Alfonso, que a través de sus bonsais de coníferas y arces campestres detalla los cuidados biológicos y de diseño que la planta requiere según la época del año en la que se encuentre.
La primavera es uno de los períodos más delicados, en los que hay que tener más cuidado, porque la planta sale del descanso del invierno y necesita incorporar de forma lenta pero progresiva nutrientes para prevenir una crisis.
Planta culturalizada Al mismo tiempo, en lo que a diseño se refiere, es el momento elegido para llevar a cabo el pinzado de los brotes y para mejorar el alambrado, uno de los procesos fundamentales en la elección del diseño definitivo de la planta. «Con los cables diriges el crecimiento, la estampa final que quieres que dibuje el bonsai, la que te evoca cierto paisaje o cierta sensación», matiza Aparicio Mena, que aclara que por estos motivos el bonsai es una planta culturalizada. «En la naturaleza hay un árbol, pero no un bonsai. Éste es fruto de la filosofía y sensaciones de su creador. Un bonsai de coníferas con determinadas formas me puede evocar un viaje a la montaña, una estampa casi olvidada, como hacen los monjes nipones», puntualiza.
Matices y apreciaciones que un desconocido en la materia no recoge a simple vista, y que Alfonso trata de inculcar a los adeptos que llegan a la asociación. Técnicas y conocimientos que podrán apreciar mejor en la exposición de bonsais que el colectivo organiza todos los años y que de nuevo se celebrará en junio en el claustro de San Bernabé de Palencia, junto a la catedral.
Un amante de la cultura oriental y del sabor de apego del Cerrato que concluye la entrevista recordando una de las historias que escuchó cuando llegó a Villaconancio. Al parecer, un vecino resultó agraciado con un boleto de la lotería y decidió invertir el premio en la mejora de su finca agrícola. Según cuentan, convirtió las instalaciones en una recreación de un pueblo, con sus casas y sus comercios. Para ello, contó con maestros canteros chinos, que realizaron la obra. Queda saber qué porcentaje de realidad y de ficción alberga la historia, convertida en un vínculo más de unión de Villaconancio con lo oriental.
Atractivos Turísticos
PATRIMONIO HISTÓRICO
La iglesia parroquial conserva vestigios de su original fábrica de estilo románico
El principal reclamo de Villaconancio es la iglesia de San Julián y Santa Basilisa, que comenzó a edificarse en el siglo XII, en el románico tardío. De aquella época y estilo aún se conservan valiosos ábsides con connotaciones lombardas. El resto de la fábrica original se derrumbó a mediados del siglo XIX. Por este motivo, los oficios religiosos se trasladaron a la ermita de Nuestra Señora de Mediavilla. Próximo al templo se encuentra el Ayuntamiento, donde hay un viejo reloj con campanil que estos días se somete a reforma. Se está instalando un sistema electrónico para que el reloj toque cada hora sin tener que darle cuerda a diario, como se venía haciendo hasta ahora.
ARQUITECTURA CIVIL
Bodegas y chozos
Alrededor del casco urbano hay decenas de bodegas,algunas derruidas y otras convertidas en merenderos. Por los páramos, encontramos chozos de piedra y refugios de pastores. Las primeras, hablan de la tradición vinícola. Los segundos, de la presencia de ganado ovino en una zona por la que pasa la Cañada Real Burgalesa
NATURALEZA
La fuente del Guijo
La visita de Villaconancio no finaliza aquí. El recorrido continúa por la carretera, antes de llegar al cruce con la CL-619. Por un camino rural se accede a un valle de encinas y a la fuente del Guijo. Hasta este tranquilo paraje con buenas vistas y buen agua se acercan centenares de curiosos y vecinos a lo largo del año.
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