Al compás de la tambora
La asociación y las cofradías se erigen en dinamizadores de la vida social de Vertavillo
Texto y fotografía de Soraya de las Sías
|
Celestino toca la tambora junto a la iglesia. |
Frente por frente al rollo jurisdiccional, en el teleclub, Celestino abandona por unos momentos una partida de dominó para acercarnos una de las tradiciones con más arraigo que existen en Vertavillo: el Carnaval, del que él mismo también es protagonista, pues lleva tocando desde 1951 la tambora con la que se inician las celebraciones.
Mientras apura las últimas caladas de un cigarrillo, recuerda que la Cofradía de las Ánimas, organizadora de esta fiesta, se fundó el 14 de abril de 1575. Desde entonces, funciona como uno de los entes dinamizadores de la localidad cerrateña, organizando todos los desfiles de estos días. «A partir de Las Candelas, se recorren las calles por la mañana y por la noche, se toca la tambora y se anuncia a los vecinos los preparativos del Carnaval», explica Celestino Sardón.
Después, el domingo de Carnaval, se pone en marcha toda la maquinaria de la cofradía, que se ha militarizado en cierto modo, utilizando la jerarquía y los mandos militares para establecer las diferentes funciones que tiene cada integrante. «Según figura en escritos antiguos de la cofradía, hubo un capitán que ganó la batalla y que entregó a los soldados, como recompensa, varios cántaros de vino. Este hecho o anécdota se reflejó en la propia fiesta, cuando los cofrades reparten y regalan vasos de vino para el resto de asistentes», señala Celestino, mientras especifica que el gran atractivo está en el 'revoleo' de las banderas. «Un estandarte de la Cofradía inicia el desfile. A continuación, voy yo tocando la tambora, anunciando el espectáculo. Sigue el capitán, que da las órdenes; el alférez, que se encarga de mover las banderas, y el sargento, que lanza la vara arriba tres veces. El palo significa la victoria de la batalla. Las banderas, la paz. Es muy emotivo», manifiesta Celestino.
Semana Cultural
Otros de los agentes dinamizadores de Vertavillo es la cofradía de la Virgen de Hontoria, que el domingo anterior a la Ascensión organiza una romería hasta la ermita que lleva el nombre de la patrona, a varios kilómetros del casco urbano. «Se va hasta allí en procesión, se celebra una misa y, a continuación, los fieles participan en una comida de hermandad en Valdileja, donde se ha acondicionado una zona de recreo y descanso con mesas y barbacoas», señala el alcalde, Alfonso Asensio Calvo.
Las dos cofradías luchan por mantener vivas estas fiestas y tradiciones, a pesar de la pérdida de población. A ellas se une además la asociación cultural Virgen de Hontoria, que pretende instalar nuevas citas en el calendario, como la Semana Cultural que organizan, con la colaboración del Ayuntamiento, en el mes de agosto, aprovechando la presencia de familiares, amigos y visitantes. «Siempre se procura mantener un programa con actividades para todos los públicos. Este año hemos tenido teatro, taller de malabares y de tatuajes, espectáculo de magia, exposiciones, charlas o concurso de tortillas y postres», apunta su presidenta, Andrea Laso, quien anima a los vecinos, especialmente a los jóvenes, a que participen de las actividades de la asociación y de otras costumbres, desde la romería hasta el Carnaval, al compás de la tambora.
Faustino Mínguez muestra una colección de tallas de madera
S.S./PALENCIA
Sus obras maestras son dos réplicas en miniatura de la iglesia parroquial de San Miguel y de la ermita del Santo Cristo del Consuelo talladas en madera de olmo. Las guarda como oro en paño, como el buque insignia de su exposición particular, pero la imaginación y las manos de Faustino Mínguez han fabricado y dibujado otras muchas piezas que merecen la pena ser vistas al detalle, comprobando el esfuerzo que ha debido suponer tallarlas en una sola pieza, colando los dedos y las herramientas por huecos impensables. «No es difícil, solo hay que tener paciencia y que te guste mucho, claro», señala Faustino, que prefiere no declararse como artesano, «ya que esto es algo que tengo como una afición, a la que sí es verdad que dedico mucho tiempo y mucho entusiasmo», agrega.
Sus chozos de pastor, sus jarras de vino de madera, su bastón que emula fichas de dominó y su romana y sables de madera son algunas de las figuras que ha expuesto en alguna muestra o exposición en localidades de la comarca cerrateña como Antigüedad o Villaviudas, además de la propia capital palentina. «Ahora ya no me apetece tanto salir fuera, me entretengo más por el campo, buscando madera, buscando algo que me sirva de inspiración», apunta Mínguez.
La misma inspiración que le sugieren las piedras que se va encontrando en sus paseos, cuando se detiene con su mujer, Cari, y recoge una piedra con forma de elefante, de ciervo, la cresta de un gallo o incluso las gafas de 'la Martirio'. «Empezó como algo anecdótico, pero con el paso de los años acumulo muchas piedras originales, con formas sugerentes, que llaman la atención. Con ellas también he participado aquí en el pueblo en alguna exposición, y han gustado», concluye
|
|