Una tarde de café
La asociación San Miguel dinamiza desde el 2006 con cursillos el panorama social de Hontoria
Soraya de las Sías
La asociación de jubilados San Miguel Arcángel de Hontoria funciona desde hace un año con el reto de dinamizar el panorama cultural de la localidad cerrateña.
El colectivo agrupa a una treintena de socios y a once colaboradoras, vecinas que aún no han llegado al umbral de la jubilación pero que se han unido de manera simbólica para conseguir algunos de los cursillos que ofrece la Federación Provincial de Jubilados.
De este modo, los socios han conseguido participar en clases de gimnasia de mantenimieno dos días a la semana –martes y viernes– en un local del centro socio-cultural, y un cursillo de manualidades que desarrollan en la planta baja del Ayuntamiento.
Allí se dan cita todos los lunes Ana Arias, Carmen López, Ángeles Rodríguez o Cloti Mongil, entre otras, que en un clima distendido restauran viejos muebles de madera; elaboran bandejas, percheros y cuadros; pintan y decoran garrafas o lecheras, y diseñan centros de flores secas y guirnaldas, entre otras actividades. «Es una forma más de estar entretenidas y distraídas en el medio rural. Somos pocas, pero estamos unidas», confiesa Ana Arias, mientras su compañera Carmen matiza que el cursillo les alegra las tardes, «porque hay días que nos lo pasamos genial y nos evadimos de la rutina diaria. Siempre hay un hueco para un café y unas pastas, para un chiste, e incluso para hacer risoterapia», bromea.
Además, asegura Ángeles Rodríguez, algunos de los trabajos han servido para dar utilidad a muebles y utensilios que se habían quedado anquilosados en los desvanes y para hacer regalos, «y es raro que no demos uso a todo lo que aprendemos», manifiesta.
Al público
Sus particulares obras de arte se transforman posteriormente en exposiciones, bien en la semana cultural que organiza el Ayuntamiento en la primera quincena de agosto, bien en las fiestas patronales de septiembre. «En esta época hay más gente en Hontoria, porque vienen hijos del pueblo que residen fuera y familiares.
Da gusto ver las calles llenas de niños y de jóvenes», explica Clemencia Patús, integrante y tesorera de la asociación, que manifiesta que algunas de las jóvenes y mujeres que llegan por vacaciones también colaboran y participan en algunas actividades.
Su agenda no se agota con estos cursos. Pues se reúnen todas las tardes en el centro socio-cultural para disputar una partida al parchís.
Un rato que Micaela Velado aprovecha para vacilar, tomar el pelo y hacer reír a las más jóvenes, y para recordar algunas de las tradiciones que antaño se vivían en Hontoria, cuando había hectáreas de viñedos, cuando todas las familias tenían majuelos y las labores de la vendimia duraban más de diez días.
Debido a esta carga de trabajo, las fiestas patronales de San Miguel se trasladaron al 23 de enero, cuando apenas había trabajo en el campo. «Entonces, celebrábamos San Ildefonso y se preparaban buenas fiestas y verbenas en la plaza. Algún año llegamos a tener diez días de baile porque la nevada impedía marchar a los músicos. Un día pagaban los quintos, otro los solteros, al siguiente, los casados o el Ayuntamiento. Así había juerga», recuerda Micaela, quien además señala que en la vendimia tampoco se lo pasaban nada mal, «haciendo lagarejos y manchando al resto con los racimos de las uvas», rememora.
Por entonces, apunta esta vecina de 78 años, eran muchos los vecinos que vivían en las cuevas excavadas en las laderas del Cotarro, detrás de la iglesia parroquial. «Me atrevería a decir incluso que vivía más gente en las cuevas que en el caserío del pueblo. Tengo la imagen grabada de cómo eran por dentro y de los corrillos de mujeres cosiendo que se formaban cada tarde», concluye Velado.
De aquella estampa ya no queda nada. Las cuevas se hundieron, como también ha pasado con algunas de las bodegas. A medida que desaparecían los viñedos y los hontorianos emigraban, estos edificios típicos, testigos de la tradición vinícola de la comarca, cayeron en desuso. En la actualidad apenas un racimo de vecinos de Hontoria siguen elaborando vino en los lagares, y las bodegas han pasado a convertirse en merenderos y centros de reunión de los amantes de la tranquilidad y amabilidad cerrateñas.
Por el momento, a los hontorianos les queda la consuelo de que cada verano las calles se vuelven a llenar de bullicio, de niños y jóvenes que participan en las fiestas, y de un grupo de mujeres que quieren que sus cursos y talleres sean algo más que una excusa para una tarde de café, sino un compromiso de hacer más atractivo y ameno el medio rural.
Atractivos Turísticos
PATRIMONIO HISTÓRICO
Antiguo monasterio, iglesia y un racimo de ermitas por el campo
En el siglo X, según aseguran algunos historiadores, ya se hablaba del monasterio de Santa Columba de Hontoria, situado cerca de la desembocadura del arroyo Madre en el río Pisuerga y del que hoy solo quedan ruinas.
La iglesia de San Miguel Arcángel, que domina el caserío, conserva vestigios románicos del siglo XII, aunque tiene añadidos de reformas posteriores, de estilos gótico y barroco, especialmente.
En el siglo XVIII existían en la localidad las ermitas de la Vera Cruz, Santa María, San Bartolomé y San Quirce. Un racimo de templos repartidos por el campo y de los que aún se puede encontrar algún resto o vestigio por un paseo o recorrido por el campo
y los antiguos despoblados.
FIESTAS
Semana cultural, jóvenes y peñas
Aprovechando la presencia de familiares y amigos en verano, el Ayuntamiento organiza desde hace dos años una semana cultural en agosto en la que destacan los juegos y el concurso de postres. El verano finaliza con las fiestas de San Miguel y con la gran participación de jóvenes y peñas en los actos programados.
TRADICIONES
En honor a San Isidro
Antaño, los hontorianos tenían por costumbre celebrar San Isidro, patrón de los labradores, con una romería hasta la ribera del río. Allí, acompañados por los dulzaineros, celebraban una comida y verbenas o bailes hasta el anochecer. Ahora, la fiesta se ha visto reducida a los actos religiosos y a un aperitivo popular en el centro social.
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