Cubillero y cocinero
Ángel González Mata, Mesonero Mayor del Cerrato, recuerda anécdotas de la infancia en su pueblo
Soraya de las Sías
‘Porque ha sido cocinero antes que fraile’. La manida expresión sirve para hacer referencia a la validez de la opinión de una persona en virtud del grado de experiencia y conocimiento que acumula en diversas actividades, aspectos o facetas. En esta ocasión, sería preferible, además de un oportuno juego de palabras, invertir la fórmula, cambiar el orden de los factores. Preguntar qué no ha hecho antes de ser cocinero, en qué no ha trabajado Ángel González Mata antes de ser conocido como hostelero de Tariego, nombrado Mesonero Mayor del Cerrato y catalogado como uno de los profesionales con mayor prestigio de la cocina castellana.
Su currículum, que da saltos por toda la geografía española, no escatima en sorpresas. Durante su juventud trabajó en su pueblo natal, Cubillas de Cerrato, como peón de albañil, agricultor o pastor, como anteriormente habían hecho su padre y su abuelo, que se habían dedicado a la ganadería. «Recuerdo cuando participábamos en las jornadas de huebra, o cuando íbamos a la remolacha, a la vendimia o a escantar. Aquello si era duro, más que la hostelería», señala Ángel, que recuerda que sus primeros empleos en el sector no estuvieron vinculados directamente con los fogones.
Trabajó en varios hoteles como friegaplatos. En Menorca o en las Islas Canarias, «cuando la Playa del Inglés no era apenas nada, cuando había cuatro hoteles y no existía ni siquiera la carretera para llegar al aeropuerto», dice, mientras rememora que también trabajó en varios establecimientos en Valencia, durante las Fallas, «cuando del cansancio nos quedábamos dormidos entre dos pilares de aquellas cajas de madera de Coca-cola».
Cuando los contratos finalizaban o llegaban las vacaciones, Ángel regresaba a Cubillas con los suyos. «Es probable que la gente me relacione con Tariego porque allí tengo desde hace 30 años mis mesones. Allí aposté por la comida tradicional en un lugar típico como las bodegas, pero mi verdadero pueblo es Cubillas de Cerrato», sentencia el cocinero.
En este rincón, asegura, tiene sus mejores recuerdos de la infancia y de la juventud. De aquellas tardes en las que echaban mano de lo ajeno, en las que se apropiaban pícaramente de las onzas que los propietarios de la fábrica de chocolate habían dejado a la ventana para que se secaran al sol. De las excursiones al campo y a las cuevas, donde vivían ‘Los Trancas’, además de varias familias de pastores. Incluso de aquella fábrica de cerámica que se instaló en el centro del casco urbano, «donde también trabajé haciendo los envases de barro de las cuajadas hasta que la empresa se vino abajo y desapareció», agrega González Mata.
Oportunidades Su pasión por el pueblo hizo que hace años se construyera una casa, y que en la actualidad sea uno de los defensores del medio rural, apostando por un futuro más próspero para esta zona de la provincia. «Hay quien considera que es uno de esos pueblos llamados a desaparecer, pero hay posibilidades de salir adelante si se tienen en cuenta como factores favorables la cercanía a Palencia y Valladolid, a menos de 30 kilómetros, la tranquilidad y el sosiego del valle, y las mejoras experimentadas en infraestructuras y servicios. Es el lugar ideal y perfecto para fijar una segunda residencia», puntualiza. Es más. Asegura que el futuro del pueblo podría mejorar si las instituciones prestaran algo de atención al posible yacimiento arqueológico ubicado en el término municipal y realizaran catas y estudios para certificar o no la presencia de una villa romana. «Se han encontrado tejas, restos de mosaicos o monedas. Aunque el principal hallazgo fue una estatua de bronce dedicada al dios Mercurio que se encuentra en el Museo Arqueológico de Palencia», explica el alcalde, Eutiquio Gaisán Valle, mientras Ángel especifica que podría tratarse de una villa romana de especial importancia y envergadura. Manifiesta que hay más donde rascar. En el Castillo, en lo que los vecinos llaman la Casa del Ermitaño, dice haber encontrado monedas judías, y está convencido de que las ventanas que hay en las ruinas del viejo cementerio son de origen visigodo. «Tenemos un patrimonio que no conocemos. Hay que analizarlo y estudiarlo, porque en él se encuentra parte de nuestro pasado colectivo», concluye el empresario hostelero, que en sus recetas de afamado mesonero esconde el secreto humilde de un joven que salió del pueblo y pasó mil avatares antes de ser cocinero.
Atractivos Turísticos
PATRIMONIO HISTÓRICO
La iglesia, rodeada de cuevas y bodegas, conserva restos románicos y mudéjares
El recorrido por Cubillas comienza con una visita a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que conserva importantes vestigios románicos y gótico-mudéjares, preservados de las restauraciones a las que se ha vito sometido el templo. En su interior destaca el retablo mayor, con doce tablas pintadas inspiradas en las obras de los maestros italianos, rematado por un calvario de la misma época. El paseo incluye una parada en las bodegas, en las cuevas o en alto del Castillo. Asimismo, a medio kilómetro del casco urbano, en la carretera que va a Cevico de la Torre, se encuentra la ermita del Santo Cristo de la Guía, donde los vecinos acuden en romería el 15 de mayo.
ASOCIACIONES
Cultural y cofradías
Junto a las cofradías del Cristo de la Guía y de San Blas, hay otro colectivo que trabaja para dinamizar el panorama cultural de Cubillas. Se trata de la asociación cultural San Bartolomé, cuyos integrantes participan en diferentes cursillos y en clases de gimnasia. Además, en verano se programa una semana cultural.
TRADICIONES
En honor a San Isidro
Junto a las fiestas patronales de San Bartolomé, los cubilleros demuestran también gran apego a las celebraciones de San Isidro. Los actos comienzan el día 14, cuando se baja al Cristo de la Guía desde la ermita a la iglesia, para celebrar al día siguiente la misa en honor al patrón de los labradores. Después, se le regresa en romería a su templo.
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