Aficionados colchoneros
Los vecinos recuerdan la trayectoria de Isacio Calleja, jugador del Atlético de Madrid natural de Valle
SORAYA DE LAS SÍAS /VALLE DE CERRATO
En una de las naves laterales de la iglesia, colocado en el centro de un altar, luce la figura de San Miguel, expuesta hace unos años en
Las Edades del Hombre en Palencia y después en Nueva York. La talla, que algunos atribuyen a la escuela de Juan de Juni, es una de las señas de identidad de Valle de Cerrato más apreciada por los vecinos, una muestra de su patrimonio artístico que ha dado a conocer el pueblo más allá de las fronteras naturales que la difícil orografía cerrateña dibuja en los mapas.
Hay, en cambio, otras figuras que también han contribuido a la promoción de Valle. Es el caso de Isacio Calleja García, a quien todos recuerdan por su trayectoria como jugador del Atlético de Madrid y de la selección española de fútbol.
Salió del pueblo con 11 años para estudiar Bachiller en Madrid, y tras varios cursos en la capital, decidió que quería regresar a su tierra natal. Sus padres intentaron disuadirle, pero no lo consiguieron. «Al final, me salí con la mía. Acabé el Bachiller en los Maristas, interno junto a otros jóvenes de Carrión, Dueñas y otros muchos pueblos de la provincia. Era más feliz que nadie», recuerda Isacio, quien posteriormente regresó a Madrid para estudiar Derecho.
Su vida dio un giro inesperado cuando le ficharon para jugar como defensa en el equipo colchonero. «Había estado todo el verano en Valle, ayudando a mis padres en el campo. Regresaba a Madrid para presentarme al examen de una asignatura que me había quedado pendiente y es cuando me comunicaron que me habían fichado», recuerda Isacio, quien señala como anécdota que empezó cobrando 3.000 pesetas como amateur.
Con el paso del tiempo, su carrera se fue afianzando al lado de grandes compañeros y figuras del fútbol español como Gárate. Era la década de los sesenta. Por entonces, muchos vecinos de Valle habían emigrado al País Vasco o Barcelona en busca de un futuro mejor. «Cuando acudía a jugar a estas ciudades, allí estaban muchos de ellos, como Modesto o Sabiniano, para dar ánimos a su vecino, para apoyarme. Intentaba siempre conseguir entradas para ellos, me hacía muchísima ilusión saber que estaban allí», matiza Calleja García.
Muestras de cariño que se repetían cada vez que lo veían jugar por televisión, cada vez que Isacio regresaba al pueblo con ese carácter campechano que aún le caracteriza y define, y que quedaron selladas en 1972, cuando algunos vallejanos viajaron a Madrid para participar en el homenaje que el Atlético ofreció a Isacio como despedida de su carrera, después de haber ganado la final de la Copa del Generalísimo contra el Valencia. «Ganamos en Chamartín, levanté la copa como capitán del equipo y pensé que era el mejor momento para poner fin a mi carrera, después de 14 años en en el Atlético y de numerosas ocasiones como internacional», explica Isacio desde su bufete en Madrid, donde trabaja como procurador.
Son muchas las historias que los vecinos guardan de este hijo del pueblo, que vuelve periódicamente. Aproniano Gutiérrez es quizás uno de los vallejanos que más anécdotas esconde, como la que tuvo lugar hace décadas en Santiago de Compostela. Él se había ordenado sacerdote y tras pasar por las parroquias de Herrera y de Guardo, le trasladaron a Santiago, como maestro de capilla de la catedral y encargado de los ensayos de los puericantores. «Allí estuve ocho años y tuve la oportunidad de ver jugar a Isacio en varias ocasiones. Quedábamos juntos para comer en un conocido restaurante, el Village. Recuerdo que los jugadores ya tenían que empezar a esconderse de la prensa, que se colaba hasta en los vestuarios», recuerda Aproniano, que guarda fotografías con Isacio y con otros jugadores en el claustro de la capital de Santiago, junto al botafumeiro. Su trayectoria continuó en Madrid y La Línea, en Andalucía, antes de llegar hace 28 años a Venta de Baños, donde en la actualidad es profesor de Lengua y Literatura en el instituto Recesvinto y director de varios grupos de lectura para estudiantes y padres. Él,como Isacio, también quiso regresar un día a su tierra natal. Él, también se sentía atraído por ese qué indefinido del Cerrato que atrapa. Para tener la oportunidad de regresar a Valle los domingos, para tocar el órgano y cantar la misa, para echar la partida o ver los partidos de fútbol, eso sí, como amigo de Isacio y sufridor aficionado colchonero.
Atractivos Turísticos
PATRIMONIO HISTÓRICO
Una iglesia con restos románicos, en su portada y varias ermitas
La iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Valle de Cerrato se reedificó en el siglo XVIII sobre otra más antigua, dedicada a Santa María y de estilo románico tardío. De aquella fábrica original aún se conservan importantes vestigios y restos, entre los que destaca la portada del templo, con cinco archivoltas decoradas con temas vegetales y capiteles historiados algo deteriorados. El recorrido por el patrimonio histórico de Valle de Cerrato continúa con la visita a las dos ermitas que siguen en pie. La primera, la del Cristo de las Aguas, en el arrabal del casco urbano. La segunda, la de la Virgen del Valle o de los Pastores, a dos kilómetros del caserío, en un descampado.
ASOCIACIÓN
Gimnasia y psicología
Las integrantes de la asociación cultural Virgen del Valle participan en la actualidad en clases de gimnasia de mantenimiento y de manualidades, pues ya han finalizado el taller de psicología que les ha tenido ocupadas los últimos meses. Su principal cita en el calendario llegará en verano, cuando organizan la semana cultural.
TRADICIONES
Danzar al Cristo en la Ascensión
Los vallejanos están intentando recuperar una de las tradiciones de antaño, la de danzar en honor al Cristo de las Aguas en la fiesta de la Ascensión, que este año coincide con el 26 de mayo. Jóvenes y mayores serán los encargados de bailar para el Cristo en procesión, desde la ermita, a las afueras del casco urbano, hasta la iglesia.
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