Paisajes de nostalgia
El pintor José Luis Onecha Martínez recuerda sus inicios en el arte durante su infancia en Dueñas
Soraya de las Sías
Su abuelo paterno le regaló sus primeras pinturas y láminas cuando cumplió siete años. A él, dice, le debe buena parte de su esencia como persona y como artista. No en vano, gracias a su apoyo y sensibilidad, consiguió que aquella afición suya a pintar dejara de ser vista como algo superfluo y baladí en la Castilla austera y parca de la década de los años sesenta y pasara a ser entendida como una aptitud que merecía la pena explotar y dar a conocer porque llevaba aparejadas inquietudes intelectuales y modos de pensar muy diferentes.
Fueron otros los apoyos que José Luis Onecha Martínez consiguió dentro de su familia –sus tíos maternos, especialmente–
y del mundo que le rodeaba los que le impulsaron años más tarde a cursar en Madrid la licenciatura de Bellas Artes, a plantearse que la pintura era algo más que un capricho banal, pues comprendía un proyecto de futuro y un compromiso de desarrollo personal dirigido desde la rectitud e integridad del intelecto.
Una meta que sigue hoy en día presente. Y es que a sus 51 años, Onecha confiesa desde la distancia seguir luchando por eliminar la barrera del pensamiento sobrio que frena, cuando no veta, el desarrollo de determinadas vanguardias artísticas.
Lamenta, en este sentido, haber tenido que ver cómo la promoción a su obra llegaba fuera de casa. En Madrid, primero, y en Oviedo, ahora, donde reside y donde muy pronto se embarcará en un proyecto de envergadura. «Es triste decirlo, pero los apoyos, reconocimientos y premios a mi trayectoria los he encontrado lejos de mi tierra», señala el pintor, que reconoce que poco a poco surgen sectores palentinos y eldanenses que se interesan por su obra, «algo que aprecio, pero que de alguna manera es también fruto de mi trabajo y perseverancia, porque me han hecho sudar la gota gorda», lamenta Onecha.
Este posicionamiento conviene y se ajusta con el sentimiento pesimista y escéptico que lidera sus ideas acerca del avance y progreso de la provincia palentina, inmersa y cerrada por banda en la lucha contra la despoblación. «La solución de futuro no va a llegar desde fuera, somos los propios palentinos y castellanos los que debemos luchar y dirigir la batalla», especifica el artista, que considera que Dueñas debe aprovechar y sacar mayor rédito a las posibilidades que le ofrece su situación y orografía. «Tiene buenas comunicaciones y excelentes atractivos turísticos, pero hay que aprovecharlos mejor, hay que subirse al tren de alta velocidad y despegar», agrega convencido.
Sin tapujos
Defiende sus ideas sin el castañeteo de dientes que produce el temor a decir sin tapujos lo que uno cree mejor para su pueblo porque advierte de que, ante todo, su opinión es la de un eldanense que ama a su tierra desde la distancia y una profunda nostalgia. «Tengo actitudes contradictorias con Dueñas. Soy idealista y me exaspera que sigamos siendo tan desconfiados y nos anclemos en el pasado. Pero al mismo tiempo estoy orgulloso de mis raíces. Por eso decidí construir una casa en Dueñas. Por eso, cuando mi hija Daría tiene vacaciones, aprovecho para ir al pueblo. Por eso, en muchos de mis cuadros pinto los paisajes de Dueñas y otras zonas de Palencia, porque la añoranza me invade y el deseo de que todo vaya a mejor me ronda siempre en la cabeza», señala el artista.
En su entorno se siente a gusto. Disfruta de la tranquilidad, de las imágenes y estampas que regala el patrimonio y el paisaje, del regreso de amigos y conocidos de la infancia durante los festejos mayores, en el mes de agosto. «Quizás lo más tradicional o llamativo sean los festejos taurinos. De pequeño me entusiasmaban. Me lo inculcó mi abuelo, que incluso me llevó a ver alguna corrida de toros. Ahora, lo veo desde la distancia, porque entiendo que hay demasiada violencia asociada. Sin embargo, asisto a los encierros porque es allí donde encuentro a muchas de esas personas que, como yo, salieron un día de Dueñas y siguen regresando desde sus lugares de residencia dirigidos por la nostalgia, embriagados por la añoranza», concluye José Luis, a quien le gustaría volver a organizar una exposición en Dueñas.
Atractivos Turísticos
PATRIMONIO HISTÓRICO
Recorrido por una ciudad declarada conjunto histórico artístico en 1967
La villa de Dueñas adquirió la categoría de ciudad el 3 de agosto de 1928. Cuarenta años después, su casco urbano fue catalogado como conjunto histórico artístico. De su antigua muralla solo se conserva la puerta conocida como el Ojo de la Virgen o de los Remedios.
De época romana es el monasterio de San Isidro, una importante explotación agropecuaria y una villa, en la que tras varias excavaciones se han encontrado restos de las termas.
El recorrido por la localidad en la que se hunde buena parte de la historia de los Reyes Católicos continúa por las iglesias de Santa María y San Agustín, el hospital de Santiago o el convento de Santa Teresa, además de sus calles porticadas y con soportales.
FIESTAS
Festejos taurinos y numerosas peñas
Lo tradicional de las fiestas mayores de agosto son los festejos taurinos. Son muchos los vecinos que se animan a participar, además de los integrantes de las más de treinta peñas eldanenses. Ellos son el motor de la fiesta, organizando recorridos por los locales de los diferentes grupos, ofreciendo limonada y aperitivos a los visitantes.
TRADICIONES
Nuevos impulsos
Junto a la celebración de San Isidro, cuando se acude en romería con carros engalanados hasta la Trapa, hay otras fiestas que los eldanenses viven con arraigo y devoción. Es la Semana Santa. Gracias al impulso de las cofradías de la Vera Cruz, del Santo Sepulcro y de los Remedios se están incorporando nuevos pasos y fieles.
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