Sequera de Fresno

Pocos jóvenes, pero que se dejan oír

Un festival de música rock ha dado a conocer el nombre de Sequera de Fresno, un pueblo de cincuenta habitantes

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

La imaginación y un arduo trabajo para conseguir financiación han hecho posible que el nombre de Sequera de Fresno se haya abierto este verano un hueco diferente en el panorama festivo de la provincia. La primera edición del Sekera Rock, con la actuación de cinco grupos de ‘heavy metal’, ‘rock’ o ‘punk’, han hecho las fiestas Nuestra Señora de la Asunción diferentes, con un ambiente distinto al habitual en el pueblo.

El éxito ha sido rotundo, y los jóvenes que lo organizaron ya están pensando en la próxima edición. Todo con tal de romper la monotonía en esta localidad de cincuenta habitantes, que en verano, como todas, aumenta su población, pero en el frío y crudo invierno «nos quedamos cuatro gatitos», lamenta el alcalde, Mariano Cano Miguel. «La vida en el pueblo en invierno es muy aburrida», añade.

La labor de los jóvenes ha servido también para tener un día más de fiesta. Y es que los limitados recursos del Ayuntamiento solo permite tener dos días de festejos «porque las orquestas en esas fechas cobran una burrada y se nos va el presupuesto», lamenta Mariano Cano Miguel. «No podemos tener más fiestas porque no hay dinero», advierte el regidor, que ve cómo San Isidro Labrador se ha quedado en un día señalado, pero sin ninguna actuación especial.

La falta de recursos económicos trae de cabeza al alcalde, siempre pendiente de las subvenciones para poder afrontar proyectos como la renovación, «poco a poco», de la deteriorada red de abastecimiento o la construcción de un nuevo depósito que garantice el suministro. «Este verano le hemos pasado sin apuros, pero hace unos años tuvimos problemas y tuvimos cortes por las noches», apunta Mariano Cano. «El agua es una cosa imprescindible».

Aumentar la potencia de la energía eléctrica es otra de las metas municipales. Y es que tras poner un nuevo alumbrado exterior a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción –una joya del románico que también necesita una intervención urgente para evitar «que cualquier día se nos caiga encima el campanario»– la insuficiente potencia impide su encendido simultáneo con el alumbrado del pueblo.

Sin tiendas

No es un proyecto, pero sí un sueño, conseguir que alguna tienda abra las puertas que cerró hace décadas y dé mayor vida al pueblo, siempre pendiente de los vendedores ambulantes que abastecen a sus vecinos. Que la influencia de otros pueblos cercanos con más actividad, como Grajera o Fresno de Cantespino, llegue a Sequera de Fresno y el sector turístico se abra un hueco entre la economía agrícola y ganadera es otro de los anhelos del alcalde, que mira con preocupación las casas en ruinas y sueña con que «alguno se haga una casa nueva y otros se animen al verlo». Que el bar, que a duras penas mantiene sus puertas abiertas, encuentre una receta especial –quizá con las perdices que se crían en una de las naves del pueblo– que haga de Sequera de Fresno un lugar de encuentro para los amantes de la buena cocina es otra de las posibilidades que Mariano Cano apunta para revitalizar la vida en este municipio del nordeste segoviano.

Con muchas necesidades por cubrir y proyectos por realizar, Sequera de Fresno tiene en los jóvenes y niños que viven en este pueblo de cincuenta habitantes su mayor orgullo y esperanza de futuro. Por ahora sin esperanzas de crecimiento ante la carencia de nuevas iniciativas que generen trabajo, confían en que las nuevas generaciones durante unos años mantendrán el exiguo censo del pueblo.

Comienza a sonar

Cinco grupos participarán el próximo 12 de agosto en la segunda edición del festival Sekera Rock

Isabel Jimeno.

Con mucha ilusión, con mucho trabajo y con muchas ganas de que llegue el gran día. Así están en Sequera de Fresno. Deseosos de que pasen los días y el 12 de agosto ya aparezca en la hoja del calendario. Y es que como aperitivo de las fiestas de Nuestra Señora y San Roque han vuelto a organizar el Sekera Rock. El año pasado el pueblo vivió la casi improvisada, pero muy exitosa primera edición y la «genial» experiencia ha calentado los ánimos para volver a repetirla.

El empuje del alcalde para que los más jóvenes organizasen algo cuajó en el grupo y entre unos pocos organizaron el primer festival de rock en este pequeño pueblo de escasos cuarenta habitantes que durante una jornada se multiplicaron por más de diez. Ahora esos atrevidos se han integrado también en la asociación cultural La Torre, que el año pasado ya colaboró con el evento, para tener un mayor apoyo y hacer que la cita con el rock sea una cosa de todo el pueblo, no solo de un grupo de intrépidos.
La segunda edición ya está en marcha y todo está preparado para un día diferente en Sequera de Fresno. Por la tarde comenzarán los ensayos y los nervios para que todo esté listo de cara al inicio de la velada. Desde las diez de la noche la música comenzará a sonar en la Plaza Mayor del pueblo. Por delante, cerca de siete horas de concierto en las que cinco grupos se irán tomando el relevo cada hora y media sobre el escenario.

El potente sonido de los veteranos madrileños Viga, la agresividad de los murcianos T.A.S (Te akompaño en el sentimiento), los temas de marcado contenido social de Delito y Medio, el punk hardcore de Milkanute y el heavy metal de Inferno pondrán música a la noche sequerana.
Todavía no ha llegado la segunda cita y ya están pensando en la siguiente. «Queremos ir a más», comenta Héctor, uno de los primeros en involucrarse en la iniciativa, junto al artífice de la primera edición, su primo José María, que les reclamó ayuda y no dudaron en prestársela. Y es que se necesitan muchas manos para sacar adelante el proyecto, con un presupuesto de unos seis mil euros, casi todos procedentes de la aportación de las empresas colaboradoras y de la recaudación de la barra del bar y de las camisetas que este año venderán como recuerdo del Sequera Rock, que incluso cuenta con su propia página web.

Zona de acampada
Disfrutar de una noche diferente, dar a conocer al pueblo y servir de reclamo para que la gente acuda a Sequera de Fresno y que aparezca así en el calendario de fiestas por visitar durante el mes de agosto son parte de los objetivos del festival, que ya ha empezado la cuenta atrás para recibir a los grupos y a los numerosos espectadores que se esperan. Además, este año contarán incluso con zona de acampada equipada con duchas para pasar allí una noche diferente.

Más que villancicos

Los jóvenes de Sequera de Fresno recorrían las calles tocando los cencerros en Nochebuena

Isabel Jimeno.

En unos días, Sequera de Fresno se vestirá de fiesta. La diversión y la música volverán a inundar las calles de este pequeño pueblo segoviano con motivo de Nuestra Señora y San Roque. Es algo que no ha cambiado, porque lo cierto es muchas de las costumbres se han quedado por el camino.
Los vecinos siguen pujando por las andas de los patrones tras la procesión, pero las casas ya no amanecen enramadas. Hay menos gente que hace años, la mayoría ya son mayores, por lo que las tradiciones vinculadas a los jóvenes son las que han corrido peor suerte.

Por eso, hace años que el 15 de agosto no amanece con al aroma de ramas y flores que decoraban el pueblo. Y es que antaño, la costumbre de Fresno de la Fuente mandaba que los jóvenes pusiesen ramas de árboles y flores la noche del día 14 en la puerta de aquella chica que les gustaba.

También los jóvenes eran los protagonistas de otra fiesta que los mayores guardan en su memoria. La de Nochebuena no era una celebración como la de ahora. Más que música de villancicos se colaba en las casas de este municipio del nordeste de la provincia de Segovia.

Antes de ir a misa

Después de cenar en familia y antes de la obligada cita a media noche en la Misa del Gallo, momento para la diversión. Sobre todo los más jóvenes, se ataban a la cintura los cencerros de los animales y recorrían las calles haciéndolos sonar. «Era la distracción de la juventud», recuerdan Fermina y Vicente.
Añoran aquellos tiempos pasados con más gente en el pueblo. «Había casas hasta con tres mozos», apunta este veterano vecino de 85 años de Sequera de Fresno, quien ahora ve con lástima como en invierno apenas pasan de la docena las personas que mantienen con vida este pequeño pueblo de poco más de medio centenar de habitantes.

Ahora, «estar en casa viendo la televisión al brasero» es la distracción de esos mayores que en su juventud participaron y disfrutaron también haciendo la ronda por las casas durante unos días antes de que el sonido de los cencerros que los mozos agitaban con brío inundase las calles de Fresno de la Fuente la noche de Nochebuena.

Toda una joya del románico

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción es desconocida para muchos

MÓNICA RICO

Portada neoclásica de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. :: M. RICO

Aunque antes de llegar a la localidad de Sequera de Fresno, el viajero ya puede divisar su templo, la iglesia del municipio, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción. Es una de esas joyas del románico algo desconocidas. Tal vez esto se pueda deber a su situación, en un municipio de menos de medio centenar de habitantes, lo que supone más mimo y más cariño aún si cabe a este tesoro románico, uno de los más importantes de la provincia.

Además de su importancia es de mérito encontrarse con un templo que no se encuentra abandonado, sino que cuenta con todos los cuidados de los vecinos y preocupaciones por su mantenimiento y hace tan solo unos días se acaba de estrenar la nueva imagen de uno de sus retablos. En lo que al templo propiamente se refiere, nos encontramos con una iglesia en la que destaca principalmente la calidad y profusión de su decoración escultórica románica.

En el exterior cuenta con cabecera semicircular con tres ventanas decoradas con arquerías de medio punto y columnas con capiteles en los que se hallan un variado repertorio de figuras talladas en piedra que representan imágenes de luchas de guerreros, escenas de caza, animales o motivos vegetales.

En el interior de cada ventana hay una especie de dintel decorado con bajo relieves y escoltado por los capiteles también de gran interés y belleza. Estos tímpanos tallados no son habituales en el románico de la provincia, aunque sí se encuentran en ejemplos de lugares en las comarcas del norte de Burgos y Palencia. Igualmente encontramos este tipo de tallas e imágenes labrados en la piedra y con escenas de luchas y motivos vegetales en los canecillos con los que se decora todo el ábside.

Sin embargo, a simple vista, lo que más llama la atención del templo es su portada septentrional, que sirve de entrada al templo. Ésta es de estilo neoclásico, fechada en el año 1786 y según los expertos supone uno de los mejores ejemplos de su estilo de toda la comarca.

Otra de las portadas del templo, en este caso la norte, fue tapada y lapidada durante las obras de ampliación y reforma del templo que se realizaron en el siglo XVIII. Posteriormente se reabrió, dejando al descubierto una entrada con arco de medio punto y tres arquivoltas, una de las cuales se encuentra decorada con motivos vegetales. También salieron a la luz los dos capiteles ocultos, en los que llama la atención especialmente el situado en el lado derecho de la puerta, que se encuentra más a la vista, donde se muestran lo que parecen escenas de baile.

Tallas y capillas

La riqueza del templo se encuentra de forma especial en su exterior, pero en el interior también existen detalles que cabe nombrar. Entre ellos las tallas de San Blas y Santo Domingo de Guzmán, que comparten capilla con San Roque. También es destacable la capilla de la Soledad, cubierta con una bóveda de crucería de estilo gótico postmedieval y en la que señalar un retablo barroco dorado con la imagen de Cristo crucificado. También son de reseñar la pila bautismal, con vaso románico y varias piezas de plata, entre las que destaca una custodia de sol de la primera mitad del siglo XIX.

Pero esta no es la única riqueza patrimonial de la pequeña localidad de Sequera de Fresno, ya que en su término también se encuentra un yacimiento arqueológico, en el paraje denominado La Rebilla. Allí, entre dos pequeños arroyos y a lo largo de una superficie de más de tres hectáreas, se han encontrado restos como materiales constructivos similares a los ladrillos y bloques de piedra caliza sin labrar, lo que podría significar la existencia de un asentamiento duradero en el lugar. Los expertos datan estos restos en la época romana altoimperial y tardorromana.