Montejo de la Vega de la Serrezuela

Bajo el vuelo de los buitres

El refugio de rapaces y el Parque Natural de las Hoces del Río Riaza hacen de Montejo de la Vega de la Serrezuela un paraje con un encanto especial

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Con su vuelo en círculos casi pegado a los tejados, los buitres sorprenden al visitante, que no puede evitar quedar paralizado, con la mirada dirigida hacia el cielo con una mezcla de asombro y respeto en su rostro. Pero para los montejanos es una estampa cotidiana a la que están más que acostumbrados. Se repite a diario y su convivencia con los buitres es perfecta desde hace años.

Pero los ejemplares que sobrevuelan el pueblo y reposan en los cortados del río Riaza a su paso por el caso urbano son solo una pequeña muestra de las decenas de parejas que habitan en el refugio de rapaces, a unos kilómetros del pueblo río arriba, en una preciosa zona que además cuenta con el atractivo de haber recibido hace unos meses la calificación de Parque Natural. Entre peñas y cuevas o en el agua, nutrias, corzos, jabalíes, halcones peregrinos y búhos reales también forman parte de la rica fauna.

Una riqueza natural que lleva el nombre de Montejo de la Vega de la Serrezuela por toda la geografía desde que hace tres décadas Félix Rodríguez de la Fuente crease el refugio de rapaces. Ahora, el Parque Natural de las Hoces del Río Riaza enriquece aún más las posibilidades turísticas del municipio, que confía en el despegue de este sector para mantener e incluso incrementar el censo. «El turismo todavía no está nada explotado. La gente viene, hace una visita al parque y al refugio y se va», advierte el alcalde, Juan Carlos Hernando Vicente. «Hay un potencial que se podrá explotar en no mucho espacio de tiempo».

Por ahora, la cercanía de Aranda de Duero, un gran núcleo de población con numerosos puestos de trabajo, permite que el padrón oscile en torno a los doscientos habitantes, sin bruscas variaciones y con la alegría de que en los últimos años nuevos niños se incorporan a él.

«El parque lógicamente va a suponer atraer más gente al pueblo y, si vienen más visitantes, habrá más posibilidades. Supongo que el turismo podrá tirar del pueblo o, al menos, mantenerle», apunta el regidor, que considera indispensable disponer de suelo asequible para favorecer el crecimiento del pueblo. El diseño de un plan urbanístico que amplíe el espacio urbanizable hacia el único lado del pueblo posible –el río, porque en la otra dirección las laderas limitan la expansión– tiene como objetivo aumentar la oferta y abaratar los precios.

Viñedos con solera

Sus viñedos, aunque ya no tan extendidos, incluidos en la Denominación de Origen Ribera del Duero, son otro de los motivos de orgullo de los montejanos, que todavía conservan la costumbre de hacer vino de cosecha y merendar con los amigos o la familia en la bodegas. Aunque sin grandes explotaciones vitivinícolas, existe un proyecto para crear una gran bodega en Montejo de la Vega de la Serrezuela, la segunda de la denominación en Segovia.

Alejado del ruido y con unas carreteras que el Ayuntamiento espera mejorar tras la declaración del parque, en un pueblo que conserva sus tradicionales bodegas y las balconadas castellanas de madera en algunas casas, llama la atención su iglesia, una moderna construcción con apenas dos décadas de existencia que se levantó después de que el anterior templo, edificado hace algo más de medio siglo para sustituir al anterior, se cayese.

Tres festejos, tres impulsores

Ayuntamiento, cofradía y asociación se reparten la organización de las fiestas

Isabel Jimeno.

Tres fiestas al año y tres colectivos diferentes encargados de su organización. Primero llega San Blas, que ha pasado de celebrarse el 3 de febrero al fin de semana más próximo, en unión también con Santa Águeda, pero ya sin las celebraciones en honor de la Virgen de las Candelas, con lo que se ha perdido un día de fiesta.

También se han dejado de bailar las danzas que antes los quintos ejecutaban delante del santo. Pasaron unos años en los que no hubo quintos y la tradición se perdió, aunque la fiesta, que se encarga de organizar el Ayuntamiento, continúa con actos litúrgicos, música por la tarde y velada nocturna en un local municipal para cobijarse del frío de febrero.

El 25 de abril o el fin de semana más próximo, llegan las fiestas de la Virgen del Val, que se encarga de organizar la cofradía. El mayordomo, que se elige entre los cerca de medio millar de cofrades –antes exclusivamente hombres que eran inscritos nada más nacer, pero desde hace unos ocho años también mujeres–, es el encargado de organizar los festejos en los que hace años también los quintos bailaban delante de la patrona por la mañana, pero ya no. Lo que sí se continúa haciendo es la subasta de los palos de las andas por la tarde y el vino ambientado con música que ofrece el mayordomo junto a la ermita de la Virgen de Vall.

Y en verano es la asociación cultural Virgen del Vall, con cerca de trescientos socios, la que organiza la semana cultural que termina con una fiesta. Actuaciones musicales y teatrales, talleres y juegos para niños se suceden durante siete días después del festivo 15 de agosto. Y para rematar una semana cargada de actividades, una fiesta en la que no faltan los bailes con la orquesta el viernes por la noche y sábado por la tarde y también hasta la madrugada.

Comida en las bodegas

El domingo, como en todas las celebraciones que tienen lugar en el municipio, no faltan las comidas en las bodegas. Antes era almuerzo, a eso de las once de la mañana, y era solo cuestión de hombres; pero desde hace algo más de un decenio, las mujeres de Montejo de la Vega de la Serrezuela también se han sumando a la costumbre. Eso sí, los varones en una bodega y las féminas en otra de estas construcciones en las que, si nunca falta la actividad y la gente, sobre todo en verano, en las fiestas mucho menos.

Culto al vino

Montejo de la Vega de la Serrezuela, pueblo de tradición vitivinícola, organiza una bacanal romana y el 'entierro del cubete'

Isabel Jimeno.

La producción de vino ha sido una parte destacada de historia de Montejo de la Vega de la Serrezuela. Ya hace siglos que los montejanos cultivaban vides en estas tierras del nordeste de la provincia. Llegado el otoño, comenzaban la vendimia, luego la elaboración del vino para, después consumirlo. Y es que el consumo de estos caldos que maduraban al fresco de las bodegas excavadas en los escarpados parajes del pueblo también forma parte de la tradición y de la vida de sus gentes. Continúan haciendo vino de cosecha, que acompaña en las comidas y las meriendas que reúnen a familia y amigos en las bodegas.

Pero la presencia de los caldos va más allá de las celebraciones familiares o populares en este pueblo que además esta incluido en la Denominación de Origen Ribera del Duero. El culto al vino se escenifica desde el año pasado a través de la bacanal romana que la asociación cultural Virgen del Val incluye en sus actividades de la semana cultural que organiza a mediados de agosto.

Ataviados con túnicas, togas, sandalias, hojas y flores, los montejanos recrean aquel viejo ritual festivo-religioso derivado de las ofrendas a Dionisio en la antigua Grecia, que posteriormente los romanos dedicaron a Baco, su dios del vino. Una fiesta en la que no faltaba la comida y, sobre todo, el vino y que el pasado domingo volvieron a recrear en Montejo de la Vega de la Serrezuela, donde esperan la llegada del dios Baco, quien tras un breve discurso, marca el inicio de las fiestas de agosto, en las que los caldos no faltarán durante toda la semana.

Las fiestas del verano están a punto de concluir y el vino vuelve a convertirse en protagonista. A modo de entierro de la sardina que escenifica el fin de los días de fiesta y alegría, en este municipio organizan el 'entierro del cubete', un arraigada tradición que tiene lugar el último día de las fiestas de agosto. Esta noche, jóvenes y mayores volverán a vestirse de luto y sacar en procesión al cubete de vino. Un fúnebre recorrido que expresa la tristeza por el final de las fiestas. Pero cuando llega a la plaza, al final de la velada, los montejanos se despojan de sus luctuosas vestimentas y empiezan a bailar. Y aunque en los últimos años tiran agua, la tradición manda que sea vino lo que corra por las calles de Montejo de la Vega de la Serrezuela.Próximo pueblo: Maderuelo