Languilla

Al abrigo de una ladera

Languilla confía en un despegue comarcal que ayude a asegurar el futuro del pueblo

Texto y fotografías de Isabel Jimeno.

Rodeado de un entorno de piedra que sirve de material para la construcción de las casas, Languilla se asienta en una ladera. Estratégicamente construido, sus primeros moradores supieron aprovechar la mejor orientación para conseguir el mayor número de horas de sol y el resguardo del talud que sirve de límite a un lado de la localidad.

Este asentamiento permite que, cercano a la sierra de Ayllón, en el nordeste segoviano, «los inviernos no son muy fríos, son muy normales, porque está muy recogido, mira casi todo al mediodía. Caluroso no es el invierno, hay pocos días fríos duros, aunque hay inviernos en los que empieza a helar y lo mismo estamos a 10 o 14 grados bajo cero, pero bajo cero hay cuatro días», advierte el alcalde, Alfonso Martín Jimeno. «La nieve no cuaja casi nunca», aclara. Otra situación diferente se vive en la pedanía de Mazagatos, más cercana a Ayllón y asentada en un alto, desde donde el blanco elemento empieza a cuajar.

Es en esos días de invierno cuando la vida se hace más dura en una localidad con unas cincuenta personas viviendo, pese a que el censo casi llega a los noventa habitantes. Aún así, los vecinos de Languilla no se quejan y ven en el bar del centro cultural una tabla de salvación para entretenerse. «La vida en invierno es muy monótona», comenta el regidor, que apunta entre los proyectos municipales la rehabilitación del antiguo ayuntamiento de Mazagatos para convertirlo en centro social. «Esos centros son muy importantes. Si no hubiera centro cultural, sería un pueblo muerto, porque ¿dónde va la gente? Si uno se asoma y no ve a nadie, se queda en casa, si ves gente sales. Se pasa el rato cuando no hay nada que hacer en el campo», aclara.

Junto al centro social, el huerto es otro entretenimiento para los mayores, que son la mayoría de la población, ya que los jóvenes apenas se quedan por la falta de trabajo, «aunque en esta zona hay poco paro», subraya Alfonso Martín Jimeno.

En Languilla, como en buena parte de la comarca, sueñan con que una industria fije su ojos en la zona y genere puestos de trabajo que ayuden a asentar población. Y es que en el pueblo saben que el futuro deben mirarlo a nivel comarcal. «Aquí todos los núcleos dependen mucho de Ayllón. Si Ayllón va para arriba, este pueblo también. Hay mucha dependencia de Ayllón».

El turismo es otro de los sectores que esperan explotar y poder beneficiarse de la cercanía con la villa medieval ayllonense, Maderuelo, el pantano de Linares y el recién declarado Parque Natural de las Hoces del Río Riaza. Sin instalaciones turísticas, lo que sí llega al pueblo es gente de fuera interesada en comprar casas de segunda residencia, un movimiento bien acogido en Languilla, «pero lo que hace falta es gente que venga y ponga una industria, un taller o vaya a trabajar a Ayllón y vengan a vivir aquí», advierte el alcalde.

Un frontón

Mientras la solución al problema de la despoblación llega, el Ayuntamiento sigue trabajando en el día a día con la complicación añadida de hacer frente a las necesidades de núcleos de población. Contar con un punto limpio en el que depositar los electrodomésticos y muebles es una de las reclamaciones de Languilla, que trata de velar así por uno de sus más preciados tesoros: el medio ambiente. Y es que el entorno siempre ha interesado mucho a los languilleros, advierte Isidro, uno de los vecinos, preocupado por las decenas de cigüeñas que sobrevuelan el cielo de la localidad y bajan a comer a las tierras ante la escasez de agua que discurre por los ríos.

Y entre los proyectos en marcha figura la construcción de una pista polideportiva para su posterior conversión en frontón que permita recuperar la tradición de jugar a la pelota, perdida por la carencia de las infraestructuras necesarias. Otras tradiciones como jugar al chito y el tute los hombres y a la brisca y los bolos las mujeres han conseguido desafiar el paso del tiempo y la disminución del censo.

Entre bolos y cartas

Las mujeres de Languilla se reúnen por las tardes en el centro social para jugar a la brisca y en la plaza echan unas partidas a los bolos

Isabel Jimeno.

Las obras en la plaza de España han terminado y las mujeres vuelven a sacar los bolos para echar unas partidas por las tardes. Y es que las féminas de Languilla continúan manteniendo la tradición de practicar este deporte autóctono cuando el tiempo lo permite, cuando hace bueno, pero no demasiado calor.
Es una forma de hacer más amenas las tardes en este pequeño pueblo del nordeste segoviano. Además, para hacer más disputada la competición, incluso organizan algún campeonato con trofeos para las mejores incluidos. Un aliciente más que las partidas a los bolos no pierdan la emoción.

Y si las féminas ponen a prueba su puntería con la bola y los bolos, los hombres demuestran su pericia y acierto con el chito. La competición no suele faltar con motivo de las fiestas en honor del Santo Cristo de la Salud, el segundo fin de semana de septiembre, pero lo cierto es que antes se jugaba mucho más a esta modalidad deportiva que los mayores todavía recuerdan muy bien. «No se juega más días porque no hay más gente», lamenta el alcalde, Alonso Martín Jimeno.

Cuando no juegan a los bolos, las mujeres de Languilla pasan sus ratos de ocio echando unas manos a las cartas. La brisca es la modalidad preferida para entretener las tardes de invierno. Y es que casi todos los días se reúne un grupo para jugar la partida en el centro social.

Un local, en la planta baja de la Casa Consistorial, en el que se concentra buena parte de la actividad de Languilla. Allí acuden las mujeres a las clases de manualidades y a las de gimnasia de mantenimiento; allí se celebran las reuniones y las elecciones. En el mismo lugar que hace las veces de bar y que abre casi todos los días para que las señoras echen sus partidas a la brisca y los hombres den unas manos al tute o al mus.

Un centro que se encarga de gestionar la asociación cultural y recreativa La Olma, que además también organiza una pequeña fiesta en verano, cuando más gente hay en Languilla. Nombramiento de los nuevos cargos de la junta directiva, música de la dulzaina para ambientar la fiesta y una cena o aperitivo congregan a vecinos y visitantes en un día con más gentío y alboroto de lo habitual.

Languilla celebra dos fiestas en honor del Cristo de la Salud Isabel Jimeno.   Iglesia de Languilla con la fuente en primer término. / Isabel Jimeno   Las fiestas ya no son lo que eran antes, pero todavía continúan siendo unas jornadas especiales, en las que se dejan a un lado los quehaceres cotidianos. La disminución de la población se nota en las calles y también en esos días festivos, que ya llegan cargados de tanto alboroto como hace años. Aún así, en Languilla y en su pedanía, Mazagatos, continúa esperando todos los años la llegada de los festejos. En dos ocasiones honran al Santo Cristo de la Salud en Languilla. La primera llega el segundo fin de semana de mayo. Hace tiempo era el día 8 y se trataba de una fiesta importante, con dos jornadas para dejar a un lado el trabajo en las labores del campo y atendiendo al ganado. Ahora, solo hay un día, el domingo. Eso sí, un domingo algo especial pues además de misa hay procesión con la imagen del Santo Cristo de la Salud y remate de palos al final para ver quién introduce al patrón en la iglesia. Más importante, con más actividades y más duración, es la fiesta de septiembre, el segundo fin de semana. Ya el viernes por la noche la música anuncia que llegan los días grandes. El sábado misa y procesión al son de la dulzaina que hace bailar a los incansables danzantes. Después, el remate de palos y de algunos dulces o bebidas que ofrecen los vecinos. Un ritual que se vuelve a repetir de nuevo el domingo, antes de la actuación en la plaza o en la iglesia que pone fin a los festejos. Las fiestas paran en Languilla y en unas semanas llegan a Mazagatos. Aunque con menos gente, este núcleo no renuncia a celebrar sus días grandes en honor de la Virgen del Rosario, el segundo fin de semana de octubre. Y en mayo, otra fiesta, pero menor, sin música por las noches, sólo con actos litúrgicos que recuerdan que se trata de un día especial. San Isidro Y aunque no es una fiesta oficial, tiene gran importancia en Languilla. La Cámara Agraria Local organiza las celebraciones en honor de San Isidro, patrón de los agricultores. Un día especial que «casi es el día más grande porque hay más gente», subraya el alcalde, Alonso Martín Jimeno. Y es que también es día festivo en Madrid y casi nadie se pierde el aperitivo que hace del 15 de mayo otro día festivo en Languilla.

Premio en lo altos

Los jóvenes de Languilla 'pingaban' un árbol en mayo y permanecía todo el mes con frutas y chocolate en la picota

Isabel Jimeno.

Hace un esfuerzo. Exprime su memoria. Aunque en un principio le cuesta, en cuanto destapa el primer recuerdo, el resto de aquellas aventuras que Teófilo vivió de joven con sus amigos se agolpan en su cabeza. Eran tiempos en los que había más gente en Languilla. Tiempos en los que había más fiestas, ahora desaparecidas. Días de recuerdo entrañable.

Ahora en mayo celebran una de las dos fiestas en honor del Santo Cristo de la Salud, pero antes, este era un mes intenso para las gentes de Languilla, sobre todo para los más jóvenes, que año tras año cumplían con la tradición que de chicos habían visto realizar a los más mayores.

A comienzos de mes 'pingaban' el mayo, como así se conoce a la tradición de levantar en medio del pueblo un árbol bien alto. Con la solo ayuda de unas pinzas de madera, poco a poco, levantaban el tronco desprovisto de ramas. "Era el mejor chopo del pueblo", recuerda Teófilo, que durante años vio como, con gran esfuerzo, levantaban el árbol que traían por la noche, también con mucho trabajo en carros.

En lo alto, colgadas frutas y chocolate como premio para quienes fuesen capaces de subir por el tronco. Y siempre había quien lograba alcanzar la parte más elevada y hacerse con los regalos que allí había. "No quedaba nada", comenta este veterano vecino de Languilla.

Durante todo el mes permanecía anclado el árbol hasta que al final, lo quitaban y vendían la madera. Con el dinero que sacaban, los mozos que habían cortado y levantado el 'mayo' hacían una merienda. "Un año nos comimos dos corderos en la plaza", exclama Teófilo para señalar la valía y gran tamaño del árbol.

Unos días antes, en Languilla celebraban otra fiesta que, aunque con variaciones y menos importancia que antes, se sigue haciendo: San Marcos. Era el día en que bendecían los campos. Desde la iglesia, la procesión iba hasta la Cruz que colocaban los vecinos en el campo, un año en un lado y al siguiente, en otro, porque antes se cultivaba una hoja del término cada ejercicio.

Ahora, como se siembra todo, la cruz se 'pinga' en las eras y allí realizan la bendición de las tierras poco antes de juntarse todos en el refresco que hace del 25 de abril un día diferente al resto del año en este pueblo del nordeste de la provincia de Segovia de apenas un centenar de habitantes.

Para poder verse mejor

Uno de los últimos proyectos ejecutados es la mejora de alumbrado público

MÓNICA RICO | LANGUILLA.

Casa Consistorial de la localidad de Languilla. :: M. RICO

La mejora de la eficiencia y la estética del alumbrado público es uno de los últimos proyectos de importancia llevados a cabo en la localidad de Languilla, donde es complicado acometer iniciativas de grandes volúmenes, debido al escaso número de vecinos y por tanto a la escasez de presupuesto. El ordinario se va en las obras diarias, pero también en aquellas de importancia como la mejora de las redes de abastecimiento o la pavimentación de las calles, ya que los servicios básicos son los primordiales.

La nueva iluminación del municipio servirá para que los visitantes puedan descubrir algunos de los encantos del municipio, como varias casas de adobe rojizo, propio de la zona, que consiguen dar un aspecto peculiar a la población.

Y es que, al contrario de lo que ocurre en la mayoría de municipios de la provincia, en septiembre aún son muchos los que visitan Languilla, pues es este mes, dentro de tan sólo unos días, cuando se celebran sus fiestas en honor al Santo Cristo de la Salud. Por ello la vida aún bulle en sus calles. Una vida que comenzó a llegar en el mes de agosto y que no se apagará, al menos, durante unos días.

Los vecinos, hijos del pueblo y visitantes también podrán descubrir, gracias a la nueva imagen del alumbrado público, el principal monumento del municipio, la iglesia parroquial, dedicada a San Miguel Arcángel, y de forma muy especial su portada de arquivoltas, que se conserva de la época románica originaria de la construcción del templo. Aún así, el conjunto resulta un compendio de los estilos artísticos más utilizados en la comarca, pues su construcción se llevó a cabo en varias épocas.

Sin duda destaca la portada románica anteriormente citada, con arquivoltas sustentadas con bonitos capiteles en los que se representan distintas escenas como Adán y Eva en el Paraíso o El Pecado Original, la Matanza de los Inocentes o la decapitación de San Juan Bautista. Algunos expertos señalan que esta portada y sus magníficos capiteles son obra de los mismos maestros que se encargaron de la construcción de la catedral de El Burgo de Osma.

Retablos e imágenes

Yaen el interior de la iglesia, destacan varios retablos, uno de ellos de estilo barroco de tres calles, en cuyos laterales se encuentran lienzos con imágenes relativas a la Pasión, mientras que en la hornacina central se ubica un Cristo Crucificado de finales del siglo XV o principios del XVI. Otro de los retablos de importancia es el Mayor, de estilo clasicista, del siglo XVI, organizado en tres calles. En los laterales encontramos un total de seis tablas pintadas de estilo renacentista del siglo XV. En las inferiores se pueden ver imágenes de San Andrés, San Pedro, San Juan y Santiago. Las restantes podrían hacer alusión a un milagro atribuido a San Huberto.

En la calle central se sitúa el sagrario, la hornacina con la imagen de San Miguel y, en el remate, otra tabla con San Miguel, titular del templo, venciendo al diablo. También en el interior destaca una pila bautismal románica o varias obras de plata, entre las que destaca una cruz procesional fechada en el siglo XVI.
Entre sus casas y muy cerca de la iglesia, el visitante también puede encontrar, de día o en la noche iluminada, el antiguo pilón. Llama la atención, ya no por su existencia y cuidado, que también, sino porque en su agua se pueden ver varios peces de buen tamaño, animales que hacen las delicias de los más pequeños, que pasan minutos viendo su nado e incluso echándoles migas de su merienda para que tengan algo de comer. Su historia habla de un pasado dedicado a la ganadería, que junto con la agricultura siguen siendo los principales motores económicos de Languilla, a los que hoy se suma el turismo rural.