Más diversión para los jóvenes
Los jóvenes de Villodre reclaman más actividades en el pueblo para divertirse y pasárselo bien
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Vanesa Zapatero, Silvia Zapatero, Óscar Arija, Sandra Cardeñosa, Cristian Gallego y Laura Cardeñosa, de izquierda a derecha. :: leonor ramos
:: LEONOR RAMOS |
LEONOR RAMOS
Cuando eres niño, te entretienes con cualquier objeto y estás deseando que llegue el verano para que tus padres te lleven al pueblo a jugar por sus calles, sin miedo a los coches, y volver a ver a tus amigos. Cuando te vas haciendo mayor, la ilusión por volver al pueblo sigue viva, pero ya no te entretienes con cualquier objeto. Cristian Gallego, de 20 años; Sandra y Laura Cardeñosa, de 16 y 18 años, respectivamente; Vanesa Zapatero, de 14; Óscar Arija, de 13, y Silvia Zapatero, de 10 años, son una pequeña parte de los niños y adolescentes que acuden en el verano a su pueblo, Villodre. «Nos gusta el pueblo porque nos relajamos, pero muchas veces nos aburrimos y por eso pedimos más actividades», dicen.
Sus padres nacieron en el pueblo y acuden a él durante el verano y algún fin de semana del año. «Nos gusta venir porque así vemos al resto de nuestro amigos, pero no hacemos muchas cosas. Vemos la tele, damos paseos y nos vamos a las piscinas de Astudillo o de Melgar», dice Laura. A veces, el aburrimiento hace acto de presencia, pero Cristian tiene una solución: «Nos vamos a la piscina y listo, así no nos aburrimos». Lo mejor de Villodre es lo bien que se duerme la siesta.
Cuando les pregunto si les gustaría asentarse algún día en el pueblo, todos coinciden en afirmar: «No nos gustaría, preferimos el pueblo solo en el verano, porque estamos acostumbrados a otra vida, y aquí no hacemos muchas cosas». No son muy mayores, pero ya se van dando cuenta de los cambios que ha sufrido Villodre. «Cuando yo era un niño, en el pueblo vivía más gente joven, pero poco a poco se han ido marchando, y eso se nota mucho en las calles», explica Cristian.
«Me duele decirlo, pero es que no hay nada en el pueblo», asegura con rotundidad Laura, quien pide al alcalde que se construya una piscina, un campo de fútbol, un frontón o lo que haga falta, «para que así no tengamos que marcharnos a los pueblos de al lado para jugar y pasárnoslo bien», dice. Por su parte, la más pequeña del grupo, Silvia, de 10 años, pide que se arregle el parque que tiene el pueblo. Ella es la más pequeña y como no hay niños de su edad, tiene que juntarse con los mayores. «Nosotros la cuidamos y nos la llevamos por ahí, pero muchas veces hay cosas que ella no puede hacer porque es pequeña», dice Laura.
Con una pequeña sonrisa, Silvia sugiere que «podrían poner también alguna tienda de 'chuches' en el pueblo para que así pueda comprar las gominolas que tanto me gustan». Y es que en Villodre «no tenemos ni un bar o un club social, cuando en otros pueblos sí hay un lugar en el que tomarse algo», se lamenta Laura. Cuando sus padres eran jóvenes, sí había un club social, pero con el paso de los años se cerró. «Nos gusta el pueblo, pero pedimos que se hagan más cosas para nosotros, los jóvenes, porque la tranquilidad y el dormir tan bien nos gusta, pero necesitamos algo para divertirnos», insiste.
Quieren a su pueblo, tanto que Cristian, el mayor de todos, durante el tiempo que está allí viviendo, trabaja en el mantenimiento del municipio. «Me levanto muy pronto y limpio las calles y lo que haga falta, y por lo menos hago algo y gano dinero, que siempre viene bien», cuenta. Quizás él sea el menos crítico, ya que asegura que cuando se aburre, «me voy a las piscinas y listo». Cuando el resto de sus amigos quiere ir a algún sitio, Cristian coge el coche y les lleva a donde haga falta. «Si él no quiere ir, no importa, porque nos lleva siempre que queremos», apunta Laura.
Hace seis o siete años, en las fiestas del pueblo, «nos daban chocolate y había más diversión, pero es que ahora no hay nada para nosotros, y eso hay que cambiarlo», dice Sandra. Además, «antes contrataban a un grupo de danzas, pero es que ahora la fiesta solo dura un día». Ellos disfrutan en el pueblo, pero piden al alcalde que la diversión que antes había se retome de alguna manera y disfruten como cuando eran niños. Al fin y al cabo, los jóvenes son el futuro de los pueblos.
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