Sopla en viento
Los vecinos de Manquillos conocen a Aurelio Alonso por su antiguo oficio de herrero y por sus veletas
Soraya de las Sías
Arrecia el viento y sopla con mayor fuerza, azotando las ramas de los chopos de la ribera y girando la veleta que hay en el tejado de la antigua fragua, que reproduce la silueta de un herrero golpeando y machacando con brío en el yunque. Piezas metálicas como ésta, que indican la dirección del viento, se hallan repartidas por todo el casco urbano de Manquillos, por tejados y chimeneas que lucen las creaciones del herrero del pueblo, Aurelio Alonso Herrero, que después de jubilarse decidió transformar su taller en un particular templo advocado al dios Vulcano.
Durante años fue conocido en la comarca de San Cebrián y Villoldo por sus buenas manos para abuzar formones, para hacer gavilladoras y viejos arados de dos rejas o para arreglar los cultivadores utilizados en la remolacha. Sin embargo, a medida que se introducía maquinaria nueva y sofisticada en el campo, la actividad en la fragua iba mermando. Sin abandonar la profesión, Aurelio se vio obligado a buscar otros empleos. Al principio, en la década de los sesenta, trabajó como maquinista con una cosechadora en la campaña de siega en el sur de la península y en las llanuras de la meseta castellana. Posteriormente, participó en los trabajos de concentración parcelaria de la cuenca del Carrión, fue empleado en la azucarera de Monzón e hizo sus pinitos como vendedor y reparador de motores de riego. «Había que ganarse el pan como fuera. Con la nueva maquinaria había talleres más especializados y el trabajo en la fragua de toda la vida era distinto. Las cosas habían cambiado, me dedicaba también a estructuras metálicas para naves, pero, gracias a Dios, nunca tuve que cerrar el taller», señala Aurelio.
Una pasión de la que no se pudo despedir definitivamente cuando se jubiló, hace casi diez años. Dejó de atender encargos y trabajos, pero siguió acudiendo a las instalaciones para dar rienda suelta a su imaginación como dibujante y constructor de llaves antiguas y veletas. Las hay con forma de animal, desde gatos, perros o gallos hasta corderos, perdices y toros; con motivos de caza y pesca, e incluso algunas con la silueta de deportistas, de agricultores bebiendo con el porrón y un cura, con sotana y una biblia bajo el brazo. «Ésta última está en una casa rural de Renedo de la Vega.
He vendido veletas por toda la provincia: en Cervera, Herrera, Colmenares de Ojeda, Soto de Cerrato y otros pueblos, e incluso otras con forma de sirena para la playa del Sardinero en Santander.
Es algo que llama mucho la atención», sentencia con orgullo Alonso Herrero.
Apoyado en un viejo carro
o remolque de un eje ahora convertido en mesa de diseño provisional, y mostrando alguno de sus catálogos, explica las dificultades que entraña el proceso de creación. «Hay que tener mucha paciencia, maña y fuerza de voluntad, pero es un trabajo muy gratificante, que luce mucho, gracias también al proceso de pintura, del que se encarga el artista José Antonio Cagigal», apunta Aurelio, que recuerda que cualquiera, por 50 y 120 euros, puede adquirir una veleta para el tejado de su casa o de su bodega para contribuir a la estética y para saber por donde le da el viento.
PATRIMONIO ARTÍSTICO
La iglesia con ábsides de estilo románico y la antigua ermita de San Clemente
Las cigüeñas apostadas en los nidos de la torre de la iglesia llaman la atención y la curiosidad del viajero, que se acerca hasta el templo, ubicado en un extremo del casco urbano, junto a una plantación de chopos.
Se trata de un edificio construido en el siglo XII que aún conserva vestigios de su original fábrica románica, como los dos prebisterios y ábsides semicirculares que preceden las dos naves del edificio, a los que además se unen dos portadas con archivoltas de medio punto y apuntadas. En el interior, destaca el altar mayor.
Antiguamente, la localidad también contó con una ermita, dedicada a San Clemente, de la que solo quedan ruinas.
FIESTAS
Juegos, fútbol, y verbena
Las fiestas patronales de Manquillos tienen lugar el 15 de agosto, aprovechando la masiva afluencia de familiares y amigos El programa de festejos incluye misa en honor a la patrona, campeonatos de juegos de mesa y autóctonos, un partido de fútbol y verbenas junto a la chopera que va desde el Ayuntamiento hasta la iglesia. / s. s.
TRADICIONES
Las tabas y el cura
Una de las viejas tradiciones de Manquillos era jugar a las tabas en el buen tiempo y en las fiestas, el segundo día de las celebraciones de San Blas, en febrero. Una costumbre arraigada que ha llegado a dejar posteriormente comentarios y canciones, como la que dice que el cura de Manquillos se apostó con el de Perales los calzoncillos./ s. s.
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