Astudillo

Guardando la esencia, mudando la piel

Astudillo roza el pleno empleo y encara optimista el futuro de la mano del turismo y sus recursos naturales

Texto y fotografía de José Luis de Román González.

Guarda el sabor de lo que fue. Muda la piel de forma natural. Sin perder la esencia de un ayer que lo mantiene. Con la mirada sólida de sus piedras, de sus rincones y de sus gentes puesta en los días que han de venir.
Astudillo es en efecto una de las localidades que mejor ha sabido cuidar de ese valor que representa la propia identidad, asentada en su fisonomía y sus costumbres.

De ahí que pasear las calles de este pueblo, límite entre el Cerrato y la Tierra de Campos, proporcione la agradable sensación de recuperar el pasado dentro de la comodidad que ofrece el tiempo presente.
De estructura medieval, las cuidadas rehabilitaciones en todo el casco urbano permiten que el visitante se sienta bien aquí, con ganas de volver de nuevo.

Sus iglesias de Santa Eugenia y San Pedro, el palacio-museo de Don Pedro I, la puerta de la muralla y un sin fin de casas blasonadas son reclamo continuo para el turista durante prácticamente todo el año.
Por si esto fuera poco, cuenta esta localidad con uno de los poblados bodegueros más llamativos de la provincia. Ubicado en el alto de La Mota, acoge a cerca de doscientas bodegas, a cual más cuidada y preparada.
De hecho, cabría decir que las bodegas en Astudillo son una manera de vivir, totalmente integradas en el día a día, como una parte más de la jornada, que las más de las veces acaba en torno a una mesa, un vaso de vino y buena compaña.

Patrimonio, sabor medieval y cultura bodeguera constituyen tres pilares básicos para este pueblo que roza desde hace tiempo el pleno empleo.
Es sin duda otra de las características de Astudillo, donde una buena parte de sus jóvenes forman parte de la plantilla de la filial palentina de la empresa de plásticos Peguform Ibérica.

Dedicada a la agricultura y con explotaciones ganaderas de ovino, vacuno y porcino, en la localidad se asientan varias empresas que dinamizan la actividad industrial y comercial en la zona, donde han sido instalados más de cien aerogeneradores.

Dulces Azucena, Corsetería Mari Carmen o el conocidísimo comercio de telas de Eugenio son sólo algunos de los ejemplos, a los que cabría añadir a la empresa de muebles y construcción Soto y a la cerámica Casalfar.
Tres casas rurales, restaurantes, bares, tiendas... completan un conjunto de servicios que hacen de Astudillo un lugar cómodo, con un alto nivel en la calidad de vida.

Viviendas sociales

Por otro lado, el municipio, del que también forma parte Palacios del Alcor, dispone de dotaciones de ámbito comarcal, como su colegio, el centro médico, la agrupación de secretarías de juzgados de paz, cuartel de la guardia civil y una unidad de desarrollo agrario y veterinaria.
Próximamente la residencia para mayores se verá remodelada y recientemente ha sido puesta en marcha una guardería.

« Todo esto asienta población», asegura Luis Santos, actual alcalde, quien considera como una de la necesidades más urgentes para Astudillo la adecuación de un solar para destinarlo a viviendas sociales.
Asimismo, y entre los proyectos municipales más consolidados se encuentra la creación de un centro de día que supla al desaparecido local del pensionista.

Por lo que se refiere al futuro del municipio «yo soy optimista», afirma Luis Santos. «Tenemos un turismo creciente y unas posibilidades de explotación de nuestros recursos naturales extraordinarias».

Y ese sabor especial que rezuma Astudillo. Ese saber cuidar del ayer, a la vez la muda la piel de forma tan natural.

El viaje continúa

El Centro de Iniciativas Turísticas de Astudillo inicia una nueva etapa de promoción tras la muerte de su encargado, Fernando Puertas

Texto de Soraya de las Sías y foto de Merche de la Fuente

La muerte le llegó de forma repentina el pasado día 13. La tragedia conmocionó a sus familiares y amigos y dejó enmudecido a todo un pueblo, que se desesperaba en susurros intentando buscar respuesta a un desenlace final tan cruel y fatal. Querido y respetado, Fernando Puertas era también admirado en Astudillo por la labor de promoción de la localidad que estaba desarrollando al frente del Centro de Iniciativas Turísticas, donde en multitud de ocasiones había navegado con los visitantes por el mar de curiosidades que inunda este rincón terracampino.

Comenzaba la visita guiada enfundado en la piel de un sabio mercantil que había aprendido a ‘vender’ la magia de un pueblo en el que lo antiguo se había convertido en seña de identidad, en laberinto de casas blasonadas e iglesias, en cruzada de puertas y palacios que registraba el sello de los escarceos reales de Pedro I, El Cruel, y María de Padilla.

Desde el mismo puesto había acertado al explicar que el olor a rancio que desprende el que se queda anclado al pasado de por vida se había transformado en una suave pero intensa brisa de futuro gracias a los más de cien aerogeneradores de los parques eólicos y a varias propuestas de energía alternativa a través de la instalación de panales solares o la intención de aprovechar los saltos del cuérnago.
Con el tiempo se había hecho con el control del timón y sabía ilustrar el viaje por el alto bodeguero de la Mota y el enramado de callejuelas con esas anécdotas que llenan la curiosidad del turista, desde la gracia y el desparpajo con los que Tomasín ofrecía siempre un vaso de vino al forastero hasta la habilidad con la que Eugenio González había logrado transformar su tienda de retales en una refinada pasarela de tejidos hasta la que habían llegado personajes de la crónica social, como Amparo Illana, la mujer del que fuera presidente del gobierno en la transición, Adolfo Suárez.

Desde las ventanas de los camarotes dibujaba de forma pícara las largas esperas a las que los maridos se someten en la calle Isaac Manrique mientras sus esposas se pelean por conseguir la ganga en el comercio de lencería y corsetería Mari Carmen o la perplejidad que causa comprobar que los jersey de lana tejidos por las monjas claras han llenado las estanterías de almecenes y grandes firmas, como El Corte Inglés o Zara.

El destino o la fatalidad quiso que el barco de Fernando atracara demasiado pronto y la bandera ondeara a media asta. Sus vecinos serán ahora los encargados de conformar la tripulación que acoja al turista y continúe el viaje emprendido por el patrón mercante del turismo de Astudillo, que en el primer semestre de este año había compartido su periplo con 2.839 personas.

La romería de Cristo de Torre congrega a miles de astudillanos S.S./PALENCIA     Los fieles acuden al reparto del pan, queso y cebolla de la romería de Cristo de Torre, celebrada en mayo. / Merche de la Fuente Los astudillanos festejan a su patrón, San Matías, el 24 de febrero con varios actos festivos, entre los que destaca la actuación de los siete grupos de música locales y una entrega de premios a varias personalidades o vecinos que se hayan distinguido por la defensa de los valores sociales, por la labor de difusión de la localidad o por el trabajo con la juventud. «Además existe un cuarto premio que se denomina ‘Como arena al cemento’, que está destinado a todas aquellas personas que no son de Astudillo y que un día vinieron a esta localidad y decidieron fijar aquí su residencia», señala el alcalde, Luis Santos González, que además apunta que este tipo de iniciativas «también ayudan a asentar población». El calendario festivo alberga además las ferias de la Santa Cruz, que se celebran el 14 de septiembre, y el Voto Villa de Torre, que es sin duda la mayor tradición que se vive en Astudillo y en algunas localidades cercanas de la comarca. Esta antiquísima costumbre data de finales del siglo XVII, concretamente de 1692, cuando los vecinos de los concejos de Astudillo y de Santoyo rogaron al Cristo que frenara la sequía y éste envió lluvias para calmar la sed de los campos de cultivo. Desde entonces, para corresponder aquel favor, miles de personas celebran una romería y una misa en la ermita del Cristo y participan en el tradicional reparto del pan, queso y cebolla, que degustan en los entornos del templo. Esta fiesta se ha mantenido gracias al fervor y la devoción de los astudillanos al Cristo de Torre Marte, especialmente desde hace dos años. «La talla desapareció de la ermita y durante once años no se supo nada de ella. Se recuperó en 2004 en Italia, se restauró y se depositó en el museo de la iglesia de Santa Eugenia. En la ermita se colocó una réplica, a la que siguen asistiendo miles de romeros y fieles a honrar, rezar y venerar al Cristo», explica el regidor astudillano, que matiza que la organización desde hace años del encuentro ecuestre también ha contribuido a que esta costumbre no se pierda y muera en el olvido.

Un guía de emociones

El joven farmacéutico Rodrigo Nebreda acerca reclamos artísticos y las costumbres de Astudillo

Texto de Soraya de las Sías y foto de Merche de la Fuente

Rodrigo Nebreda Cantero, durante la entrevista.

A sus treinta años, Rodrigo representa y encabeza la cuarta generación de boticarios y farmacéuticos de la familia Nebreda de Astudillo. Con el recuerdo a su bisabuelo Manuel y a su abuelo Rodrigo, ambos homenajeados por sus vecinos décadas atrás, comienza la entrevista a este joven astudillano licenciado en Farmacia, Bioquímica y Teología. Sus comentarios acerca de su pueblo le delatan, dejan ver claramente, sin tapujos, el sentimiento de orgullo que siente por Astudillo, al que se refiere como «un monumento en sí, un rincón tocado por la varita mágica del arte».

Reconoce que cuando estudiaba fuera se dedicaba a promocionar la riqueza patrimonial que atesora Astudillo, con sus iglesias, con sus ermitas, su convento de las Claras, su palacio de Pedro I, sus casas blasonadas, su castillo y sus murallas, sus galerías medievales y sus bodegas. «Debemos sentirnos orgullosos de lo que tenemos, de los grandes personajes que han escrito las páginas de nuestra historia local», asevera Rodrigo, que especifica que el buen estado en el que se conserva el patrimonio también se debe en parte a la gran sensibilidad que sus vecinos han mostrado siempr. «Es verdad que ahora las instituciones se preocupan por los templos, pero mucho antes aquí eran los propios vecinos los que mostraron interés y esfuerzo por mantener las líneas maestras de la arquitectura típica y tradicional. Hemos sido muy celosos para conservar la estética y al menos se ha conseguido que edificios insignes no pierdan su belleza o acaben en ruinas, como ha pasado en otros lugares», agrega.

Este especial apego por la historia no es lo único que define a sus paisanos, ya que dice que si hay algo que también les caracteriza es el arraigo a las tradiciones. Hay un carácter especial para la fiesta, para mantener vivas a pesar del paso del tiempo y de los años un sinfín de costumbres tan variopintas como el voto de villa, los festejos taurinos del toro enmaromado, la merendilla del Día del Ángel o el desfile pagano de La Titera. «Muestra de ello es que cuando llegan las fiestas de la Cruz, en septiembre, todo el mundo sale a la calle a participar de los actos programados. Solo como dato significativo cabe apuntar que hay cerca de 50 peñas y colectivos. No está nada mal para la población que tenemos», manifiesta Nebreda.

La pena, dice, es que ese sentimiento de orgullo que muchos vecinos sienten no se haya traducido después en ideas y proyectos emprendedores que hayan permitido que los jóvenes se queden en el pueblo. «Es verdad que aquí intervienen muchos factores, especialmente de calado económico, social y político, pero quizás se echa en falta una mayor unión y consenso para llevar a cabo compromisos de futuro», lamenta el joven.

Nuevos impulsos

Aún así, confía en que la cercanía de las infraestructuras de comunicación y las propias características particulares y especiales del pueblo, como son las galerías medievales y la amplia red de bodegas, permitan impulsar el turismo. «Hay que hacer justicia al respecto, porque Astudillo, según han apuntado muchos historiadores, también formaba parte de la ruta jacobea, del Camino de Santiago. Teniendo en cuenta la cercanía de pueblos invadidos ahora por peregrinos, como es el caso de Frómista, Piña o Santoyo, se deberían poner en marcha programas conjuntos para sacar adelante esto, algo parecido al proyecto de Tierras del Renacimiento», explica Rodrigo.

Está convencido de las ventajas y que esto podría traer para la localidad. «Mucha gente se podría acercar hasta aquí, que en principio es lo que debe contar. Muchos se sentirían atraídos por algunos de nuestros reclamos más singulares, como las galerías medievales y la amplia red de bodegas subterráneas. De hecho, los que ahora llegan y tienen la oportunidad de conocer las bodegas visitables ya se quedan admirados. ¿Por qué no impulsar esto?», se pregunta Nebreda.

Sus comentarios sobre el futuro y su pueblo vuelven a delatarle, a evidenciar y dejar patente la necesidad que muchos jóvenes sienten de seguir con su carrera profesional en casa, sin alejarse de los suyos, sin tener que convertirse casi forzasamente en un guía de emociones de los propio cuando se está fuera.

La industria del patrimonio

La Casa del Médico se convertirá en un centro de interpretación de las energías renovables

EDUARDO PLAZA ASTUDILLO

Plaza Mayor de Astudillo, con la iglesia de Santa Eugenia al fondo. / E. PLAZA

Astudillo es uno de esos pueblos palentinos que podrían considerarse cabeceras de comarca, en plena Tierra de Campos, aunque muy cerca del paisaje que comienzan a dibujar las primeras elevaciones cerrateñas de pueblos tan cercanos como Villalaco o Valbuena de Pisuerga.

Y aunque no se encuentra mal situado ni mal comunicado, está algo alejado de las carreteras nacionales y principalmente de las autovías –la de Cantabria y la del Camino de Santiago–. Una consecuencia de esta realidad es que el asentamiento de empresas en el municipio se vuelve mucho más complejo. Por eso, Astudillo trata de explotar al máximo sus recursos patrimoniales. Entre ellos, el privilegio de ser uno de los pueblos palentinos declarados conjunto histórico artístico.

El patrimonio natural y cultural será por tanto uno de los puntos fuertes de la promoción municipal. Según explica el alcalde de Astudillo, Luis Santos, el proyecto estrella es la apertura de un centro de interpretación de las energías renovables. No en vano Astudillo fue pionero en la provincia en la instalación de aerogeneradores, y su estampa se ha convertido en un referente del paisaje. Este centro de interpretación se ubicará en la antigua Casa del Médico, que se está rehabilitando con la colaboración de la Junta de Castilla y León.

Astudillo también verá en breve cómo comienza la rehabilitación de la Casa de Cultura, que incluye la biblioteca municipal, y en la que se organizan múltiples actividades durante todo el año. «Se trata de conseguir que los vecinos encuentren un aliciente para quedarse en el pueblo y tener ocupado el tiempo de ocio, especialmente en los meses de invierno », indica Santos. Con el fin de hacer el edificio accesible a todos los vecinos, el Ayuntamiento tiene el propósito de eliminar las barreras arquitectónicas. Fijar población es precisamente uno de los objetivos que se marca la corporación municipal. La Casa del Médico se convertirá en un centro de interpretación de las energías renovables.

A las viviendas protegidas, cuya construcción está prevista para los próximos meses, se suma también el empeño por fomentar el empleo: la investigación agraria para dar más rendimiento a los cultivos es uno de los proyectos en marcha. «Es necesaria voluntad política real y la implicación de todas las administraciones para frenar la despoblación», concluye Santos.

De buen paño

Por Astudillo han transitado muchos personajes históricos

GONZALO ALCALDE CRESPO

«Astudillo es un pueblo paramero. No tiene amplitudes de llanura, como otros pueblos de Campos... Ni demasiado abierto, ni demasiado estrecho... Es un pueblo espectador sobre el anfiteatro de una cuesta...». Así describía su pueblo natal un poeta de la tierra que brotó en Astudillo y se secó muy lejos de él, César Muñoz Arconada (1898-1964). Recuerdo estas frases porque las utilicé en la contraportada de una guía al uso que hice hace diez años sobre esta villa, y porque seguramente al poeta astudillano se las inspiró la misma perspectiva en la que hoy me ubico como espectador, las ruinas del Castillo de la Mota, el mejor mirador para hacerse una idea de cómo es esta antigua villa entre terracampina y cerrateña.

El término municipal de Astudillo es uno de los de mayor superficie de la Tierra de Campos palentina. A él pertenece también la villa de Palacios del Alcor y los despoblados y dehesas de Espinosilla, Valdeolmos, Viniego, Sanyañez, Villasilos y Torre Marte con su ermita. Como otras villas del entorno, sus orígenes se remontan a la noche de los tiempos. Por allí pasó 'tododios', incluidos los romanos, que en los pagos conocidos como la Tierra del Oro y el despoblado de Valdeolmos dejaron sendos mosaicos, uno de los cuales se puede admirar hoy ya consolidado, en el Museo de la iglesia de Santa Eugenia de Astudillo.
Por Astudillo han transitado mucha historia y muchos personajes que la hicieron. Por allí anduvo Alfonso VII concediendo privilegio de fueros a los «meos fidelísimos varones» de Astudillo. Varias reinas más ostentaron su señorío. El rey Pedro I y (Mari Díaz) María de Padilla, enamorada y privada de él, para unos «justiciero» y para otros «cruel» monarca castellano, que, según parece, era natural de la villa, y a la que la copla popular la describía como «dueña chiquita y bonita».

Dos egregios enamorados que hicieron de la localidad de Astudillo corte y residencia habitual, teniendo el rey allí palacio y fundando en el año 1353 María de Padilla, 'la reina sin corona', el Convento de Santa Clara, que todavía hoy se puede admirar excelentemente restaurado y cuidado por la comunidad de religiosas Clarisas que lo preservan.

Pero esto no es más que una parte de lo que se puede ver y respirar al recorrer y visitar Astudillo. Para que no se pierdan por sus laberínticas calles y pasadizos subterráneos, les recomiendo que se pasen por la oficina de turismo que se localiza pegada casi a la iglesia museo de Santa Eugenia.
Pregunten allí por Marisa Franco, la técnico de Turismo del Ayuntamiento de Astudillo, que con su risueña y resuelta simpatía les orientará y hasta organizará rápidamente una visita guiada por la villa y sus alrededores, pues puedo asegurarles que los conoce muy bien.

Eso sí, no dejen de darse una vuelta por las bodegas y la Plaza Mayor de la villa, para que aprecien lo acogedora que esta puede ser, o por lo menos eso me lo ha parecido siempre a mí, pues por allí tiene uno amigos 'de buen paño', con apellidos como Manrique, Celada, Sendino, Nebreda y Luis Ángel Pérez, el panadero y coleccionista de calendarios, de los que guarda un grato recuerdo y mejores maneras.

Mientras lentamente y casi sin ganas me marcho de Astudillo, hago míos los versos de otro poeta palentino que todavía vive, y espero que sea por muchos años, Marcelino García Velasco, el cual dice que en Astudillo pasó su infancia, aprendió a hablar, a mirar los campos de Castilla y a usar su lenguaje: «Que atrás quedaba el blanco laderón / de las guindaleras de Astudillo al aire / mi voz corriendo al filo de los trigos...» en (La Espera).

Todo por mi pueblo

Alfonso Retuerto, de 32 años, fue en el año 2000 el pregonero de las fiestas de la localidad y adora a su pueblo

LEONOR RAMOS

Alfonso Retuerto y su mujer, Ainara, sostienen en sus brazos a su hijo Aimar en el salón de su casa. :: LEONOR RAMOS

Él es uno de los pocos jóvenes que cuando se levantó una mañana decidió quedarse en el pueblo que un día le vio nacer. Es joven, agricultor, marido, padre de un niño de tan solo cinco meses y un vecino de esos que participan activamente en todo lo que se organiza en Astudillo. Alfonso Retuerto, Alfonsín, como todos le conocen, de 32 años, es alegre, emprendedor, luchador y algo payaso -lo digo con todo el cariño-. «Cuando son las fiestas, siempre me invento alguna canción y se la canto a todos», explica jocoso. Alfonso fue el pregonero de las fiestas de Astudillo en 2000, y después de su discurso empezó a cantar, pero casi ni se le escuchó, porque el público comenzó a aplaudir por el gran discurso que acababan de escuchar.

Supo desde pequeño que quería trabajar en el campo, a lo que su padre se había dedicado toda la vida. Estudió, y sin pensárselo dos veces se dedicó plenamente a ello. «La verdad que siempre me gustó estar en mi pueblo y el trabajo de agricultor, y así seguiré el resto de mi vida», asegura. Ve con optimismo su futuro y el de la agricultura, aunque reconoce que «no corren buenos tiempos para esta actividad, pero hay que mantenerse por ser un sector imprescindible». Dice que la esencia de Astudillo sigue siendo la misma desde que él era pequeño, pero hay cosas que han cambiado. «Antes, nos juntábamos todos los niños y jugábamos al fútbol entre los barrios. Nos enfrentábamos, por ejemplo, los de la plaza con el barrio de Santa María o con el barrio San Marcos», cuenta. ¿Y quién ganaba siempre? «El barrio de Santa María, que es donde vivía yo», recuerda entre risas Alfonso. El número de niños ha descendido, pero todavía se mantiene. Este año por ejemplo han nacido dos niños, Aimar (hijo de Alfonso, de cinco meses) y Mateo.

De su quinta, pocos amigos viven hoy en día en Astudillo porque decidieron marcharse a otros sitios al ver que aquí no tenían trabajo. Además, Alfonsín es uno de los agricultores más jóvenes que tiene ahora el pueblo. «Quizás seamos otro compañero y yo los agricultores más jóvenes de Astudillo, porque el resto tienen más edad», dice. Tiene ganas de trabajar, y por eso ve el futuro con optimismo. «¿Dónde me voy a ir yo ahora? Así que tengo que tirar para adelante», dice.
Se casó hace cuatro años con Ainara. «Su padre es vasco y su madre es de Astudillo. y aunque ella siempre ha vivido en el País Vasco, solía venir en el verano y así nos conocimos», cuenta. A los 16 años surgió el amor, y años más tarde se hicieron novios. «Al principio no me gustaba venir al pueblo pero una vez que conocí a Alfonso venía muy a menudo», cuenta Ainara. Son las cosas del amor. Le costó quedarse definitivamente en el pueblo, pero ahora Ainara reconoce que está muy contenta en Astudillo. «A los dos nos gusta mucho la tranquilidad y aquí lo tenemos todo, porque la capital está cerca y aquí tenemos muchos servicios para vivir bien», explica Alfonsín.

Alternativas

«Seguramente, ahora en Palencia hay menos vida que en los pueblos», dice, y es que asegura que «el hombre del pueblo puede decir vamos a la ciudad o vamos a Valladolid o a donde sea, pero alguien que viva en la ciudad no tiene tantas alternativas, porque quizás está más encasillado».

Ainara siempre le dice a su marido que es «muy de Astudillo y que no hay quien le saque más de dos días de pueblo». Por fortuna tuvo la suerte de que ella se vino al pueblo, porque si no Alfonsín lo hubiese pasado muy mal.

Se le ilumina la cara cuando habla de Astudillo, y ahora también cuando habla de su hijo Aimar. «Espero que a mi hijo, cuando crezca, le guste el pueblo tanto como a mí, porque si no le tendré que convencer para que le guste», asegura, aunque, como dice Ainara, «como Aimar ha nacido aquí seguro que estará encantado de su pueblo».

Salimos los cuatro a tomar un café al bar de la plaza del pueblo. Todo el mundo se para a ver al pequeño Aimar, que antes estaba dormido, pero al salir a la calle se despertó y abrió bien los ojos. Se nota que Aimar también quiere disfrutar del pueblo, y ya es muy de Astudillo, al igual que su padre.