Rectitud en las normas
El Ayuntamiento, las asociaciones y las cofradías colaboran para dinamizar la vida social y cultural de Frechilla
Texto y fotografía de Soraya de las Sías.
El censo de Frechilla se ha dividido por cinco en el último siglo, pasando de los 1.285 habitantes de 1900 a los 238 registrados en el 2006, según el Instituto Nacional de Estadística. Este descenso de población ha sido un varapalo para todos los sectores. El Ayuntamiento y las asociaciones encabezan la lucha por la permanencia para evitar que el pueblo no se convierta en un núcleo estático y anodino del medio rural.
La asociación de mujeres Virgen del Coso intenta mantener el cupo de socias necesario para participar en los cursos de la Universidad Popular y de las instituciones públicas. En la actualidad, acuden a un taller de vainica promovido por el Centro de Acción Social e intentan acaparar otros de asistencia a domicilio. «No son solo cursos para estar distraídas, sino también formarnos laboralmente en cuidados geriátricos, la opción de trabajo más real a la que podemos optar en el pueblo», comenta la presidenta, Celestina Castro Higelmo.
Una pugna contra el olvido que también encaran las cofradías. De las diez que funcionaban hace décadas, apenas quedan cuatro, entre las que destaca la de San Antonio y la de San Isidro. Ésta última se fundó en 1895 con unos estatutos en los que se establecía que la sociedad nunca tendría más de 30 cofrades varones. «El cumplimiento a rajatabla de las normas es lo que ha permitido que la cofradía siga en activo con un compromiso de futuro», explica el secretario, Cayo Herrero, que ostenta el cargo desde 1947. La severidad es tal que en más de una ocasión se ha expulsado a un hermano por no cumplir lo estipulado. «El 10 de mayo es obligatorio asistir a a la reunión en la que se analizan los presupuestos. Se toman cuatro bizcochos y dos vasos de vino de la cosecha del mayordomo. Si no hubiera, un caldo normal y corriente. No nos andamos con chulerías, es lo escrito», sentencia Herrero, que explica que se requiere asistir a los actos religiosos en honor al patrón de los labradores y al funeral de un hermano. «Si no hay causa justificada, hay multa o castigo», matiza.
Esta rectitud y seriedad aplicada al trabajo no ha servido, en cambio, para garantizar el futuro de varios gremios. Es el caso de José Luis Alonso, que se jubiló y puso el punto final a una trayectoria de tres generaciones dedicadas a la fragua. «Mi abuelo era conocido por sus carros para las mulas. Sus hijos y nietos seguimos en el oficio, pero como el mercado estaba saturado hubo que diversificar el negocio, reparando tractores y maquinaria, o construyendo estructuras metálicas, hasta que llegó el triste adiós», apunta.
Con la jubilación de los hermanos Agustín y Norberto Ortega se perdió otro oficio, el de sastre. Una labor sacrificada en la que había que emplear muchas horas para coser a mano los trajes de pana, que se utilizaban a diario en el campo, o los de paño, que se lucían en las funciones. «Acudíamos en bicicleta a otros pueblos para tomar las medidas de los pedidos. Según surgían más almacenes textiles, el negocio se fue abriendo a la indumentaria de mujer o los uniformes oficiales. Había que seguir al frente, adquirir máquinas eléctricas para coser y renovar las planchas de carbón», explican los hermanos, que, conscientes del esfuerzo de su trabajo y de las dificultades del sector y del medio rural, no ven disparatado que sus hijos no hayan querido continuar. Porque la solución no se esconde siempre entre la severidad y la rectitud, aunque vengan avaladas por varias generaciones.
PATRIMONIO ARTÍSTICO
Frechilla alberga una iglesia de la época barroca y dos ermitas
La iglesia de Santa María de Frechilla, declarada monumento histórico artístico, fue asolada por un incendio y posteriormente reconstruida por el arquitecto Rodrigo Gil de Montañón en 1533. Aunque conserva una portada gótica y otra plateresca, su estilo es protobarroco, con un retablo mayor de esta época de grandes dimensiones y con un órgano. El amante del arte también puede disfrutar en Frechilla de una visita a la ermita advocada al patrón del pueblo, San Miguel Arcángel, ubicada a un kilómetro del casco urbano, y la de Nuestra Señora del Coso, adosada al Ayuntamiento. Ambos templos conservan adornos barrocos y magníficas yeserías en su interior.
ASOCIACIONES Y AGRUPACIONES VECINALES
Cursos de manualidades, de gimnasia y la fiesta de San Juan
Además de la asociación de jóvenes Ajofre, Frechilla cuenta con la actividad de otros colectivos, como el de jubilados Pósito Pío, que en actualidad congrega a 72 socios alrededor de los servicios de gimnasia, pedicura o peluquería que promueve la Federación Provincial. «Gozamos de buena organización, pero lo ideal sería fomentar más actividades de grupo», señala su presidente, Ángel Nicolás Hernández. Junto a ellos, está la asociación de mujeres Virgen del Coso, que en sus 15 años de andadura ha organizado conferencias y diversos cursos y talleres. Entre sus integrantes hay vecinas del barrio de San Juan, encargadas de organizar la hoguera, la fiesta y la verbena de San Juan.
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