Los que vinieron de Amaya
En la plaza de Amayuelas de Arriba se ha reconstruido una fuente cisterna medieval
GONZALO ALCALDE CRESPO | AMAYUELAS DE ARRIBA
Anda Amayuelas de Arriba por encima de la de Abajo, y aunque tienen nombres parecidos que tan sólo se diferencian en su posición, no forman parte del mismo término municipal. Mientras la de arriba tiene término propio, la de abajo es pedanía de San Cebrián de Campos, a quien iremos a visitar el próximo sábado. Pregunto en el pueblo que por qué no están unidas, y me dicen que cosas de los bisabuelos, que según parece no se llevaban bien por líos de fincas, lindes y hasta de alguna mala boda.
Hoy, según me cuenta Basilio Tarrero Gutiérrez, el alcalde de Amayuelas de Arriba, ya no pasa nada de eso, pues «estamos todos obligados a convivir, y se saca más de estar unidos que separados». Cuenta que en Amayuelas tienen varios proyectos, como el tema del agua, «que lo estamos llevando a cabo en colaboración con varios municipios vecinos, y sin problemas».
Basilio es un hombre entrañable y hablador, que dice sentirse agradecido con todas las instituciones, porque todas en mayor o menor medida le ayudan en lo que pueden para cubrir las necesidades que se plantean en el pueblo. «Y es que cada vez -sigue diciendo- por la despoblación, los pueblos lo tenemos más difícil para seguir adelante», explica. Con todo y con eso, Basilio me asegura que para este año, con las ayudas de los Planes Provinciales y de los Fondos Estatales, va a arreglar el camino y las tapias del cementerio, poner algunas farolas más por las calles y mejorar la plaza de la Fuente y el lavadero.
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Mientras me cuenta todo esto, tiro unas fotos a la mencionada plaza, donde acertadamente se ha reconstruido y preservado una antigua fuente cisterna medieval, que seguramente lleva allí desde que se fundó el pueblo. Debió de ocurrir por el siglo X, cuando allí llegaron gentes que venían de la mítica ciudad cántabra de Amaya, cuyas ruinas todavía se pueden ver en el alto de la Peña del mismo nombre, más arriba de Herrera de Pisuerga, por encima de la población burgalesa del mismo nombre.
Otro que me habla del síndrome de la despoblación es Luis Mariano Pérez, un joven amayuelero, ingeniero agrícola, que se dedica a la apicultura por afición y porque se lo enseñó su abuelo.
Me explica que ese síndrome al parecer está acabando con las abejas, pues se trata de una patogenia muy virulenta capaz de hacer desaparecer -en el más estricto sentido del término- toda una colmena completa, que como media está compuesta por más de 60.000 individuos.
Un parásito
En un principio, me dice Luis, que se pensó que podía ser debido a las antenas de telefonía móvil, pero ahora se cree que es como consecuencia de un cúmulo de situaciones adversas, como el cambio climático, la aparición de un parásito conocido como 'nosema ceranae', y a los insecticidas que se están empleando en el campo.
Luis tiene más de treinta colmenas y me asegura que el sector productor está bastante preocupado con la desaparición de las abejas.
Me despido de Luis y me voy para la iglesia, pues me dicen que ha ido la esposa del alcalde a abrirla y no me lo quiero perder. Aunque por fuera no lo parezca, esta iglesia parroquial de Amayuelas, que está dedicada a Santa Columba, es muy antigua -como nos lo confirma su cabecera-, se cubre con bóveda de horno y su arco toral conserva dos capiteles románicos. La planta del templo es de una sola nave, dentro de la que se pueden ver varios retablos barrocos y neoclásicos, incluido el que acoge a la patrona, así como un buen Cristo gótico del siglo XV y una pila bautismal de uno más acá.
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