¡Irene, un café, por favor!
Irene Santos, de 89 años, regentó durante años el negocio familiar, el bar El Cigarro
LEONOR RAMOS | VILLAELES DE VALDAVIA
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Irene Santos, en una de las dependencias de su casa en Villaeles de Valdavia. :: LEONOR RAMOS |
Está a punto de cumplir 90 años, pero todavía, y cada vez que hace falta, se pone detrás de la barra del bar El Cigarro, de Villaeles de Valdavia, para servir un café, una cerveza o un vino a sus vecinos. Ella lo aprendió desde pequeña, porque sus padres regentaron durante muchos años el negocio, que ha pasado de generación en generación y hoy regentan dos hijos, Juanjo y Luis Enrique. «Yo he conocido el bar desde siempre, y es que antes lo tenían mis abuelos, y esta casa, en la que se encuentra el local, lleva abierta más de cien años», cuenta. El Cigarro abre todos los días del año y por él pasan muchos viajeros, turistas y vecinos al estar muy cerca de la carretera.
Ella veía de pequeña a sus padres detrás de la barra, y como a Irene eso del campo no le atraía demasiado, cuando dejó la escuela se convirtió en una experta camarera. «Hacía las comidas y las camas, servía, fregaba..., lo que hiciera falta para echar una mano a mi madre, ya que antes pasaba mucha gente por aquí», dice. Nunca ha sido muy amiga del campo y sí del negocio, pero aún así le encanta montarse en el coche de su hijo -me informa hasta la marca, un Mitsubishi- para visitar los campos que están repletos de espigas.
Antes, daban comidas y hasta tenían camas en el bar para aquellos viajantes o vendedores que recorrían la zona y necesitaban descansar unas horas. «Dejábamos las camas por una peseta la noche, pero había muchos que dejaban las mulas en la cuadra y ellos dormían en una saca en la cocina, porque así no se gastaban esa peseta», recuerda. Esa peseta les parecía un precio caro y preferían dormir en la cocina y no gastarse el dinero, porque Irene no les cobraba si dormían en una saca.
Llegaban viajeros de todas partes de España, que pasaban por la zona a vender su mercancía. Irene recuerda mucho a aquéllos que pasaban por Villaeles procedentes de Toro (Zamora) que vendían vino. «Venían en carros llenos de cestas con uvas, y no sé cómo no llegaban al pueblo echas vino, porque, madre mía, los carros, en las carreteras de antes llenas de piedras, tenían un movimiento continuo», apunta.
Había hasta tres bares en Villaeles, pero con el paso del tiempo el único que se ha mantenido abierto es El Cigarro, donde Irene y toda su familia han trabajado horas y horas. «Ya no viene tanta gente como antes, pero, por fortuna, al estar a pie de carretera, la gente lo ve, para y se toma algo», relata. Pasó muchas horas en la cocina porque cuando llegaban los viajantes había que darles algo de comer. «Había muchos que venía con uvas y como no tenían dinero, les asábamos un pollo y nos lo pagaban con uvas», cuenta.
Los vecinos de los pueblos vecinos siempre han frecuentado y siguen frecuentando el bar. «Recuerdo, cuando yo era una niña, la cantidad de jóvenes que venían aquí, y no sabes las fiestas que se montaban, y claro, mis padres a mis hermanas y a mí nos mandaban directamente a la cama cuando empezaba todo el jolgorio», dice. Ha trabajado tanto, que ahora, lógicamente, son muy conocidos ella y el bar El Cigarro en los alrededores.
Irene conserva su buen humor, y después de tantas horas de trabajo, todavía se encuentra ágil para hacer la comida en casa. «Mis dos hijos que viven conmigo me ayudan mucho y siempre están pendientes de mí. Además, Juanjo me limpia la casa y hace siempre las camas», asegura. La pena para Irene es que cuando sus hijos ya no estén, el bar no pasará de generación en generación porque ellos son los últimos, aunque espera que alguien lo coja para que el pueblo no se quede sin bar.
Entre Juanjo y Luis Enrique se reparten las horas de trabajo en el bar, que no cierra ningún día del año y abre a las ocho de la mañana. Son igual de trabajadores que su madre y han adquirido de ella el saber estar detrás de una barra y atender siempre con una sonrisa a cualquier cliente que llegue, algo que en muchos bares eso se ha perdido.
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