Más allá de la esencia
Poza de la Vega intenta mejorar los servicios a los ciudadanos y evitar que los jóvenes emigren
Soraya de las Sías
Pasan pocos minutos de las doce del mediodía y Poza de la Vega regala al visitante nada más llegar varias de esas estampas del medio rural. El bibliobús recorre el casco urbano anunciando que el préstamo de libros estará disponible frente al colegio. Al mismo tiempo, calles abajo, varios vecinos salen de sus casas tras oír la bocina de un vendedor ambulante de Santa Olaja de la Vega que les abastece de pescado y marisco.
Basta una conversación con los lugareños para completar el álbum de fotografías, para saber qué esconde Poza entre sus costumbres y tradiciones, entre las que destacan la fiesta de la matanza que el Ayuntamiento organiza la primera semana de enero desde hace ocho años, las reuniones que los vecinos celebran por San Isidro y San Roque y la fiesta de la asociación San Andrés, que cada agosto congrega a los jubilados y mayores de toda la comarca de la Vega Valdavia.
Celebraciones que están empezando a vivir también los inmigrantes que se han instalado en la localidad. «Hay cerca de una treintena de marroquíes. Algunos trabajan en la agricultura, en explotaciones ganaderas o en las plantaciones de fresas. Otros en la construcción o en las fábricas de Saldaña. Poco a poco, se van integrando, algunos han formado aquí sus familias, han tenido hijos y los han matriculado en la escuela.
No en vano, la mitad de los alumnos, son marroquíes», explica el alcalde de Poza, quien asegura que el Ayuntamiento hace todo lo posible por mejorar los servicios a los ciudadanos con el objetivo de frenar la mecha de la despoblación. «Tenemos colegio, línea de autobús, médico varios días a la semana y próximamente se va a abrir un botiquín farmacéutico. Todo ello nos hace pensar que la situación no es tan precaria como la de los núcleos pequeños, pero aún así los jóvenes no quieren trabajar en el campo y se van. No sé cual será la solución», lamenta el regidor.
La estampida de la juventud no solo ha afectado a la agricultura y a la ganadería, sino que también ha hecho mella en las costumbres de antaño, pues nadie ha continuado con algunas de esas labores, oficios o aficiones que mantuvieron entretenidos a sus mayores, como Crescencio Régulo Renedo, que tallaba cachavas.
De joven, durante casi ocho años, trabajó como pastor y asegura que su faceta de artesano le viene de entonces, cuando recorría el campo con el ganado y buscaba ramas de roble en el monte con las que elaborar sus cachavas. «Todas talladas con la navaja, todas moldeadas con métodos artesanales», señala Crescencio Régulo.
Carros de bueyes
En presencia de su mujer, Olimpia Antolín Calle, recuerda que años más tarde dejó aparcada esta afición. Fue cuando emigró a Guardo para trabajar en las minas de San Luis y San Isidro. «La silicosis me fue comiendo poco a poco los pulmones, y tuve que prejubilarme, hace ya 22 años. Fue entonces cuando regresé a Poza y retomé la artesanía. Además de bastones, tallaba cuadros con miniaturas de madera y carros con bueyes para entretenerme y para regalar a familiares y vecinos», manifiesta Crescencio, mientras mira sus manos arrugadas, y con un gesto de resignación afirma que ya no le quedan ánimos para seguir elaborando cayados. «Ya no tengo ganas de buscar palos ni pinturas. Además, esto ya no le interesa a nadie, sobre todo a los jóvenes, que no quieren saber nada de los pueblos. Hay algunos que piensan que no aprenderán nada en el medio rural, no saben que estas costumbres además de mucha maña y paciencia, guardan y atesoran la esencia de antaño», concluye el artesano.
Los agricultores contarán la próxima campaña con un nuevo sistema de riego
S.S./PALENCIA
Los agricultores de Poza de la Vega contarán con un nuevo sistema de riego para la próxima campaña. Así lo ha anunciado el alcalde de la localidad, Priscilo Gutiérrez Ayuela, tras comenzar esta semana los trabajos para la construcción de una red de acequias y tuberías que garantice a los labradores el suministro de agua en las fincas de regadío de la vega, maizales sobre todo.
El nuevo sistema –hasta ahora se regaba por pie, directamente del río y de los arroyos– garantizará un nuevo modelo de trabajo, más cómodo y rápido. «Una vez que se ha finalizado el proceso de concentración parcelaria, ésta era una de las necesidades más prioritarias que teníamos. El plazo previsto inicialmente para los trabajos es de 14 meses, pero esperamos que se puedan finalizar antes y esté listo para la próxima temporada», señala el regidor.
El proyecto tiene un presupuesto de 1,3 millones de euros. El 60% del importe global será financiado por la comunidad de regantes Saldaña-Carrión-Villamoronta, y el 40% restante será aportado por la Junta de Castilla y León.
No es ésta la única obra que va a llevar a cabo el consistorio pocense, ya que también esta previsto poner en marcha la tercera y última fase de la renovación de redes de abastecimiento en el casco urbano, incluida dentro de los Planes Provinciales de la Diputación. «Nunca nos ha faltado agua, el suministro siempre ha estado garantizado. El problema era que la red de tuberías estaba bastante deteriorada y había que acabar con las fugas», concluye Gutiérrez.
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