Un guía perfecto
Asterio Acero Alonso aprende a desenvolverse por el casco urbano de Valderrábano después de quedarse ciego hace cuatro años
Soraya de las Sías
Son muchas las personas de la Valdavia, del Boedo y de la Ojeda que conocen a Asterio Acero Alonso. Durante años, este vecino de Valderrábano ha trabajado en los pueblos de estas comarcas como obrero de la agricultura, como jornalero recogiendo patatas en Collazos o Báscones, por poner un ejemplo. Otros le reconocen por su labor durante 21 años como encargado en esta parte de la provincia del Campeonato Interpueblos que organiza la Diputación, como entrenador de los equipos que compiten en las modalidades de deportes y juegos populares.
Este trato continuo con las gentes le ha beneficiado ahora, cuando atraviesa una de sus etapas más difíciles, cuando su autonomía se ha visto mermada por una enfermedad que le ha dejado ciego y cuando necesita del apoyo de todos para llevar a cabo cosas tan sencillas como cruzar una calle. «Siempre hay alguien que te conoce y que te echa una mano», agradece Asterio, que explica que ha sufrido cinco desprendimientos de retina y que a pesar de las pruebas y operaciones a las que se ha sometido en hospitales y clínicas de Palencia, Santander o Madrid no se ha podido solucionar la pérdida progresiva de visión que hace cuatro años le dejó invidente.
Antes ya había tenido problemas con la vista, pues confiesa que a pesar de llevar gafas le costaba ver algunos letreros e indicadores en las ciudades. Un inconveniente que no le impidió, sin embargo, viajar por multitud de rincones de la geografía española y del extranjero. Un afán aventurero que dice que continuará en esta nueva etapa, que pinta retos difíciles pero no imposibles.
Su fuerza de valor, su memoria y su capacidad para retener imágenes se han convertido en sus mejores apoyos para salir a diario a pasear por Valderrábano acompañado de dos de sus mejores amigos: Fernando Collantes y Francisco Montero, quienes le describen como una persona con un carácter tremendamente fuerte, que no se rinde y que afronta cada obstáculo con valor, entrega y sacrificio. «Tras su ceguera, sus sentidos del tacto, del oído y del olfato se han agudizado y perfeccionado, le ayudan a desenvolverse con completa normalidad», asegura Fernando, que apunta que el tesón de Asterio es tal que hay días que se pone metas, que sale a caminar solo y que llega hasta el monte o incluso hasta la ermita de la Virgen de Rabanillo, en Tabanera.
Con los ojos cerrados
Apoyado en su bastón y con la ayuda de un reloj que le avisa de la hora mediante mensajes de voz, camina sin miedo porque sabe que cuenta con una garantía, la de tener las distancias calculadas y los tiempos casi cronometrados. «Conozco el pueblo con los ojos cerrados, como se suele decir, porque tengo una gran memoria que me permite visualizar en mi mente cada calle y cada rincón. Lo peor llega cuando hay obras o algún imprevisto con el que no contaba», lamenta Acero Alonso, que aprovecha el momento de la entrevista para ejercer de anfitrión y mostrar uno de los encantos paisajísticos que alberga el pueblo: la presa.
Subido en el automóvil ofrece cantidad de detalles para guiar al que llega de fuera hasta esta presa, antaño utilizada para regar las tierras de labranza y hoy convertida en zona recreativa habilitada para el baño en verano.
« Acude mucha gente porque además de ser un paraje tranquilo y con buenos accesos, tiene unas vistas increíbles, rodeado de montes y manantiales», matiza Asterio, que extiende su bastón plegable y se acerca hasta la orilla de la laguna para señalar al horizonte, al término de La Cuesta. «Allí verás unas matas y una choza que antes utilizaban como refugio los cuidadores del ganado vacuno que pastaba en la zona. Pues bien, más allá está la ermita de la Virgen de Rabanillo, a quien los vecinos de Valderrábano, Ayuela y Tabanera veneramos en el mes de septiembre con una romería», manifiesta Acero Alonso antes de entrar al coche y regresar al pueblo.
A la llegada le esperan su hermana y sus padres: Juvencio Acero y Silvina Alonso, de 92 y 95 años, respectivamente, quienes guardan infinidad de historias acerca de esta fiesta tradicional que se celebra el domingo siguiente a la Virgen del Valle. «Lo hemos vivido desde niños, cuando íbamos andando o con los carros. Es verdad que cada vez hay menos gente, pero lo importante es que se sigue celebrando y que la Virgen nos sigue protegiendo», afirma Juvencio.
Con el relato de las anécdotas y con el agradecimiento a la inestimable ayuda de Asterio Acero Alonso, convertido en un guía perfecto, concluye la visita a Valderrábano.
Atractivos Turísticos
FIESTAS
Los templos de Santa Cecilia y de San Román albergan valiosos retablos y altares
El recorrido por el patrimonio de Valderrábano comienza con la visita a la iglesia parroquial de esta localidad, dedicada a Santa Cecilia. El templo está construido en mampostería y canto rodado, con una torre modernista en la que se ha vuelto a poner en servicio un antiguo reloj de cuatro esferas, una por cada fachada de la torre. En su interior alberga varios retablos del siglo XVIII, entre los que destaca el altar mayor salomónico, con una escultura de San Antonio de Padua.
El paseo continúa en Valles de Valdavia, entidad menor del municipio, y su iglesia de San Román. El conjunto sacro alberga varios retablos, una valiosa talla de la Virgen del Pilar y una pila bautismal románica.
TRADICIONES
Devoción compartida
Los vecinos de Valderrábano comparten con los de Ayuela y Tabanera de Valdavia la fiesta de la Virgen de Rabanillo, que se celebra el domingo siguiente a la Virgen del Valle, en septiembre. Acuden en romería hasta el monte de Tabanera, donde se encuentra la ermita de la patrona. Allí celebran una misa y una procesión con centenares de fieles.
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