Villabasta de Valdavia

Viento por todos los rincones

La mejora de la red de abastecimiento de agua es la obra más urgente para Villabasta de Valdavia

Texto y fotografía de José Luis de Román González

Uno de los rincones de Villabasta, con la iglesia de San Vicente en medio.

Tal vez sea por su ubicación, en lo más alto de una loma, lo que le permite al viento colarse por cada resquicio de cada calle, de cada rincón del pueblo. Tanto es así, que en cierta ocasión alguien llegó con la intención de instalar una empresa para curar jamones. Pero el viento éste también se llevó la idea por el aire.

Hoy Villabasta de Valdavia continúa dedicado a lo de siempre. Agricultura de secano y ganadería, de vacuno y ovino. Actividades ambas que han de ser compartidas por los vecinos que quedan en activo si quieren sacar algo de rendimiento, y que les ocupa las jornadas todos y cada uno de los días del año, sin fechas para el descanso.

Antes incluso era peor, cuando el campohablaba de segar
a mano, de acarrear, de trillar... Todos los agricultores de Villabasta conocieron aquellos tiempos. Ahora, la mayor parte de las horas son para el ganado, y para la esperanza de que algo cambie a mejor no tardando en ambos sectores, donde los precios de los productos continúan a la baja, mientras el gasoil, la maquinaria, los fertilizantes, los piensos siguen subiendo. «Pero no nos queda otro remedio que seguir con la agricultura y la ganadería. Hemos de tirar con lo que tenemos, y esperar», afirma Luis Ángel Rodríguez, alcalde de la localidad.

Por fortuna, el campo es fuerte en esta zona, donde a pesar de la sequía este año se ha recogido una cosecha aceptable, de hasta 4000 kilos por hectárea. Mucho mejor que la temporada pasada.

Agua urgente

Villabasta nunca fue un lugar muy poblado. Hace un siglo rondaba los doscientos vecinos, y desde entonces el número de habitantes ha mantenido un continuado descenso. Hoy la más mayor del pueblo es una mujer de 93 años, y la más joven una niña de 7.

Una niña que seguramente nunca vio funcionando a la vieja fuente, para la que actualmente existe un proyecto de recuperación que incluye las conducciones y los entornos, en los que se encuentra un bien conservado abrevadero.

Sin embargo, lo que realmente urge sobremanera es el arreglo de la red general de abastecimiento de agua, así como el cambio de los motores que la elevan del pozo del que se surte el pueblo. Obras ambas que serán ejecutadas en breve, según las previsiones del ayuntamiento.

Un trato con el viento

Villabasta acoge nuevas obras para mejorar los servicios e intentar frenar la despoblación

Soraya de las Sías

Es probable que Villabasta comparta algo de su historia con Abastas y Abastillas, en Tierra de Campos, ya que parece ser que las tres localidades deben su nombre a un antiguo repoblador medieval llamado 'Auastas'. Es éste el único denominador común que parece que las une -además de la despoblación que empaña toda la provincia palentina- pues cada una escribe posteriormente su identidad, su devenir, sus tradiciones y costumbres según la comarca en la que se encuentra enclavada. De este modo, las dos 'abastas', pertenecientes al Ayuntamiento de Valle de Retortillo, siguen los cánones terracampinos que dibujan llanuras de cereales pobladas de palomares y pueblos de adobe y tapial.

Por su parte, Villabasta recoge el sabor de la Valdavia, con el río Ucieza regando la vega, con el viento del norte y cierzo azotando los páramos, por los que asoma algún que otro rebaño de ovejas.

La agricultura y la ganadería contemplan la estampa de Villabasta, pues se puede decir que las explotaciones ganaderas son las que están «tirando para adelante», las que están permitiendo que el pueblo mantenga esa última esperanza y aliento de vida, a pesar de que la población se haya dividido entre cinco en el último siglo, pasando de los 174 vecinos en 1905 a los apenas 37 que registra el padrón municipal en la actualidad.

«Gracias a las explotaciones ganaderas de ovino y vacuno todavía quedamos ganaderos que apostamos por quedarnos aquí, aunque pocos. Por desgracia, cada vez somos menos», lamenta el alcalde de la localidad, el socialista Luis Ángel Rodríguez Merino, mientras asegura que el Ayuntamiento está afrontando todos los esfuerzos posibles con la intención de mejorar los servicios a la población y evitar que los vecinos se vayan.

Así, entre las últimas obras acometidas destaca la renovación del sistema general de redes de saneamiento y abastecimiento de agua, que se había deteriorado con el paso de los años. «El año pasado se llevó a cabo la primera fase, ahora la segunda, y el año que viene corresponde la tercera fase, todas ellas incluidas en las obras de Planes Provinciales de la Diputación. No sé cual es la solución para frenar la despoblación, pero hay que seguir mejorando las infraestructuras, para que los que viven en el pueblo se sientan cada vez mejor, con más comodidades», explica el regidor.

Quedan pendientes entonces nuevos arreglos y mejoras, pero mientras tanto da la sensación de que Villabasta ha hecho un trato con el viento que azota cada tarde los páramos y que hace regresar a los vecinos que un día se fueron. «Somos muy pocos, pero en verano casi se duplica la población. Muchos vienen a pasar unos días, otros todas las vacaciones y algunos esperan a septiembre para celebrar las fiestas de la Virgen del Camino. Es lo único que nos queda: esperar al verano para ver las calles con más gente, alegría y movimiento, porque a estos pueblos ya no quiere venir nadie, por muchos servicios que se presten», concluye el regidor.

Achaques de la edad

Especiosa Ayuela, la vecina más longeva, relata

Soraya de las Sías.

Grupo de alumnos de las antiguas escuelas de Villabasta. / EL NORTE

Tras varios años recopilando datos y entrevistando a los vecinos, Faustino Narganes Quijano y Emiliano González Díez sacaron a la luz en el 2004 un libro con la historia abreviada de seis localidades del curso medio del Valdavia. Recogieron los principales acontecimientos, plasmaron costumbres y tradiciones e hicieron todo lo posible para encontrar imágenes antiguas y simbólicas de Villaeles, Villanuño, Arenillas de Nuño Pérez, Villasila y Villamelendro.

Dejaron un hueco también para Villabasta. Para incluir apuntes sobre toponimia, como el lugar repoblado por Abasta. Sobre heráldica, con su escudo con castillo donjonado. Sobre su pasado más lejano, con las hazañas de los Mendoza, Duques del Infantado. O el más cercano, con el relato de los protagonistas directos de décadas atrás, con los que un día fueron niños y posaron junto al profesor para fotografiarse a la salida de clase, en las antiguas escuelas, ahora reconvertidas en centro socio-cultural.

La fotografía en blanco y negro de la página 97 atestigua los tiempos de máximo desarrollo que vivió el pueblo. La estampa, con una treintena de rostros, lo demuestra y no deja lugar a dudas. En cualquier caso, para el más desconfiado, receloso, suspicaz y escamado, se añade ahora como apoyo la conversación con una de aquellas protagonistas, con la vecina más longeva de la localidad: Especiosa Ayuela del Campo, que acumula experiencia en una larga y bien llevada lista de 95 años.

El baile

La artrosis y la artritis han provocado deformaciones en sus manos y un continuo dolor en sus rodillas que le impide desenvolverse con la agilidad deseada. Sin embargo, asegura conservar intacta y nada dolorida su memoria. Por eso, dice, no solo rememora los días de escuela, sino las jornadas en el campo de ayer, «mucho más sacrificadas que ahora », el baile que se organizaba en las fiestas en el viejo ayuntamiento y la vida que tenía el pueblo. «No éramos cuatro gatos como ahora, había mucho más ambiente.Había 50 vecinos con 50 casas abiertas, y habitantes quizás más de 200», exclama Especiosa.

«Menos mal –continúa señalando– que la cosa cambia en verano gracias a la llegada de hijos, familiares y amigos, que llenan y animan de nuevo las calles. Algunos se quedan incluso hasta septiembre para participar en la fiesta de la Virgen del Camino», apunta Ayuela del Campo, que detalla que la patrona llegó a contar con una ermita dedicada a ella dentro del casco urbano que se dejó caer. «Por eso ahora la talla luce en un altar en la iglesia. Pregúntaselo a otros que, aunque sean más jóvenes, igual lo conocieron. O al menos, de ello han oído hablar», matiza.

El diálogo concluye con la petición de una foto. Para ilustrar una historia abreviada. Especiosa no dice que no, pero prefiere que se publique una antigua, para que haya gente que se fije y se cuestione qué hay que hacer para revitalizar esos núcleos del medio rural que, al contrario que ella, no han podido o sabido sobrellevar los achaques de la edad.

Para cazadores y micólogos

El municipio de Villabasta reúne a numerosos aficionados a la caza mayor y menor y a la recogida de setas en las correspondientes épocas del año

EDUARDO PLAZA | VILLABASTA DE VALDAVIA

Vivienda con jardin, en primer término, y la torre del templo de San Vicente al fondo.

Por el camino del lino

Villabasta de Valdavia tiene coto de caza y lugares donde encontrar exquisitas variedades de hongos

GONZALO ALCALDE CRESPO

Aunque a Villabasta de Valdavia se le puede considerar como uno de los balcones de la Valdavia, la verdad es que ese río, aunque pasa cerca, no llega ni a tocar su término. Sí en cambio lo hace el Ucieza, que transita a poniente y que no muy lejos tiene sus fuentes, llegando a dividir la demarcación territorial de Villabasta en dos. Son éstas tierras de secano y alomadas que pican a barrial, donde por siglos han convivido la agricultura y la ganadería. Hoy mismo, vista Villabasta de Valdavia desde los altos del portillo de Valenoso, veremos que las sobredimensionadas naves agrícolas y ganaderas ocupan casi más superficie que el propio casar del pueblo.

Villabasta es también una localidad caminera, pues por ella pasa una antigua ruta arriera que ponía en comunicación la villa burgalesa de Villadiego -famosa por su ferias y mercados- con la leonesa de Sahagún, que lo era por lo mismo, pasando antes por las palentinas de Herrera de Pisuerga y de Saldaña. Hay investigadores que llaman a esta ruta 'la del camino del lino', pues parece ser que por él se traficaba con esta antigua fibra vegetal, así como con algunos derivados de ella, el aceite de linaza y la harina.

Por esta razón, todavía en muchos de los pueblos de esta comarca existen suertes de tierra que se conocen como linares, y que suelen ser de aprovechamiento comunal, así como molinos conocidos como del oilo.

De esta tradición arriera y trajinante, seguramente le venga a Villabasta el que su patrona sea la Virgen del Camino, cuya festividad celebran todos los 10 de septiembre, habiendo tenido hasta hace poco dentro del casco urbano del pueblo una ermita dedicada a ella, y que hoy ya ha desaparecido. Asimismo, sabemos que en el pago de San Román subsistió hasta el siglo XIX otra ermita advocada al mencionado santo, que se piensa pudo ser la antigua iglesia de un más antiguo despoblado medieval.

Torre campanera

La que no ha desaparecido y todavía sigue bien erguida a un costado del pueblo es su iglesia parroquial de San Vicente, que está edificada en mampostería y ladrillo, teniendo la torre campanera situada a los pies. Su planta consta de dos naves, que están cubiertas con bóvedas de aristas decoradas con yeserías barrocas, y que se adorna con una cúpula rebajada sobre pechinas en el presbiterio. La portada que da acceso al interior del templo es de medio punto, y dentro de él podemos ver dos retablos de los siglos XVII y XVIII, así como una buena imagen de Cristo atado a la columna del siglo XVI.

También nos cuentan que por esta población valdaviesa existe cierta afición a la caza menor y mayor, pues tiene coto para ello, por lo que no es raro ver aficionados a estas prácticas cinegéticas por sus rastrojeras y por los buenos montes de mata de roble y encina. Lo mismo ocurre con lo de ir a buscar setas comestibles, pues en este valle de la Valdavia se dan algunas de las más exquisitas y preciadas variedades de hongos, que hacen las delicias de vecinos y forasteros, además de ser un pequeño recurso económico para la zona.

Hoy Villabasta ha mejorado mucho su imagen, pues el edificio consistorial, que también acoge un pequeño centro cultural, se adorna con una zona ajardinada y de recreo, donde se han instalado algunas mesas y bancos, y donde los pocos vecinos que allí residen pueden tranquilamente echar la tarde.