Un último halo de vida
Lagartos acoge con entusiasmo la construcción y la puesta en marcha de una cara rural
Texto y fotografía de Soraya de las Sías.
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Herminia conversa con Carmen, Evangelina y Emilia en su casa de Lagartos. |
Parece que las viejas y derruidas paredes de adobe y tapial han ido absorbiendo poco a poco el último halo de vida que quedaba en Lagartos hasta dejarlo triste y casi solo, resignado a esperar el amargo trago de la despedida y del adiós. Parece que el tiempo ha podido con este pequeño pueblo de la comarca de la Vega-Valdavia en el que sus vecinos -la gran mayoría personas mayores jubiladas- pasan los rigores del invierno con la esperanza de que el verano llegue de nuevo pronto y traiga consigo a los familiares que un día se fueron en busca de un futuro mejor.
Como las hermanas Evangelina y Carmen Pérez García, que emigraron a Madrid hace cuarenta años pero que siguen regresando a Lagartos cada año para disfrutar de las vacaciones estivales con los suyos. «Aquí hemos nacido y crecido, aquí tenemos nuestra casa y todos nuestros recuerdos de la infancia y de la juventud, ¿cómo íbamos a dejar de venir!», señala Evangelina, mientras su hermana invita a dar un paseo por el casco urbano y los alrededores para explicar cómo ha cambiado la fisonomía con el paso inexorable de los años.
Arriba, cerca del depósito, indica la única laguna que permanece viva, 'La adobera', donde antes se fabricaban los adobes de barro. Abajo, la fuente de piedra, que sigue manado agua, y la vieja 'charca de Judas', ya seca. «Es una pena que esto esté tan estropeado. Antes todo estaba lleno de manantiales, de charcas, como en las que las mujeres lavaban la ropa, y fuentes, como la de la Barrera, junto a las praderas. Sin embargo, se ha descuidado todo y se ha dejado perder buena parte de la historia y las costumbres locales. Es una pena», lamenta Carmen, al mismo tiempo que explica que el proceso de abandono se repite en otros aspectos de la localidad. «A medida que la población ha bajado, el pueblo se ha ido abandonando y se han perdido sus encantos, como la iglesia que está bastante deteriorada», apunta Pérez García.
Teléfono público
A sus reivindicaciones se suma la de Emilia, emigrante del pueblo que reside habitualmente en Valladolid, que recalca que la falta de comunicaciones supone un problema para los que quieren seguir viniendo al pueblo. «La señora que tenía el teléfono público ha fallecido y su casa está cerrada. Su hija solo acude los fines de semana. No tenemos cobertura para los teléfonos móviles. Entonces, ¿qué hacemos si un día entre semana tenemos una urgencia, desde dónde llamamos?», se pregunta Emilia, mientras especifica que una solución al problema podría pasar por instalar una cabina en la plaza o en el Ayuntamiento.
Mientras, Herminia García Bartolomé, la vecina más longeva de la localidad, con 96 años, ha decidido tomarse la vida con más calma y filosofía, con el recuerdo de una etapa de sacrificios por suerte ya pasada. «Me quedé viuda muy joven con dos hijos (Alonso y Aureliano) y me tocó trabajar y sufrir mucho, sobre todo en la guerra», señala Herminia, que aprovecha ahora para rescatar otras anécdotas más graciosas, como la fiesta de San Vicente, «cuando en el baile había buenos mozos, y bailabas una jota o un agarrado, un besico y para casa», agrega, mientras señala que la gustaría ver el pueblo con más vida, con más niños y jóvenes.
Parece que el tiempo no ha querido conceder un respiro y Lagartos sufre mientras apura el último halo de vida. Pero las apariencias engañan y todo puede cambiar, pues cuando parece que queda poco o nada por hacer, llega un empresario emprendedor, compra dos casas viejas y las restaura con el objetivo de poner en marcha una casa rural, convertida para muchos en un aliento de esperanza más.
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S.S./PALENCIA
A pesar de que la despoblación va dejando cada día una estampa más gris en la provincia palentina, especialmente en comarcas como la del Boedo-Ojeda y extremos de la Vega-Valdavia, como en el que se encuentra Lagartos, el Ayuntamiento de esta localidad, con su alcaldesa Lucinda Rocha al frente, no puede dejar de trabajar y pensar en nuevas infraestructuras y mejoras que faciliten y hagan más cómoda la vida de los vecinos de Lagartos y de las dos entidades menores que alberga el municipio: Terradillos de los Templarios y Villambrán de Cea. En esta última población, los vecinos acaban de estrenar las instalaciones del nuevo centro de día, construido al lado de la carretera, junto a un parque.
Inaugurado el 29 de octubre del 2005 por el presidente de la Diputación, Enrique Martín, el edificio ha contado con subvenciones de la institución provincial y del grupo de acción local Adri Páramos y Valles de la comarca de Saldaña.
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