Intérprete olfativo
Vicente Pérez ha sellado su compromiso con La Serna a través del teatro y la política municipal
Texto y fotografía de Soraya de las Sías.
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Vicente Pérez Herrero posa con el resto de integrantes del Aula de Teatro Alonso Berruguete. / EL NORTE |
La definición que Vicente Pérez Herrero hace de su pueblo, La Serna, habla de un balcón privilegiado al río Carrión, de un mirador de gran riqueza y belleza natural, con grandes recursos y posibilidades que, a su juicio, no se han sabido aprovechar. «Sin ir más lejos, otros pueblos cercanos de la loma que tienen un paisaje menos atractivo han restaurado casas antiguas, han dado un aire nuevo al casco urbano, y han conseguido atraer población durante los fines de semana y las vacaciones», apunta.
Sus inquietudes por frenar la despoblación, su voluntad de cambio y sus ganas de trabajar por el pueblo le llevaron a formar parte de la corporación municipal del Ayuntamiento durante el pasado mandato como edil socialista en la oposición. Dice que trabajo no le faltó y reconoce que la experiencia mereció la pena, «porque fue muy gratificante trabajar con el equipo de gobierno del PP, presidido por el alcalde Luis Antonio Puebla. Porque todos dejamos de un lado las siglas y los partidismos para colaborar, para coordinarnos a la hora de conseguir un proyecto esencial como era el parque solar, el de mayores dimensiones y potencia de la provincia», explica Pérez Herrero.
Un cargo y función que, sin embargo, no ostenta este año, pues renunció a presentarse a las elecciones alegando una combinación de motivos personales y laborales, junto con la intención de dejar paso a otros compañeros, con nuevas ideas.
Una despedida de la vida pública que no ha de asociarse, puntualiza, con un abandono de La Serna, localidad a la que sigue acudiendo con asiduidad, de la que sigue estando pendiente, preocupado por las necesidades y demandas de sus habitantes y vecinos.
«Lo que importa es seguir unidos y seguir ayudando, nada importa el sitio», continúa señalando, mientras advierte de que su compromiso es tan firme y permanente que ha llegado a contribuir también desde su faceta como actor de teatro, al que se aficionó durante su adolescencia en Bilbao, cuando participaba en un grupo representando obras subversivas de autores malditos para el General Franco y con las que se mostraba rebelde y crítico con el régimen dictatorial, con los tajantes recortes de libertades que traía aparejado aquel sistema para la ciudadanía. «Así configuré mi propia postura política, de especial calado social y de especial sensibilidad en temas culturales que después he desarrollado con otras actividades, como el deporte o la interpretación, formando parte de varias compañías, grupos o aulas de teatro», detalla Pérez Herrero.
El tragaluz
Compañías como ‘El tragaluz’, que se constituyó en 1979 con trabajadores de la factoría de Renault de Villamuriel de Cerrato, adonde llegó a trabajar procedente del País Vasco, después de una etapa de diez años en la que se había alejado de las tablas de un escenario para navegar con la Marina Mercante. Grupos de teatro infantil como el que organizó a mediados de los ochenta con alumnos del colegio Jorge Manrique o incluso, más tarde, con alumnos de los equipos juveniles de baloncesto a los que entrenaba y a los que contagió su pasión por el secreto que se esconde entre bambalinas. Aulas de teatro como la denominada Alonso Berruguete, que él mismo fundó con otros colegas en 1996 y que ha estado funcionando hasta el año 2003, llevando el arte de la interpretación por la provincia, colaborando con un programa de la Diputación de Palencia que les permitía representar en varias localidades.
Un listado en el que, por motivos de volumen demográfico, no estaba presente La Serna. Una deuda que él tenía con su pueblo y que quiso saldar actuando allí, ejerciendo sus dotes de intérprete activo, pero melancólico y nostálgico. Porque mientras contagiaba su espíritu participativo, liberal y crítico al medio centenar de vecinos que acudieron al centro cultural para asistir al estreno de las obras ‘Gracias abuela’ y ‘Viejas madres’, logró recordar lo que nunca había olvidado de su niñez en La Serna: aquellas carreras con sacos por las peñas, aquel olor característico a la siega en verano, y aquel aroma que desprendía la lluvia, cuando se acurrucaban en el portalón de la casa de su tío y se divertían balanceándose en aquel columpio casero que colgaba del madero.
PATRIMONIO ARTÍSTICO
Visita a la iglesia y paseo hasta las excavaciones de la villa romana
El recorrido por el patrimonio artístico y religioso de La Serna se ciñe exclusivamente a su iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, ya que no hay ningún otro edificio histórico que llame la atención dentro del casco urbano. El templo, que en la actualidad alberga la reforma del empedrado del atrio, alberga en su interior varios retablos de estilo barroco, además de una curiosa pila bautismal, un calvario del siglo XVI y un cáliz rococó.
Por otro lado, a las afueras del pueblo, en el pago conocido como ‘Los Moros’, se localizaron hace años varios restos arqueológicos de lo que pudo ser una villa romana fundada a finales del siglo I.
DEPORTES
Campeonatos de frontenis
Junto a la iglesia se abre un magnífico balcón y mirador sobre la vega del río Carrión. Apoyados en la barandilla se contemplan las tierras del cultivo y el nuevo parque que se ha habilitado con paseos y jardines. Asimismo, se puede asistir como espectador a los partidos de frontenis que vecinos y foráneos disputan en las instalaciones deportivas. / S. S.
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